martes, 14 de mayo de 2013

COMO SE ORGANIZAN LOS VEHICULOS INTERNOS





COMO SE ORGANIZAN LOS VEHÍCULOS INTERNOS

En la vida corriente, la mayoría de la gente vive para comer, beben, satisfacen su pasión sexual de la manera más desenfrenada y pierden la cabeza a la más ligera provocación. Aunque exteriormente esa gente pueda ser muy "respetable", están produciendo casi todo el día la mayor confusión en su organismo. El período todo del sueño lo necesitan los cuerpos vital y de deseos para reparar los estragos producidos en el día, no quedando tiempo alguno para trabajar internamente en nada. Pero conforme el individuo comienza a sentir las necesidades de la vida superior, a dominar la fuerza sexual y el carácter y a cultivar una disposición serena, se producen menos perturbaciones en los vehículos durante las horas de vigilia; por consiguiente, entonces se requiere menos tiempo para reparar los desgastes durante el sueño. Y entonces es posible abandonar el cuerpo denso durante largos períodos, en las horas dedicadas al sueño, pudiendo funcionar en los mundos internos con sus vehículos superiores. Como el cuerpo de deseos y la mente no están organizados todavía, no pueden emplearse como vehículos separados a consciencia. Y como el cuerpo vital no puede abandonar tampoco el cuerpo denso porque eso produciría la muerte de ese último, es evidente que habrá algún medio para proporcionar un vehículo organizado que sea fluídico y construido en forma tal que satisfaga las necesidades del Ego en los mundos internos, así como el cuerpo denso las satisface en el Mundo Físico.
El cuerpo vital es un vehículo organizado así, y si se encontrara algún medio para poder separarlo del cuerpo denso sin producir la muerte de éste, el problema quedaría resuelto. Además, el cuerpo vital es el asiento de la memoria, sin el cual sería imposible traer nuevamente a nuestra conciencia física los recuerdos de las experiencias suprafísicas y obtener así de ellas el pleno beneficio.
Recordemos que los Hierofantes de los antiguos Templos de los Misterios aislaban a ciertos grupos en castas y tribus, tales como los brahmanes y los levitas, con objeto de proveer los cuerpos necesarios para los Egos que estaban prontos para la Iniciación. Esto se efectuaba de tal manera que el cuerpo vital se separaba en dos partes, como lo era el cuerpo de deseos de toda la humanidad al comenzar el Período Terrestre. Cuando el Hierofante sacaba a sus discípulos de sus cuerpos, dejaba una parte del cuerpo vital, que comprendía al primer y segundo éteres, para que realizara las funciones puramente animales (las únicas que son activas durante el sueño), y el discípulo llevaba consigo un vehículo capaz de percepción, debido a su conexión con los centros sensoriales del cuerpo denso y también capaz de memoria. Poseía estas capacidades porque estaba compuesto del tercer y cuarto éteres, que son los elementos de la percepción sensorial y de la memoria.
En una palabra, ésa es la parte del cuerpo vital que el aspirante retiene vida tras vida y que inmortaliza como Alma intelectual.
Desde que Cristo vino y "lavó los pecados del Mundo" (no del individuo), purificando el cuerpo de deseos de nuestro planeta, la relación, o conexión mejor dicho, entre todos los cuerpos humanos densos y vitales se ha perdido en tal proporción que, por el ejercitamiento, son capaces de separarse en la forma más arriba descrita. Por lo tanto, la Iniciación está abierta para todos.
La parte más sutil del cuerpo de deseos, que constituye el Alma Emocional, es capaz de separación en la mayoría de los hombres (y en realidad poseían esa capacidad aun antes de que Cristo viniera), y en esa forma, por medio de la concentración y del empleo de la fórmula apropiada, las partes sutiles de los vehículos se separan para ser empleadas durante el sueño o en cualquier otra oportunidad, dejando las partes inferiores de los cuerpos vital y de deseos para que efectúen el proceso restaurativo en el vehículo denso, la parte animal meramente.
Esa parte del cuerpo vital que sale, está altamente organizada, como hemos visto. Es la exacta contraparte del cuerpo denso. El cuerpo de deseos y la mente, no estando organizados, son útiles únicamente porque están conectados con el cuerpo denso altamente organizado. Separados de él, son muy pobres instrumentos y, por lo tanto, antes de que el hombre pueda separarse del cuerpo denso es necesario despertar los centros sensoriales del cuerpo de deseos.
En la vida corriente el Ego está dentro de sus cuerpos y sus fuerzas se dirigen directamente al exterior. Toda la voluntad y la energía humana se emplean en el mundo externo. No puede librarse de las impresiones de su alrededor ambiente y obrar libremente en sí mismo durante las horas de la vigilia. Durante el sueño, cuando se presenta esa oportunidad, debido a que el cuerpo denso ha perdido la consciencia del mundo, el Ego está fuera de sus cuerpos. Si el hombre puede obrar en sus vehículos de algún modo, debe ser cuando el mundo externo esté ajeno a él, como en el sueño, y que el espíritu permanezca, sin embargo dentro y con pleno dominio de sus facultades como en las horas de vigilia. Hasta que no se obtenga ese estado es imposible que el Espíritu obre internamente y sensibilice propiamente sus vehículos.
