LA ASTROLOGÍA
Y LAS GLÁNDULAS ENDÓGENAS
INTRODUCCIÓN
La Astrología era una de las siete ciencias sagradas que cultivaban los iniciados del mundo antiguo. Era practicada y estudiada por todos los grandes pueblos de la antigüedad. Los orígenes de la especulación astrológica se han perdido en la noche de los tiempos que precedieron a la aurora histórica. Existen algunas tradiciones que dicen que la Ciencia Astrológica fue perfeccionada por los magos filósofos del Período Atlántico, pero una cosa es evidente, que la Astrología ha llegado hasta nuestros días adornada con los descubrimientos y embellecimientos de mil culturas distintas. La historia de la Astrología es en realidad una historia de pensamiento y aspiración humanos. Las indicaciones planetarias tal como se dan en las tabletas cuneiformes de Sargon, todavía son empleadas por los astrólogos de nuestra generación. Sólo se han introducido aquellos cambios y modificaciones que exigían los distintos cimientos culturales.
Desde los comienzos del período histórico se han reconocido dos escuelas distintas de Astrología. Con la declinación de los sacerdocios del final del período Atlántico y del principio del Período Ario, y la correspondiente profanación de sus misterios, lo que ahora se llaman ciencias quedaron separadas del cuerpo ancestral de la tradición religiosa. La Astrología y la medicina fueron las primeras en establecer instituciones independientes. Los sacerdotes de las religiones del Estado ya no tenían el monopolio de las artes médicas y proféticas. Y comenzando con Hipócrates, surgieron nuevas clases de adivinos y curanderos, que ignoraban completamente la unidad fundamental: la identidad misma de las ciencias físicas y espirituales.
La división del conocimiento esencial en fragmentos que competían entre sí o que por lo menos no eran cooperativos, destruyó la síntesis del conocimiento.
Frustrada por la división y la discordia, toda la estructura de la educación, se rompió en innumerables pedazos discordantes. La Ciencia de la Medicina, separada de su fuente espiritual, se fue degenerando, convirtiéndose en el charlatanismo y el sanguijuelismo de las Edades del Oscurantismo, llegando a tal estado desgraciado, que el médico hermético Paracelso se vio obligado a decir: “Afortunado es el hombre cuyo médico no lo mata”. La Astrología también degeneró y se corrompió, convirtiéndose en un arte de adivinación horoscópica. Divorciada igualmente de su objetivo divino, fue gradualmente descendiendo, realizando una obra sin objeto y sin entusiasmo, consistente la mayor parte de las veces en augurar tremendos acontecimientos o inventando emplastos planetarios para curar las picazones.
Un pequeño grupo de hombres educados e iluminados logró conservar los secretos esotéricos de la medicina y de la astrología a través de esas edades sobrecargadas de superstición que actualmente llamamos el Medioevo. De esa grandeza mental eran los rosacruces, que honraron a Paracelso como uno de ellos. Y merced a Paracelso y la Rosa Cruz fueron restaurados a su principal lugar los secretos espirituales de la Naturaleza, como objetivos de sabiduría. El Conocimiento fue interpretado místicamente y las ciencias profanas quedaron como meros reflejos o formas externas de los misterios internos. Los secretos de la interpretación mística se ocultaron al vulgo y se dieron solamente a aquellos que sentían sed por las cosas del espíritu. La Divinidad Mística de Dyonisios el Aeropagita, se fue convirtiendo en el libro de texto de un número siempre creciente de devotos y de hombres y mujeres que amaban a Dios y que veían en todas las demás formas e instituciones solamente las sombras y reflejos de la verdad interior.
El mundo moderno, que tanto ha sacrificado por su derecho a pensar, ha ido haciéndose sabio dentro de su propia presunción. Los educadores han ignorado esos valores espirituales que constituyen los ingredientes inestimables de ese compuesto químico que llamamos civilización. La Ciencia Materialista se ha convertido en una institución muy orgullosa: un conjunto de pedagogos y demagogos. No hay lugar alguno para el misticismo en los cánones de las escuelas superiores. Hipnotizados por la extraña fascinación que la materia ejercía sobre el materialismo, los sabios modernos ignoraron el alma, esa realidad invisible de la cual dependen todas las ilusiones del mundo.
Lord Bacon fue quien dijo: “Un poco de conocimiento inclina las mentes de los hombres hacia el ateísmo, mientras que el gran conocimiento hace retornar nuevamente las mentes a Dios”. Esta maravillosa cita expresa perfectamente el “tiempo” de la edad moderna. Un mundo entristecido por el fracaso de las cosas materiales está clamando de nuevo por las verdades místicas, que son las únicas que pueden explicar y dar satisfacción. La vuelta del misticismo trae consigo un nuevo interés hacia la Astrología y la ciencia de curar.
El misticismo trae también nuevos “standards” de interpretación. Para poder cumplir con las exigencias que demanda la interpretación mística, todas las demás ramas del conocimiento deben purificarse y formularse de nuevo. Para el místico, la Astrología no es simplemente una ciencia predictiva o consultiva; sino que contiene las claves de las verdades espirituales, encaradas filosóficamente y que deben ser estudiadas por sí mismas.
