viernes, 21 de octubre de 2016

Sembrar sin cosechar

PREGUNTA Nº 154:  SEMBRAR SIN COSECHAR
En la primera conferencia pronunciada por Max Heindel él dice algo acerca de tener compromisos con nuestro destino y poder cancelarlos bajo ciertas circunstancias. Ahora, lo que yo deseo saber es esto: ¿Cuáles son esas ciertas circunstancias? Yo comprendo que ahora puedo construir para el futuro y que puedo controlar las cosas que tienen lugar dentro de mi conciencia según la cantidad de voluntad que tenga y el deseo detrás de esa voluntad de tratar de hacer lo recto. ¿Pero qué hay acerca de los esfuerzos en el sentido de la influencia inmoral? ¿Qué pasa si uno prosigue la vida de la persona ordinaria y yerra por caminos de maldad? ¿No está poniendo en acción algo de lo que es imposible escapar? ¿O puede, esforzándose por vencer la naturaleza inferior, y construyendo un mejor carácter escapar a las consecuencias de sus propios errores? Esta es una cuestión acerca de la cual una amiga y yo hemos tenido muchas discusiones. Ella se aferra a la idea de que si vemos que nos va a venir un accidente o adversidad de cualquier clase, podemos evitarlo alejándonos del sitio donde es probable que suceda, pero no me parece probable que podarnos escapar al pasado. Si pudiésemos, no construiríamos el carácter huyendo de algo. Por supuesto, esto es más o menos un punto de vista fatalista del asunto, pues yo creo que debo tomar mi medicina como hombre. Aunque yo doy coces contra el aguijón, al mismo tiempo me siento disgustado de ser tan débil.

Respuesta: Hay un punto importante en el problema que parece usted olvida tomar en consideración, aunque ha sido amplia y enfáticamente afirmado en nuestra literatura. "Todas las leyes de la naturaleza, incluyendo la ley de consecuencia en su aplicación a la vida humana, están bajo la administración de grandes Seres de sublime espiritualidad y sabiduría superlativa." Esta ley no actúa ciegamente bajo el principio de ojo por ojo y diente por diente, sino que estos grandes Seres y sus agentes administran todas las cosas con una sabiduría que está más allá de la comprensión de las mentes finitas. Ha sido hallado, sin embargo, que donde existe un deseo o tendencia o posibilidad de huir de una cosecha de sufrimiento que viene por causa de cierto destino maduro, tales planes son siempre frustrados mediante otro movimiento de parte de los administradores invisibles de esta ley.
Si usted lee de nuevo el caso citado en el Concepto Rosacruz del Cosmos de un cierto conferenciante que fue advertido por Max Heindel que si salía fuera de casa en cierto día experimentaría un accidente en ciertas partes de su cuerpo, y cómo lo olvidó y pensó que el día 28 era el 29, salió en viaje hacia otra ciudad para dar conferencias y fue lesionado, como se le predijo, en un choque de trenes. Este caso tal vez ilustre nuestros puntos. El hombre había sido advertido con anticipación, creyó en la advertencia e intentó evitar el accidente, pero indudablemente el sufrimiento que ese accidente le tenía reservado lo debía en expiación de ciertas transgresiones. Por consiguiente los agentes de la ley de causación le hicieron olvidar el día del mes.
Este principio también trabaja en otra forma. Usted parece creer que no hay forma de escapar de la cosecha del pasado, pero sí la hay. También nosotros hemos repetido enfáticamente el hecho de que Dios, o la Naturaleza, o los agentes de esta gran ley, no tratan de "vengarse" de nosotros. Estamos aquí en esta gran escuela de la vida salvaguardados por estas leyes de la naturaleza. Son hechas para nuestro beneficio y no para nuestro mal, aunque en cierta forma nos limitan, así como nosotros limitamos las libertades de nuestros hijos pequeños con el propósito de guardarlos contra los peligros de la indiscreción. Cuando por nuestras pasadas acciones hemos acumulado una cierta cantidad de retribución para nosotros, la cual debe pagarse en algún tiempo futuro, y luego vemos nuestro error, nos reformamos y vivimos en armonía con la ley que habíamos previamente quebrantado, entonces por medio de esa acción borramos el registro de nuestros pecados. Los agentes de la gran ley, viendo que hemos cesado de transgredirla en ese particular aspecto, no nos hacen sufrir gratuitamente. Conserve este hecho en su mente: todas las leyes de la naturaleza están bajo una administración similar, divina e inteligente, porque ésa es la diferencia entre los puntos de vista fatalista y espiritual.
La mano de Dios, a través de Sus agentes, está dondequiera, desde las cosas más grandes, tales como el viaje de un planeta en su órbita, hasta los más triviales detalles, como la caída de un gorrión. Es un hecho positivo que en Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
Estamos a Su amoroso cuidado en todas las cosas y por lo tanto nada puede sucedernos que no esté en armonía con Su grande y divino plan. ¡Ese plan ciertamente no puede ser fatalista!

del libro "Preguntas y Respuestas" 
Tomo Segundo, de Max Heindel


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