La concentración es ese estado. Cuando se sumerge uno en ella, los sentidos se cierran y la persona se encuentra respecto al mundo externo en la misma condición que en el sueño profundo, si bien el espíritu permanece dentro plenamente consciente. La mayoría de los hombres han experimentado ese estado en algún grado, como cuando se queda uno absorbido en la lectura de algún libro. En tales ocasiones se vive en las escenas pintadas por el autor y pierde uno toda noción de lo que le rodea. Cuando se les habla, muéstranse insensibles a todo sonido, así como de todo cuanto tienen en torno, si bien son plenamente conscientes de lo que están leyendo, del mundo invisible creado por el autor, viviendo en él y sintiendo todos los latidos del corazón de los personajes de la novela. No son independientes, sino que están limitados por la vida que el escritor ha creado para ellos en el libro.
El aspirante a la vida superior cultiva la facultad de absorberse a voluntad en cualquier asunto que elija, o más bien no en un asunto general, sino en un simple objeto que él mismo imagina. De esta manera, cuando la condición o estado apropiado de absorción se obtiene, cuando los sentidos están completamente cerrados, se concentra el pensamiento sobre los diferentes centros sensoriales del cuerpo de deseos, y entonces éstos comienzan a girar.
Al principio su movimiento es lento y trabajoso, pero gradualmente los centros sensoriales del cuerpo de deseos se harán lugar a sí mismos dentro de los cuerpos denso y vital, los que aprenderán entonces a acomodarse por sí mismos a esa nueva actividad. Entonces, un buen día, cuando la vida apropiada haya desarrollado la requerida inadherencia entre las partes superior e inferior del cuerpo vital, se produce un supremo esfuerzo de la voluntad; un movimiento en espiral tiene lugar en muchas direcciones y el aspirante se encuentra fuera de su cuerpo denso. Lo mira como si mirara a otra persona. La puerta de su casa-prisión se ha abierto. Ahora puede ir y venir libremente lo mismo en los mundos internos que en el Mundo Físico, funcionando a voluntad en los unos y en los otros, para ayudar a todos los que lo necesiten en cualquiera de esos mundos.
Antes de que el aspirante aprenda a dejar voluntariamente el cuerpo, debe haber trabajado el cuerpo de deseos durante el sueño, porque en algunas personas el cuerpo de deseos queda organizado aun antes de que pueda producirse la separación citada en el cuerpo vital. Bajo esas circunstancias es imposible traer experiencias subjetivas a la conciencia de vigilia, pero generalmente en tales casos se notará, como primer signo en ese desarrollo, que todos los sueños confusos cesan. Entonces, después de cierto intervalo, los sueños ser irán haciendo más vívidos y perfectamente lógicos. El aspirante soñará, entonces, el estar en lugares con gente (conocida o no de él, esto importa poco) en los que se habrá conducido en forma razonable como si estuviera despierto. Si el lugar con el que ha soñado le es accesible en las horas de vigilia, podrá comprobar fácilmente la realidad de su sueño si toma nota de algún detalle físico de la escena, pudiendo verificarlo al día siguiente.
Después verá que puede, durante el sueño, visitar cualquier lugar que desee sobre la superficie de la Tierra y estudiarlo mucho mejor que si hubiera ido a él con su cuerpo denso, porque en su cuerpo de deseos puede ir a cualquier parte, no sirviendo para nada ni los cerrojos ni las rejas. Si persiste en sus esfuerzos, llegará un tiempo en el que ya no necesitará esperar al sueño para disolver la conexión entre sus vehículos, sino que podrá separarse de ellos conscientemente.
No se pueden dar promiscuamente indicaciones específicas para libertar a los vehículos superiores. Esta separación se efectúa no por medio de un juego de palabras, sino más bien por un acto de voluntad, si bien la manera en que debe dirigirse la voluntad es individual y sólo puede ser indicada por un instructor competente. Como cualquiera otra información esotérica, jamás se vende ésta, y no es más que el resultado de haberse calificado el discípulo a sí mismo para recibirla. Todo lo que podemos hacer aquí es dar algunas indicaciones sobre los primeros pasos que conducen a la adquisición de la clarividencia voluntaria.
El tiempo más favorable para ejercitarla es al despertar por la mañana, antes de que las molestias y cuidados de la vida diaria hayánse apoderado de la mente. En ese momento acaba uno de dejar los mundos internos y, por lo tanto, puede volver a ponerse en contacto con ellos con más facilidad que en cualquier otra hora del día. No esperéis a vestiros o sentaros en la cama, sino relájese el cuerpo perfectamente, y que el ejercicio sea el primer pensamiento del día. La relajación o laxación no significa simplemente una posición confortable; es posible mantener todos los músculos tensos con expectación, y ese solo hecho frustra el objeto, porque en ese estado el cuerpo de deseos está presionando a los músculos. No puede ser de otra manera hasta que calmemos la mente.

