Capítulo II
EL DESARROLLO DE LOS CUERPOS
Nosotros emergimos del largo sueño de una Noche cósmica después del Período Lunar. Según hemos relatado en el capítulo precedente, una Noche cósmica debe seguir después de cada Período. Ahora también observaremos ligeramente las vistas del cuarto o Período Terrestre. Al igual que el espíritu humano, el cual debe hallar su crecimiento y expresión a través de vidas sucesivas en el cuerpo físico, así pasa también con la Tierra, que es el cuerpo de un Gran Espíritu, que busca su desarrollo por medio de Períodos sucesivos.
Nosotros únicamente podemos tocar las escenas principales de esta gran galería pictórica. Imaginémonos el tiempo que tiene que emplear un hombre para ver las largas filas y salas inmensas de una de nuestras galerías artísticas. Debe andar rápidamente, deteniéndose para admirar únicamente los cuadros que apelan a su sentido artístico. De igual modo debemos desenrollar la película de Dios de este gran universo y detenernos únicamente ante las cosas que más nos interesan.
En el cuarto o Período Terrestre nosotros hallamos cuatro elementos. En el primero o Período de Saturno no había más que calor; en el Período Solar teníamos fuego y luz; en el Período Lunar tuvimos tres elementos, pues se añadió entonces la humedad, dándonos una atmósfera templada y brumosa. En esta cuarta imagen o escena nos encontramos el elemento Tierra: éste fue el período de la forma, cuando los Señores de la Forma dominaron íntegramente.
Estos períodos mundiales se hallan divididos en siete subperíodos o revoluciones, los cuales con arreglo a las enseñanzas Rosacruces se llaman como los siete planetas: Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano, por la razón de que las condiciones en los globos de estos Períodos son semejantes a la naturaleza de estos planetas.
En el examen de los cuadros de la primera revolución del Período Terrestre nosotros encontramos existentes las condiciones de Saturno. Pero hay una diferencia entre el Período de Saturno y la revolución saturniana del Período Terrestre, pues el primero tuvo solamente las fuerzas de Saturno presentes, mientras que en el último estaban presentes las fuerzas saturnianas, solares y lunares, y el hombre ya no era un ser ardiente como lo era en el Período de Saturno. Se añadieron al calor del cuerpo corrientes de aire y de agua; y el hombre empezó a endurecerse y se hizo semejante al mineral. Los globos durante tal época estaban aún en un estado ígneo, y la evolución del espíritu humano se hallaba confinada a las regiones polares del Sol, del cual la Tierra era todavía una parte.
En la Época Polar, el cuerpo del hombre asumió gradualmente una forma, y el sentido de la sensación o tacto iba lentamente desarrollándose, lo cual fue posible gracias al órgano conocido con el nombre de glándula pineal. Este órgano sobresalía por la parte superior de aquel cuerpo singular conformado como un saco o bolsa. Este cuerpo ya no se hallaba suspendido por cuerdas etéreas como estaba durante el Período Lunar. La cuerda faltaba y en su lugar hallamos el órgano mencionado más arriba, o sea la glándula pineal, pero este órgano en aquella fecha era mucho mayor que lo es en nuestro cuerpo hoy día. A través de este órgano se enviaban corrientes de fuerza hacia la región en que ahora tenemos el corazón. En aquella época el sentido del tacto se extendió por todo el cuerpo y el hombre notaba el calor y el frío por medio de aquel órgano que sobresalía por lo que pudiéramos llamar cabeza.
En la próxima escena de este panorama de la Memoria de la Naturaleza observaremos la vida en lo que llamamos la Época Hiperbórea. Aquí podremos ver aparecer las fuerzas de la luz y del aire, y el cuerpo del hombre con su forma de saco se llenó de luz. Entonces empezó a respirar, lo cual hizo que empezaran a circular corrientes por su cuerpo que posteriormente se convirtieron en nervios. En esta Época el cuerpo denso del hombre era como la planta. Al final de esta Época es cuando la Tierra fue arrojada del Sol y empezó a girar alrededor de su astro paternal.
En este período la vista panorámica de este cuadro sufre un cambio decidido.
Ahora ya no la vemos desde el Sol, sino desde la Tierra misma, que entonces empezó a sufrir su incrustación. Cuando fue separada del Sol, el gran calor anterior empezó a desaparecer. Se empezó a enfriar y la vegetación apareció sobre su superficie aún caliente y vaporosa. Ahora podemos también observar a Marte, el cual había sido lanzado anteriormente del Sol. Las corrientes de aire provocadas por la revolución de la Tierra enfriaron a los minerales y la vida en nuestro planeta empezó a tener grandes cambios.
