El trabajo individual del Espíritu
Es imposible para el Espíritu desarrollar sus potencialidades hasta que haya construido sus tres vehículos inferiores: el cuerpo denso, el cuerpo vital y el cuerpo de deseos. De ellos obtiene el alimento necesario para nutrir y desarrollar sus potenciales poderes. Esta esencia-alimento es llamada alma.
Por medio de rectas acciones relacionadas con hechos externos, experiencias y observaciones, el Espíritu extrae del cuerpo denso, automáticamente, la esencia del alma consciente y por este pábulo o alimento desenvuelve las latentes potencialidades del Espíritu Divino en Voluntad, Intelecto, Fuerzas positivas de su ser, el principio Padre, el poder para hacer.
Por medio del discernimiento para distinguir las cosas esenciales, reales e importantes de aquellas que no lo son, el Espíritu extrae automáticamente del cuerpo vital la esencia del alma Intelectual, y ésta en cambio alimenta y desenvuelve en poderes dinámicos las potencialidades del Espíritu de Vida que son: poder creador, fecundación, expansión, germinación y crecimiento, desenvueltas en fuerzas dinámicas bajo el dominio de la voluntad. Por medio de la represión de los instintos animales, devoción por lo elevado y nobles sentimientos, más las emociones generadas por la recta acción y experiencias puras, el Espíritu extrae el alimento-esencia, o alma Emocional que nutre y desarrolla las potencialidades del Espíritu Humano, las cuales son: poder creativo físico y mental, fecundación, expansión, germinación y crecimiento.
Estos poderes latentes son transmutados en fuerzas dinámicas por el efecto de la Voluntad. Mucha ayuda es la que recibimos de los Grandes Seres, por intermedio de las glándulas de secreción, las que pasaremos a estudiar. Una glándula está formada por una masa de células y las células están compuestas por una sustancia densa incolora – una especie de jalea– llamada protoplasma. Cada glándula puede ser comparada con una planta química, en donde cada célula se constituye en un trabajador, siendo las secreciones el producto del laboratorio.
Las glándulas de secreción interna no tienen bocas o aberturas, ni tubos ni ondas de conducción de sus secreciones al exterior, pero estas secreciones se vierten directamente a la sangre y en los vasos linfáticos que las penetran. Estas glándulas son llamadas, a menudo, endógenas o productoras de hormonas. El término “endógeno” es muy adecuado y conveniente en lo relacionado con la glándula de secreción, pero la palabra hormona se aplica específicamente a la secreción interna y no a la glándula. La hormona es una sustancia producida en un órgano del cuerpo y es conducida a través de la sangre a otro órgano sobre el que actúa estimulándolo. La palabra proviene de un verbo griego y significa “puesta en movimiento”. Sin la sustancia endógena ningún músculo ni célula actuaría. Y si no hubiera una fuente de abastecimiento de secreción fosforosa de la glándula tiroides, el cerebro no podría funcionar. Y si por un momento faltara la adrenalina producida por las suprarrenales, tampoco funcionaría el corazón, es decir no continuaría latiendo; hay numerosísimos casos en que el corazón había dejado de latir, quedando prácticamente muerto, pero al recibir una dosis de adrenalina comenzó a latir de nuevo, con ritmo regular.
No hace cincuenta años que los científicos comenzaron un estudio profundo de las glándulas de secreción interna y la mayor parte de la información que hemos recibido es de los últimos 25 años. Lo que los científicos aún no saben es que las glándulas de secreción interna no corresponden del todo al cuerpo denso sino que son auxiliares del cuerpo vital, que se desarrollan y cristalizan en la medida necesaria como para que puedan realizar cierta clase de trabajos especiales.
Las glándulas y la sangre son las manifestaciones especiales del cuerpo vital.
Aunque cada una de ellas tiene un trabajo específico que realizar, en los casos de buena salud, ellas trabajan juntas en perfecta armonía. Las glándulas de secreción interna son de muchísimo interés para el estudiante esotérico, porque éstas pueden llamarse en cierto sentido “Las Siete Rosas” de la cruz del cuerpo y están íntimamente ligadas con el desarrollo oculto de la humanidad; las glándulas de secreción interna son: la pineal, pituitaria, tiroides, timo, bazo y las dos suprarrenales. Las suprarrenales, el bazo y el timo están conectados con la personalidad. La pituitaria y la pineal están relacionadas con lo espiritual y la tiroides forma un enlace entre las dos.
del libro Temas Rosacruces UNO
publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel
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