CONCENTRACION

Lo primero que hay que practicar es mantener los propios pensamientos sobre un ideal y mantenerlos así sin permitir que se desvíen. Es una tarea sumamente difícil, pero debe ser realizada en alguna extensión, por lo menos, antes de que pueda hacerse algún progreso ulterior. El pensamiento es el poder que empleamos para formar imágenes mentales, pensamientos-forma o idea-ciones, de acuerdo con nuestras ideas internas. Es nuestro poder principal y tenemos que aprender mantenerlo bajo nuestro absoluto dominio, de manera que lo que produzcamos no sean fugaces ilusiones inducidas por las circunstancias exteriores, sino verdaderas imaginaciones generadas por el espíritu desde el interior (Véase el diagrama 1.).
Los escépticos dirán que todo eso son imaginaciones, pero, como ya indicamos, si el inventor no hubiera podido imaginar el teléfono, etc., no poseeríamos hoy esas cosas. Sus imaginaciones no fueron, generalmente, correctas o ciertas al principio, pues en caso contrario todos los inventos hubieran realizado su objeto con todo éxito desde el principio, sin los fracasos ni los experimentos inútiles que han precedido siempre a la producción de todo instrumento
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1La detallada descripción del ejercicio de la mañana o "concentración" y del ejercicio de la noche o "retrospección" aquí referida, puede hallarse en la Instrucción XI del libro "Cristianismo Rosacruz", editada en español.
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o máquina servicial y práctica. Tampoco es la imaginación lo que los ocultistas nacientes corrigen al principio. La única manera de hacerla cierta y segura es manteniendo el pensamiento enfocado sobre un asunto, objeto o idea, excluyendo todo lo demás. El pensamiento es un gran poder que nos hemos acostumbrado a malgastar. Se le permite fluir sin objeto alguno, así como se deja que el agua caiga a un precipicio sin utilizarla antes para que mueva una turbina.
Los rayos del sol difundidos sobre la superficie de la Tierra producen solamente un calor moderado, pero si se concentran sólo unos pocos, por medio de un cristal de aumento, son capaces de producir fuego en el punto focal.
La fuerza del pensamiento es el medio más poderoso para la adquisición del conocimiento. Si se concentra sobre un asunto, se abrirá camino a través de cualquier obstáculo y resolverá el problema. Si se posee la cantidad necesaria de energía mental no hay nada que esté más allá de la humana comprensión. Mientras la malgastamos, la energía mental es de muy escasa utilidad para nosotros, pero tan pronto como estamos preparados para tomarnos el trabajo necesario para dominarla, todo el conocimiento es nuestro.
Muy a menudo oímos a la gente exclamar petulantemente: "!Oh, yo no puedo pensar en cien cosas a la vez!", cuando en realidad eso es exactamente lo que han estado haciendo, lo que les ha causado ya la molestia misma de la que se están quejando. La gente está pensando constantemente en cien otras cosas que aquella que tienen entre manos. Todo triunfo, todo éxito se ha conseguido por medio de la concentración persistente en el fin deseado.
Esto es algo que el aspirante a la vida superior debe aprender positivamente a hacerlo. No hay otro camino. Al principio se encontrará pensando en todo cuanto exista bajo el Sol, en vez de pensar sobre el Ideal en el cual ha decidido concentrarse, pero esto no debe desanimarlo. A su tiempo verá que ya le es más fácil cerrar sus sentidos y mantener claramente sus pensamientos. Persistencia, persistencia y siempre persistencia, y ganará al fin. Sin ella, es imposible obtener un resultado fructífero o alentador. No tiene utilidad alguna al realizar el ejercicio dos o tres mañanas o semanas y abandonarlo otro tanto tiempo. Para que sea efectivo, es necesario hacerlo fielmente una mañana tras otra, sin descuidarlo nunca.
