miércoles, 4 de marzo de 2015

La interpretación rosacruz del cristianismo


La interpretación rosacruz del cristianismo
(De un folleto de la Sede Central)
 
            La Orden Rosacruz es una antigua Fraternidad Mística formada en el año 1.313 por  un  elevado  Maestro  espiritual  cuyo  nombre  simbólico  es  Christian  Rosenkreutz, Cristián  Rosacruz.  Su  misión  consistió  en  preparar  una  nueva  fase  de  la  religión cristiana,  que  será  practicada  durante la  edad  venidera  pues,  así  como  el  mundo  y  el hombre evolucionan, también debe cambiar la religión. El sistema religioso apropiado a las  necesidades  espirituales  de  nuestros  antepasados,  no  lo  es  para  nuestra  actual condición  intelectual.  Por  lo  tanto,  las  grandes  entidades  espirituales  a  cargo  de  la evolución,  cambian  las  religiones  del  mundo  en  armonía  con  el  paso  de  los  cuerpos 
celestes en sus órbitas. 
            La Filosofía Rosacruz es enteramente cristiana y trata de vivificar la religión y llevar hacia Cristo a los que no pueden encontrarlo por la fe solamente.

            La  función  primordial  de  esta  filosofía  es  ayudar  a  la  gente  a  aceptar  las doctrinas  de  Cristo  por  medio  del  conocimiento  esotérico,  cuando  no  pueden  hacerlo por medio de la fe. Su propósito es el de suplementar el trabajo de las iglesias, no el de suplantarlas. 
            La Filosofía Rosacruz enseña que el hombre posee un sexto sentido latente, que se ha desarrollado en algunos y que, finalmente, se desarrollará en todos. Este sentido permite  a  su  poseedor  el  poder  percibir  e  investigar  los  mundos  suprafísicos,  donde moran los llamados muertos. 
            También enseña que la Tierra es una gran escuela a la cual regresamos, vida tras vida,  por  medio  del  renacimiento,  aprendiendo  nuevas  lecciones  durante  nuestra estancia aquí, y evolucionando, cada vez más, hacia una mayor perfección del carácter y de los poderes que éste confiere. El grado de éxito obtenido por las distintas personas en esta  escuela  justifica  las  diferentes  fortunas  que  vemos  por  doquier.  Por  lo  tanto,  no desesperamos  del  amor  de  Dios  cuando  vemos  las  desigualdades  de  la  vida,  pues
sabemos que,  a  su debido  tiempo,  todos seremos  perfectos,  como  es  perfecto nuestro
Padre en los cielos. 
            Tarde  o  temprano  llegará  el  momento  en  que  la  persona  se  verá  obligada  a reconocer el hecho de que la vida, tal como la vemos, es pasajera y que, entre todas las
inseguridades de nuestra existencia, existe una sola seguridad: la de la muerte. 
            Cuando la mente haya despertado a la realidad de la muerte, se presentarán las preguntas: ¿De dónde venimos?, ¿por qué estamos aquí?, ¿hacia dónde vamos? Éste es un problemas básico que todos tendremos que abordar, y es muy importante la forma en que lo hagamos, pues la comprensión que tengamos de ello condicionará toda nuestra vida.

            Las enseñanzas rosacruces quitan también el aguijón de la pena causada por la pérdida de seres queridos, pues sabemos  que  es  un  hecho  que “en  Dios  vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. De ahí que, si una sola alma se perdiese, se perdería
una  parte  de  Dios  y  tal  cosa  es  absolutamente  imposible.  Bajo  la  inmutable  Ley  de Causa y Efecto, estamos sujetos a reencontrar a esos seres en algún momento del futuro,
bajo otras circunstancias, y allí debe continuar el amor que nos une, hasta que encuentre su más plena expresión. Las leyes de la naturaleza serían violadas si una piedra lanzada desde la tierra hacia arriba, permaneciera suspendida en la atmósfera; y, bajo las mismas leyes  inmutables, aquéllos que pasan a una esfera más elevada, deben regresar. Cristo dijo: “Debes nacer de nuevo” y “Si voy a mi Padre, regresaré”.

            Cuando  la  barca  de  nuestra  vida  navega  suavemente  sobre  el  dulce  mar  en calma,  sostenida  por  las  hermosas  brisas  de  la  salud  y  de  la  prosperidad;  cuando  los amigos  están  siempre  presentes  para  acompañarnos  en  los  placeres  que  aumentarán nuestra alegría entre los bienes de este mundo; cuando los favores sociales o los poderes políticos  nos  son  conferidos  en  cualquier  esfera  en  que  nuestros  deseos  busquen expresión, entonces podemos decir con toda el alma: este mundo es lo suficientemente bueno para  mí. Pero, cuando  se termina  la  tranquilidad;  cuando el  fuerte  viento de la adversidad nos estrella contra la rocosa orilla del desastre y la ola del sufrimiento nos envuelve;  cuando  los  amigos  nos  abandonan  y  toda  ayuda  se  aleja  de  nosotros,
entonces, como hace el marinero cuando lucha con el ímpetu de las olas, buscamos la guía de las estrellas.
            Del mismo modo, el que busca un guía en el cual confiar en los días de tristeza y prueba,  debe  también  abrazar  una  religión  fundada  sobre  leyes  eternas  y  principios inmutables,  capaz  de  explicar  el  misterio  de  la  vida  en  forma  lógica,  para  que  el intelecto  quede  satisfecho,  y  que  contenga,  al  mismo  tiempo,  un  sistema  devocional capaz  de  satisfacer  al  corazón,  para  que  ambos  factores  gemelos  de  la  vida,  reciban igual  satisfacción.  Sólo  cuando  el  hombre  tiene  una  clara  concepción  espiritual  del esquema  del  desarrollo  humano,  está  en  condiciones  de  conformarse  con  su  suerte.

           Cuando se le hace claro que ese esquema es beneficioso y bueno en el más alto grado y que todo está verdaderamente regido por el amor divino, entonces esa comprensión le hace sentir, tarde o temprano, una verdadera devoción y una seguridad que despiertan en él el deseo de convertirse en operario de Dios en la viña del mundo. 
            Ni los ojos ni los oídos han visto ni oído aún las glorias que nos esperan, pero Oliver Wendell Holmes ha expresado, en parte, lo que podemos esperar, como sigue:
 
            Constrúyete mansiones más majestuosas,
            oh, alma mía,
            mientras pasan veloces las estaciones.
            Abandona tu pasado limitado.
            Deja que cada nuevo templo,
            más noble que el anterior,
            te acerque al cielo
            con mayor espacio abovedado
            hasta que, al fin, seas libre,
            y abandones tu inservible concha
            en el infatigable mar de la vida.


Boletín Nº 35 AÑO 2.000 - SEGUNDO TRIMESTRE 
(Abril-Junio) FRATERNIDAD ROSACRUZ  MAX HEINDEL (MADRID) 
 
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