Aunque la ciencia haya clasificado, tabulado y denominado todas las partes y funciones del cuerpo, no puede describir ni explicar lo que es el hombre, de dónde viene, por qué está aquí y adónde va. En presencia de la ignorancia concerniente a estos asuntos vitales, es muy difícil apreciar un conocimiento elaborado en materias secundarias.
Los iniciados de la antigüedad se ocupaban primordialmente del hombre en su aspecto cósmico o universal. Antes que una persona pueda vivir bien tiene que orientarse, tiene que conocer, por lo menos parcialmente, el Plan de la Vida. Con este conocimiento puede cooperar con el “Plan”, y la Vida filosófica recomendada por Pitágoras que se reducía meramente a conocer la verdad y vivirla.
Los hombres de ciencia que buscan la causa de esas energías que motivan y sustentan el mundo, han decidido, por un proceso de eliminación, que esas causas deben encontrarse en una estructura subjetiva del Universo, la esfera invisible de las vibraciones. Y así es como la fantasía moderna atribuye a las vibraciones todo lo que no pueda ser explicado de otra manera. Y en el momento mismo en que reconocemos que el Universo está sostenido por una energía invisible que se manifiesta por la ley vibratoria, la física se convierte en metafísica, la fisiología se torna en psicología y la astronomía se vuelve astrología. La Astrología no es, ni más ni menos, que el estudio de los cuerpos celestes en términos de energía que irradia de ellos, más bien que un simple examen de su apariencia y construcción.
Los Rosacruces primitivos mantenían una teoría que generalmente desechaban los hombres de ciencia y que se conocía como la Teoría del Microcosmos. Paracelso fue el más alto exponente de este concepto del orden y de las relaciones universales.
Paracelso decía: “Así como hay estrellas en los cielos, así también las hay en el ser humano, porque no hay nada en el Universo que no tenga su equivalente en el microcosmos (el cuerpo humano)”. En otro lugar, decía Paracelso: “El hombre deriva su espíritu de las constelaciones (estrellas fijas), su alma de los planetas y su cuerpo de los elementos”.
Es completamente imposible hasta para el hombre de ciencia más hábil, examinar con una apreciación adecuada de los valores toda la infinita difusión del cosmos, con sus islas y galaxias y sus panoramas incomprensibles del espacio inconmensurable. Sin embargo, todo el escenario del mundo está gobernado evidentemente por leyes absolutas.
El hombre mismo es más compacto, aunque en otra manera, no menos difícil de analizar. Las células del cuerpo humano son tan innumerables como las estrellas de los cielos. Innumerables razas de cosas vivientes, especies, tipos y géneros, están evolucionando en la carne, los músculos, huesos y tendones de la constitución corporal del ser humano. La dignidad del microcosmos da al hombre de ciencia algún sentido de la sublimidad del macrocosmos. Mediante el empleo de la Astrología es posible descubrir el juego y la interacción de las fuerzas celestiales entre el macrocosmos y el microcosmos. Los centros del cuerpo físico, a través de los cuales penetran las energías siderales, fueron descubiertos y clasificados por los antiguos griegos, egipcios, hindúes y chinos. Existe una gran oportunidad en el trabajo de examinar no solamente el cuerpo físico mismo, sino el aura que se extiende e irradia del cuerpo físico, formando como un espléndido vestido de luz cósmica.
Los últimos años han contemplado un gran progreso en esa rama de la ciencia médica denominada endocrinología o sea el estudio de la estructura y funciones de las glándulas de secreción interna, con sus investigaciones terapéuticas para descubrir los medios de tratamiento adecuados. Actualmente se acepta que estas glándulas son las reguladoras de las funciones físicas, que gobiernan y dirigen la estructura corporal, siendo profundamente importantes, no sólo en sus reacciones físicas, sino también en su acción sobre la mentalidad, la emoción, los reflejos sensoriales y las funciones llamadas espirituales o metafísicas. Casi todos los endocrinólogos admiten que la glándula pineal es la más difícil de comprender y de tratar. Sólo puede alcanzársela actualmente tratando a las otras glándulas, sobre las cuales parece ejercer las funciones de regencia. Las funciones físicas de las glándulas están ya bastante bien clasificadas, aunque indudablemente habría que revisar muchas de las opiniones actuales. Los médicos espontáneamente admiten que las funciones de las glándulas no terminan meramente con su efecto en el cuerpo, pero no están todavía en condiciones de pronunciarse sobre cosas que están más allá del campo de las reacciones
materiales.
Sin embargo, es muy significativo que mediante una combinación de la clarividencia y de la astrología, es posible examinar las glándulas endógenas, descubriendo los elementos metafísicos de su funcionamiento. La clarividencia moderna emplea los mismos métodos en su trabajo que los empleados por los sacerdotes iniciados del mundo antiguo, y como esos antiguos adeptos contribuye a la suma total de conocimientos que sólo podrán descubrir los hombres de ciencia materialistas después de siglos de experimentación sistemática.
El trabajo que sigue es un estudio espiritual de las funciones del cuerpo pituitario y de la glándula pineal. Tenemos la sensación de que las investigaciones llevadas a cabo por Mr. Max Heindel, son una contribución definida al estudio de la endocrinología, que debe ser reservada para el uso de los estudiantes de medicina y de las Ciencias Ocultas.
MANLY P. HALL
del libro Temas Rosacruces UNO
publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel
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