viernes, 24 de junio de 2016

La naturaleza intrínseca de los Planetas




CAPÍTULO VI
LA NATURALEZA INTRÍNSECA DE LOS PLANETAS

La naturaleza de la dinamita que la hace explotar bajo determinadas circunstancias, no es ni buena ni mala y la cualidad de su aplicación está determinada por la causa a que esta fuerza se aplica; Cuando sirve para favorecer el bienestar de los pueblos se la llama buena, y mala cuando se usa de una manera perversa o contraria a nuestro ser. Asimismo pasa con los planetas; éstos no son ni buenos ni malos; cada uno de ellos tiene su naturaleza intrínseca y actúa en consonancia con la naturaleza, salvo cuando está modificado por las circunstancias bajo, las cuales ejercen sus poderes. Cuando nosotros conocemos la naturaleza de un signo y la de los planetas podemos combinar las dos y obtener una lectura exacta de los escritos estelares mediante nuestro propio juicio en lugar de depender de los astrólogos.
Por ejemplo: El Sol es ardiente, lleno de fuego vital y ejerce una influencia que estimula tanto el cuerpo como el espíritu. Cuando sus rayos caen sobre nosotros con fuerza moderada nos hacen más fuertes y más amables, porque hay una atmósfera de generosidad, amor dadivoso y bondad en el Sol. Por otra parte, si el Sol en un nacimiento está en un signo débil, Cáncer, naturalmente el efecto será el de modificar la débil constitución descrita en los párrafos anteriores referentes a los signos; el calor del Sol dará un cutis más florido a las personas de Cáncer; la salud general y fuerza recuperadora se aumentarán materialmente y no hablemos de los cambios que se manifestarán en la manera de ser, que darán una ambición mayor, esperanzas y una animación más grande a estos temperamentos.
Supongamos, por otra parte, que el Sol está en Aries cuando tal signo está saliendo en el nacimiento de una persona, entonces el fuego del Sol unido al fuego del signo Aries, aumentará el denuedo y la intrepidez de la persona hasta tal punto que puede llegar a hacerla temeraria, especialmente si Marte, el regente de Aries, está también presente aumentando sus tendencias guerreras.
Éstos son los rasgos del carácter, pero el cuerpo físico sufrirá también por su calor excesivo. La sangre circulará por las venas de una persona semejante como si fuera el fuego líquido de un Niágara y las fiebres serán una experiencia frecuente, puesto que la superabundancia de vitalidad quema los órganos físicos.
Si estuviera allí el frío, lento y pesado Saturno en lugar del Sol o Marte, podría anular casi todas las características de Aries, tanto mentales como físicas. Si nosotros consideramos a Aries simbolizado por una estufa en la cual hubiera un fuego ardiendo, habría la misma diferencia si colocamos en aquel signo al ardiente Marte o al frío Saturno, que habría si nosotros pusiéramos aceite o agua en la estufa.
De igual modo todos los otros planetas producen diferentes resultados con arreglo a sus naturalezas intrínsecas y a sus diversas combinaciones. En gracia a la claridad y para dar una referencia fácil empecemos por determinar la palabra que describe del mejor modo la característica más ardiente de cada planeta.



En lo que acabamos de decir, la naturaleza esencial de los planetas está determinada y cuando están bien aspectados por otros planetas, esta característica natural está aumentada en cuando concierne a los planetas benéficos; pero cuando están aspectados adversamente, la naturaleza de Venus, la cual es de amor y ritmo, se convierte en locura licenciosa y lujuria. Las tendencias filosóficas, el respeto a la ley, las mismas aspiraciones sublimes de Júpiter se convierten en un desenfreno de desconsideración del prójimo y en propósitos bajos. La espiritualidad majestuosa del Sol se expresará como la de los espíritus animales y en salud física. Acerca de los planetas de baja naturaleza, los buenos aspectos de Marte vuelven estos deseos hacia objetos constructivos con actividades bien regidas, mientras que los aspectos adversos son los responsables de la expresión destructora de la naturaleza de los deseos. Saturno, cuando está bien aspectado, da una habilidad mecánica y ejecutiva capaz de dirigir y controlar la naturaleza pasional. Indica al hombre persistente y perseverante capaz de hacer frente y conquistar los obstáculos materiales, al organizador y al promotor y también al investigador científico que sigue líneas materiales. En cuanto a Júpiter, bien aspectado, denota al filósofo de una elevada mentalidad, al legislador de leyes buenas, al sincero y ardiente sacerdote y en resumen a todos aquéllos que tienen aspiraciones elevadas y sublimes; y así Saturno, cuando está aspectado adversamente, denota la mente perversa, al sectario apegado a los credos, al bajo materialismo, al enemigo de la sociedad, tanto de la Iglesia como del Estado; y así como Júpiter da una mente elevada, benévola y suave, así Saturno, aspectado adversamente, da una mente sarcástica y de tendencias estrechas.
Es admirable contemplar el modo cómo las fuerzas planetarias se equilibran tan perfectamente las unas con las otras que el equilibrio universal está mantenido a despecho de las discordancias de los 1.700 millones de habitantes de la Tierra solamente, para no hablar de las otras esferas. Cada momento de nuestra vida,
nuestra acción individual y colectiva interfiere el equilibrio terrestre y si este equilibrio no fuera instantáneamente restaurado, la Tierra se saldría de su órbita, volando a la tangente para ser destruida. No son las perturbaciones físicas las más potentes para perturbar o restaurar el equilibrio, siendo una falacia el confundir la solidez y la rigidez con la fortaleza como ya explicamos completamente en nuestra conferencia número 19 de la “Interpretación Rosacruz del Cristianismo”, titulada “La Fuerza Futura”. Un tren no tiene fuerza en sí mismo, pero se hace sólido debido a que está actuando por un gas invisible llamado vapor. Tampoco hay fuerza en un martillo rígido, pero cuando está movido por una columna de líquido flexible como el agua, empujado por un cajín elástico de aire comprimido, la fuerza almacenada en el aire mueve el martinete hidráulico poderoso y perfora irresistiblemente cuanto se pone ante él.
Del mismo modo, los rayos estelares sutiles e invisibles son los factores que mantienen nuestro poderoso planeta en su sendero y las perturbaciones generadas por la humanidad, naturalmente de una fuerza más sutil que interfiere con el equilibrio de la Tierra.
Cada planeta tiene su opuesto y, por lo tanto, cada vez que nosotros irradiamos la cualidad de un planeta, nosotros emitimos una comente de fuerza correspondiente y por la acción y reacción de estas fuerzas en y sobre nosotros y a nuestro alrededor aprendemos las lecciones de la vida. Si nosotros vibramos con el rayo amoroso de Venus instantáneamente viene Marte para tentarnos y tratar de cambiar el amor en lujuria, pero depende de nosotros mismos el que permanezcamos seguros en nuestra virtud o cedamos al vicio. Si tenemos
nosotros los ideales de Júpiter, entonces deseamos elevar las posiciones del Estado o de la Iglesia e instantáneamente las fuerzas saturninas nos invitan a conseguir nuestro propio engrandecimiento y apelarán a la pasión por la fuerza.
Está en nosotros el permanecer fieles a nuestros ideales y cosechar los laureles que duran eternamente o ceder a una promesa de ganancia actual de un oro inútil que debemos pagar en moneda de dolor y tristeza cuando Saturno vuelva y se convierta en nuestro castigo. Cada horóscopo muestra las tendencias hasta en la vida más humilde y la. oportunidad también llama detenidamente a todas las puertas. ¡Que podamos estar nosotros preparados para hacerle frente como astrólogos espirituales!

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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