Una advertencia importante
Si pudiéramos obtener letras de fuego para grabarlas en la conciencia del lector, nosotros no escatimaríamos esfuerzo para adquirirlas con el propósito de advertir a los estudiantes respecto a algunos puntos peculiarísimos en conexión con la práctica de la astrología médica. Helos aquí:
Nunca diga a un enfermo una cosa que le descorazone.
Nunca diga a sus pacientes cuándo se han de presentar las crisis que se avecinan.
Nunca prediga una enfermedad para un momento determinado.
Nunca, nunca prediga la muerte.
Es una grave equivocación, casi un crimen, el decir a las personas enfermas cualquier cosa que las desanime, porque esto les roba la fortaleza que debe ser estimulada en cuanto sea posible y con el mayor cuidado para facilitar el restablecimiento. También es equivocado el sugerir enfermedades a una persona sana porque esto enfoca la mente en una enfermedad específica en un momento dado, y tal sugestión es capaz de producir la enfermedad.
Es un hecho bien conocido para muchos estudiantes de medicina que ellos sienten o notan los síntomas de todas las enfermedades que estudian y sufren grandemente como consecuencia de esta autosugestión; pero la idea de que amenaza o se aproxima una enfermedad inculcada por uno en cuyo enfermo ha puesto toda su fe es mucho más peligrosa; por lo tanto, es preciso que el médico astrólogo sea muy prudente y precavido. Si no se puede decir nada que preste ánimo y aliento, lo que debe hacerse es guardar silencio.
Esta advertencia se aplica con fuerza particular cuando los pacientes en tratamiento tienen en Tauro o Virgo saliendo, o el Sol o la Luna en estos signos.
Estas posiciones predisponen a la mente para centrarse en la idea de la enfermedad, a menudo de la manera más obstinada. Los nativos de Tauro temen a la enfermedad en un grado muy exagerado y la predicción de enfermedad es fatal para su naturaleza. Los de Virgo “cortejan” a la enfermedad con objeto de atraerse la simpatía, y aunque digan que desean mejorarse, realmente ellos disfrutan con que se les atienda como enfermos. Estas personas anhelan conocer sus síntomas, las crisis y se deleitan en profundizar en la materia; alegaran el que son capaces de permanecer serenos ante la realidad de sus casos y hasta asegurarán que esto les favorecerá; pero si el médico cede ante sus protestas y les confiesa su enfermedad, quedarán marchitos como una flor. Estas personas son las más difíciles de tratar y debe tenerse un cuidado exquisito de no agravar su estado accediendo a peticiones de la naturaleza que hemos indicado.
Además, aunque los autores han utilizado la astrología médica por muchos años y con fortuna admirable, y aunque la Astrología, como ciencia, es absolutamente exacta e infalible, no debe olvidarse que existe, no solamente, la probabilidad de equivocarse en la predicción por parte del curador y también de que la persona cuyo horóscopo se juzga puede actuar con su voluntad hasta un extremo que domine y anule las indicaciones del horóscopo. El enfermo o el individuo en cuestión puede cambiar su modo de vida sin saber lo que hubiera pasado de haber continuado viviendo como antes y, como consecuencia de esto, puede no sufrir lo más mínimo cuando la tendencia a la enfermedad señalada por el horóscopo llegue; de todos modos, es cruel el alterar su mente en cualquier caso.
Naturalmente, al principio el estudiante estará muy expuesto a cometer errores en su juicio, pero nadie estará inmune totalmente. Nosotros recordamos un caso que llegó a nuestros oídos recientemente. Uno de los astrólogos más capacitados de Europa predijo a un cliente de África del Sur que en una fecha determinada tendría una severa hemorragia de los pulmones. El pobre hombre se dirigió a nosotros pidiéndonos auxilio; pero aunque el horóscopo señalaba propensiones a resfriados de los pulmones, nosotros no vimos ningún indicio alarmante para el momento predicho, ni tampoco ha sufrido ninguna hemorragia durante el año transcurrido de aquella fecha hasta el día.
Algunos estudiantes tienen un deseo morboso de saber el momento de su propia muerte e investigan para conocerlo de la manera más absurda y extraordinaria; pero no importa el modo en que pretendan convencerse a sí mismos de que están serenos, pues hay muy pocos que tienen la fibra mental y moral de continuar viviendo su vida del mismo modo que la habrían vivido ignorándolo, desde el momento que saben con absoluta certeza que en un día determinado ha de concluir su vida terrestre. Éste es uno de los puntos más cuidadosamente ocultados hasta que estamos en el momento de ver ambos lados del velo y nosotros cometemos un error, no importa lo que podamos alegar, cuando buscamos el descifrar y extraer este conocimiento del horóscopo.
Aun más; se ha dicho con mucha razón que “el médico que prescribe para sí mismo tiene un tonto por paciente”; y esto se aplica para el diagnóstico sobre nuestro propio horóscopo con fuerza decuplicada, porque ante él todos somos parciales, bien si lo apreciamos favorablemente o lo tomamos en serio, especialmente cuando investigamos la hora y el modo de morir.
Nosotros recordamos un caso en el que una dama intelectual, directora de una escuela privada en Nueva York, nos escribió rogándonos la admitiéramos a nuestra clase por correspondencia, “si nosotros suponíamos que valía la pena, puesto que ella moriría la primera semana de marzo”. Ella nos dijo todos los aspectos sobre los cuales basaba su juicio, y como quiera que uno de nosotros acababa de salir sano y salvo de configuraciones semejantes, el así afectado dio a la señora en cuestión una buena plática para reanimarla diciéndole que él mismo, a pesar de ello, esperaba vivir hasta una edad avanzada. Mediante nuestras advertencias aquella señora está actualmente disfrutando de buena salud, deseando vivir una vida útil, y ha olvidado todo acerca de su muerte. La astrología es demasiado sagrada para utilizarla mal. Suplicamos, pues, al estudiante que olvide completamente su horóscopo y que emplee todo su conocimiento para ayudar a los demás, y de este modo su ayuda prestada se convertirá en un gran tesoro celestial como ninguna otra línea de esfuerzo individual es capaz de producir.
del libro "El Mensaje de las Estrellas"
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel
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Gracias amigo Edgardo por tantos años de amistad y sobre todo por tu gran labor
ResponderEliminaren diseminar las enseñanzas de la Fraternidad.Eres un ejemplo a seguir.
Hola Juan Marín, buenas tardes.
ResponderEliminarTe agradezco por tu amistad, amigo.
Somos muchos los que hacemos estas tareas, tú eres el principal.
Saludos fraternos Edgardo