martes, 23 de febrero de 2016

La contemplación del Dios interno, si se efectúa persistentemente, ¿conduce al crecimiento espiritual llevándolo a uno al adeptado?




PREGUNTA Nº 146: La contemplación del Dios interno, si se efectúa persistentemente, ¿conduce al crecimiento espiritual llevándolo a uno al adeptado?

Respuesta: Estamos viviendo actualmente en el activo mundo occidental, en el cual nuestro deber es ejecutar cualquier tarea que tengamos que hacer. Cada uno de nosotros tiene su obra que hacer, y si la descuidamos para buscar en cambio una introspección mórbida no sólo no creceremos, sino que degeneraremos espiritualmente.
Desgraciadamente, algunas personas creen justificado que pueden abandonar sus deberes terrestres cuando se imaginan que el progreso espiritual las llama, pero hasta que no hayamos cumplido con todos los deberes que tenemos aquí no podremos desarrollarnos espiritualmente de verdad; cualquier cosa que así pueda parecer se convertirla al fin en polvo y ceniza.
El lejano Oriente ilustra, con horrible ejemplo, los malos resultados que produce el descuidar los deberes materiales por lo que imaginan ser poderes espirituales. Allí se maceran y deforman el cuerpo con prácticas tales como la de mantener un brazo estirado basta que se seque. No es verdadera espiritualidad la que no produzca el bien para todo el mundo. Algunas veces se dice que “todo pescado debe estar colgado de sus agallas y que toda barrica debe estar parada sobre su propia base”. Pero también es cierto que todo aquello que no tienda a elevar a todos no eleva a nadie. El deseo profundo que sale del corazón para ayudar a aumentar el bien común es la única justificación para emplear las propias fuerzas en el desarrollo del poder espiritual. Se habla de reuniones de madres en las que se iba a discutir cómo cuidar mejor del hogar y de los propios hijos, mientras que sus hijitos se encontraban en una casa sucia, sin que nadie les prestara el menor cuidado. Esos relatos no son simples exageraciones o burlas; contienen más verdades que poesía. Y las personas que ansían la espiritualidad, que desean contemplar al ángel interno, mientras descuidan a su familia y otros deberes, van a la par que dichas madres. Cuanto más pronto despertemos a la verdad de que ningún deber presente, por humilde que sea, puede ser descuidado impunemente para dedicarse a la obra espiritual, por exaltada que sea, tanto mejor para nosotros. Aconsejaríamos al lector que leyera el poema de Longfellow, la “Blessed Visión”, que viene muy al caso. Un monje está arrodillado sobre el piso de piedra, cuando una hermosa visión de Cristo se le aparece precisamente al mediodía, cundo el sonido de la campana lo llama a la puerta donde los pobres están esperando sus limosnas que dicho monje tiene el deber de darles cada día. Entonces el monje se pregunta si se quedará con su inefable visitante o si lo dejará para ir a llevar el sustento a los pobres hambrientos. Pero una voz interna le dice:
“Haz tu deber lo mejor que puedas “Dejando al Señor el resto”.
Sigue entonces el consejo de esta vos dejando a la visión en su celda, dudando de que cuando vuelva la encuentre nuevamente allí. Sin embargo, siente que es su deber ayudar a los demás; sin importársele lo que él mismo pierda con ello, y cuando después de haber entregado las limosnas a los pobres vuelve a su celda la visión lo saluda con estas palabras:
“Si aquí te hubieras quedado “Yo me hubiera ido”.

Max Heindel
FILOSOFÍA ROSACRUZ EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS TOMO PRIMERO


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