La amorosa y desinteresada práctica del servicio
(Conferencia pronunciada por José Vicente Ortiz en el Centro Rosacruz de Asunción.-
Paraguay)
Jesucristo respondió a la pregunta de sus discípulos sobre quién debía ser el más grande en el Reino de los Cielos diciendo: “Aquél que sea el último y el servidor de todos”. Antes de su venida, el hombre era guiado por el ángel Jehová y, para buscar el favor divino, bastaba con sacrificar los bienes, los primeros frutos de los huertos, los mejores animales e, incluso algunas veces, los primogénitos. En los tiempos de Jehová, el hombre común no iba a la Iniciación; únicamente lo hacían unos pocos elegidos, aquéllos que nacían en castas sacerdotales, como la de los Brahmanes de la raza hindú o la de los levitas en la de los israelitas. El ángel Jehová cumplía su misión a través de la
ley, la cual estaba destinada a que el hombre controlara la naturaleza emocional que lo había llevado al desarrollo de las bajas pasiones, especialmente del egoísmo. Sin embargo, actuar por temor al castigo no bastaba para dominar la naturaleza inferior y despertar el amor hacia todo lo creado; por tal razón, un nuevo mensajero enseñaría al hombre la idea de un Dios amoroso, el cual veía a todos los hombres como iguales. Cristo encarnó este trabajo y cambió la ley de Jehová por el amor, despertando en el hombre la identidad con todos sus hermanos; abrió también la posibilidad de que toda la humanidad entrara en el proceso de Iniciación. Para entrar en ella debía, primero, respetar la ley y sus palabras “No crean ustedes que yo he venido a poner fin a la ley, sino a darle su significado. El que no obedece uno de los mandatos, ni enseña a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos”, toman ahora su verdadero significado. Igualmente, durante todo su ministerio, enseñó a querer a los enemigos, a no juzgar a otros, a hacer buenas obras, y dio la otra clave para encontrar el Reino del Padre:: “Ama al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu mente y ama al prójimo como a ti mismo”. Se le pedía al hombre que, día a día, desde la mañana hasta la noche, se sacrificara por sus hermanos, y los amara como se había estado amando a sí mismo. Como es lógico suponer, esa pedida iba dirigida a toda la humanidad, no únicamente a los elegidos: servir también los intereses de su hermano, para que todos lograran alcanzar la felicidad que antes buscaban por sí mismos.
La doctrina del crecimiento espiritual pide entonces la condición de servir, pero añade que este servicio debe ser amoroso, altruista y con desinterés. Nadie ha escrito sobre este punto y cada uno busca servir de maneras diferentes y muchos, ingenuamente, por querer prestar un servicio, se convierten en líderes de otros, supliendo sus responsabilidades y deberes, cayendo sobre sus espaldas todo el peso de su destino. Tratemos de desglosar lo que se quiere decir con servicio amoroso, altruista y desinteresado.
Cristo dijo que amáramos a nuestros enemigos pues, tras sus máscaras, hay bondad. Dentro de todos existe la Chispa de Dios; se debe amar y servir a los seres humanos por el bien que hay en ellos y no por condicionamientos o lazos emocionales o mentales. Al respecto, sería bueno recordar el incidente ocurrido cuando algunos se
dirigieron a Jesucristo y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y desean hablar contigo”. Él contestó: “¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Todo aquel que cumpla la voluntad de mi Padre que está en el cielo, aquél es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Por otro lado, con el sentimiento del amor, de la energía del Hijo, se pude comprender la necesidad del otro, lográndolo conducir por el camino verdadero para que desarrolle la valentía y las cualidades que lo llevarán a resolver sus propios problemas y a recorrer su camino con sus propios pies.
