jueves, 27 de octubre de 2016

El Alma y el Cuerpo-Alma

PREGUNTA Nº 159:  EL ALMA Y EL CUERPO-ALMA
¿Cual es la diferencia entre el alma y el cuerpo-alma?

Respuesta:  Esta es una de las más sagaces preguntas que haya sido hecha alguna vez, y no puede ser contestada directamente, sino por medio de una ilustración. Así como los niños aprenden ciertas verdades intelectuales que están más allá de su alcance por medio de una ilustración pictórica, la humanidad infante aprendió profundas verdades religiosas a través de mitos y alegorías.
El cuerpo vital está compuesto de cuatro éteres. Los dos éteres inferiores son avenidas particulares de crecimiento y propagación. En el cuerpo vital de una persona cuyo interés principal es la vida física, que vive por así decirlo enteramente para el goce sensual, estos dos éteres predominan, mientras que en una persona que es más bien indiferente al goce material de la vida, pero que busca avanzar espiritualmente, los dos éteres superiores forman la mayor parte del cuerpo vital. Ellos son entonces lo que Pablo llama el “soma psuchicon", o cuerpo-alma, que permanece con el hombre durante sus experiencias en el purgatorio y el Primer Cielo donde se extrae la esencia de la vida vivida. Este extracto es el alma, cuyas dos principales cualidades son conciencia y virtud. El sentimiento de conciencia es el fruto de los errores de las pasadas vidas terrestres, que guiará por buen camino al Espíritu en el futuro y le enseñará como evitar similares malos pasos. La virtud es la esencia de todo lo que fue bueno en vidas anteriores, y actúa como un estímulo para mantener al Espíritu esforzándose ardientemente en el sendero de la aspiración. En el Tercer Cielo esas esencias se amalgaman con el Espíritu completamente y se convierten en parte de él. Así, en el curso de muchas vidas el hombre se hace más pleno de alma, y las cualidades anímicas de conciencia y virtud se hacen más fuertemente eficaces como principios directores de la conducta.
Pero tal vez podamos obtener una mejor idea de la diferencia entre alma y cuerpo-alma si meditamos sobre la alegoría contenida en el antiguo Templo de Misterios Atlante, el Tabernáculo en el Desierto. Este símbolo dado por Dios fue dotado de todos los implementos de crecimiento anímico necesarios para el desarrollo del hombre. Entre ellos estaba en el santuario la Mesa de los Panes de Proposición. Sobre esta mesa había doce pequeños panes dispuestos en dos pilas de seis panecillos cada una y sobre cada pila había un montoncito de incienso. Ahora recuerde usted, por favor, que el grano del cual fueron hechos estos panes fue dado por Dios al hombre, pero fue necesario que el hombre lo plantase, que arase el suelo y que regase y nutriese las diminutas plantas. El también debe cosechar el grano, trillarlo y molerlo para convertirlo en harina. Debe amasar esta harina y cocer el pan en el horno antes de llevarlo al Templo y poder mostrarlo como producto de un trabajo hecho con el grano de trigo dado por Dios.
Este grano dado por Dios representa la oportunidad. Doce clases de oportunidades vienen al hombre cada año a través de los doce departamentos de la vida representados por las doce casas del horóscopo. Pero muchos pueden desaprovechar estas oportunidades, como los antiguos israelitas pudieron haber arrojado el grano en un rincón y dejarlo allí tirado. Si es así no podremos tener pan que mostrar al Señor, seremos como el siervo que sólo tenía un talento y fue y lo enterró. Por el contrario, si ha preparado la tierra y nutrido el grano de la oportunidad para el servicio en la viña del Señor, entonces habrá un aumento que puede cosechar y preparar para llevar al Templo del Señor en el tiempo apropiado, para mostrar que él ha fielmente cultivado toda oportunidad de servicio y hecho todo lo posible de acuerdo con su capacidad.
Notemos, sin embargo, que estos doce panes de proposición no eran ofrecidos solamente al Señor, sino que sobre cada pila de seis panes había un montoncito de incienso que representaba la esencia de dicho pan. Por analogía, esta es la esencia de nuestro servicio; usted comprenderá el por qué por medio de otra ilustración basada en la experiencia que pasamos para obtener facultades físicas.
Como usted recuerda, durante el tiempo que fuimos a la escuela y aprendimos a escribir, hacíamos las más torpes contorsiones y movimientos con el brazo con el objeto de formar letras sobre el papel. Emborronábamos nuestros cuadernos de tal manera que se veían de lo más horribles, y nuestro intento de escribir era todo menos hermoso. No obstante, por grados adquirimos la facultad, y con el curso de los años olvidamos todo lo relacionado con la experiencia de aquellos tempranos días en que nos esforzamos por cultivarla. Pero este es el punto: si no hubiésemos pasado a través de esa incómoda experiencia no poseeríamos ahora la facultad de escribir, y otro punto es éste: después de que hemos adquirido la facultad, es innecesario recordar los incómodos métodos de su adquisición. Similarmente también, la grosera materia física, el grano del pan de la proposición, no era ofrecido al Señor, sino únicamente su esencia o aroma, la facultad del servicio bien hecho, la benevolencia que hemos cultivado al hacer el bien a los demás.
Los dos pequeños montones de incienso eran por lo tanto llevados al altar, frente al segundo velo, y allí eran quemados. Allí ascendía una nube de humo en la parte exterior u oriental del Templo, pero sólo el aroma, puro y libre de humo, penetraba a través del velo en el santuario interior. Por analogía, entonces, podemos comparar el pan de la proposición a las experiencias a través de las cuales pasamos a servir a otros; el incienso que está encima de cada pila de panes de la proposición puede ser comparado a la esencia de simpatía y utilidad que extraemos de estos servicios, el crecimiento anímico en ellos contenido. Esto se ve alrededor de nosotros en forma de una aura dorada que constituye el cuerpo-alma. Pero aunque este glorioso vehículo está hecho de los dos éteres más sutiles, no podría por medio de ningún proceso amalgamarse con el Espíritu mismo, así como tampoco el incienso puede arder sin despedir humo y dejar tras de sí un residuo de cenizas. Por consiguiente, por medio de la alquimia espiritual del ejercicio nocturno de la Retrospección, o por medio del proceso natural después de la muerte, este cuerpo-alma es quemado fuera del velo (en el primer cielo), y el aroma o alma penetra a través del velo al santuario más interno como pábulo para el Espíritu.
Así el Espíritu lleva consigo el aroma de todas sus vidas pasadas. Un alma joven que ha tenido sólo unas pocas existencias de las cuales extraer experiencias y crecimiento anímico, es cruel y egoísta, porque no ha hecho servicio a los demás. Pero una que ha pasado a través de muchas vidas, que ha aprendido por medio de la aflicción y el sufrimiento a sentir con los demás y a hacer por ellos, responde instantáneamente al grito del dolor, porque el alma existente en esta persona es la quintaesencia del servicio y por lo tanto está lista a ayudar a los demás sin parar mientes en las comodidades y goces personales.

del libro "Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas" 
Tomo Segundo, de Max Heindel


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