martes, 18 de octubre de 2016

El Guardián del Umbral



El Guardián del Umbral

El horóscopo número 2 nos indica una de las condiciones psíquicas más significativas con que nosotros hemos tropezado. Sus presagios en algunos sentidos son claros para cualquier astrólogo; pero la investigación hecha por uno de los autores en la vida pasada de esa persona añade mucha iluminación y profundidad al significado de las configuraciones, las cuales no se hubieran podido conseguir de ningún otro modo; asimismo, para el investigador que hizo este estudio espiritual dos años antes de que el horóscopo fuese hecho, su conclusión fue una revelación al notar el modo en que los hechos místicos que él recuerda tan bien estaban inscriptos en esta figura. Para facilitar al estudiante la apreciación debida de este caso notable, relataremos la historia del modo en que nosotros nos relacionamos con esta persona, lo que nos propusimos hacer y lo que realmente sucedió.
En el otoño de 1910, un amigo nos habló de un triste caso de un muchacho confinado en su lecho, tendido sobre su estómago y codos, observando persistentemente un punto determinado de un rincón de su cuarto, como si estuviera fascinado, con todo su organismo estremeciéndose continuamente, suspirando y quejándose. A solicitud de este amigo nosotros visitamos al desgraciado muchacho y vimos que el punto hacia el cual se dirigía su mirada, con un poder semejante a aquél con que la culebra encanta a un pájaro para llevarlo a sus fauces, era un elemental del tipo más horroroso que nosotros hemos visto. Al acercarnos al lado de la cama dirigimos una corriente de fuerza hacia la base del cerebro de la pobre víctima, y esto le hizo volverse a nosotros en un esfuerzo para romper el hechizo, pero aquel demonio de elemental sostenía un encanto tal sobre la conciencia y arrastrado a grado tal que se presentaba un peligro evidente de la rotura de la unión del cuerpo con el alma. En vista de esto desistimos y con una valentía y arrojo nacidos de nuestra inexperiencia, decidimos luchar contra el elemental y repelerle hasta su plano de existencia. Pero el Hermano Mayor, que es nuestro Mentor, nos vio aquella noche y nos aconsejó precaución y la investigación de la génesis del monstruo antes de tomar ninguna medida.
La investigación de la Memoria de la Naturaleza nos presentó el hecho de que en su última vida el espíritu renacido en aquel mozo había sido un iniciado de la Orden de los Jesuitas, un fanático del tipo más ardiente, cruel e insensible en el grado más elevado, y, sin embargo, perfectamente impersonal y desinteresado, sin ningún otro objeto en su vida sino el de aumentar los intereses de su Sagrada Orden. Sacrificó sin el menor remordimiento de conciencia la salud, riquezas y reputación de sus semejantes y con tal de que se beneficiara su Orden, él mismo se hubiera ofrecido en holocausto de su propia voluntad, porque era sincero hasta la médula. El amor era tan desconocido a esta naturaleza como el odio; pero, en cambio, el sexo tenía un poder extraordinario, y aunque ponía en la lucha contra su pasión toda su alma, nunca logró dominarla; pero era demasiado orgulloso para hacer ver su pasión aun al que hubiera podido ayudarle a satisfacerla, y como consecuencia de todo esto adquirió este vicio secreto.
No debe suponerse que esta persona se convirtiese en un esclavo abyecto en este sentido; por el contrario, este espíritu inmortal combatió a su naturaleza inferior con oraciones, castigos, ayunos y todos los demás medios concebibles; algunas veces supuso que la había conquistado, pero cuando menos lo esperaba, la bestia en él rebullía y la guerra entre ambos continuaba tan fieramente como siempre. Algunas veces intentó el mutilarse a sí mismo, pero le avergonzaba la perspectiva de convertirse en un ser impotente, especialmente cuando un hombre como él había hecho los votos del sacerdocio. Por último sucumbió al esfuerzo y el vigor del adulto fue seguido por una edad media de salud delicada, con un dolor constante que aumentaba su angustia mental y la simpatía nació en su corazón por el sufrimiento, y de este modo no fue por más tiempo indiferente a las torturas de las víctimas del Santo Oficio. Siendo por naturaleza celoso y entusiasta en cualquiera dirección que sus energías se ejercieran, el péndulo se dirigió al otro extremo a semejanza de San Pablo, y, por consiguiente, se esforzó en proteger a aquéllos que había perseguido previamente; incurrió en al enemistad del Santo Oficio, y, finalmente, agotado en cuerpo, pero poderoso en espíritu, fue víctima de la tortura a la cual había sometido a muchos. Por la sinceridad de su naturaleza y por la última parte de su vida, se hizo acreedor a ser admitido en una Escuela de Misterios y se le preparó para alcanzar el privilegio de actuar como un Auxiliar Invisible en vidas futuras.
La Ley de Asociación le llevó a renacer en una familia americana que eran amigos antiguos, y de ella recibió una organización nerviosa adaptada a la elevada nota que requería su experiencia.
