EVOLUCIÓN DE LA VIDA Y DE LA FORMA MATERIAL
Cuando estudiamos el origen de la materia física partiendo del átomo en sus muy diversas combinaciones para formar tantas clases de materia que, a su vez, evoluciona y forma parte de los cuerpos habitados por los diferentes reinos, lo lógico es que reconozcamos que todo esto no puede proceder de un algo ininteligente o de un caos sin principios ni leyes. Tiene que proceder de algo maravillosamente inteligente y tiene que entrar dentro de un esquema cuya meta debe ser algo perfecto. El mineral tiene vida aunque su cuerpo sea totalmente sólido; el vegetal tiene vida y un cuerpo sólido y líquido que nace se desarrolla y muere; el animal es similar pero puede moverse, procrear y tener sentimientos y deseos; el hombre es similar al animal pero, además, tiene voluntad propia, es auto-consciente y razona. Es decir el mineral tiene cuerpo físico; el vegetal tiene cuerpo físico y etérico, el animal tiene cuerpo físico, etérico y de deseos; y nosotros tenemos esos mismos cuerpos más la mente y la autoconciencia que adquirimos cuando nuestra conciencia (hace millones de años) era similar a la de nuestros animales actuales.
¿Por qué existen esos reinos y esas diferencias? Porque es la Vida diferenciada “por” y “de” Dios la que utiliza la materia como vehículo para, según evoluciona, desarrollar la conciencia. Cuando esta vida ha experimentado a través de infinidad de cuerpos de muy diferentes grados de desarrollo y especies y alcanza el estado de conciencia humano (autoconciencia) nace el Yo superior y a partir de ahí comienza a renacer como hombre. Y es esta nueva especie humana la que tendrá que aprender a dirigir la mente para gobernar su cuerpo de deseos y vencer su naturaleza animal para, así, desarrollar la espiritual hasta que consiga unirse y reconocer a su Yo superior o Alma. Queda claro pues, que primero se forma la materia que será utilizada por la vida para desarrollar la conciencia del mundo físico, y cuando esa conciencia y vida comienza a utilizar los cuerpos físicos, es como decir que se está preparando para individualizarse y ser auto-consciente como un Yo separado de los demás. Así es que, estas líneas de desarrollo tienen un mismo fin y este es que las vidas creadas por Dios alcancen su propia conciencia y lleguen a la perfección y con sus poderes divinos desarrollados.
¿Puede ser esto fruto de unas fuerzas ciegas? No es fácil, pero si es fruto de alguna inteligencia no queda otra posibilidad que admitir que debe ser un Ser o Deidad con el poder de crear, al menos, un sistema solar donde nuestro planeta está involucrado. Hay una Fuerza oculta que “presiona” en el átomo, en el hombre, en el planeta y en el universo para que todo se mueva hacia una meta y para que todo evolucione hacia arriba cuyo final no puede ser otro que la perfección del creador de esa fuerza y de todo este esquema.
Hay diferentes teorías sobre la materia y la vida, la primera solo da importancia y credibilidad a la materia física y no dice nada sobre el Espíritu o sobre Dios; la segunda hace hincapié en el Espíritu y en Dios pero no da importancia a la materia, situando a Dios como el creador pero fuera de su obra; y la tercera, la que da la misma importancia a la vida y a la materia cuya procedencia es la misma, es decir, Dios, pero compenetrando Éste Su obra con Su Vida y Su conciencia. De forma similar, nuestro verdadero ser, el Yo superior, también compenetra los cuerpos en los que manifiesta su inteligencia. Algún día la ciencia descompondrá los componentes del átomo hasta tal punto que descubrirán un nuevo mundo etérico y su inteligencia, como ya se demuestra cuando un átomo de hidrógeno tiene que “elegir” entre otros para formar determinadas sustancias. El átomo evoluciona gracias a su vida interna y a su relación con otros átomos, o sea, como nosotros como sociedad; es en su estructura como nuestro sistema solar y también irradia energía. Estos tres aspectos están evolucionando en muy distinto nivel pero los tres tienen una fuerza o vida interna que se manifiesta de diferentes formas.
