Parece haber una gran decadencia de la fe en los años recientes. ¿Qué remedio hay para esto desde el punto de vista oculto?
Respuesta: Hay una razón oculta para la declinación de la fe, y es inútil discutir un remedio hasta que se haya hallado la causa. Ninguna medida aventurada devolverá a la humanidad permanentemente al sendero de la rectitud. Primero consideremos algunas de las causas dadas comúnmente, y entonces comprenderemos la razón científica oculta mucho mejor.
A menudo oímos decir en tono de mofa que la razón por la cual las iglesias permanecen vacías es que el ministro no tiene un mensaje nuevo, sino que está recomponiendo continuamente las antiguas historias Bíblicas. Este reproche pierde su fuerza en el momento en que se hace la siguiente pregunta: "¿Hemos aprendido la Biblia de memoria?" Hacemos que un niño repita la tabla de multiplicación indefinidamente hasta que sepa cómo aplicarla. Es más importante que conozcamos la Biblia completamente que el niño recuerde la tabla; por lo tanto la repetición es necesaria.
Los atenienses del Areópago estaban siempre buscando alguna cosa nueva que les diese un tema de discusión, pero algo más se requiere para el crecimiento del alma. Pablo específicamente nos informa que aunque podamos conocer todos los misterios y todas las ciencias, si no tenemos caridad, de nada nos sirve.
El reproche de las bancas vacías cuadra particularmente a las iglesias Protestantes de todas las denominaciones, y por lo tanto puede ser que no esté fuera de lugar establecer una comparación entre el método de estas ideas y el método de la madre iglesia. Si estamos ansiosos de aprender tenemos que poner el prejuicio a un lado y esforzarnos por ver los méritos y deméritos de cada uno en una forma imparcial.
Consideremos primero a la iglesia Protestante ordinaria, en la cual el ministro se esfuerza por dar al pueblo el evangelio. Muchas de las bancas están vacías. Entre los presentes el número de las damas sobrepasa al de los hombres por seis a uno o más. El ministro está usualmente ansioso y esforzándose por ser elocuente cuando se dirige a la Deidad en oración, pero ha escuchado el reproche de la repetición tan a menudo que siempre tiene miedo de que un servicio se parezca a otro en el más ligero grado. Una nueva oración, un nuevo sermón, un nuevo himno en el coro, todo tan nuevo como sea posible, para poder escapar al tremendo reproche. Está casi con los nervios de punta a causa del pensamiento que le asalta de que su grey le pueda tachar de “anticuado”.
Ahora vayamos a una iglesia “popular” y veamos qué método usa. El ministro de estas iglesias es siempre “progresista” y “está al día”. Hay a menudo un gimnasio y un instrumento de cultura física agregado al establecimiento. Todas las noches de la semana hay una reunión conectada con éste, aquél o el otro club. Hay picnics, fiestas al aire libre y bailes en el verano, y cenas para toda la congregación en el invierno. Usualmente se intercalan reuniones para hombres y reuniones para mujeres, de tal modo que todo esto es un deslumbrante menjunje, sin un momento deslucido durante la semana, y el Domingo -ah, este es el verdadero agasajo, la gran atracción-entonces es el pastor el que entretiene, como sólo él sabe hacerlo. Es auxiliado por un incomparable coro de artistas de gran pericia, entrenados por un director igualmente valioso. La música no es particularmente religiosa, salvo por el hecho de que toda buena música recién llegada del mundo celeste habla al hombre espiritual, y despierta los recuerdos del hogar eterno. Pero esto constituye un placer para el amante de la música y atrae centenares por esa razón.
Entre las partes de apertura y la clausura del programa musical viene el así llamado "sermón".
Una de nuestras colaboradoras relata que una vez se horrorizó al entrar a una iglesia y ver en el púlpito esta inscripción: "No predico el evangelio". Las palabras del contexto, “Desgraciado de mí si”, estaban ocultas sobre el otro lado del púlpito, y el efecto debe haber sido espantoso, por no decir más. Sin embargo, es una divisa que podría estar en el púlpito de más de una iglesia "progresista", porque aunque el "sermón" pueda abrirse con una cita de la Biblia, ésta es ordinariamente la única alusión a la palabra de Dios. El resto es una excelente pieza oratoria sobre un tópico cualquiera que esté más de moda en la localidad o en la nación, o si hay escasez de temas generales sociales y políticos, siempre existen los problemas de la temperancia y de la pureza. Ciertamente, son temas gastados, como los Evangelios, pero exhibiendo una botella de cerveza en el púlpito, haciendo un escándalo y quebrando espectacularmente el maldito objeto, es posible apelar al gusto ansioso de sensacionalismo que desarrollan a lo último la mayoría de los oyentes del pastor. Pero para ese tiempo el pastor "progresista" hace un llamado para ir y construir otra iglesia en cualquier otro lugar.
