Por qué eran los colores del velo del Tabernáculo púrpura, escarlata y blanco? ¿Por qué no fueron representados los tres colores primarios: azul, rojo y amarillo?
Respuesta: El azul es el color del Padre, quien rige sobre todo el universo continuamente desde el principio de la Manifestación hasta el fin de ella, omnipresente en toda cosa que vive, respira y tiene su ser. El rojo o escarlata es el color del Espíritu Santo, Quién genera las criaturas vivientes. Cuando la vida toma un camino errado y es restringida por un Código de Leyes, el Espíritu Santo entonces se convierte en Jehová, el Dador de la Ley. El amarillo es el color de Cristo, el Señor del Amor, Quién por medio de ese divino principio reemplaza a la Ley y nos pone de nuevo en contacto directo y en armonía con el Padre.
Así, pues, verá usted que bajo el antiguo régimen era imposible haber incluido el amarillo y hecho los tres colores primarios emblemáticos del Templo. En aquel tiempo reinaban el Padre y Jehová. El azul y el escarlata, sus colores, estaban en el Templo, y el púrpura, que es el color que resulta de la entremezcla de los dos colores primarios antes nombrados, estaba allí también, mostrando no sólo su existencia separada sino su unidad. En último lugar estaba el espacio blanco emblemático de que todavía algo quedaba por manifestarse, a saber, el tercer color, el amarillo.
Desde el tiempo de Cristo, la verdadera Escuela de Misterios Occidental, los Rosacruces, han adoptado como emblema las Rosas Rojas, emblemáticas de lapurificación de la naturaleza de deseos; la estrella dorada, muestra que el Cristo ha nacido dentro del discípulo e irradia de los cinco puntos que representan a la cabeza y a los cuatro miembros. Esto se refleja sobre el fondo azul emblemático del Padre. Así, pues esto muestra que la Manifestación de Dios, la Unidad en la Trinidad, ha sido realizada.
Yo he pensado a menudo que algo faltaba en la literatura de la Fraternidad Rosacruz, a saber, un libro devocional, y miles de nuestros estudiantes hanprobablemente sentido lo mismo.
Para remediar esta necesidad, muchos han recurrido a libros de origen oriental, lo cual es una práctica muy mala. Hace muchas vidas, cuando los que estamos en el Mundo Occidental renacíamos en cuerpos orientales, en un tiempo en que no existía el Mundo Occidental como lo conocemos hoy día, estas cosas estaban perfectamente acordes con nosotros, pero hoy ya hemos avanzado más allá de aquel estado, y más bien debemos volver los ojos a nuestros santos cristianos en busca de guía para el sendero devocional. Mi propio libro especial ha sido La Imitación de Cristo, por Tomás de Kempis. Es un maravilloso libro. No hay un solo caso en la vida que no pueda encontrar algún pasaje que le acomode en este libro; y entre más lo lee uno, más lo ama. Usted probablemente sabe que los residentes en Mt. Ecclesia se turnan por orden alfabético para leer durante los servicios matutino y vespertino. Cada vez que me toca el turno tomo el libro Tomás de Kempis y leo un capítulo desde el principio hasta el fin.
Luego uno puede comenzar otra vez. Nunca hay un momento deslucido en todo el libro, y sería bueno que los estudiantes que sienten el deseo de algo que acelerase su naturaleza devocional, tomasen este libro para leerlo diariamente. Yo creo que puede ser obtenido en la mayoría de las librerías de todo el mundo.
del libro "Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas"
Tomo Segundo, de Max Heindel
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