Puede elegirse cualquier asunto, de acuerdo con el temperamento o convicciones del aspirante, siempre que sea puro y mejore la mente por su tendencia. Unos se concentrarán en Cristo; otros, a quienes les gusten las flores especialmente, pueden tomarlas como asunto de concentración. El objeto importa poco, pero cualquiera que él sea, debemos imaginarlo viviente y con todos sus detalles. Si es Cristo, debemos imaginarnos un Cristo real, con rasgos movibles, llenos de vida sus ojos con una expresión viviente que no sea la de un crucifijo. Debemos construir un ideal viviente y no una estatua. Si es una flor, debemos imaginativamente, plantar la semilla en la tierra, fijando bien nuestra mente sobre ella. Después miresmola desarrollarse, echando raicillas que penetren en la Tierra en forma de espiral. De las raíces principales miremos cómo salen miríadas de pequeñas raicillas, ramificándose en todas direcciones. Entonces comienza a surgir el tallito de un color deliciosamente verde. Crece; sale una yema; dos pequeñas ramitas que brotan del tallito principal. Sigue creciendo: otro juego de ramitas aparece; de éstas brotan pedúnculos con hojitas. Entonces surge un capullo en la punta; crece hasta que llega un momento en el que se abre y sale una hermosa rosa roja entre la verdura de las hojas. Se desarrolla en el aire emitiendo un perfume delicioso, que sentimos perfectamente, como cuando llega hasta nosotros la embalsamada brisa estival, todo ello hermosamente creado por nuestros ojos mentales.
Unicamente cuando "imaginamos" en forma tan clara y tan distintamente como lo expresado, penetramos ciertamente en el espíritu de la concentración. No debe haber sombras ni apariencias.
Los que han viajado por la India nos hablan de faquires que les han mostrado una semilla, la que plantada crecía rápidamente ante sus atónitos ojos, produciendo flores y frutas que el viajero gustaba. Eso se efectuaba por una concentración tan intensa, que la imaginación se hacía visible, no solamente para el mismo faquir, sino también para los espectadores. Recordamos un caso en el que los miembros de un comité científico vieron esas cosas maravillosas ante sus mismos ojos, bajo condiciones tales en las que todo juego de manos era imposible, pero las fotografías obtenidas mientras se efectuaban las experiencias, no arribaban a nada. No había la menor impresión en las placas, porque no había habido tampoco objetos materiales.
Al principio las imaginaciones producidas por el aspirante serán obscuras y de pobre parecido, pero al fin podrá, por medio de la concentración, evocar imágenes más reales y vivientes que las cosas del Mundo Físico.
Cuando el aspirante puede formar tales imaginaciones y cuando ha conseguido mantener su mente sobre las imágenes así creadas, puede tratar de hacer desaparecer súbitamente la imagen y mantener la mente firme, sin pensamiento alguno, esperando lo que venga a ese vacío.
Durante largo tiempo puede no aparecer nada y el aspirante debe guardarse cuidadosamente de crearse visiones él mismo, pero si guarda esa actitud puntual y pacientemente todas las mañanas, vendrá un día que en el momento de desaparecer aquella imagen en algo así como un relámpago, se desplegará el Mundo del Deseo de su alrededor ante su visión interna. Al principio puede ser nada más que una vislumbre, pero es una vislumbre de lo que vendrá más tarde.

