jueves, 16 de febrero de 2017

El éter de vida (E) Parte II (Continuación)



PARTE II
(Continuación)

EL ÉTER DE VIDA (E)

8) La estrella y la Espiral


Hemos visto en una lección anterior lo que la ciencia moderna tiene que decir acerca de la Espiral. Es un hecho curioso que la estrella de cinco puntas, siempre de gran importancia para el esoterismo, es también reconocida como una característica especial de la vida sobre este planeta, como lo aprendemos en la nueva biología.
Exploremos un poco más en la parte que este símbolo desempeña en el mundo que nos rodea.

En una cierta carta de Tarot (diseñada por A. E. Waite), se encuentra este interesante dibujo; una pequeña flor que crece con una forma parecida a la de una verdadera estrella con cinco puntas. Existe realmente tal flor, con la forma de una estrella de cinco puntas, con la misma forma de estrella repetida varias veces, en el corazón de la flor y en su base. La estrella misma es de un delicado color malva, no diferente del azul-clavel del cuerpo vital como lo describe Max Heindel, y sus pétalos son como suave terciopelo al tacto. Crece principalmente en Australia, pero existe también en ciertas partes del Cercano Oriente y de Asia; y ha sido “descubierta” recientemente por jardineros de California, porque crece bien en el Sur de California. Se llama la flor Hoya.

Ahora, entre los seis sistemas de cristales conocidos de la ciencia, “no existe forma permisible con un eje de simetría quíntuple, y por lo tanto ningún cristal puede tener tal eje” (Crystals and Crystal Growing, Holden and Singer, pág. 163). “Es interesante reflexionar sobre la diferencia existente entre los cristales y los organismos vivientes a este respecto. La estrella de mar, y los ranúnculos, por ejemplo, tienen ojos de simetría quíntuple; pero los cristales no pueden tenerla.” Por consiguiente no existe la estrella –no existe el pentánculo– en el dominio de los cristales (que incluye la mayor parte de nuestra sólida corteza terrestre), sino únicamente en el reino de lo vivo. La rosa silvestre de cinco pétalos, ancestro de todas las rosas modernas, puede también ser mencionada con la estrella de mar y los ranúnculos.

Difícilmente pueda dudarse que los antiguos científicos habían observado este hecho simple de la Naturaleza, porque dondequiera la estrella de cinco puntas es el símbolo del ser humano, como en el Cristianismo es el símbolo de Cristo Niño e indica el nacimiento del Cristo en todo hombre.

Íntimamente asociada con el esoterismo de la Estrella de cinco puntas está la espiral de la Vida observada en todo el Universo. En el simbolismo oculto es vista bajo la forma de las serpientes que se enroscan alrededor del Caduceo de Mercurio, y como tal representa el ascenso del triple fuego, espíritu espinal, discutido en Francmasonería y Catolicismo y en la Iniciación Antigua y Moderna.

Los esoteristas comprenderán al momento la suprema importancia de esta combinación de símbolos: la Estrella y la Espiral, ambos íntimamente relacionados con los más complicados procesos vitales.
En el simbolismo masónico, en los ritos y misterios de la Rosa Cruz y del Santo Grial, la Estrella se contempla en la escala que estuvo una vez en el Templo de Salomón. Los historiadores y los arqueólogos no han estado de completo acuerdo con relación a la clase de edificio que era realmente el Templo de Salomón; algunos lo comparaban a los templos de la antigua Ur en Caldea, tierra natal de Abraham, donde el Templo de la Diosa Luna coronaba la más alta de tres grandes plataformas de estructura semejante a una montaña. Otros lo han comparado a los Ziggurats de Babilonia, pirámides de siete gradas con un pequeño nicho con cúpula, o santuario, en el piso superior, en el cual se decía que el Dios aparecía a la sacerdotisa o al sacerdote.

Podemos considerar este “aposento superior” del templo babilonio como el Lugar del Oráculo, donde se daba a conocer la voluntad de los cielos.

Había dos Ziggurats, o pirámides con gradas, dentro de los muros de la Babilonia más grande: el Templo de Bel dentro del área central, y el templo de Nebe, o Mercurio, todavía más al este en el suburbio de Borsippa, conectados los dos por una “vía sagrada”, o calle con muros. La torre de Mercurio en Borsippa era la más antigua y la más sagrada, y uno bien puede creer que desde su cúspide el sacerdote–astrónomo buscaba la diminuta estrella cerca del Sol que era el planeta Mercurio.

Las pirámides con gradas de Caldea y Babilonia tenían necesariamente escaleras y declives que conducían de una plataforma a otra, hasta llegar al piso superior. Sin duda también tenían escaleras secretas interiores y en espiral, como atajos para llegar a la cúspide, conocidas únicamente por los sacerdotes y los iniciados, como parece sugerirlo la Gran Pirámide de Gizeh en Egipto. Sin embargo, los arqueólogos nunca han descubierto ninguno de tales pasadizos interiores en las pirámides y torres babilónicas.
Asiria y Persia compartieron la civilización caldea, y también tuvieron torres que eran al mismo tiempo observatorios y templos. También albergaban grandes bibliotecas. Más claramente, quizá, que ninguna otra, Chiun indica la verdadera naturaleza de las pirámides y de las torres construidas en los tiempos antiguos; como por ejemplo en el famoso Templo del Cielo en el antiguo Pekín, con sus terrenos trazados según un modelo astronómico alrededor de una torre de doce o trece pisos, la cual no contenía otra cosa que una escalera en espiral.

