viernes, 14 de julio de 2017

La vara que brotó





CAPITULO XVIII

LA VARA QUE BROTÓ

En el prólogo del “Fausto” se ponen en boca de Dios, respecto al héroe del drama,
éstas palabras:

“Ahora él me sirve con una visión imperfecta. Pero pronto yo le conduciré hacia
donde aparece más luz. Cuando el árbol pequeño empieza a brotar, el jardinero sabe que en años venideros llevará flores y frutos.”

Este es el hecho actual de toda la humanidad. En los tiempos presentes nosotros todos servimos a Dios de un modo imperfecto, a causa de nuestra visión limitada. No tenemos el conocimiento real y verdadero de lo que se necesita, ni de cómo deberíamos emplear la inteligencia de que estamos ahora dotados. Sin embargo, por medio del proceso de la evolución. Dios nos conduce constantemente hacia la luz, y gradualmente cesaremos de ser estériles espiritualmente: floreceremos y daremos fruto. Entonces estaremos en situación de servir a Dios como quisiéramos y no como lo estamos haciendo ahora.
Mientras que lo que procede es aplicable a todos en general, se debe aplicar particularmente a los que están a la vista pública en concepto de instructores: porque, naturalmente, donde más fuerte sea la luz, allí las sombras son también más pronunciadas y las imperfecciones de aquellos que tienen que llevar sobre sí el peso de la instrucción, están forzosamente más señaladas por tal razón.
En la historia de Tannhauser, el Papa cierra ‘la puerta de la esperanza a la cara del penitente porque la letra de la ley lo requiere así; pero la misericordia de Dios no queda frustrada por eso. El báculo del Papa florece para probar que se ha perdonado al penitente,
por la sincera penitencia gracias a la cual el mal ha quedado borrado del recuerdo impreso
en el átomo-simiente. Así resulta que la ley inferior ha sido invalidada por una ley superior.
En esta leyenda del báculo del Papa hay una semejanza con el cuento del Santo Grial y la lanza con la historia de la vara del Aarón que también floreció, y con el báculo de Moisés que hizo salir el agua de vida de la roca. Todos estos cuentos tienen una importante conexión con el problema de la vida espiritual del discípulo que quiere seguir el sendero de
la vida superior y busca, igual que Kundry, el modo de deshacer los hechos malos de vidas
anteriores por medio de una vida actual de servicio al yo superior. La leyenda del Grial distingue entre el cáliz en sí y la Sangre Purificadora que contuvo.
Se cuenta la historia de cómo Lucifer, cuando luchó con el Arcángel Miguel, por la posesión del cuerpo de Moisés, perdió la joya más preciada de su corona, que fue desprendida en la lucha. Esta hermosa joya, a ninguna otra comparable, era una esmeralda llamada “Exilir”, y fue lanzada al abismo, pero luego recuperada por los ángeles, y con ella se formó aquel cáliz o Santo Grial que después fue usado para contener la Sangre Purificadora que fluyó del costado del Salvador cuando éste fue perforado por la lanza del centurión.
Notemos primeramente el que esta joya era una esmeralda: era verde, y verde es una combinación de azul y amarillo y es por consiguiente el color complementario del tercer color primario: el rojo.
En el mundo físico, el rojo tiene la tendencia de excitar y dar energía, mientras que el verde tiene un efecto refrescante y calmante, pero lo contrario ocurre cuando consideramos este asunto desde el punto de vista del Mundo del Deseo. Allí el color complementario es activo y tiene el efecto sobre nuestros deseos y emociones que nosotros atribuimos al color físico. Así el color verde de la joya perdida por Lucifer, demuestra aquella naturaleza y el efecto consiguiente. Esta piedra es la antítesis de la Piedra Filosofal.
Tiene el poder de atraer la pasión y de engendrar amor del sexo por el sexo; lo que es el vicio opuesto al amor casto y puro, simbolizado por la piedra blanca apocalíptica, siendo este último el amor del alma por el alma. Como este efecto de los colores complementarios
es muy conocido, aunque no conscientemente comprendido, hablamos también de los celos, engendrados por el amor impuro, como del “monstruo de los ojos verdes”.
El Santo Grial encuentra su réplica en el cáliz o cápsula de semillas de la planta, que también es verde. El fuego creador dormita dentro de la cápsula de semillas. El mismo fenómeno tiene que manifestarse de igual modo dentro de cada uno que emprende la busca del Santo Grial. La voluntad es la cualidad masculina del alma; la imaginación es la
femenina. Cuando la voluntad es el atributo más fuerte, el alma lleva atavió masculino en una vida determinada, y en otra vida, en la que la cualidad de imaginación es mayor, se adopta la vestimenta femenina. De este modo bajo la ley de alternación que prevalece durante la presente edad del arco iris, el alma lleva un traje distinto en vidas alternas, pero,
