jueves, 16 de mayo de 2013

EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA LUNA LLENA

Realización, Logro y Cumplimiento


CAPÍTULO II
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA LUNA LLENA


Así como la Luna Nueva marca el tiempo de los nuevos comienzos de Rededicación y Reconsagración a los más elevados ideales a los que uno pueda aspirar, así la Luna Llena marca el tiempo de Realización, Logro y Cumplimiento, las tres palabras que expresan su tónica espiritual. Y como el Bautismo que generalmente se observaba en época de Luna Nueva como la ceremonia de rededicación y reconsagración del Ego a eso, lo más elevado en el hombre, el Dios Interior, así también la profundización de la realización, la exaltación del logro espiritual, y la gloria del sublime cumplimiento están todos incluidos en el hermoso ceremonial de la Fiesta del Amor Místico o Eucaristía, que en los Templos de Misterio se celebraba en la noche de Luna Llena.
El elevado logro del Misterio de la Eucaristía no puede ser adquirido en unos pocos meses, o años, sino que requiere un espacio de muchas vidas. Sin embargo un goce anticipado de esa gloria toca la conciencia de cada sincero aspirante, dondequiera que él se encuentre en la Senda, pero humildemente. Participar del Rito de Cumplimiento significa que la personalidad ha llegado a ser el siervo obediente, en todo momento, de las inspiraciones del Espíritu. Significa que ha ganado la suprema conquista, la de sí mismo. En la Vida de Dante esto había sido superado
cuando llegó a la cima del Monte del Purgatorio, y Virgilio, su maestro y guía espiritual, le dijo: “¡Con la corona y la mitra te nombro soberano de ti mismo!” Y volviendo a la Biblia, ese supremo Libro de la Vida, hallamos entre sus más importantes personajes a aquellos quienes han alcanzado este elevado sitial de desarrollo.
En el décimo-quinto capítulo del Éxodo, Moisés entrega su triunfal canto de completa conquista de si mismo. El declara “El señor es mi fortaleza, y mi cantar. El Señor es mi salvación. A causa de Él he triunfado”. En estas palabras él describe su milagroso paso a través del Mar Rojo.
Esotéricamente se le llama, con toda propiedad, Rojo a este mar porque simboliza el color Marcial de la pasión física a la que está sujeta la naturaleza emocional. Los ejércitos del Faraón, quienes perseguían a los israelitas y quienes fueron tragados y ahogados por las aguas del Mar Rojo, representan a aquellos quienes no han vencido sus tendencias emocionales inferiores y por consiguiente son tragados por las aguas de la pasión y el deseo. Moisés y los israelitas, en cambio, representan a aquellos quienes han dominado su naturaleza inferior. Para ellos los fluidos emocionales retroceden y caminan con los pies secos hacia las  gloriosas vistas de la Tierra Prometida. Por la conquista de sí mismo cada obstáculo que pudiera entorpecer el camino a la propia maestría y la Iluminación con seguridad será removido. 
Los Salmos de David son himnos de varios grados de Iniciación. Algunos están dirigidos al principiante, o neófito; otros fueron compuestos para aquellos quienes han avanzado más lejos en la Senda; y aun otros mencionan el exaltado estado de las almas que llegaron a la conciencia cósmica. En el Salmo Veinticuatro, por ejemplo, escuchamos las triunfantes armonías del canto de un Iniciado: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas y alzaos vosotros, puertas eternas, y entrará el Rey de Gloria. Este Rey de Gloria no es sólo el Señor Dios de los Ejércitos. Es también el luminoso Ser que ingresa en conciencia y expresión en el alma que ha alcanzado el lugar desde el cual pueda abrir las puertas a los mundos espirituales para entrar y salir a voluntad. Con este logro
viene la habilidad para estudiar, enseñar y servir conscientemente en ambos planos, el interno y el externo como las condiciones y
circunstancias lo requieran.
En sus epístolas San Pablo esbozó el sendero del Iniciado como él mismo lo experimentara. Por eso pudo pronunciar esas conmovedoras palabras que innumerables “atletas de Dios” han proclamado después de él: “He peleado la buena batalla. He guardado la fe. He acabado la carrera”.
El Señor Cristo retuvo lo más avanzado de su enseñanza hasta el
término de Su ministerio terrenal. Los profundísimos misterios que El vino a revelar fueron impartidos a Sus discípulos más adelantados cuando se reunieron en el “Aposento Alto” y compartieron la “Última Cena”. Esta observancia perpetuó los antiguos ceremoniales de Templo conocidos como la Fiesta del Amor Místico, y los santificó como el más santo de los sacramentos Cristianos. La Eucaristía, o Santa Comunión, como observada por la Iglesia yace en el mismo corazón de la fe y práctica Cristiana.