MEDITACION

Cuando el aspirante ha practicado la concentración durante algún tiempo, enfocando la mente sobre un mismo objeto, construyendo un pensamiento-forma viviente por medio de la facultad imaginativa, aprenderá, por medio de la Meditación, todo lo referente al objeto así creado.
Suponiendo que el aspirante haya evocado, por medio de la concentración, la imagen de Cristo, es muy fácil reproducir meditativamente todos los incidentes de su vida, sus sufrimientos y su resurrección, pero mucho más allá de todo eso es lo que puede aprenderse por la meditación. Un conocimiento jamás soñado fluirá en el alma llenándola de gloriosa luz. Sin embargo, algo que carezca de interés y no sugiera por sí mismo nada interesante o maravilloso, es mejor para la práctica. Tratad de descubrir todo lo referente a un fósforo o a una mesa, por ejemplo.
Cuando la imagen de la mesa se ha formado claramente en la mente, tratad de pensar de qué clase de madera es y de dónde ha venido. Retrocédase hasta el tiempo en el que, como pequeña y delicada simiente, el árbol de cuya madera está formada la mesa, cayó por primera vez en la tierra del bosque. Obsérveselo año tras año, cubierto por las nieves del invierno o calentado por el Sol estival, creciendo continuamente, mientras sus raíces van constantemente penetrando en la tierra. Primeramente es un tierno vástago, mecido por la brisa; después un arbolito que gradualmente va creciendo cada vez más alto, dirigiendo su copa al aire y hacia los rayos del Sol. Conforme los años pasan, su fronda y su tronco se van haciendo cada vez más grandes, hasta que por último viene el leñador, con el hacha y el serrucho que brillan bajo los rayo del Sol. Cae el árbol y queda despojado de sus ramas, dejando sólo el tronco; éste es luego cortado en tablones, los que son luego arrastrados hasta el río, donde tendrán que esperar hasta la primavera, a fin de que la nieve derretida no obstaculice la corriente. Más tarde se hace un gran atado con los tablones, entre los cuales están los de aquel árbol. Conocemos todas las pequeñas peculiaridades de aquél y lo reconoceremos instantáneamente entre millares de otros; !tan claramente lo hemos observado mentalmente! Seguimos a la balsa en su curso por la corriente, observando los paisajes por los que pasamos y familiarizándonos con los hombres que cuidan de la balsa o jangada y que duermen sobre pequeñas hamacas sobre la carga flotante. Por último llegamos a un aserradero. Uno por uno los tablones son tomados por una cadena sin fin y extraídos fuera del agua. Aquí viene uno de nuestros tablones, cuya parte más ancha servirá de tablero a nuestra mesa. Se saca del agua para llevarla al galpón. Oímos el ansioso chirrido de las grandes sierras circulares que giran tan rápidamente que parecen torbellinos borrosos. Nuestro tablón queda colocado sobre un carro que lo conduce a una de esas sierras, la que en un momento muerde con sus dientes a la madera y la divide en tableros y planchas. Algunas maderas se apartan para formar parte de algún edificio, pero las mejores son llevadas a las fábricas de muebles, donde se meten en una estufa, en la que quedan secas por medio del vapor, para que no se tuerzan después de que se ha hecho el mueble. Entonces se las mete en una gran máquina plana, provista de muchas cuchillas afiladas que las suavizan. Después quedan cortadas en pedazos de diversos tamaños, pegándolas para formar los tableros de las mesas. Las patas se sacan de los troncos más finos y se colocan en la armazón que soporta el tablero; siendo nuevamente pulimentado entonces todo el mueble con papel de lija, barnizado y suavizado, quedando así completa la mesa en todos sus detalles. Después se la envía a otra mueblería, para que quede en existencia hasta su venta, y nosotros la seguimos hasta ese lugar en el que la compramos y la llevamos a casa, dejándola en el comedor.
De esta manera, por medio de la meditación, nos hemos familiarizado con varias ramas de la industria, necesarias para convertir un árbol del bosque en una pieza de moblaje. Hemos visto todas las máquinas y hombres y observado las peculiaridades de los diferentes lugares visitados. Hemos seguido además el proceso de la vida por el cual surgió el árbol de la delicada semilla, y hemos aprendido que tras toda apariencia, por común que sea, hay una historia interesante en sumo grado. Un alfiler; el fósforo con el que encendemos el gas; el gas mismo; y la habitación en la que encendemos ese gas, todos tienen historias muy interesantes que bien vale la pena de aprender.