En tiempos recientes los arqueólogos han descubierto en las ruinas de Qumram, cuartel general esenio en el Mar Muerto, restos de una torre, y en ella la sugestión de un pilar central erguido, alrededor del cual se enroscaba una escalera. ¿Era esto un simple almacén? ¿una atalaya, o un observatorio? Tal vez todas estas cosas, y más. Es notable que Mercurio, y el día de Mercurio en la semana, era importante para los esenios. Se dice que el Miércoles era su Sabbath.

Volviendo ahora a la Europa cristiana, encontramos que en algunos relatos el legendario Templo del Grial también tenía su torre alta, dentro de la cual estaba la escalera en espiral que conducía al nivel superior donde se encontraba la Capilla del Grial y donde se celebraban los Misterios del Grial. ¿Qué cosa se mostraba en estos Misterios en lo alto de la torre?, evidentemente, la cúpula o cielo dando vueltas alrededor de la Estrella Polar guardada por el dragón, y justamente antes de la aurora en ciertas épocas del año, mostraba al planeta Mercurio, cabrilleando como un diamante no lejos del Sol naciente. Porque esto es precisamente lo que las leyendas más antiguas dicen: que el Misterio del Grial es revelado por las estrellas del cielo, especialmente el zodíaco y sus decanatos.

Otros relatos dicen que los artesanos del Templo pintaron los cielos dentro de la bóveda de la cúpula, con estrellas y planetas moviéndose en sus órbitas: Similarmente, en el Templo de Curación en Mount Ecclesia, el cielo raso de la cúpula representa la bóveda celeste, alrededor de la cual se suceden las constelaciones del zodíaco, con Leo, el León de los Misterios sobre el altar, y Acuario, el hijo del Hombre (“El que tiene sed venga”) sobre la puerta de entrada (14).

En una época en que era común la ignorancia, es fácil ver cómo el neófito sería enseñado a visualizar la escala espiral, y conforme su cuerpo físico se relajaba en el “sueño claro” –que no es el trance como se lo define comúnmente–, la mente vigilante subiría por la escalera en espiral al lugar de los Misterios en su cúspide, volviéndose siempre hacia la derecha, y el neófito despertaba en los planos internos dentro del Santuario del Templo de la Iniciación, o en su umbral, o en sus antecámaras, según sus méritos.

Porque en los planos internos el espacio no se toma en consideración. La “salida” existente en lo alto de la escala en espiral lleva al neófito al momento (sin viaje intermedio) a su destino. Hoy día la filosofía científica reconoce esta condición en lo que se denomina “el colapso del espacio” y su correlativo “el colapso del tiempo”. Es como si todo el espacio existente, entre un punto y otro, se desvaneciese y el paso desde el “aquí” al “allá” es instantáneo.

Algunas veces la meditación suministra un vislumbre de esto, porque cuando la mente deviene espiritualmente lúcida, el neófito ve en un espacio cristalino, tal vez contemplando algún lugar distante de la superficie de la Tierra. Él  no ha dejado el cuerpo, él no ha ido a ninguna parte, sin embargo siente la realidad del lugar distante, y en algunos casos visto, o aun tangiblemente sentido, a su voz mental, audiblemente oída, por personas que viven allá. Siente que podría proyectar una mano y tocar objetos en ese lejano lugar, porque él está “allí” y “aquí” en el mismo momento.

Este “colapso del espacio” se aplica también para muchos sueños extraños en los que los acontecimientos y los lugares parecen fundirse en otros sin solución de continuidad o razón. Esto explica, también, por qué uno y el mismo Templo de Misterios ha sido “descubierto” en muchos lugares diferentes: en el bosque denso y sombrío, en la cumbre de la montaña, en campos y pantanos, en palacios y atrios, en la propia casa del investigador.

Cuando el neófito experimenta una sensación como de movimiento en el espacio interior, significa que su atención está salvando la distancia que se interpone, y por así decirlo, construyendo un sendero mental o puente de pensamiento por el cual parece viajar. Esto es, sin embargo, innecesario. El viaje puede ser inmediato, y sin ningún sentido de transición.
Así, pues, para el estudiante de la Escuela de Misterios, la Estrella y la Espiral, además de su significado externo, exotérico y científico, revelan algo diferente y único; el ascenso en espiral de la mente en la torre de la consciencia, y en su cúspide la estrella brillante y relampagueante que es el auxiliador invisible mismo, brillando para el mundo.

A la aurora el Auxiliar retorna a su cuerpo, y al flotar sobre él, sintiendo el tirón magnético del cuerpo vital atrayéndolo hacia abajo a su cubierta de carne, es consciente de la rotación de muchas ruedas de fuerza en su aura; y mientras estas ruedas dan vuelta, él se posa suavemente, sin golpe o molestia, en el instrumento físico denso que yace sobre la cama. Despierta en él, para tomar de nuevo la cruz del cuerpo en el mundo del tiempo y del espacio.

14 - Apocalipsis, 22:17: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

del libro Temas Rosacruces UNO 
 publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel


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