martes, 4 de octubre de 2016

Polaridades Planetarias



POLARIDADES PLANETARIAS

Cuando estudiamos magnetismo estamos tratando con una fuerza invisible, y ordinariamente nosotros podemos decir, en el mejor de los casos, el modo en el que se manifiesta en el mundo físico, es decir, lo mismo que en cualquier otro caso que estudiamos una fuerza. El Mundo Físico es el mundo de los efectos; las causas están ocultas a nuestra vida aunque están más cerca de nosotros que nuestros pies y manos. La fuerza está alrededor de nosotros invisible y vista solamente por los efectos que produce.
Si tomamos una vasija de agua, por ejemplo, y hacemos que se hiele, veremos una miríada de cristales de hielo formándose en figuras geométricas bellísimas. Esto nos muestra las líneas sobre las cuales se congela el agua y estas líneas son líneas de fuerza que estaban allí antes de que se congelase el agua, pero fueron invisibles hasta que se produjeron las debidas condiciones para que pudieran manifestarse.
Del mismo modo hay líneas de fuerza que corren entre los dos polos de un magneto; estas líneas ni son vistas ni sentidas hasta que ponemos limaduras de hierro cerca del lugar en que se encuentran, y entonces vemos que tales limaduras se unen al magneto en un orden determinado. Mediante la disposición de las condiciones debidas, nosotros podemos hacer que cualquiera de las fuerzas de la naturaleza se manifieste en efectos —que mueva nuestros tranvías, que transporte mensajes con la velocidad del relámpago a miles de kilómetros de
distancia, etc., etc.—; pero la fuerza en sí misma es siempre invisible. Nosotros sabemos que el magnetismo marcha siempre en ángulos rectos a una corriente eléctrica con la cual se manifiesta; sabemos, además, la diferencia entre las manifestaciones de la corriente eléctrica y la magnética, tan dependiente la una de la otra; pero nosotros no las hemos visto nunca, a pesar de que actualmente son los auxiliares más valiosos que tenemos..
El magnetismo puede ser dividido en magnetismo “animal” y “mineral”, aunque en realidad son sólo uno, pero el segundo tiene muy poca influencia sobre el tejido animal, mientras que el primero es generalmente impotente para actuar con los minerales.
El magnetismo mineral está derivado directamente de la piedra imán que se usa para magnetizar el hierro, y este proceso da al metal tratado por él la propiedad de atraerlo. Esta clase de magneto es muy poco usado, no obstante, porque su magnetismo, al irse agotando, se hace muy débil cu proporción a su volumen y principalmente debido a que la fuerza magnética no puede ser controlada en tal magneto permanente, por decirlo así.
El “electro magneto” es también un magneto “mineral”. Se compone simplemente de un pedazo de hierro arrollado con muchas vueltas de cable eléctrico y la potencia del magneto varía con el número de vueltas del cable y la potencia de la corriente eléctrica que pasa por él.
La electricidad está también alrededor de nosotros en un estado diluido, inútil para su uso con propósitos industriales hasta que sea comprimida y se la fuerce a pasar por cables eléctricos con ayuda de electromagnetos poderosos.
Nosotros debemos tener magnetismo en primer lugar antes de que lo podamos convertir en electricidad. Antes de que un generador eléctrico nuevo comience a formar sus “campos”, que no son otra cosa sino electromagnetos, debe ser magnetizado. Si esto no se hiciera podría girar y revolver hasta el día del juicio final a cualquier velocidad que fuese y nunca se podría encender una sola lámpara o mover un gramo de peso; todo depende del magnetismo que se le infunde primeramente; después que este magnetismo ha empezado a funcionar dejará un poco en él cuando se cierre el generador, y esta porción que en él queda, que se llama “residuo magnético”, servirá de núcleo de fuerza para formar la corriente cada vez que se ponga en marcha el generador. Todos los cuerpos de las plantas, de los animales y del hombre son solamente minerales transformados. Todos ellos han venido del reino mineral en primer lugar, y los análisis de los cuerpos de las plantas, de los animales y del hombre nos demuestran este hecho despojado de toda duda; aun más: nosotros sabemos que las plantas reciben su sustento del suelo mineral, y tanto el animal como el hombre están comiendo minerales siempre que consumen plantas como alimento; aun cuando el hombre se alimente
de carnes, está, sin duda alguna, alimentándose de compuestos minerales, y, por lo tanto, recibe con su alimento tanto las substancias minerales como las fuerzas magnéticas que contienen.
Esta fuerza la podemos ver manifestada en “hemoglobina”, o sea, la materia colorante roja de la sangre, la cual atrae al oxígeno, dador de vida, cuando se pone en contacto con él en los millones de diminutos capilares de los pulmones y arrastrándolo consigo al pasar por los capilares sobre todo en nuestro sistema que conecta las arterias con las venas. ¿Por qué es esto así?
Para comprenderlo debemos familiarizarnos un poco más con el modo como el magnetismo se manifiesta en los usos industriales.
Hay siempre, dos campos o un múltiplo de dos campos en un generador o motor; cada campo alterno o magneto forma el “polo norte” y los contrarios el “polo sur”; si nosotros deseamos tener dos o más generadores “en paralelo” y forzar su electricidad en el mismo cable, el primer requisito que debemos solventar es el de que la corriente magnética en los campos de los magnetos corra en la misma dirección.
Si esto no se hiciera no funcionarían juntos; ellos generarían corrientes que marcharían en direcciones opuestas produciéndose un cortocircuito. Esto sucedería debido a que los polos que deben atraerse se repelerían y viceversa; el remedio oportuno, pues, es cambiar los extremos del cable que magnetizan los campos y entonces la corriente magnética en un generador se hará igual a la corriente del otro y ambos correrán suave y armónicamente.