De otra parte, el desinterés implica la conciencia de hacer el bien por amor al bien y no con la esperanza de recibir una recompensa, ni de percibir el resultado del favor prestado. Se pide que el servicio se dé sin esperar retribución. Toda acción que esté enmarcada por el egoísmo, alimenta únicamente la naturaleza inferior y no sirve para propósitos espirituales. Aquí radica el mayor peligro cuando se sirve porque, la urgente necesidad de ser reconocidos por buenos seres, puede llevar a la persona a suplir un deseo en vez de una verdadera necesidad. Esto sucede especialmente en el círculo familiar y de amigos, en donde se busca el reconocimiento de los padres, de los mayores o de aquéllos que tienen un mayor rango. Se debe aprender a acercarse correctamente a la gente, a llegar a conocerla, a sentirse uno con ella, y esto permitirá satisfacer mejor la necesidad real. Muchas personas ayudan a sus amigos con expectativas de retribución por su servicio; luego, si no tienen respuesta, se sienten resentidos, desdichados y, a menudo, desarrollan alguna animosidad hacia quienes ayudaron. Se oye que la gente dice: “Lo ayudé muchas veces de este o de aquel modo, pero él nunca me lo agradeció; incluso se volvió enemigo mío”. Entonces está claro que ese hombre no ayudó porque, detrás de su acción no había una motivación real, sino expectativas de algún género de reconocimiento. La ayuda brindada con una motivación heterogénea de esta índole creará, automáticamente, un rechazo secreto desde el corazón del que se ayuda. Hacer regalos a nuestros amigos en diferentes ocasiones debe tener la misma motivación impersonal. Pero hay que tener cuidado con esto, pues el hecho de dar regalos puede convertirse en formalidad y, con el tiempo, en un acto obligado. A veces, las personas se sobornan, del mismo modo que procuran sobornar a Dios con oraciones; hay personas que dan dinero para sentirse buenas y, durante días y días, se sienten felices, porque a alguien le dieron unos pocos pesos.
Condiciones del servidor
De acuerdo con lo anterior, todo servidor debe cumplir con unas condiciones, las cuales son indispensables para que su servicio sea inofensivo y supla las verdaderas necesidades, sin ir en contra de su propio desarrollo espiritual.
Diferenciar entre la necesidad y el deseo de algo. El estudiante debe satisfacer, o mejor posible, las necesidades de su hermano y no simplemente sus deseos. El deseo que alguien tiene de servir como un empuje para que se realice un trabajo interior y se logre la satisfacción. El deseo es la búsqueda de la novedad y si nosotros, como servidores del mundo, satisfacemos únicamente los deseos de otro, éstos se convertirán en hábitos y, posteriormente, se transformarán en necesidades aparentes. Así, la persona a la cual se quiere ver feliz y gozando de bienestar, empezará anhelar nuevas cosas para sí, creando un círculo vicioso, el cual le coartará la posibilidad de que él mismo encuentre la forma de satisfacer si deseo y, por lo tanto, de vivir las experiencias que lo llevarán a un mayor crecimiento anímico.
Muchas veces, el deseo esconde una necesidad mayor, que puede ser falta de comunicación, ausencia de amor, carencia de afecto o falta de tolerancia; el servidor
debe saber descubrir la causa que está moviendo al otro a llamar la atención a través de la petición o exigencia de su deseo. Hablar de los deseos, partir de ellos para entrar en comunicación con los demás, por medio de la palabra y no por medio del regalo o de la satisfacción directa del pedido, es la manera en que fácilmente se conoce la necesidad y se prestará un mayor servicio, descubriendo la manera de fabricar lo que no se ha conseguido, de alcanzar el objetivo, sin la participación de otros. Como dijo el Hermano Lego Max Heindel: “Los actos se deben dirigir hacia la realización de los deseos, porque el mundo necesita más trabajadores y menos deseos”.
Encontrar la causa real de la necesidad porque, detrás de ella, hay una lección que aprender. Detrás de una gran necesidad hay una situación, emocional, mental o espiritual no resuelta, la cual fue generada en el pasado. Toda acción en contra de las leyes de Dios puede proyectarse en una experiencia de carencia y esa carencia no será erradicada de la vida hasta tanto se encuentre aquello que la ocasionó y se tomen las medidas pertinentes para que, una vez resuelta esa situación, no aparezca de nuevo otra experiencia dolorosa. Por eso, el mejor servicio que se puede prestar a los demás es la búsqueda de una transformación fundamental, el cambio de hábitos negativos de vida, ya sean físicos, vitales, emocionales o mentales, que producen efectos adversos, porque están en inarmonía con los postulados divinos. Sólo en la transformación de la misma persona puede estar la cesación de la crisis que viene desarrollándose.