El ser humano utiliza la forma (la materia o cuerpo) para expresarse en el mundo físico a la vez que experimenta, selecciona, aprende, etc., hasta el momento en que esa vida interna, el Yo superior, comprende que ya no le es útil y lo abandona para asimilar la quintaesencia de la vida. Algún científico opinó hace años que el átomo muestra, en cierto grado, inteligencia y deseo, si esto es así como yo también pienso ¿No se puede afirmar que hay una vida dentro de esa diminuta forma? Todo lo que vive tiene su vida interna que se intentará manifestar según su estado evolutivo, digo más, es la vida misma quien construye la forma como ocurre con nuestro cuerpo y como hace el caracol cuando construye su concha de él mismo. ¿Cuál puede ser el propósito de que la vida construya la forma para utilizarla? No es otro que el desarrollo de la mente, de la conciencia y de la voluntad; desarrollo de los poderes latentes del creador, y la manifestación de la naturaleza divina en el hombre. Lo mismo que nosotros, como vida interna, nos expresamos de muy variadas formas, así mismo Dios lo hace en el planeta a través de la diversidad de reinos, razas, culturas, religiones, filosofías, etc. pero es gracias a Su Vida y Conciencia como todos evolucionamos.
En el proceso de involución del Espíritu a la materia, la vida se rodea de materia de diferentes mundos para utilizarla como vehículo, luego viene el proceso de adaptación, y una vez desarrollados los poderes y alcanzado el debido estado de conciencia y espiritualidad, se termina con el proceso de liberación del mundo material. Pero mientras llega el momento de abandonar lo físico, el hombre y el Espíritu están unidos por medio de la mente, el Yo superior es el conocedor, el hombre es lo conocido y, entre ambos, se adquiere el conocimiento que el Espíritu convertirá en sabiduría eterna. Por tanto, la forma material se adapta a las necesidades del Espíritu y permite al pensador, al Ego, utilizarla inteligentemente con un propósito determinado que no es otro que manifestar la voluntad de Dios e identificarse con Su Amor. Lo mismo que hoy el hombre domina y dirige su cuerpo físico, cuando desarrolle los primeros poderes del Espíritu tendrá poder sobre la materia etérica-física, entonces controlará sus deseos y pasiones (el aspecto animal de la personalidad) y, más allá aún, hará lo mismo respecto a la mente. Llegado el momento, el Yo superior solo utilizará la voluntad y la mente pero podrá seguir ayudando a otros seres en los mundos donde hoy está su personalidad gracias a la cual ha adquirido su perfección.
Cuando decimos que todo evoluciona, que toda partícula o materia tiene vida y que toda vida tiene conciencia, estamos hablando de que la materia, la vida y la conciencia son tres aspectos de Dios y que todo tiene su origen y existencia en Él. Como dice la Biblia “En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser” La forma material, sea el mineral o cualquier otra, evoluciona gracias a los estímulos del exterior (golpes, cambios, temperatura, etc.) La vida evoluciona a través de las formas pero es gracias a los impulsos externos, sin embargo, su verdadero desarrollo lo hace a través de la construcción y la destrucción de las formas pues, la misma vida que habita el mineral algún día animará y crecerá como la planta, sentirá como los animales, y pensará y tendrá conciencia de sí misma como los humanos. A mayor evolución de la vida más liberación de conciencia hay desde dentro de la forma, toda vida que habite en una forma (sea un electrón o un humano) busca su expansión o manifestación de la Fuerza Divina de donde procede, y para ello utiliza las formas porque ellas permiten sentir, intuir, expresarse y, en su momento, pensar. La Vida se esfuerza por obtener cada vez más conciencia de sí misma y de su origen y por participar del gran Plan Divino.
La evolución de la conciencia se consigue gracias a la liberación o manifestación de las fuerzas ocultas del Espíritu según va evolucionando a través de las especies y cuerpos, tanto visibles como invisibles; por tanto, algún día seremos conscientes de Dios por medio de nuestro Espíritu. La vida que evoluciona en el cuerpo de un felino salvaje continuará su desarrollo en un felino doméstico para pasar después a otra especie superior donde pueda alcanzar más conciencia similar a la nuestra conviviendo entre nosotros. La misma vida que habitó un cuerpo de una raza primitiva está hoy en otra raza actual pero a lo largo de ese proceso, tanto en sus renacimientos como después de la muerte, el Alma ha trabajado y colaborado con el resto de la humanidad para construir un mundo como el actual para poder ampliar y manifestar su conciencia a través de sus invenciones y creaciones. El hombre evoluciona en cada renacimiento según el ambiente que se trate, según sus relaciones con determinadas personas, según aproveche las oportunidades y posibilidades, y según sean sus respuestas respectos a los impactos externos y su efecto en su cuerpo de deseos y su mente. Pero es el tipo de respuesta el que facilita la expansión de la conciencia individual, pues es la experiencia en el mundo en cada renacimiento la que nos facilita el acercamiento o desarrollo de la conciencia del Espíritu y de Dios.