Por esta fecha el cuadro empieza a mostrarnos la Época de Lemuria. Tanto Venus como Mercurio han sido lanzados del Sol y también les vemos ahora girar alrededor de él. Los seres humanos por la separación de la Tierra con el Sol hubieron perdido mucho de su iluminación interna. De este estado parecido al de trance empezó a desarrollar una conciencia pictórica interna. También desarrolló el sentido o conciencia del sonido. Al final de la Época Hiperbórea el hombre poseía un vehículo doble: los cuerpos físico y vital. En este período del desarrollo de la Tierra se expulsó de su seno la masa que forma ahora la Luna, y las corrientes que en la revolución Lunar iniciaron el sistema nervioso se convirtieron ahora en nervios y se conectaron con los órganos embrionarios de los sentidos. Entonces es cuando se comenzó a manifestar un tercer vehículo: el cuerpo de deseos.
En la Época Lemuriana el hombre quedó convertido a semejanza del animal. En aquellos días vinieron en su ayuda unos grandes seres quienes representaban a la humanidad del Período Solar, los arcángeles, y también los Señores de la Mente, que pertenecían a la humanidad del Período de Saturno. Ellos asistieron a los Señores de la Forma en su trabajo y nos dieron el germen de la mente.
Hasta este punto nosotros hemos dicho bien poco de los rezagados que fracasaron en seguir al compás de la marcha de los precursores, o los que formaban la vanguardia. En cada oleada de vida encontramos al rezagado. Actualmente notamos la imperfección en el mineral, las hierbas malas, aquellas que se arrancan cuando se escardan los campos, la cizaña, etc., son plantas imperfectas; el mestizo o híbrido es un animal imperfecto. En la oleada de vida humana tenemos nuestros rezagados representados por las razas inferiores. Los antropoides fueron dejados atrás en los Períodos de Saturno y del Sol, y los salvajes negros y mongoles son los retrasados del Periodo Lunar. En las diferentes revoluciones del Período Terrestre ha continuado esta segregación. Al final de cada Época la raza humana debe sufrir un examen, el cual está bien descrito en el capítulo 25 de San Mateo, donde Cristo hace una descripción del
Juicio Final en esta forma:
“31. – Cuando el Hijo del Hombre venga con toda su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces Él se sentará sobre el trono de su gloria:
“32. – Y ante Él se congregarán todas las naciones: y Él las separará las unas de las otras, al igual que un pastor separa las ovejas de las cabras.
“33. – Y Él pondrá las ovejas a Su diestra y las cabras a Su siniestra.
“34. – Entonces el Rey dirá a aquellos que tenga a su mano derecha: Venid, vosotros benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.”
Las ovejas son los elegidos que al final de cada Época pasan hacia adelante al Período próximo. Las cabras son los retrasados, y pueden ser comparados al muchacho que en vez de ir a la escuela se pasa el tiempo jugando como un pillete y cuando llega el día de los exámenes se le deja en suspenso y tiene que permanecer en la misma clase un segundo período, mientras que sus camaradas, que asistieron puntual y diariamente a las clases, y aprovecharon el tiempo, pasan al grado superior siguiente.
A estos rezagados ha habido necesidad de dejarles atrás siempre que la oleada de vida emerge de una Noche cósmica. Los más progresistas, los que estuvieron en primera línea, pasaron adelante en la próxima revolución, pero los rezagados quedaron atrás. Sin embargo, tendrán ocasiones y oportunidades aun para alcanzar a los más avanzados y hasta para sobrepasarlos.
Las pinturas y escenas que estamos presenciado a medida que avanzamos a épocas posteriores del Período Terrestre se hacen más interesantes y los cuadros más familiares. El reino vegetal se nos aparece más natural, aunque no tan desenvuelto como representa el estado de desarrollo en que lo encontramos en nuestros días.
Volviendo otra vez a las escenas de la Tierra durante la Época de Lemuria, encontramos todavía la atmósfera caliente y llena de una densa niebla, con el hombre y el animal viviendo en los puntos de la Tierra que se habían enfriado y endureciendo en algún grado. Ambos eran de tamaño enorme y la vegetación alcanzaba alturas extraordinarias, y los helechos eran tan altos y voluminosos como son los árboles hoy día.
El hombre había desenvuelto el sentido del oído, y el de la vista empezaba precisamente a manifestarse por dos puntos sensitivos, a los cuales el Sol, que brillaba tenuemente a través de las nieblas, estaba sensibilizando, y que por último se convirtieron en ojos.
del libro Temas Rosacruces UNO
publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel
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