De nuestro volumen, El Misterio de los Cristo citamos: La Última Cena o Rito de la Eucaristía ha formado parte de cada enseñanza iniciática que haya sido entregada al hombre. En Egipto los místicos pan y vino significaban las bendiciones del Dios Sol, Ra. En Persia la Eucaristía era parte de los Misterios Mithraicos. En Grecia el pan era sagrado para Perséfona y el vino para Adonis. También se refieren a este Rito en un antiguo fragmento del Rig-Veda de la India. “Hemos bebido soma se lee en un pasaje: “Nos hemos convertido en Inmortales, hemos entrado en la luz, hemos conocido a los dioses”. 
Cada Era, pueblo y religión ha recibido este sagrado ritual del pan y el vino y siempre es observado como el ceremonial que lleva las más sublimes enseñanzas espirituales que puedan entregarse para la época.
Cada era y religión que se sucede, a medida que la divina revelación se extiende, el ritual de la Eucaristía ha tomado significados más profundos, alcanzando su sentido espiritual más elevado cuando el Cristo, el supremo Maestro Mundial, celebraba el rito con Sus discípulos en el Aposento Superior a la hora de la medianoche del Jueves Santo inmediatamente precediendo al Viernes Santo o el Día de la Pasión.
Al momento de la Última Cena este santo servicio fue dividido en tres partes. La primera consistía enteramente de oraciones e himnos, el objeto era crear un espíritu de camaradería pura entre aquellos congregados, pues sólo en un estado de armonía puede llevarse a cabo efectivamente el trabajo espiritual. 
La segunda parte del servicio consistía de las enseñanzas que Cristo les dio a éstos, Sus más avanzados discípulos, con respecto a la doctrina del balance o equilibrio, entre las fuerzas masculina y femenina de la mente y el corazón. El pan incluía la fuerza positiva o masculina (mental), y el vino el poder negativo o femenino (corazón). Cuando el Cristo proveía a Sus discípulos de pan y vino, Él al mismo tiempo estaba derramando desde afuera de Su propio Ser estos poderes duales que Él poseía en un estado de perfecto equilibrio. Estas dos fuerzas también están representadas como el Maná del cielo o Pan de la Verdad y el Vino del Amor.
Astrológicamente, el pan se correlaciona con el signo terrestre de Virgo, la Virgen del cielo, quien lleva una gavilla de trigo; en tanto el fruto de la vid, el poder femenino del amor, se correlaciona con el signo masculino de fuego, Leo, el León real. En estas relaciones estelares descubrimos como la combinación de los opuestos es tejida a la misma estructura del Universo. Así la femenina Jerarquía de Virgo lleva escondidos los poderes masculinos en su interior, y la masculina Jerarquía de Leo las potencias femeninas. La armoniosa interacción de estos dos poderes, ya sea en la bóveda de los cielos o en las grietas internas del alma humana, es el estado que conduce a la integridad, o santidad.
Desde muchos puntos de vista el registro bíblico indica la necesidad
para el hombre de alcanzar el estado de conciencia en el cual pueda
decirse que él es capaz de pensar con el corazón y amar con la mente.
Con tal logro viene la Iluminación.
El hombre puede entonces caminar en la Luz como Él está en la Luz.
En la tercera y última arte del ceremonial de Eucaristía, descubierto sólo para los “Pocos” o los “Restantes”, el Maestro enseñó a Sus discípulos a verter los poderes espirituales de la polaridad Amor-Sabiduría en las  substancias físicas, con el resultado que así magnetizados ellos irradiaban poderes para curar. Esas potencias vivas, energéticas son transmitidas a puntos contactados por un Maestro que ha sido intuitivamente reconocido en todas las religiones desde tiempos inmemoriales y mientras esto ha hado casusa a muchas prácticas supersticiosas relacionadas con talismanes y reliquias, no obstante hay una realidad espiritual en el fondo.
Después de la Ascensión y la partida del Maestro, los discípulos se
reunieron cada tarde en aquel Aposento Superior que era sagrado por el recuerdo de la Mística Comida. El suceso más importante de todo el día para ellos era la celebración de la Santa Fiesta del Amor. Cuando los elementos del pan y el vino habían sido cargados con la fuerza vital cósmica los discípulos los llevarían al enfermo y al triste, y tan poderosas eran sus emanaciones magnéticas que muchos se sanaban simplemente con tocarlos o aun mirándolos.
En la tarde de la Pascua de Resurrección, durante la época de Fiesta, en el camino a Emaús, dos discípulos invitaron a un extraño que iba pasando a entrar y cenar con ellos. No lo reconocieron como el Maestro hasta que en la mesa Él puso Sus manos sobre el pan y éste repentinamente se iluminó como oro derretido. Entonces fue que ellos supieron que era el Cristo resucitado quien estaba en medio de ellos.
Cuando después Él desapareció de su vista salieron llenos de gozo
proclamando que el Maestro resucitado había retornado a ellos. 
En una de sus más importantes interpretaciones la Biblia puede en
