lunes, 24 de octubre de 2016

Enfermedades de los órganos vocales


Enfermedades de los órganos vocales

Entre las materias afines para dominar totalmente el conocimiento de la astrología se hallan los efectos semejantes de los factores opuestos intrínsecos; Saturno es conocido como maléfico y Júpiter como benéfico, pero cuando Saturno está bien fortificado en un horóscopo” surte unos efectos excesivamente deseables y un Júpiter afligido es precisamente el reverso de la bondad; de modo que existe un lado “bueno” para todo planeta motejado de “malo” y también cada planeta “bueno” tiene su fase “indeseable”.
Los signos del Zodíaco se dice que gobiernan determinadas partes del cuerpo, pero también cada signo tiene dominio subsidiario sobre la parte gobernada por su signo opuesto; una aflicción. Tauro gobierna la garganta, tiene una gran simpatía y afinidad con Escorpio, el signo que gobierna los órganos generadores, y ésta es la causa de que se presente el cambio de voz en los muchachos al llegar a la pubertad, y de que la mujer, cuando olvida el camino de la castidad y vive una vida de orgía y corrupción, adquiera una voz grosera. Tauro gobierna la laringe, pero Mercurio rige el aire que excita la vibración de las cuerdas vocales; así, pues, la aflicción orgánica está indicada por la aflicción de Tauro y Escorpio, pero la incapacidad funcional por la posición y aspecto de Mercurio.
Hay una relación idéntica entre Tauro (rigiendo los órganos vocales) y Mercurio (rigiendo el aire que pasa por la laringe), como la que existe entre el instrumento y el músico que lo toca. Si Tauro (y Escorpio) no están afligidos, el órgano vocal está en buen estado, pero un Mercurio afligido puede, no obstante, causar un desorden en el funcionamiento del órgano de la palabra. Puede ocurrir también lo contrario, es decir, que un Mercurio bien fortificado domine parcialmente el efecto de la aflicción de Tauro. Esto está bien demostrado en el horóscopo número 9; Saturno, Neptuno y el Sol están en conjunción en Tauro que producen una afección a la garganta, pero Mercurio está en un signo de voz, Géminis (Libra y Acuario son los otros signos de la voz) y en conjunción con Júpiter. La señora en cuestión sufre constantemente de afecciones a la garganta, pero así como un buen músico extrae melodías de un instrumento defectuoso, así también, por la ayuda de su Mercurio bien colocado, esta mujer es capaz de expresarse mejor que muchos cuyos órganos vocales están sanos, y en efecto, esta señora enseña declamación.
El horóscopo número 3 tiene un Mercurio bien fortificado; no hay aflicción con Tauro o Escorpio y el caballero a quien se refiere tiene una poderosa voz capaz de resonar en las salas y teatros mayores sin ningún esfuerzo, y, sin embargo, sin que sea demasiado ruidosa para los pequeños; pero Mercurio en Leo, un signo bestial, y Saturno en Libra, un signo de voz, tienen un efecto obstructivo para la vocalización perfecta y, por lo tanto, nuestro caballero tiene en ocasiones una cierta vacilación o tartamudeo al hablar.
Se sigue de esto, como es consiguiente, que la incapacidad del habla está remediada más fácilmente que aquéllas que son orgánicas; la paciencia, la práctica vocal y los ejercicios de respiración tales como los que los profesores de canto indican (estos ejercicios son enteramente diferentes de los peligrosos ejercicios de respiración hindúes), es casi seguro que restablezcan las condiciones normales.
Los horóscopos números 9, 10 y 11 tienen en Saturno y a Neptuno en conjunción con Tauro, y como consecuencia de ello, todos tienen afecciones a la garganta y también desórdenes en los órganos genitales. Los números 10 y 11, ambos, han sufrido operaciones para la extirpación de ciertas partes y Mercurio en Escorpio centra los pensamientos del número 10 sobre el sexo, causándole tortura intensa, puesto que le es imposible el satisfacer su pasión. Saturno en un signo fijo es seguro que será un doloroso afligente, el recolector de los frutos de una vida pasada, y si esta persona debe tener algún solaz, este consuelo debe venir como consecuencia de un conocimiento de la causa, seguido de la oración y la paciencia generada por la misma.

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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