Ver si nuestro servicio erradica la necesidad o sólo es una ayuda temporal o paliativa. Se puede ayudar a una persona temporalmente cuando se encuentra pasando por una necesidad muy grande, pero no se debe seguir supliendo la necesidad sin una búsqueda de la causa que la originó. En este caso, el servicio recibido puede convertirse en un medio que únicamente reprima la experiencia dolorosa, la cual aparecerá nuevamente en esta misma vida o en una futura. Por lo tanto, para servir es necesario discernir y, mucho más, si se tienen bienes materiales. Cualquier rico puede alimentar los cuerpos de otros; los que poseen conocimiento pueden alimentar las almas; pero, si no hay una transformación verdadera, el alimento físico y el conocimiento no servirán para evitar las experiencias dolorosas.
Reconocer que, en la carencia de algo, hay una lección que aprender. Esto, para muchas personas puede ser tomado como falta de misericordia. Pero, si la compasión
por los otros erradicara el dolor en el mundo, Jesucristo nos habría liberado de todo
sufrimiento. Cuando alguien tiene un karma de destino maduro, la experiencia dolorosa podrá ser reprimida temporalmente, pero volverá, tantas veces como sea necesario, para que el ser equilibre totalmente una deuda pendiente con el destino. Así como algunos encuentran el remedio a su mal obrar por medio de la enfermedad y, por mucho que busquen ayuda en los mejores médicos o terapeutas, no encontrarán su salud sino mediante su transformación interna, otros lo harán únicamente por medio de una carencia y se necesita una visión clara, que evite suplir una circunstancia que necesariamente debe sucederle a la persona. En estos momentos es cuando se necesita más amor, mayor comprensión y, muchas veces, la urgente necesidad de apartarse de su camino, especialmente cuando el implicado no quiere reconocer que la deuda dolorosa no es debida al capricho de Dios o de los otros hombres, sino a su alejamiento del camino verdadero. La Astrología presta en estos casos ayuda muy valiosa, y el estudio de los tránsitos y progresiones puede dar la clave para enseñar al hermano la causa pasada de su gran dolencia y de su carencia.
Contar siempre con la Voluntad Divina y actuar como Jesucristo cuando, en los momentos previos a su muerte, exclamó: “Señor, que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Toda ayuda prestada a otros y todo servicio desplegado, debe ir siempre acompañado por la invocación de la Voluntad del Padre porque, siendo aún hombres imperfectos, nuestros deseos y anhelos de mejorar a alguien pueden interferir con la intención Divina.
No actuar en contra de la voluntad de la persona. La llave de entrada que nos abre las puertas para prestar un servicio verdadero, es la aprobación de la persona a la que se pretende ayudar. Con esta actitud de recibir auxilio, la persona está en disposición armónica con el servidor y recibe mejores bendiciones; además, si hay un contacto físico, habrá una mayor comunicación que les permitirá investigar la causa de la carencia. Pero, cuando el otro desconoce que le están ayudando, el contacto no se da y toda energía enviada podrá fácilmente perderse y no mover al individuo internamente para que él mismo solucione el conflicto.
Realizar internamente una transformación. Es muy fácil tener el deseo, el anhelo de ayudar pero, si no hay un proceso interno de desarrollo, la ayuda puede originar confusión. Cuando se pretende tener una sociedad mejor y se quiere colaborar para ello, lo más correcto es empezar por uno mismo, quitar de la condición emocional los hechizos, y de la mente las ilusiones, de tal suerte que se ayude a los otros a no crear más prejuicios, dogmas y creencias erróneas que los atrapen y los encadenen. Cuando hay un proceso de crecimiento interior, se estará libre de convicciones ajenas, de creencias o de dogmas establecidos. El corazón estará abierto y libre de las influencias nefastas de la mente y de la emoción, y se conocerá la verdadera necesidad, ayudando a la gente con sabiduría, más que con conocimiento. La sabiduría es la expresión más elevada del amor, y amor es sacrificio de sí mismo, es la búsqueda de Dios dentro de cada uno.
Aprender de las pequeñas oportunidades de servicio, para merecer las grandes. Muchas personas sufren porque creen que no están sirviendo correctamente. Todo momento de la vida es una gran oportunidad de servicio que, si se sabe aprovechar correctamente, se habrá servido en la pequeña y se ganará el derecho de servir en la grande. Si aún se sufre por las necesidades de los más allegados, se debe tratar de cubrirlas, teniendo presente lo que se dijo anteriormente: toda acción correcta, todo sentimiento en armonía con la ley divina y todo pensamiento puro y bello, serán las mejores oportunidades de servicio. Lo más importante del servicio es la calidad del mismo y no la cantidad.