La conciencia se puede definir como la parte de la Conciencia de Dios que cada ser humano puede desarrollar y comprender de sí mismo. La conciencia absoluta para un electrón o para un simple átomo de nuestro cuerpo sería su propia vibración y actividad, (como principio) pero la evolución a través de la forma le podría llevar a alcanzar nuestra propia conciencia como meta, puesto que nuestro Yo superior anima el cuerpo físico. La meta o conciencia absoluta de la célula sería la del cuerpo físico. En el caso de la humanidad, hasta que alcanzó la auto-conciencia de ser un individuo separado de los demás, tuvo una conciencia interna similar a la de los animales, es decir, era poco consciente de lo que percibían sus ojos. Pero a partir de esa etapa y aunque tremendamente egoísta, ha ido desarrollando su conciencia a la vez que el cuerpo de deseos y que la mente, de ahí que los deseos, sentimientos y pensamientos actualmente sean casi más solidarios que egoístas. Hoy, gracias a los sentidos, la experiencia, el discernimiento y el poco apasionamiento, no estamos tan egoístamente centrados en nuestra propia vida y negocios, sino que nos interesamos por los demás y colaboramos para ayudarles una vez que somos conscientes de sus problemas y necesidades.
Esto es el desarrollo de la conciencia como lo es el hecho de que un niño de meses vuelva la cabeza al escuchar un ruido y después observe el hecho e incluso toque el objeto en sí. Así se hizo y se hace consciente el Yo superior del mundo físico cuando renace con sus cuerpos, y así la personalidad pensante toma conciencia en un momento dado de su Yo superior. Cuando el hombre comprende que al dejarse llevar por el aspecto material y los deseos egoístas comete errores y sufre y cuando comprende que, aún teniendo todo, siente necesidad de algo más, entonces comienza a escuchar a su conciencia y se deja guiar por su Alma, la cual acelerará el desarrollo de la misma. Una vez se deja llevar por su Alma y conoce y practica toda una serie de ejercicios mentales y espirituales, el hombre desarrolla unos poderes que le permitirán ampliar su conciencia a los mundos superiores y a las leyes que allí rigen, y en una etapa muy lejana aún tomará conciencia del mundo de Dios.
Si actualmente solo somos conscientes del mundo físico y de que somos un yo separado de otros, y comenzamos a intuir que puede haber un Yo superior que se manifiesta de diferentes formas, en su momento seremos conscientes de algunas de las diferentes Jerarquías que existen y colaboran con nosotros desde los mundos superiores. Hoy decimos que somos hermanos y muchas personas ya luchan por que todos tengamos los mismos derechos. Ya se está formando el núcleo que, aunque aún faltan unos siglos, hará que tomemos conciencia de la verdadera fraternidad universal, lo que acelerará el desarrollo de los poderes del Alma en el hombre. Naturalmente que hay otras maneras de desarrollar la conciencia, estás son: Primera: Después de cada muerte cuando sufrimos el mal que hemos hecho a otros e incluso en la vida cuando la Ley de Consecuencia nos trae nuestras deudas maduras y Segunda: También cuando vivimos y grabamos todo el bien de nuestra pasada vida en el cielo después de cada muerte.
