jueves, 4 de agosto de 2016

La Luna, el planeta de la fecundación



CAPÍTULO XI
LA LUNA, EL PLANETA DE LA FECUNDACIÓN
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Por la Biblia nosotros sabemos que Jehová hizo al hombre a su imagen y semejanza. También se nos dice que los ángeles visitaron a Sara y le anunciaron el nacimiento de Isaac. También profetizaron el nacimiento de Sansón y de Samuel, y el ángel (no arcángel) Gabriel vino a María de Belén para anunciarle el nacimiento de Jesús.
Con arreglo a la ciencia oculta Jehová y Sus ángeles son los guardianes de los átomos simientes, los factores básicos de la fecundación. Las actividades de los ángeles están dirigidas al mantenimiento de la vida de la planta, animal y humana, sobre la Tierra, Con este fin sus fuerzas se enfocan sobre la voluble Luna alrededor de los doce signos del Zodiaco y actúan sobre el feto de un modo creador durante el período de la gestación, desde el momento de la concepción, hasta el nacimiento.
Así como la Luna mide las mareas de la Tierra, así también mide el pasaje del alma desde las orillas de la eternidad por medio de las aguas del vientre hasta el mundo nuestro. Con arreglo a la astrología, Cáncer es el hogar de la Luna. Los antiguos egipcios pintaban este signo en la forma de un escarabajo que era el emblema del alma para ellos y llamaron a Cáncer la esfera del alma, porque se decía que por medio de la humedad de este signo acuático, y fertilizados por el rayo lunar, los átomos simientes son proyectados en el vientre de la madre en perspectiva, quien se prepara de este modo para el período de la gestación; y la ciencia oculta añade a esto que los átomos simientes del reino, que aún no tiene mente y, por lo tanto, insensible a las influencias lunares en tal sentido, son proyectados por medio del signo marciano acuático Escorpio, mientras que los átomos simiente de las inertes plantas se ponen por medio del signo jupiteriano Piscis, inmediatamente antes de que el Sol entre en Aries en el equinoccio vernal, para despertar las semillas de las plantas de su letargo en el regazo de la madre Tierra, que han sido fertilizadas por Piscis. Por consiguiente, la familia humana tiene el período de gestación más largo, el animal un poco más corto y el vegetal el más corto de los tres.
La Luna mide también el período de crecimiento post-natal de modo que el período de la infancia señalado por el cambio de dientes se completa hacia los siete años de edad, que es cuando la luna está en cuadratura con el lugar que ocupaba al nacimiento, El período de la pubertad se manifiesta alrededor de los catorce años de edad, cuando la Luna está en oposición al lugar que tenía al nacimiento y está marcado por el cambio de la voz en el muchacho y el principio de la menstruación en las muchachas. A los veintiún años de edad, la Luna, por progresión, ha recorrido tres cuartos del círculo del horóscopo contando desde el lugar que ocupaba al nacimiento. Esto termina el período de incubación y el ser humano se considera como mayor de edad, capaz de ejercer sus derechos civiles y realizar por sí mismos sus propios negocios. Así, pues, la distancia recorrida por la Luna nueva durante el período prenatal de la gestación en el vientre de la madre y la distancia recorrida por la Luna progresada durante los veintiún años de desarrollo postnatal en el vientre de la Madre Natura se corresponden exactamente.
La Luna, al igual que Mercurio, no tiene naturaleza básica de sí propia sino que sirve como un foco para las cualidades de los signos y de los otros planetas sobre la mente humana. La Luna gobierna el aire de los pulmones y la linfa incolora en el cuerpo, así como la función digestiva y el sistema nervioso simpático que tiene cargo del proceso automático de la digestión. También gobierna el cerebelo, las mamas, las funciones femeninas y los partos como ha hemos indicado.
Las personas que están fuertemente bajo la influencia de los rayos lunares son de una naturaleza fácil, soñadora e indolente, propensas a formar castillos en el aire, los cuales nunca se materializan ni asumen forma concreta. Son muy sociables y generalmente son de naturaleza congenial. Estas personas tienen suerte como, cocineros, amas de casa u otra ocupación doméstica o en alguna que se relacione con líquidos marinos.
La Luna, como es femenina, indica el compañero de matrimonio para un hombre, de modo que la aflicción de la Luna en el horóscopo de un hombre no será una indicación tan segura para causar molestias en la salud como lo es para la vida de matrimonio y los horóscopos de ambos sexos deben leerse, por lo tanto, diferentemente con respecto al Sol y la Luna. Si Saturno aflige a la Luna en el horóscopo de una mujer afectará a su salud, pero este aspecto, si ocurre en el horóscopo de un hombre, causará disgustos en la vida matrimonial. Si el Sol está afligido en el horóscopo de un hombre afectará a su salud, pero en el horóscopo de una mujer indicará los disgustos y las molestias con su esposo. Al mismo tiempo, sin embargo, no debe olvidarse que tanto el Sol como la Luna son factores vitales en la salud de ambos sexos, pero un sexo está más afectado por el Sol y el otro por la Luna.
La Luna es el gran reloj del Universo. Sin ella nuestras vidas serían estériles porque aunque el Sol y los planetas mediante sus recorridos a través de los signos y las casas indican los años en lo que determinadas tendencias que aparecen en el horóscopo pueden culminar en acción, todo ello requiere invariablemente un aspecto de la Luna para fertilizar el aspecto y hacerlo que llegue a la manifestación física. El Sol y los planetas pueden ser, por lo tanto, comparados a la manecilla de las horas en el reloj del destino, la cual indica el año en el que cada fase de nuestro destino se madura para ser cosechada, y la Luna puede ser comparada a la manecilla de los minutos que indica el mes en el que las influencias culminan en acción.
Con objeto de familiarizarnos totalmente con las influencias de la Luna, nos permitimos aconsejar a los lectores que lean cuidadosamente el artículo dedicado a los eclipses y a la Luna nueva en nuestra obra titulada “Astrología Científica Simplificada”.

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel

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