verdad ser llamada “El Libro de la Angelogía”. Muchos de sus ilustres personajes dan cuenta de haber sido rodeados, dirigidos e iluminados por visitantes angelicales. Algunos de los más maravillosos eventos en la Biblia ocurren a través de la intercesión angelical. Existe sino un pequeño reconocimiento de este ministerio celestial en nuestros días debido a la deslumbrante luz del materialismo. Aun en los templos donde uno esperaría que a esto se le diera gran importancia le falta el énfasis que merece. Y sin embargo para aquellos quienes tienen los ojos para ver y los oídos para escuchar el ministerio angelical continúa siendo tan esencial y efectivo para la vida humana como siempre lo ha sido.
Durante las horas de la noche huestes de Ángeles se congregan sobre las ciudades del mundo, disipando las obscuras nubes astrales que permanecen sobre ellas. Esta niebla miasmática se compone de los pensamientos y sentimientos negativos y del mal combinado de la población. El miedo, la desesperación, la crueldad, el odio, la codicia y los elementos discordes y destructivos de cada clase obscurecen y exceden en peso a la atmósfera psíquica. Para contrarrestar esta  condición que se levanta en el curso de las actividades de cada día el ministerio angelical trabaja toda la noche para dispersar la nube suspendida y limpiar la atmósfera así las mejores condiciones prevalecerán en el siguiente amanecer para el hombre.
Mientras el ministerio Angelical es continuo, es en la noche cuando los seres humanos están dormidos y las mentes quietas ellos son más sensibles a las influencias espirituales.
Dondequiera que haya problemas, tristeza y sufrimientos, los
mensajeros angelicales siempre están presentes para prestar el
amoroso y beneficioso servicio. Ellos se congregan en gran número
sobre los campos de batalla, donde traen paz a los recién fallecidos y confortan a aquellos que sufren. Los Ángeles también visitan hogares, hospitales e instituciones mentales durante el día y la noche. Traen luz a los lugares obscuros, fuerza al débil, esperanza al abatido, consuelo al desolado y paz mental a las mentes enfermas y perturbadas. Aun cuando ellos no son apreciadores de personas, siendo ayudadas de acuerdo a la necesidad y no al mérito, son más felices en el medio ambiente de aquellos cuyas vidas armonizan con los niveles de conciencia y expresión más elevados. También se reúnen en gran cantidad en y alrededor de los lugares sagrados, por ejemplo, los Templos de Misterio en el plano etéreo y dondequiera que el devoto se concentre en observancia del Santo Sacramento de la Eucaristía. Su presencia y participación es sentida internamente por los devotos adoradores, y aquellos que poseen segunda vista los ven claramente. En cualquier caso las bendiciones de sus emanaciones áuricas son evidentes. 
En las leyendas del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, que en realidad son descripciones disimuladas de las actividades del Templo que sucedieron en los tiempos medievales, a cada caballero se le asignaba una silla particular en la cual siempre se sentaba. Arriba de cada silla y sobre la cabeza de cada caballero se veía una forma angelical. Pues se decía que Dios destinaba a cada caballero un Ángel que lo acompañaría en todas sus aventuras, o pruebas, para apoyarlo en el fracaso y elevarlo en virtud, regocijándose con él en su logro espiritual conforme progresaba en su Senda de Iniciación elegida. 
Realización, Logro y la sublime gloria del Cumplimiento – éstas son las tónicas espirituales que transmiten el verdadero significado de la noche de Luna Llena. Las leyendas nos cuentan que después que Pedro hubo negado a su Señor sufrió tales terribles agonías de penitencia y humillación que él literalmente fue reformado, y su naturaleza inferior pasó a través de la completa transmutación. Fue entonces cuando él llegó a ser de hecho y en verdad San Pedro el Iniciado, y fue la Iniciación  de Pedro a la que el Señor Cristo se refirió en las palabras: “Sobre esta roca construiré mi iglesia”. Y así fue que según la leyenda Pedro alcanzó tal santidad que como él caminase a lo largo del sendero, dondequiera que su sombra cayese sobre los enfermos éstos serían sanados, y al levantarse, con gran gozo y triunfantemente proclamarían el Santo Nombre y su poder transformador.
“He peleado la buena batalla. He guardado la fe. He acabado la carrera”.
Tal es el glorioso ideal mantenido por aquellos grandes discípulos
espirituales, San Pedro y San Pablo. Y a medida que avancemos sobre la Senda de Luz, también aprenderemos a superar las turbulentas aguas del Mar Rojo. Asimismo permaneceremos sobre suelo seco y daremos una mirada a esa Tierra Prometida que es el dorado amanecer de la Nueva Era, ahora aproximándose tan rápidamente; esa Era en la cual la Paternidad de Dios y la Hermandad del Hombre vendrá a ser una realización viviente en todas partes del Mundo.

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