Darse a sí mismo en el servicio. Como dice la escritura bíblica, la fe sin obras es cosa muerta, cuando se sirve, el servidor debe entregarse en cuerpo, mente y emoción de tal suerte que, la energía que se moviliza empiece a fluir y a circular con este acto y se sienta un gozo profundo, una nueva fuerza y una paz nueva. Se puede decir que desciende una minúscula corriente de energía vital en el mecanismo, desde el fuego central y, en su trayectoria, elimina algunos obstáculos. Cuando se sirve constantemente, se advierte, poco a poco, que los problemas emocionales y físicos disminuyen y, a menudo, desaparecen porque la energía de la vitalidad y del amor disipan las nieblas del caótico mundo emocional. El servicio es un tipo de entrega mediante el cual se abren las puertas interiores para que el amor y el pensamiento puro puedan filtrarse y aumentar de esta manera la comunicación interior con la esencia divina.
Servir donde se está mejor preparado para ello. Si se quiere agrandar un edificio, todo lo que se necesita hacer es llevar los materiales y ladrillos necesarios al lugar de la acción, e impulsar la fuerza de los trabajadores para que la obra se realice rápidamente; pero, si se quiere aumentar el tamaño de un árbol o el de un animal, no se puede conseguir este propósito clavando maderas al tronco del árbol o colocando pieles o carne a la espalda del animal. Las cosas vivientes tienen su desarrollo en el interior y no puede apresurarse su crecimiento hasta una extensión apreciable sin peligro de complicaciones; lo mismo sucede con el servicio, pues no se puede esperar servir, sólo porque se siente la llamada interior de cumplir con este beneficio, sino que se debe pedir un renunciamiento al egoísmo y a todas las bajas pasiones. Cada uno puede servir, con mucha mayor ventaja, si la línea de sus servicios es paralela a la de sus inclinaciones y habilidades personales y naturales, y es bueno animar a los otros para que busquen oportunidades de servir en la dirección en la que se sientan más inclinados. No hay mérito alguno en buscar servir en algo que puede ser desagradable para la persona; lo importante es cumplir los oficios en gracia del servicio. El servicio puede definirse como el mejor uso que podamos dar a nuestros talentos y disposiciones.
Cuando se cumplan todas las condiciones del servidor, seremos llamados por
Dios para servir en lo grande, como dice la Biblia en Juan 15: 16-17: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino yo os elegí a vosotros y os he preparado para que vayáis y deis fruto y para que este fruto permanezca, a fin de que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dé”.
Tipos de servicio
* Hacia uno mismo. Servir es alimentar bien nuestro cuerpo y el cuerpo de quienes dependen de nosotros; servir es cuidar las emociones negativas y expresar las
positivas; servir es estudiar las leyes divinas, vivirlas en nuestra vida diaria y enseñarlas a los otros por medio de nuestro ejemplo. En la medida en que seamos mejores hombres, nuestra área de servicio se extenderá y no se verá limitada por la inercia del cuerpo físico, por las bajas pasiones ni por los pensamientos impuros.
* Hacia los demás:
a.- Suplir, ante todo, las necesidades de los seres que comparten la vida y que dependen de nosotros, como hijos, padres, esposos, hermanos y animales. También tener en cuenta las obligaciones con los amigos, no propiamente los físicos, sino los espirituales, tales como una voz de aliento en los momentos difíciles, un abrazo, es decir, toda la gama de expresiones humanas de compañerismo espiritual. Muchas personas evaden las necesidades de los allegados y algunas veces ni les importa hacerles sentirse bien, se alejan de ellas buscando servir a otros, y eso no es servicio verdadero. Se supo el caso de una cubana que, para cuidar a una enferma, no podía ser un auxiliar invisible ni dedicarse completamente a la vida espiritual. Mientras estaba sin esa obligación, podía atender los quehaceres del hogar, sus obligaciones espirituales y
armonizarse con todos los amigos que a diario la visitaban y con los cuales hablaba
temas espirituales que ella sentía la elevaban. Para ella eso era estar en el paraíso y vivir en paz y felicidad. Con la llegada de la enfermedad de su familiar, todas sus costumbres se alteraron, al entender de ella, en forma negativa pues, cuando la enferma no gritaba por hambre, era porque había hecho sus necesidades en la cama, en la sala o en cualquier parte de la casa o, sencillamente, porque empezaba a escandalizar en la forma en que a ella se le ocurría. Una noche, pidiendo al cielo que no la alejara tanto del camino y le diera la posibilidad de ser Auxiliar Invisible, su cuerpo entró en relajamiento total y tuvo un sueño en el cual ella seguía deseando ardientemente servir a mucha gente, y su deseo le fue concedido y fue llevada a un lugar donde un ser necesitado esperaba sus servicios. Entró en una habitación que le resultaba familiar, donde se sentía el quejido de una anciana que yacía en el suelo medio inconsciente y con un fuerte golpe en la cadera. Ella se le acercó presurosa y, tal fue la impresión que recibió, que se despertó de un tirón. La anciana que la habían llevado a auxiliar no era otra que la que ella cuidaba en su casa.
