Servicio amoroso, inegoísta y desinteresado
(De la Hoja Informativa nº 20 del Centro Santa Fe de la vera Cruz, de
Argentina)
Nuestras enseñanzas reiteradamente mencionan que solamente por este camino pueden purificarse los éteres superiores del cuerpo vital, luminoso y reflector, para que
pueda producirse el advenimiento del llamado “cuerpo alma”. Sin embargo, las condiciones que se señalan para que esto ocurra no son fáciles de lograr. Se dice que nuestra acción ha de ser amorosa, inegoísta y desinteresada y, sin embargo, la naturaleza
inferior de los seres humanos hace que la inmensa mayoría sea violenta, egoísta e interesada. Esto se aprecia en las guerras declaradas y en ciernes, que tienen lugar a nivel internacional, y en el auge de crímenes, robos y desmanes de toda índole que, por doquier dan al mundo una tónica vibracional tan baja como no se había observado desde
hace muchos siglos. Una de las razones para que las cosas sean así es que la mente se ha agudizado en grado sumo, poniéndose al servicio de las emociones más bajas.
A pesar de este panorama, aparentemente sombrío, los aspirantes a avanzar en el Sendero no deberíamos desanimarnos y, en cambio, tener muy presente que, cuando las condiciones externas aparentan ser desfavorables, hay fuerzas superiores que juegan simultáneamente para contrarrestar el mal, favoreciendo la acción de aquéllos que aspiran a una vida superior.
Volviendo a las condiciones a que nos habíamos referido, de violencia y egoísmo, que prevalecen en la Humanidad, hemos de ser muy sinceros y reconocer la participación que, en mayor o menor medida, nos corresponde en estos tan comunes
atributos humanos.
En el momento en que nos proponemos efectuar una tarea de servicio, lo primero que habríamos de plantearnos es ver con total claridad los móviles ocultos que nos guían, quizás inconscientemente y que, con frecuencia, no conocemos cabalmente.
En cierta oportunidad, el filósofo Sócrates se encontró con un colega que se jactaba de ser totalmente humilde y que, habiendo dejado los bienes materiales, vivía sumido en la pobreza y en el más puro ascetismo. Sócrates escuchó su perorata y sólo se limitó a decirle: “Veo la vanidad a través de los agujeros de tu capa”.
Los aspirantes rosacruces habremos de ser muy cautos en el servicio que deseamos prestar, observando, en primer término, si, detrás de todo, muy oculto, no hay
una motivación cuya naturaleza se nos escapa. Numerosos trabajadores sociales y, por qué no decirlo, también “espirituales”, están animados, en cierta medida, por la vanidad que vio Sócrates en el humilde filósofo.
Es difícil manejarse en forma inegoísta, pero la dificultad no ha de bloquearnos , impulsándonos a la inacción, sino que nuestra tónica ha de ser accionar y, simultáneamente, observar nuestras motivaciones internas. Una vez descubiertas, en
forma natural se irán clarificando. Por otra parte, nuestras actitudes no son puras sino que, en forma simultánea, pueden coexistir el altruismo teñido de egoísmo. La cuestión reside en observar muy atentamente nuestro accionar para que progresivamente vayamos purificando nuestro mundo interno.
Sin pretender ser originales, podríamos agregarle al servicio dos cualidades que son fundamentales. Además de ser amoroso, inegoísta y desinteresado, adquiere su más alta excelencia cuando es natural y espontáneo. Si hacemos esfuerzos para servir, si existen cálculos inconscientes de por medio, nos estamos engañando. En cambio, cuando servimos a los demás porque es nuestra natural y espontánea forma de ser, con seguridad estamos transitando por el buen camino. En esa forma será motivo de propia
alegría y felicidad y, si nos encontramos con alguna respuesta desfavorable, no contestaremos con mayor o menor violencia, externa o interna, sino que sentiremos
profundo amor hacia los que no nos comprenden o combaten. De lo contrario reaccionaremos, porque carecemos de natural actitud amorosa.
Para servir en forma natural y espontánea, indudablemente, como requisito indispensable, debe producirse previamente en nosotros una transformación en todo nuestro ser, por lo cual hemos de ver claro que, en la medida en que ascendamos espiritualmente, tanto más eficiente será el servicio amoroso, inegoísta y desinteresado que podamos prestar a los demás.
Boletín Nº 37 AÑO 2.000 - CUARTO TRIMESTRE
(Octubre-Diciembre) FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL (MADRID)
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