Saturno opuesto al dador de vida, el Sol, reprime o sofoca la energía de Mercurio y obstruye a Venus, o, lo que es lo mismo, la circulación (venenosa) mediante el impedimento de la secreción de la orina y eliminación de la materia venenosa por medio de los riñones, que están gobernados por Libra, el signo de exaltación de Saturno, donde está colocado en este horóscopo natal. Como quiera que los planetas a los cuales se opone están colocados en Aries, regente de la cabeza, su influencia desordenadora se manifiesta por medio del cerebro y la mente, así como por el sistema génito-urinario. El estado morboso de estas partes, causado por la influencia represiva de Saturno sobre los riñones, está acentuando doblemente por la conjunción de Urano con la Luna en la casa sexta, que indica la salud, bajo el signo regente de los órganos generadores, Escorpio.
Como el horóscopo señala las tendencias que resultan de nuestras acciones en vidas pasadas, es evidente que el abuso sexual propio de esta persona debió llevarla a nacer bajo un rayo estelar que afectase a la salud en tal manera, porque cuando el alma ha estado dominada por un vicio determinado en alguna vida, la muerte no liquida las deudas adquiridas, así como tampoco el mudar de residencia paga las deudas contraídas en una ciudad. Cuando renazcamos la tentación se dejará sentir hasta que dominemos nuestra debilidad.
Éste es el trabajo de esta pobre alma, el de extraer la esencia de la virtud y de la castidad de las cenizas de la pasión y da los vicios secretos. Rogamos a Dios fervientemente para que pueda ayudarla y robustecer su aliento en este terrible combate. Solamente la astrología, la llave maestra de la compasión, puede revelarnos a nosotros en debida forma la lucha y la angustia de las almas y salvarnos de las garras del vicio a despecho y por encima de todas nuestras depravaciones.
Los aspectos antes mencionados están formados desde signos cardinales y fijos, lo cual indica que es casi un destino inalterable. Pero Neptuno en el Ascendente, en un signo común, Géminis, augura la formación de un nuevo estado de cosas. Está en trígono con Saturno, el que aflige a la mente, y está mantenido por la energía dinámica de Marte.
Neptuno indica las jerarquías espirituales invisibles que trabajan con y sobre nosotros, y cuando está colocado en la casa duodécima, es evidente que pueden esperarse desastres y desastres. Esta posición pone a la persona en trance de ser presa o víctima de espíritus control; pero el trígono con Saturno y el sextil con el Sol, Venus y Mercurio, le protegen contra influencias de origen externo. Así, pues, la persona en cuestión quedó bajo la garra de la incorporación demoníaca de sus acciones anteriores, la terrible criatura conocida por los místicos como “Guardián del Umbral”, el cual debe pasar el neófito antes de que pueda entrar conscientemente en los mundos invisibles.
Esta horrorosa figura hubo extraído su ser de los actos de crueldad cometidos por el hombre en su vida anterior; se alimentó de los juramentos e imprecaciones de sus víctimas torturadas y se saturó a sí misma de los olores de la sangre y del sudor, como es el hábito de los elementales, y era un monstruo en la más amplia acepción de la palabra. La muerte de su progenitor lo dejó latente; pero en el nuevo horóscopo natal quedó marcada la hora de la retribución en el reloj del destino.
Cuando la Luna por progresión alcanzó el punto que Marte ocupaba al nacimiento en la duodécima casa, su energía galvanizó al monstruo con una nueva vida y los desastres y dolores del pobre muchacho comenzaron. El odio, cólera y maldad almacenados en el monstruo, irradiaron sobre él congoja tras congoja y su naturaleza negativa, indicada por Géminis, quedó encogida bajo los ataques y embestidas de aquel demonio.
Cuando nosotros lo vimos adoptaba la forma de una masa informe gelatinosa con muchos ojos grandes y verdosos incrustados en diferentes partes de su cuerpo. A intervalos de unos cuantos segundos lanzaba fuera de sí una proyección puntiaguda como una espada desde los puntos más inesperados de su cuerpo y atravesaban el organismo del pobre muchacho, que permanecía impotente sobre su lecho. Asimismo, aunque el monstruo no tenía boca con la cual reír, parecía convulsionado con una alegría y júbilo diabólico viendo el miedo y el dolor que producía al desgraciado. En otros momentos algunos de los ojos del monstruo parecían lanzar dardos, proyectados sobre el infeliz, de forma parecida a la trompa de un elefante, quedando parados dentro del radio de una pulgada de los ojos de la víctima y contemplándolos fijamente con un poder apremiante y emplazador de una intensidad pavorosa.
Habiendo muchos y buenos aspectos para auxiliarle, no es probable que sucumba; y cuando el Sol alcance la conjunción del punto ocupado por Júpiter en el horóscopo natal, y la Luna haya pasado la cuadratura del lugar del nacimiento del Sol, puede esperarse que se presenten unas condiciones mejores. En el entretanto esta pobre alma debe luchar a solas con este demonio autogenerado por ella. Si sus vicios solitarios no hubieran agotado la vitalidad en la vida anterior, el nacimiento bajo un signo poderoso le hubiera dado un fuerza mayor de resistencia física y la victoria se hubiera hecho más cierta.

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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