aunque el género sea femenino o masculino, el órgano del sexo opuesto está presente en un estado latente. De este modo el hombre es ahora masculino y femenino a la vez y lo será así mientras perdure este cuerpo físico.
En el remoto pasado, cuando su estado de consciencia estaba enfocado en el mundo espiritual, el hombre era una perfecta unidad creadora, con los dos órganos sexuales igualmente desarrollados, como lo tienen hoy en día por ejemplo muchas flores. Entonces era capaz de engendrar un cuerpo nuevo cada vez que el viejo estaba desgastado, pero en
aquel entonces el hombre no estaba consciente del mismo modo que lo está hoy, de que tenía un cuerpo. Entonces los que estaban más avanzados, los precursores — algunos que
veían más claro que los otros — contaron a sus compañeros el relato fantástico de que el hombre tenía un cuerpo. Muy a menudo encontraron el mismo escepticismo por sus teorías, que hoy se demuestra a los que afirman que tenemos un alma.
Así la historia simbólica de Lucifer perdiendo la joya verde es la demostración de cómo el hombre cesó de conocerse a sí mismo y conoció a su mujer; de cómo el Grial fue perdido, y solamente puede volver a ser encontrado por la depuración de la sangre física llena de pasión, la cual estaba en los orígenes contenida en aquel vaso verde.
En un momento propicio del año, pero ni antes ni después, los rayos emanantes de los globos celestes penetran en la semilla sembrada y despiertan su latente fuerza generadora a la actividad. Entonces una nueva planta sale de la tierra con toda su hermosura. Así el acto de la generación es cumplido en perfecta armonía con la ley de la naturaleza y una cosa hermosa es engendrada con el fin de adornar la tierra. El resultado es distinto en el género humano desde el momento en que la cualidad femenina de la imaginación fue despertada por Lucifer.
Ahora el acto generador es ejecutado sin tener en cuenta los rayos solares propicios y en su consecuencia, el pecado y la muerte han aparecido en el mundo. Desde aquel momento la luz espiritual se apagó; y ahora estamos ciegos para la gloria del Cielo.
En manos de los guías divinos de la humanidad, uno de los cuales simboliza a Aarón, la vara viva era un vehículo de poder. Más tarde la vara florecida se secó y fue depositada en el Arca, pero no debemos, deducir por esta razón de que ya no haya redención posible, porque, lo mismo que el hombre fue expulsado del estado celeste cuando la verde joya de la pasión y del deseo cayó de la corona de Lucifer, el que entonces guiaba a la humanidad por medio de la “generación” a la “degeneración”, de igual modo existe la piedra blanca, la Piedra Filosofal, el símbolo de la “emancipación”, y si usamos el poder de la generación para la “regeneración”, iremos venciendo la muerte y el pecado. Entonces esto nos investirá de inmortalidad y nos conducirá hacia Cristo.
Este es el mensaje de la historia de Tannhauser. La pasión es veneno. El abuso de la generación bajo el mando de Lucifer ha sido el medio para conducirnos hacia abajo en la noche de la degeneración; pero el mismo poder dirigido en la dirección opuesta y empleado
para fines de regeneración es capaz de levantarnos de las sombras, y de elevarnos a un estado celeste, cuando hayamos ganado así la batalla.
Por la pasión el espíritu ha sido cristalizado en un cuerpo y sólo por la castidad es posible desencadenarlo, porque el cielo es la patria de la virginidad y únicamente elevando el amor desde su nivel puramente sexual al superior del amor del alma, podremos libertarnos de las ligaduras que nos sujetan. Entonces, cuando sepamos efectuar la concepción inmaculada, nacerán salvadores que nos quitarán los grillos del pecado y de los pesares que actualmente nos atan.
Al llevar adelante este ideal debemos recordar que la supresión del deseo sexual no significa ser soltero, o bien el celibato. La mente tiene que cooperar y debemos voluntariamente abstenemos de la impureza. Esto se puede hacer solamente por medio de lo que el místico llama “encontrar a la mujer dentro de sí mismo” (naturalmente para las mujeres será cuestión de encontrar al hombre dentro de ellas mismas). Cuando hayamos
hallado esto, llegaremos al punto donde podremos vivir la misma vida pura como la flor.
En esta relación de ideas puede también ser muy provechoso recordar que el “Guardián del Umbral”, al cual tenemos que mirar de frente antes de poder entrar en los mundos suprafísicos, tiene la apariencia de una criatura del sexo opuesto, y sin embargo, parece ser nosotros mismos. También es cierto que, cuanto más licenciosos o viciosos hayamos sido, tanto peor será la apariencia de esté monstruo, y Parsifal estando delante de Kundry, cuando su negativa de complacerla la ha transformado en una furia, está de hecho en el mismo punto donde el candidato se halla frente por frente con el Guardián antes de que la lanza sagrada le sea entregada.


del libro "El Misterio de las Grandes Óperas", de Max Heindel


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