Los siguiente es muy admitido generalmente: que bajo el pastorado continuo de un hombre los que asisten a la iglesia pierden interés. Sin embargo, esto no es porque sus ministros no sean sinceros y no trabajen duro. La gran mayoría son ejemplares en todo sentido, pero de todas maneras no pueden mantener su dominio sobre la congregación. Algunas denominaciones asignan las iglesias que están bajo su jurisdicción a sus ministros por un cierto término, y al expirar ese tiempo les transfieren a otra sección para trabajar allí otro tiempo.
Mucho puede decirse tanto en favor como en contra de estos varios métodos, pero ello está más allá de la presente discusión. Sólo un remedio para la falta de interés parece tener una potencia suficientemente poderosa para merecer la aprobación general como productor de un entusiasmo por lo menos temporal: la "revivificación".
En las "revivificaciones" la gente se congrega a oír una extraña, siempre fuerte, dominante y agresiva personalidad, con una voz que puede hablar en octavas, desde un tono suave y suplicante, que arrebata al abrumado pecador, hasta el grito de clarín que suena en los oídos de los recalcitrantes como la señal del juicio final. Como el pastor "progresista" es hábilmente ayudado por un personal, coro y orquesta entrenados, todo arreglado para hacer una potente apelación a las sensaciones, las personas son "convertidas" por miles y la región (¿?) toma un nuevo empuje de vida en la comunidad.
Pero, desgraciadamente, esto se mantiene sólo por algún tiempo. Es un hecho que no necesita más que una simple afirmación, que después de un corto período, todos, con excepción de un porcentaje lastimosamente pequeño de la comunidad, vuelven a las andadas, y el pobre ministro debe seguir trabajando para conservar la apariencia de religión en una comunidad progresivamente negligente para las cosas espirituales.
Este estado de cosas ha llegado a ser tan notorio que comparativamente pocos jóvenes entran a los seminarios. Así es que existe un decaimiento tanto en los asistentes a la iglesia como en los ministros, lo cual, si continúa, no puede tener sino un final: la extinción de la iglesia Protestante.
Cuando investigamos los métodos de la iglesia Católica con el objeto de comparar y llegar a la conclusión correcta con relación a su poder de atracción, debemos notar, en primer lugar el absoluto contraste entre el servicio que en ella se hace y el servicio que tiene lugar en las iglesias Protestantes. Si escuchamos por un momento a las puertas de una docena de edificios de las denominaciones Protestantes, encontraremos que cada ministro tiene un diferente tópico, pero podemos ir a cualquier iglesia Católica del ancho mundo y hallaremos que están usando todas el mismo ritual en el altar en un día dado. Lo que el sacerdote pueda decir desde el púlpito es desatendible en presencia de ese hecho tan importante, porque las palabras son vibraciones. Son creadoras, como se demuestra cuando la arena y las esporas forman fibras geométricas como respuesta a la voz de un cantante, y la Misa cantada en innumerables iglesias Católicas diseminadas por todo el mundo reverbera con poder acumulativo a través de todo el universo como una poderosa antífona, que afecta a todos los que están a tono con ella, acrecentando su fervor religioso y su lealtad de una manera inaccesible para los esfuerzos aislados y ocasionales de los individuos, no importan cuán sinceros sean.
Como corroboración de esta afirmación con relación al poder acumulativo de un ritual, podemos mencionar la fenomenal influencia de la Ciencia Cristiana (Christian Science) sobre sus adherentes. Los Cristianos Científicos no tienen predicadores de gran precio. Su música no está fuera de lo ordinario. Sin embargo sus iglesias están llenas hasta las puertas, y se están extendiendo en una forma maravillosa porque ellos tienen: primero, un mensaje de vital interés, salud y bienestar; y segundo, el efecto oculto del concentrado esfuerzo obtenido
usando lecturas idénticas en todas las iglesias de la Ciencia Cristiana del mundo, de modo que el efecto acumulativo, puede ser sentido por todo Cristiano Científico que esté a tono con ellas. Este efecto sería mucho más fuerte si el servicio fuese realmente oculto, y cantado en cierta melodía como lo es la Misa.