OBSERVACION

Uno de los más poderosos auxiliares del aspirante en sus esfuerzos es la observación. La mayoría de los hombres van por el mundo casi ciegos. De ellos es literalmente cierto el que "tiene ojos y no ven... tienen oídos y no oyen". En la mayor parte de la humanidad hay una falta deplorable de observación.
Muchas personas pueden excusarse, en cierto grado, porque su vista no es normal. La vida urbana ha causado grandes daños a los ojos. En el campo el niño aprende a usar los músculos del ojo en toda su extensión, relajándolos o contrayéndolos, según sea necesario, para ver objetos muy distantes o cercanos. Pero el hijo de las ciudades ve prácticamente todas las cosas a mano y los músculos de sus ojos apenas se emplean para observar objetos a gran distancia, y por consiguiente, se pierde esa facultad en gran parte, resultando de ello que prevalece la visión para las cosas próximas (miopía) y otras perturbaciones del ojo.
Es muy importante para el aspirante a la vida superior el que pueda ver todas las cosas en torno suyo de una manera clara, nítida y distinta, y en todos sus detalles. Para uno que sufre de la vista, el empleo de los lentes es lo mismo que se abriera ante él un mundo nuevo. En vez de perfiles borrosos, todo se ve claro y definido.
Si el estado de la vista requiere el empleo de dos focos, no debe contentarse con tener dos pares de anteojos, uno para las cosas próximas y otro para las lejanas, porque eso necesita cambios muy frecuentes. Y no solamente se necesita cambiarlos con frecuencia, sino que puede olvidárselos uno en casa al salir. Pueden tenerse los dos focos en un par de lentes bifocales, y éstos son los que deben usarse para facilitar la observación en los menores detalles.

DISCERNIMIENTO

Cuando el aspirante ha atendido ya a su vista, debe observar sistemáticamente todas las cosas y a todo el mundo, deduciendo conclusiones de los actos, para cultivar la facultad de razonamiento lógico. La lógica es el mejor instructor en el Mundo Físico, así como el guía más seguro en cualquier mundo.
Cuando se practica este método de observación, es absolutamente necesario tener bien presente que sólo debe emplearse para agrupar hechos y no con propósitos de crítica o por lo menos de crítica malévola. La crítica constructiva, que señala los defectos y el modo de remediarlos, es la base del progreso; pero la crítica destructiva, que salvajemente destruye todo cuanto toca, bueno o malo, sin ir en pos de ninguna realización superior, es una úlcera del carácter que debe desaparecer. La charla y las conversaciones triviales son obstáculos y barreras. Si bien no es necesario que digamos que lo blanco es negro y hacer como que no se ve la mala conducta ajena, la crítica debe siempre hacerse con propósitos de ayudar y no para agriar el carácter a nuestro prójimo porque hayamos encontrado en él alguna manchita. Si recordamos la parábola de la pajita y la viga, volveremos de motu propio nuestra crítica contra nosotros mismos. Ninguno es tan perfecto que no necesite mejorarse. Cuanto mejor es un hombre, menos encuentra faltas en los demás y menos se atreve a arrojar a nadie la primera piedra. Si señalamos alguna falta e indicamos el medio de corregirla, debemos hacerlo sin el menor sentimiento personal. Debemos siempre buscar lo bueno que está oculto en todo. El cultivo de esta actitud discernidora es especialmente importante.
Cuando el aspirante al conocimiento directo ha practicado los ejercicios de concentración y de meditación, durante algún tiempo, y cuando ya se ha hecho proficiente en ellos, debe dar un paso más.
Hemos visto que la concentración consiste en enfocar el pensamiento sobre un solo objeto. Es el medio por el cual construimos una imagen clara, objetiva y viviente de la forma sobre la que deseamos adquirir conocimiento.
La meditación es el ejercicio por el cual seguimos la historia del objeto y nos ponemos en relación con todos los detalles del mismo con respecto al mundo en general.
Esos dos ejercicios mentales se refieren en la más profunda manera imaginable a las cosas. Y conducen a un estado más elevado, penetrante y sutil, de desarrollo mental, que se refiere al alma de las cosas.
El nombre de este estado es Contemplación.