Pero lo anterior no debe ser mal entendido y mal interpretado, y quedarse siempre sirviendo a los más cercanos, incumpliendo otras obligaciones adquiridas o pretendiendo ensanchar nuestra área de servicio. El servicio exige también un mayor sacrificio, especialmente de nuestro tiempo, y una mejor distribución del mismo. Cuando el gran trabajo de servicio requiere algo de nuestro tiempo, se pueden presentar varias excusas: “Tengo una hija a la que debo llevar al colegio y, cuando haya terminado con ella y estén liquidadas nuestras obligaciones, me ocuparé de ello.” Otro dice: “Mis negocios requieren mi presencia día a día y llego por las noches muy fatigado. No puedo cumplir con una obligación diferente a ésta, porque, al día siguiente, no podría dedicar todas mis energías al trabajo. Pero me ocuparé de ello tan
pronto como termine mis negocios”. Un tercero dirá: “Tengo muchos hijos que reclaman mi atención y cuidado en distintas funciones sociales, no puedo hacer otra cosa, porque los descuidaría. Pero, una vez que los haya casado, trabajaré por la causa del servicio”. Es perfectamente cierto que, al asumir obligaciones, se deben cumplir de la mejor manera posible. Al mismo tiempo, hay también más de una probabilidad de que, reflexionando profundamente sobre el asunto, se encontrarán algunos ratos, aparte de nuestros deberes, que podrían dedicarse al gran trabajo. Se cosechará el beneficio espiritual en proporción directa en que se emplean los propios pensamientos, el tiempo de que se disponga y todo el dinero posible para la causa que se haya abrazado. Cuando alguien se consagra totalmente a la vida del sacrificio y la regeneración, las cosas antiguas se desvanecen; de una u otra manera, la hija va a su colegio, los hijos encuentran otro acompañante tan capaz como su madre o su padre. En todos los casos en que se haga renuncia de algo en bien de la seguridad y prosperidad de una obra, el tiempo que se emplee en ella y el dinero que se pueda esparcir en una bien entendida y razonada caridad, será resarcido y compensado bajo la ley que trabaja para el bien. Todo aquél que viva la vida y cumpla con su trabajo entenderá que sólo hay progreso en el servicio.
b.- Cumplir con la responsabilidad del trabajo, sin importar que no esté enmarcado en lo que se considera un camino del sendero espiritual. El mejor servicio que se le puede prestar a la sociedad es realizar cualquier trabajo con responsabilidad, honestidad y puntualidad. Recordar que de nuestro trabajo y de su cumplimiento depende el pan, la economía y la educación de muchas personas.
c.- Practicar las Obras de Misericordia:
* Dar de comer al hambriento y de beber al sediento. En todo momento llegan a nuestras vidas personas que, no sólo necesitan de alimento físico, sino también alimento vital, emocional y mental. El primero de ellos es fácil suplirlo pero los otros exigen que el servidor posea, no sólo medios físicos, sino también cualidades vitales, emocionales y
mentales o, por lo menos, que las busque en otros. Cuando hay una carencia vital, bien sea que se manifiesta con enfermedad, debilidad o desvitalización, cuando hay carencias afectivas y desconocimiento del plan divino y del papel de cada ser dentro de él, el servidor debe enseñar por qué aparecen estas condiciones y ser el medio a través del cual, las condiciones internas son restauradas, para que aumente su vitalidad y se sienta
querido e importante.
* Dar buen consejo al que lo necesita. Debemos tener en cuenta que este servicio debe ser continuo y con prudencia.