Así, pues, para resumir esta fase del asunto, los intentos individuales persistentemente continuados de los predicadores Protestantes para guiar a su pueblo por medio de sermones nuevos y originales son un fracaso, mientras que los esfuerzos concertados y concentrados en rituales uniformes repetidos año tras año, tales como los usados por los Católicos-romanos y los Cristianos científicos, y aun por los Francmasones y las Órdenes Fraternales, dominan al auditorio.
Con el fin de comprender este misterio y aplicar el remedio inteligentemente, es necesario conocer la constitución del hombre, tanto durante los años de crecimiento como también en la edad adulta.
En adición al cuerpo visible del hombre, que vemos con nuestros ojos físicos, hay otros vehículos más finos que son invisibles para la gran mayoría de la humanidad. Sin embargo, no son apéndices superfluos del cuerpo físico, sino son en realidad mucho más importantes por el hecho de que son las fuentes de toda acción. Sin estos vehículos sutiles, el cuerpo físico sería inerte, insensible o muerto.
Al primero de estos vehículos lo llamamos el cuerpo vital porque es el conductor de la vitalidad para la masa muerta del cuerpo mortal durante los años de vida, y es lo que nos da el poder para movernos.
El segundo es el cuerpo de deseos, que es la base de nuestras emociones y sentimientos, y que pone en acción este cuerpo visible. Estos tres vehículos junto con la mente constituyen la personalidad, que es animada por el Espíritu. Cada uno de los cuerpos que hemos mencionado tiene su propia naturaleza esencial, y podemos decir que la nota-clave del cuerpo físico es inercia, puesto que nunca se mueve a menos de que esté impelido por estos cuerpos invisibles sutiles. La nota-clave del cuerpo vital es “repetición”. Eso es fácilmente comprensible cuando consideramos que aunque tiene poder para mover al cuerpo, tales movimientos resultan sólo de repetidos impulsos de la misma clase. Se le enseña a coordinar los movimientos del cuerpo como el Espíritu quiere. Si vamos a un órgano por vez primera y tratamos de tocar no podemos mover los dedos de la manera deseada para producir los tonos adecuados. Ello requiere repetidos esfuerzos para ejecutar aun los más simples movimientos coordinados de los dedos, que es requisito para producir la armonía apropiada. A causa de esta necesidad de repetición es una máxima oculta que todo desarrollo oculto comienza con el entrenamiento del cuerpo vital.
El cuerpo de deseos, que sentimos como nuestra naturaleza emocional, por otra parte, está siempre buscando algo nuevo.
Este deseo de cambio de condición, cambio de escena, cambio de humor, el amor de la emoción y de la sensación es debido a las actividades del cuerpo de deseos, que es como un mar tempestuoso, lleno de olas, agitándose de aquí para allá, al azar y sin objeto, cada una poderosa y destructora si no es refrenada y sometida al poder central director.
La mente es el foco a través del cual el Espíritu trata de subyugar la personalidad inferior y guiarla de acuerdo con la capacidad adquirida durante su período evolucionario. Pero actualmente es tan nebulosa que no puede tomarse en cuenta en la gran mayoría de la gente, quienes se dejan llevar principalmente por sus sentimientos y emociones, sin mucha docilidad a la razón o al pensamiento.
Reconociendo la grande y maravillosa fuerza del cuerpo de deseos y su adaptación al "ritmo", que puede decirse es su nota clave, la teología progresista ha dirigido y enfocado sus esfuerzos en las apelaciones a este vehículo. Esta parte de nuestra naturaleza es la que goza con los entretenimientos del sensacional pastor de vaudeville. Este vehículo es el que fluctúa y gime bajo los clamores rítmicos del revivificacionista, vibrando de emoción subiendo y bajando a la bien calculada medida de la voz del orador. Pronto se establece la unidad de tono, un estado de hipnosis real, en el cual la víctima no puede dejar de ir al “banquillo de los arrepentidos”, así como el agua no puede refrenarse de correr cuesta abajo. Comprenden poderosamente por el momento la enormidad de sus pecados y al mismo tiempo se muestran ansiosos de comenzar una vida mejor. Desgraciadamente, sin embargo, la próxima oleada de atracción a su naturaleza emocional lava todo lo que el predicador ha dicho, lo mismo que sus resoluciones, y vuelven a estar exactamente donde antes estaban, con gran disgusto y aflicción del evangelista en cuestión.
