CARTA Nº 34
Septiembre de 1913
UN ALEGATO A FAVOR DE LA PUREZA
El punto más importante en la lección del mes pasado es la fuerza de la pasión para degenerar a aquellos que se entregan a ella. Esto lo tenemos bien expresado en el caso de los monos, los cuales se han quedado atrás y
han degenerado en formas semejantes a los animales debido a su abuso de la fuerza creadora. La responsabilidad de los espíritus de Lucifer por esta condición se ha demostrado en el Concepto Rosacruz del Cosmos, así como el caso de que los monos pueden alcanzarnos a nosotros, si adelantan lo suficiente antes de la mitad de la próxima revolución.
Pero existe una doble responsabilidad en el conocimiento, como Cristo dijo: "Pues a aquel que mucho se le ha dado, mucho le será exigido", pues mientras que la transgresión en aquellos primitivos días pueda ser
desdeñada y comprenda solamente un retardo de millones de años, el estado de uno que tenga la iluminación del conocimiento superior que se ha dado a la humanidad del día y que infrinja la ley abusando de su fuerza
creadora, puede convertirse en un caso mucho más serio que el de las clases que ahora están incorporadas en formas antropoides.
La magia negra se está practicando mucho más comúnmente de lo que uno se podría suponer, algunas veces completamente inconsciente, pues la línea divisoria puede consistir únicamente en el motivo. No obstante, si
abusamos de nuestro conocimiento superior, aunque seamos más refinados en la satisfacción de nuestras pasiones, el resultado parece que será ciertamente desastroso. En el estado actual, la fuerza vital (excepto la
cantidad insignificante que pueda ser requerida para la propagación de la raza) debe ser transmutada en fuerza de alma. Continuemos, pues, insistentemente en el camino de la pureza para que no nos veamos en
situación más critica que la que están atravesando esos seres humanos degenerados que vemos como esclavos de Lucifer en la cocina de las brujas, como se representa en el mito de Fausto.
Si en algún momento somos asaltados por pensamientos impuros, volvamos inmediatamente nuestras mentes hacia otros temas alejados de la sensualidad.
Sobre todo, respetemos las leyes de nuestro país que requieren la ceremonia previa del matrimonio a la unión matrimonial, pues aunque las palabras de esta ceremonia no hacen que se compenetren las gentes, son, sin embargo, convenientes, pues nosotros no debemos ofender la común decencia viviendo juntos sin ceremonia de desposorio. Aquellos que se hallan sobre la ley rinden perfecta obediencia a ésta, como lo hizo Cristo, pues cuando nosotros respetamos y cumplimos con todas las leyes sin rebelión, porque obrar así es
correcto, entonces nos hemos elevado sobre la ley y no estamos ya más tiempo sometidos a esclavitudes ni obligaciones.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
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