jueves, 25 de agosto de 2016

Desintegración del Cuerpo de Jesús


PREGUNTA Nº 97:  DESINTEGRACIÓN DEL CUERPO DE JESÚS
Estoy muy agradecido por las respuestas acerca del cuerpo de Jesús y su relación con el  Cristo, pero todavía estoy a oscuras respecto a cómo pudo el cuerpo de Jesús ser desintegrado por las fuerzas vibratorias del Espíritu de Cristo después de que éste lo hubo dejado; también respecto a cómo pudieron los átomos salir de la tumba cuando ésta había sido sellada.

Respuesta: Es una de nuestras ilusiones creer que el cuerpo que habitamos está vivo. Lo cierto es que no es nada por el estilo. Por lo menos hay tan poquísima cantidad de este cuerpo que pueda realmente decirse que esté viva, que nuestra afirmación es prácticamente verdadera. Su mayor parte está absolutamente dormida, si es que no enteramente muerta. Eso es un hecho bien conocido de la ciencia, y algo que la razón nos debe enseñar que así es. Esto es porque nuestro poder espiritual es tan débil que no puede proporcionar vida a este vehículo en cantidad suficiente. En la medida en que fracasemos en vitalizar así al cuerpo, se parece a un pesado terrón de arcilla, el cual debemos arrastrar laboriosamente con nosotros, hasta que después de unos pocos años se cristaliza en tal extensión que es imposible que conservemos por más tiempo la acción vibratoria. Entonces nos vemos obligados a abandonarlo y se dice que muere, teniendo lugar un lento proceso de desintegración para restaurar los átomos a su original estado libre.
Compare ahora ese estado de cosas cuando uno de estos mismos cuerpos terrestres es tomado en posesión por un Espíritu poderoso tal como el de Cristo. Usted encontrará una analogía en el caso de un hombre que está siendo reaccionado de ahogamiento. En ese caso el cuerpo vital ha sido desplazado, y la acción vibratoria de los átomos físicos ha cesado casi, si es que no ha cesado por completo. Luego cuando, de nuevo el cuerpo vital es obligado a compenetrar el cuerpo físico, comienza a poner en actividad y vibración cada átomo. Este intento de despertar los átomos dormidos causa la sensación intensamente desagradable de hormigueo que describen las personas que han estado a punto de ahogarse, y esta sensación no cesa hasta que los átomos físicos han alcanzado una tasa de vibración, una octava inferior a la del cuerpo vital. Entonces se hacen sensibles y no se siente lo que ordinariamente sentimos.
Tomemos por caso el de Cristo entrando al cuerpo denso de Jesús. En éste los átomos estaban moviéndose a una velocidad mucho más baja que las fuerzas vibratorias del Espíritu de Cristo.
En consecuencia tenía que tener lugar una aceleración, y durante los tres años de Ministerio esta marcada aceleración de la vibración de estos átomos habrían desintegrado el cuerpo si no hubiese sido porque la poderosa voluntad del Maestro, asistida por la pericia de los Esenios, los mantuvo unidos. Si los átomos hubiesen estado dormidos cuando el Cristo dejó el cuerpo de Jesús, en la misma forma en que nuestros átomos se duermen cuando abandonamos nuestros cuerpos, se habría requerido un largo proceso de purificación para desintegrar el cuerpo. Dichos átomos, sin embargo, estaban, como dijimos, altamente sensibilizados y vitalizados, y por lo tanto era imposible mantenerlos en sujeción una vez que el Espíritu hubo partido. En edades futuras, cuando aprendamos a conservar vivos nuestros cuerpos, no cambiaremos los átomos, y, como consecuencia, tampoco cambiaremos de cuerpo tan a menudo.
Y cuando necesitemos hacerlo, tampoco tomará tanto tiempo como en la actualidad el completar el proceso de purificación. Respecto a la salida de los átomos de la tumba, ésta no estaba sellada herméticamente, y no hubo obstáculos al paso de los mismos.

del libro "Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas" 
Tomo Segundo, de Max Heindel


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