La vida de un ser humano primitivo respondía a los impactos externos y, en sus “relaciones”, lo hacía con los peores sentimientos y deseos (egoísmo, cólera, lujuria, etc.) Hoy, sin embargo, manifiesta muchos de los más elevados sentimientos y deseos y rechaza aquellos, ¿y todo gracias a qué? a las experiencias y desarrollo alcanzado a través del renacimiento y de leyes divinas como la de Causa y Efecto. La vida del ser humano primitivo apenas se podía manifestar a través de su cuerpo mental porque éste era aún como un germen, hoy ha aprendido a razonar y a discernir entre lo que es bueno para su desarrollo y lo que no, entre lo que ayuda para la convivencia pacífica y lo contrario, entre lo verdadero y lo falso ¿y todo también gracias a qué? a que ha facilitado la manifestación del Espíritu que sabe cuál es el Plan de Dios. El renacimiento no solo facilita la perfección de las formas (del mundo físico y de los cuerpos) sino que también desarrolla y perfecciona los cuerpos invisibles haciendo que nuestros sentimientos, deseos y forma de pensar sean cada vez más elevadas y sirvan como puerta para poder percibir la voz del Espíritu de Dios. Cuando la vida evolucionante no necesite ninguna otra forma material, es decir, cuando no necesite renacer más en cuerpo físico, continuará su evolución en su cuerpo etérico y después en el de deseos y en el mental hasta alcanzar el máximo desarrollo de la conciencia uniéndose por fin a la del Espíritu. Entonces el Espíritu (creador por Dios y con la conciencia de Dios) que habrá ido asimilando todo el desarrollo del hombre con sus diferentes cuerpos y que habrá manifestado a su vez su poder sobre él, se convertirá en conciencia individual dentro de la Vida y la Conciencia de Dios. Entonces seremos a imagen y semejanza de Dios porque al descubrirnos a nosotros mismos como hijos suyos que han desarrollado Sus poderes, descubriremos a Dios y Él habitará en nosotros.
Es el principio universal por medio del cual la vida evolucionante utiliza la forma como vehículo de manifestación a medida que se desarrolla, asimilando y guardando en sí misma el fruto de las experiencias en dichas formas; esto es “evolución” de la vida a través de la forma material. El fin de cada minúscula vida manifestada, aún siendo parte de la vida de su creador, es la individualización y la obtención de la propia auto-conciencia, y para ello, en cada manifestación física, obtiene cierto poder y grado de conciencia que va sumando a todo lo anteriormente desarrollado. Cuando se obtiene la autoconciencia se dice que nace el “Ego” que es una representación del verdadero Espíritu creado por Dios y que es el que se manifiesta a través de los mundos y los cuerpos mental, de deseos, etérico y físico. El Espíritu contiene todas las posibilidades de desarrollo para ser un Dios, todos los poderes de Su Creador, y todas las vibraciones relacionadas con Dios mismo, de ahí que el hombre evolucionante debe terminar venciendo al renacimiento y descartando los cuerpos para continuar su desenvolvimiento hasta ser uno mismo con su Espíritu. Es, por tanto, la experiencia con los diferentes cuerpos y en los diferentes mundos los que, a través de los choques externos que afectan a los cuerpos, despertarán las vibraciones del Espíritu (Del Dios en formación) y los que, a su vez, crean la autoconciencia y los poderes de Dios en el hombre; de esta forma despertamos y hacemos activos los poderes del Espíritu y de Dios en nosotros.
De esta forma podemos comprender cómo la vida que anima una forma física se hace activa gracias a los estímulos externos y experiencias pero que además, cuando la forma perece, la vida conserva un resumen de sus experiencias, lo que la hace un “alma” de la siguiente forma. Una vez ya en otra forma o cuerpo, manifiesta sus peculiaridades como resultado de todo su anterior desarrollo individual para modelar la forma según sus necesidades de manifestación y de desarrollo tal y como intenta cumplir la Ley de Renacimiento para consumar el Plan de Dios, es decir, evolucionar hasta ser Dios. Una forma vierte también ciertas peculiaridades en cualquier otra que se derive de ella (una semilla que se hace planta o el propio hijo) Sin embargo, nunca se puede decir eso mismo respecto a los aspectos morales, intelectuales y espirituales puesto que un genio puede tener un hijo disminuido física y mentalmente o el hijo de un analfabeto o imbécil puede ser un genio. Son las Leyes de Renacimiento y Consecuencia las que intervienen en este proceso. Lo que hizo un individuo de bien o de mal en otra vida y respecto a otros, las deudas que tenga así como las necesidades de desarrollo, serán las que determinen la elección de los padres para que le faciliten la materia para su cuerpo físico y para que éstos le faciliten el medio social donde debe crecer hasta que, a su mayoría de edad, haga frente a su destino con los poderes de su Alma. Los poderes del Alma (el desarrollo del Ego) que haya alcanzado serán las herramientas con las que debe afrontar su destino.
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