Así es que todos los esfuerzos para elevar a la humanidad por medio del trabajo sobre el inestable cuerpo de deseos son y serán siempre inútiles. Esto lo han reconocido las escuelas ocultas de todos los tiempos, y por lo tanto ellas han fincado su tarea en cambiar el cuerpo vital trabajando con su nota clave, que es la repetición. Con ese propósito, han escrito varios rituales adaptados a la humanidad en los diferentes estados de su desarrollo y en esa forma han fomentado el crecimiento anímico, lenta pero seguramente, y a despecho de si el hombre era o no consciente de que se estaba actuando sobre él de esa manera. El antiguo Templo de Misterios Atlante, del cual hablamos como el Tabernáculo en el Desierto, tenía ciertos rituales prescriptos en el monte por el Jerarca divino que fue su particular instructor. Ciertos ritos eran llevados a cabo en ciertos días de la semana. Otros ritos fueron usados el sábado, y otros ritos más en las lunas nuevas y en los grandes festivales solares. Y no podía nadie, desde el sumo sacerdote para abajo alterar este ritual, bajo pena de muerte.
También entre otros pueblos antiguos encontramos evidencias de un ritual -los hindúes, los caldeos y los egipcios, todos lo usaron en sus servicios religiosos-. Entre estos últimos, tenemos, por ejemplo, el así llamado Libro de los Muertos, como evidencia del valor oculto y del alcance de tales servicios ritualísticos. Aun entre los griegos, aunque fueron notablemente individualistas y ansiaban dar expresión a sus propios conceptos, encontramos el ritual en los Misterios, y más tarde, durante la así llamada Era Cristiana tenemos el mismo ritual ocultamente inspirado en la Iglesia Católica, como medio de fomentar el crecimiento anímico por medio de la acción sobre el cuerpo vital.
No se quiere pasar por alto de que no hubo abusos dentro de estos sistemas religiosos, que los sacerdotes eran siempre santos y que sus manos estaban limpias y sin mancha cuando oficiaban en el sacrificio o ritual. Es muy cierto que el abuso a veces llegó a ser tan grande que fueron necesarias reorganizaciones, y el movimiento Protestante fue inaugurado por Martín Lutero con el fin de escapar a los abusos que habían surgido dentro de la Iglesia Católica. Sin embargo, todos estos sistemas tenían en sí la semilla de verdad y poder en el hecho de que trabajaban para el desarrollo del cuerpo vital, y por lo tanto, los rituales siempre retenían su gran poder, no importa cuán corrompidos pudiesen estar los sacerdotes. De aquí que cuando los reformadores dejaron de lado el ritual, estaban exactamente en la misma posición que los atenienses del Areópago: se vieron obligados a buscar algo nuevo. En cada denominación existe el deseo de obtener la verdad. Cada una de las sectas de hoy está luchando por resolver el problema a su propio modo, pero cada una está tocando una nueva nota de una manera accidental, y por lo tanto están fracasando todas, mientras que la iglesia Católica con todos sus abusos todavía retiene un maravilloso influjo sobre sus adherentes a causa del poder concertado del ritual.
Con el fin de que podamos aprender de ella cómo llenar nuestras iglesias, y fomentar el crecimiento anímico en nuestra población protestante, debemos en primer lugar reconocer el hecho de que "la unión hace la fuerza". Debemos cesar en nuestras absurdas disputas acerca de pormenores. Que si “bautizamos rociando” o si "bautizamos por inmersión"; que si estamos "predestinados" o tenemos “libre albedrío” -¿que importa eso realmente?-. Nadie se salvó nunca por medio de tales quisquillosidades. Las palabras de Abraham Lincoln, "en la esencial unidad, en la no esencial libertad, en todas las cosas caridad", deben adoptarse antes de hacer alguna otra cosa. La avenencia con esa proposición y con verdadera dedicación al gran objeto debe ser la piedra angular, y con ese principio básico pudiera formarse así una Federación de Iglesias Protestantes. Los detalles de gobierno podrían ser arreglados por la congregación.
Habiendo llegado a este punto, la importante cuestión del ritual podría ser estructurada en dos o tal vez tres formas.