Las mismas condiciones prevalecen en la curación magnética; una determinada nota vibratoria y polaridad magnética se introdujo dentro de cada uno de nosotros cuando surgieron las fuerzas estelares en nuestros cuerpos y nos dieron el bautismo planetario en el momento en que hicimos nuestra primera inspiración completa. Estas son modificadas durante el peregrinaje de nuestra vida; pero en lo principal aquel impulso inicial permanece sin perturbación, y, por lo tanto, un horóscopo del momento del nacimiento contiene la fuerza vital más poderosa de la vida para determinar nuestras simpatías y antipatías, así como todos los demás asuntos. Efectivamente, sus indicaciones son más confiables que nuestros gustos y antipatías conscientes.
Algunas veces tropezamos con algunas personas, y con el tiempo las amamos, aunque sentimos que tales personas tienen una influencia enemiga sobre nosotros, la cual no nos explicamos y, por lo tanto, nos esforzamos en dominarla; pero la comparación de su horóscopo nos revelará la razón y, si somos prudentes, nosotros atenderemos su advertencia, o de lo contrario, tan seguramente como las estrellas se mueven en sus órbitas alrededor del Sol, tendremos que lamentar nuestra falta de atención a su advertencia.
Pero hay también muchos casos en los que no sentimos la antipatía entre nosotros mismos y otra persona, aunque el horóscopo la revele, y si vemos los signos al comparar los dos horóscopos nos sentiremos inclinados a hacer caso a nuestros sentimientos, antes bien que el escrito estelar de los horóscopos. Esto también con el tiempo nos ocasionará algún disgusto, porque la polaridad planetaria es seguro que se manifestará en su día, a menos que ambos espíritus estén suficientemente evolucionados para regir sus estrellas en gran medida.
Tales personas son contadas y mucho más avanzadas para nuestro estado actual de evolución. Por lo tanto, obraremos prudentemente si usamos nuestros conocimientos del escrito estelar y comparamos por lo menos nuestros horóscopos con los de aquéllos que se unen más íntimamente a nuestras vidas.
Nosotros nos ahorraremos y les ahorraremos a ellos muchos dolores y tristezas.
Nosotros aconsejaríamos nuestro curso especialmente a un médico en lo que respecta a sus pacientes y con referencia al compañero de matrimonio que desean elegir.
Cuando una persona está enferma la resistencia está en su flujo inferior, y debido a esto, entonces, es menos potente para repeler las influencias externas.
Por esta razón las vibraciones del médico tienen un efecto prácticamente restringido, y aun cuando pueda estar dotado por los motivos más nobles y altruistas, deseando infundir su propia vida para beneficiar y devolver la salud al paciente, si las estrellas de ambos estuvieran en posición adversa cuando nacieron, su magnetismo y nota vibratoria están destinados a surtir un efecto perjudicial sobre el paciente. Así, pues, es de necesidad primordial que todo médico tenga un gran dominio de la astrología y de la ley de compatibilidades, tanto si pertenece a aquéllos que curan por el magnetismo y ponen sus manos sobre el enfermo, o bien a la escuela oficial de medicina, porque el último también infunde sus vibraciones en el aura del paciente y cura o perjudica con arreglo a la concordancia de sus polaridades planetarias con las del mismo.
Cuanto se ha dicho con respecto a los “sanadores”, se aplica con una fuerza diez veces mayor al enfermo, toda vez que éste está al lado del paciente durante todo el tiempo y el contacto de ambos es, por lo tanto, mucho más íntimo.
Para el médico, enfermero y paciente, la compatibilidad está determinada por el signo saliente, Saturno y la casa sexta. Si sus signos salientes son de naturaleza simpática, es decir, que todos tengan en el Ascendente signos de fuego, de tierra, de aire o de agua, entonces son armoniosos; pero si el paciente tiene saliendo un signo de agua y el enfermero o el médico lo tienen de fuego o de otro cualquiera, el efecto que se producirá será perjudicial.
Es también necesario ver que Saturno en el horóscopo del enfermero o médico no esté colocado en ninguno de los grados del Zodíaco que estén dentro de la casa sexta del enfermo.
Con respecto al matrimonio, las polaridades planetarias se estudian principalmente mediante la consideración de la femenina Luna y Venus en el horóscopo de un hombre porque ambos indican sus atracciones hacia el sexo opuesto, y en el horóscopo de una mujer el masculino Sol y Marte tienen un significado semejante. Si estos planetas están configurados armoniosamente y los  signos de las cúspides de la casa séptima de los cónyuges en perspectiva concuerdan, prevalecerá la armonía, especialmente si el Sol, Venus o Júpiter de uno de ellos está colocado en la casa séptima del otro. Pero si los planetas mencionados se afligen uno al otro la casa séptima de los consortes está fuera de armonía o si Saturno, Marte, Urano o Neptuno de uno de ellos está en un grado incluido en la casa séptima del otro, es un pronóstico de que las polaridades planetarias no armonizan y que el dolor y las tribulaciones están reservados para ellos si permiten que sus emociones efímeras les lleven a una unión de infelicidad y desgracia, porque es fácil el cambiar los cables de los campos en dos generadores eléctricos para que sus polaridades coincidan; pero es extremadamente difícil el cambiar las polaridades planetarias de una persona para hacer que armonicen o coincidan con las recibidas por otro en su bautismo planetario.

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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