CONTEMPLACION

En la contemplación no se necesita imaginar o pensar para conseguir la información deseada, como en la meditación. Aquélla consiste simplemente en mantener el objeto ante la visión mental y dejar que el alma de aquél nos hable. Reposamos tranquilamente sobre el lecho -no negativamente, sino perfectamente alerta- esperando la información que vendrá con toda seguridad si hemos ya alcanzado el debido grado de desenvolvimiento. Entonces la Forma del objeto parece desvanecerse y vemos únicamente a la Vida en trabajo. La contemplación nos enseñará todo lo referente al aspecto vital, así como la meditación nos enseñó lo referente a la forma.
Cuando llegamos a este estado y tenemos ante nosotros por ejemplo a un árbol del bosque, perdemos de vista a la forma por completo y sólo vemos la Vida, que en ese caso es un espíritu-grupo. Nos encontraremos entonces, para nuestro asombro, con que el espíritu-grupo del árbol comprende también a los diversos insectos que de él se alimentan; que el parásito y su presa son emanaciones del mismo espíritu-grupo, porque cuanto más ascendemos en los dominios de lo invisible, hay menos formas separadas y distintas, y la Vida Una predomina más completamente, imprimiendo sobre el investigador el hecho supremo, de que no hay sino Una vida -la Vida Universal de Dios, en Quien en realidad "vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser"-. Los minerales, las plantas, los animales y el hombre -todos sin excepción- son manifestaciones de Dios, y este hecho suministra las bases de la Fraternidad, una fraternidad que lo incluye todo, desde el átomo hasta el Sol, porque todos son emanaciones de Dios. El concepto de fraternidad que se basa sobre otra fundación cualquiera, tal como las distinciones de clases, afinidades de raza, ocupación similar, etc., fracasarían, porque el ocultista comprende claramente que la Vida Universal fluye en todo lo que existe.

ADORACION

Cuando se ha alcanzado esa altura por medio de la contemplación, cuando el aspirante ha comprendido que es verdad que Dios sustenta toda vida penetrando en todas las cosas, hay que dar aún el paso más elevado, la Adoración, por medio de la cual se unirá él mismo con la Fuente de todas las cosas, alcanzando por ese acto la mayor altura posible de realización para el hombre, hasta que llegue el tiempo en el que esa unión permanente tenga lugar al final del gran Día de Manifestación.
Cree el autor que ni las alturas de la contemplación, ni de la adoración, pueden realizarse sin la ayuda de un instructor. El aspirante no debe temer nunca, sin embargo, que por falta de aquél se demore en su progreso, ni necesita molestarse en buscar al Maestro. Todo lo que necesita es comenzar a mejorarse a sí mismo y continuar diligente y persistentemente en ello. De esa manera purificará sus vehículos. Comenzará entonces a brillar en los Mundos internos, lo que no podrá menos que atraer la atención de los instructores, que están siempre vigilantes y que muy gustosamente ayudan a todos aquellos que, por sus vigorosos esfuerzos en purificarse a sí mismos, han adquirido el derecho de ser ayudados. La humanidad necesita muchos auxiliares que puedan trabajar desde los mundos internos por lo tanto: "Buscad y encontraréis, pero no vayamos a imaginarnos que por ir de un instructor a otro estamos buscando. "Buscar" en ese sentido, no significaría nada para este mundo de tinieblas. Nosotros mismos debemos encender la luz, la luz que invariablemente irradia de los vehículos de todo aspirante diligente. Esa es la estrella que nos conducirá hasta el instructor, o mejor dicho, la que conducirá al instructor hasta nosotros.
El tiempo requerido para producir resultados por medio de los diversos ejercicios, varía con cada individuo, dependiendo de su aplicación, de su estado de desarrollo y el destino pendiente; por consiguiente, no puede establecerse un tiempo general. Algunos, que están ya casi prontos, obtienen resultados en pocos días o semanas; otros tienen que trabajar durante meses, años y quizás durante una vida entera sin obtener resultados visibles, pero no obstante los resultados están allí y el estudiante que persiste fielmente obtendrá algún día, en esta o en otra futura vida, la recompensa de su paciencia y de su perseverancia y los mundos internos se abrirán ante sus ojos, encontrándose morador en esos dominios en los que las oportunidades son inmensamente mayores que en el Mundo Físico sólo.
Desde entonces -despierto o dormido, a través de todo lo que el hombre vida y de lo que llama muerte- su conciencia será ininterrumpida. Llevará una existencia continua consciente, beneficiándose de todas las condiciones que permiten un avance más rápido hacia puestos de mayor responsabilidad, para ser empleados en beneficio de la humanidad.




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