* Corregir al que yerra. Debe hacerse con mucha discreción,
* Consolar al triste. Debe hacerse con caridad y dulzura.
*Visita a los enfermos. E ir con una actitud optimista y alegre para equilibrar los pensamientos y emociones de apego que se han originado por el miedo a la pérdida de la persona querida.
* Vestir al desnudo. Especialmente a aquéllos que se sienten vacíos por dentro y que no pueden ofrecer nada en pos de una fraternidad universal.. Esto presupone una educación destinada a fortificar las virtudes.
* Dar posada al peregrino. Todo aspirante espiritual debe abrir su corazón a todos los hombres, sin importar su raza, sexo, edad, religión o parentesco.
d.- Ofrecer generosamente las virtudes, como fe, esperanza, caridad, tolerancia, paciencia, diligencia, templanza, pureza, generosidad y humildad. El servidor debe obrar bien, procurar ser siempre instrumento de buena voluntad y en todos sus actos,
sentimientos y pensamientos, tratar de expresar las virtudes que ha desarrollado en su vida, hasta donde es capaz de hacerlo. Esto es vida creativa: es el camino del servicio. Durante todo el tiempo se debe pensar, sentir, hablar y vivir y expresar lo bueno que haya en cada uno. Entonces la mente recibirá, poco a poco, una acrecentada luz; el corazón irá cambiando lentamente y el servidor se convertirá en una usina de amor y resplandor, el cuerpo será sano, brillante y fuerte, debido a que la vida virtuosa acorta la distancia entre el Yo Inferior y el Yo Superior, haciendo posible el contacto con la fuente de Luz, Belleza y Verdad.
Servir es ser honestos, sinceros y transparentes en las relaciones con los demás.La hipocresía, la mentira, la falta de sinceridad, son trabas para el despertar espiritual y hacen que se cierren las puertas hacia las grandes oportunidades del servicio. Habrá ocasiones en las que no se pude ayudar financieramente a los demás; tal vez sólo necesiten una sonrisa, una palabra amable, una hermosa canción, un abrazo fuerte y sentido, oír un te quiero, emitir un pensamiento bondadoso o, simplemente, estar
presentes aunque silenciosos. Nunca se debe servir cuando hay pensamientos de odio, maldición, escándalo, envidia, calumnia, murmuración, chisme, ya que las condiciones
estudiadas no se dan en el servidor. El servicio debe ser verdadero, sin mentiras, ni
grandes ni pequeñas.
e.- Cuidar la palabra. En la Época Lemúrica, cuando se separaron los sexos, la mitad de la energía creadora subió por la columna vertebral y permitió al hombre construir el cerebro y la laringe. De acuerdo con lo anterior, la laringe, que expresa la palabra, es creadora y, al igual que la energía que se expresa por medio de los órganos sexuales, puede construir o destruir. En un futuro muy lejano, la mayoría de la Humanidad la utilizará, para generar un nuevo cuerpo pero, actualmente, la mayoría de las veces, se utiliza para destruir a través de la crítica menoscabadora, y muy poco, para construir a través del halago, de las palabras dulces y cariñosas o de aquéllas que alientan a continuar en la lucha en momentos difíciles.
f.- Cuidar los pensamientos y las emociones emitidas. Si los pensamientos son bajos, saldrán de la mente y contaminarán el plano mental, haciendo que formas
negativas mentales crezcan y tomen fuerza, las cuales irán posteriormente a las mentes activas y aumentarán el mal en el mundo. Por esta razón es importante comprender que, aunque sirvamos para suplir necesidades físicas, si nuestro pensamiento es dañino, el servicio que se hace de una manera se está opacando con el pensamiento continuamente
expresado por la mente.. El contagio mental es más dañino para la sociedad. La crítica destructiva contagia los pensamientos y las emociones de los otros y crea una energía negativa alrededor de las personas que no las deja libres y con la capacidad de ser
auténticas. Otra forma de servir cuidándonos de emitir sentimientos bajos, los cuales saldrán del cuerpo emocional y contagiarán los cuerpos de deseos de las personas que vibran en resonancia con ellos.