1) Podría consistir en ciertas lecturas de la Biblia arregladas de tal manera que formen un servicio coordinador y consecutivo. Podría ser escrito cierto número de tales rituales de tal modo que cada uno correspondiese a una cierta fiesta, y en los domingos ordinarios podría ser usado otro ritual en todas las iglesias Protestantes del mundo.
2) Podría adoptarse el ritual de la Iglesia Episcopal como está o en forma modificada.
3) Podría ser hallado un ocultista capaz de ponerse en contacto con las fuentes cósmicas de sabiduría y persuadirlo a escribir un ritual que tuviese en sí un poder inasequible por otros medios.
La primera de estas formas sería la menos efectiva. La última seria el método más eficiente de alcanzar el fin deseado, pero a la inversa, obtener un ritual por el último método sería mucho más difícil.
Antes de que un ritual pueda tener su efecto máximo, sobre los que van a crecer por su medio, deben primero armonizarse con él. Esto implica trabajar sobre sus cuerpos vitales mientras que dichos vehículos estén todavía en formación.
Es un asunto de conocimiento oculto que el nacimiento es un acontecimiento cuádruple, y que el nacimiento del cuerpo físico es sólo un paso en este proceso. El cuerpo vital también sufre un desarrollo análogo al crecimiento intrauterino del cuerpo denso. Nace alrededor del séptimo año de vida. Durante los siguientes siete años el cuerpo de deseos madura y nace alrededor del año catorce, que es cuando se entra en la adolescencia, y la mente nace a los veintiún años, edad en que comienza el estado adulto.
Estos hechos ocultos son bien conocidos por la Jerarquía Católica, y mientras que los ministros Protestantes trabajan sobre la naturaleza emocional, que está siempre buscando algo nuevo y sensacional sin comprender la inutilidad de la lucha y el hecho de que es este vehículo tan desenfrenado el que aleja a la gente de las iglesias en busca de algo más nuevo y más sensacional, la ocultamente instruida Jerarquía Católica concentra su esfuerzo sobre los niños.
“Dadnos el niño antes de los siete años de su edad, y es nuestro para siempre”, dicen, y tienen razón. Durante estos importantes siete años impregnan los plásticos cuerpos vitales de los niños que tienen a su cuidado con sus puntos de vista por medio de la repetición. Las plegarias repetidas, el tiempo, el tono de los varios cánticos, y el incienso, todo tiene un efecto poderoso sobre el cuerpo vital en crecimiento. Tampoco importa que el ritual sea en una lengua desconocida, porque para el Ego este vibratorio mensaje es un divino canto llano, inteligible para todos los Espíritus. Tampoco importa que el niño repita como un loro, sin comprender, con tal de que repita lo que se le enseña. Entre más mejor, porque estas vibraciones ocultas son así incorporadas en su cuerpo vital antes de que éste nazca, y permanecen con él durante toda la vida. Cada vez que la Misa se cante por los ministros de la iglesia en cualquier parte del mundo, la energía vibratoria acumulativa de sus esfuerzos estimula a los que tienen su línea de fuerza en sus cuerpos vitales de tal manera que son atraídos a la iglesia con una fuerza generalmente irresistible. Esto es en virtud del mismo principio de que cuando se toca un diapasón, otros diapasones de idéntico tono comienzan a vibrar.
Algunos católicos se han vuelto contra la iglesia Católica, pero subconscientemente y en el fondo de su corazón han permanecido católicos hasta el día de su muerte, porque el cuerpo vital es extremadamente difícil de cambiar, y las líneas de fuerza construidas en él durante su período gestatorio son más fuertes que casi cualquier voluntad individual.
De esto se deduce, por lo tanto, que si quisiéramos cambiar la tendencia del mundo de dedicarse al placer y a la gratificación de los sentidos, fomentando a la vez la religión, haríamos bien en comenzar con los niños pequeños. Si los congregamos ante el altar y les enseñamos a amar la casa de Dios e incorporamos ciertas plegarias universales y partes del ritual en sus cuerpos vitales en formación, evitando aun la semejanza de una cena de la congregación, sino cultivando en todos los que entran, el ideal de reverencia para un lugar santo, construiremos gradualmente también alrededor de la estructura física de piedra, un templo invisible de Luz y de Vida, tal como el descripto por Mansón en "El Sirviente en la Casa".
del libro "Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas",
Tomo Segundo, de Max Heindel
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