g.- Servir a otros seres vivos. Los animales, los vegetales, los minerales y hasta la Tierra misma. Se debe llegar a ser completamente inofensivos con todos ellos, respetando las formas de vida animal, procurándoles un ambiente mejor y enseñando a
la gente la necesidad de una dieta vegetariana. También se pude servir a los animales dejándolos en sus ambientes naturales y evitando usar elementos que provengan de la matanza de ellos, como pieles, chaquetas de cuero y otros. En cuanto al reino vegetal, se les sirve respetando sus hábitat de vida y enseñando a la gente que el equilibrio del planeta depende de las especies, tanto animales como vegetales. Usar los derivados vegetales, como papel, utensilios de cocina y otros en forma moderada, haciendo un buen uso de ellos, reutilizándolos varias veces, reciclándolos, etc
Cualidades del necesitado:
* Desear el servicio, para que esté dispuesto al cambio que exige el universo
para que cese su carencia.
* Pedir ayuda si su necesidad no se conoce y solamente si se es incapaz de
suplirla por sí mismo.
* Comprender la causa real de la necesidad.
* Estar dispuesto a transformarse internamente.
La importancia del servicio en el camino espiritual
La ética de dar está bellamente expresada en “La visión de Sir Launfal”, de Lowells. El pretencioso caballero Sir Launfal, envuelto en armadura brillante y con
trajes de gran lujo, parte en busca del santo Grial, con el corazón lleno de orgullo y desdén para el necesitado. En su camino encuentra a un leproso que le pide una limosna
y le arroja despreciativamente una moneda. El leproso no recogió el oro del polvo y
replicó: “Mejor para mí es la corteza de pan del pobre, mejor la bendición de éste,
aunque tenga que retirarme de su puerta con las manos vacías”. A su regreso, Sir
Launfal, sin haber encontrado el Santo Grial, encuentra a otro en posesión de su castillo y se dirige hacia la puerta haciendo poco caso de la pérdida de su señorío y sin lucir pomposas vestiduras, pero con el corazón lleno de amor e impreso en él el signo del que sufre. De nuevo encuentra al leproso, que le pide otra limosna, hallando en el caballero una respuesta diferente. Le dijo: “Veo en ti la imagen de Aquél que murió en el madero. Tú también has tenido tu corona de espinas. Tú también has sufrido los escarnios y desprecios del mundo…”. Luego, partió en dos su único pedazo de pan y, rompiendo el hielo en la orilla del arroyo, dio de comer y beber al leproso. Éste se transformó, milagrosamente, en el Divino Señor y le dijo: “Mira, soy yo, no temas. En muchas tierras gastaste tu vida sin provecho, buscando el Santo Grial. ¡Mira, aquí está! Es esta taza que acabas de llenar en el arroyo para mí; esa corteza es mi cuerpo partido para ti; esta agua, la sangre que por ti derramé sobre el madero”. La Sagrada Cena se efectúa ciertamente en cualquier cosa, cuando participamos de las necesidades de otro, pues la dádiva sin el dador es estéril; el que da su propio ser, alimenta a tres con sus limosnas: a sí mismo, a su prójimo hambriento y a Dios.
El amor, como causa, produce su efecto: el servicio. Y, junto con él, las acciones bondadosas y benéficas que, al ser demostradas en la vida, entretejen la preciosa túnica de Cristo. A través del servicio a los demás, los hombres cambian la atención que tienen sobre su propia vida y beneficio, al bienestar de todos los hombres. La Humanidad es una unidad y el aspirante debe comprender que, para que se instauren en su corazón la bondad, la benevolencia y la justicia, debe emprender una lucha contra la ilusión de la separatividad y seguir el ejemplo de Cristo. Éste último vino con la intención de llevar a la Humanidad al Reino del Padre, donde se sentarán juntos todos los hombres, sin distinción de raza, sexo o edad, puesto que el Padre no hace distinción entre ellos.
Tres cosas son necesarias para alcanzar la realización y están en relación directa con el triple aspecto divino: Voluntad, Amor-Sabiduría e Inteligencia Creadora. La voluntad se despierta mediante la disciplina, no represiva, basada en las leyes de la naturaleza. El Amor se despierta mediante el servicio; y la Inteligencia Creadora, mediante la acción recta. Es, pues, el servicio la válvula de drenaje que da paso al caudal del Amor Universal, ese bálsamo sublime que cura todas las heridas del alma y satisface todas las necesidades humanas.
Boletín Nº 36 AÑO 2.000 - TERCER TRIMESTRE
(Julio-Setiembre) FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL (MADRID)
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