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CAPÍTULO 12
LAS ENTRADAS DEL TEMPLO
¿Has notado de cuántas entradas del Templo te he hablado hasta ahora? En primer lugar la del tacto, a través de la piel, mediante sus terminales nerviosas. Luego la del gusto, a través de las papilas gustativas en la boca. Luego la del olfato, a través de las terminaciones nerviosas de la nariz. Después la entrada de la vista, a través de los ojos, por medio del maravilloso nervio óptico y, finalmente, la de la audición, a través del oído y por medio del nervio auditivo que transporta las ondas de sonido.
En total, mencioné cinco formas de ingresar al Templo. Estas cinco entradas del cuerpo se llaman sentidos: el tacto, el gusto, el olfato, la vista y la audición. Éstas son las únicas formas de ingresar al Templo del cuerpo humano. Las entradas del Templo de Salomón y muchos otros templos, iglesias y catedrales, son justamente famosos por el maravilloso trabajo realizado por el hombre en sus portales.
Seguramente habrás notado que cada una de dichas entradas al Templo, son mucho más complejas y denotan una pericia muy superior a la de las obras maestras del hombre. Inclusive la rara perfección de los ojos o de los oídos, el genio artístico que emerge de su realización, el modo maravilloso en el que están hechos para realizar sus funciones a la perfección y ágilmente, todo esto deja de sorprendernos cuando entendemos lo que El Gran Arquitecto nos ha permitido hacer por medio de estos sentidos.
Una vez más notamos la diferencia entre el Templo del cuerpo humano y todos los otros templos. De un Templo de piedra no se puede esperar que haga cosa alguna, es decir, no se puede mover, cambiar o repararse a sí mismo, ni puede destruir o completar el trabajo del artesano. Su belleza y su valor no han aumentado ni disminuido por efecto de lo sucedido dentro de sus paredes. Como fue construido, así es que permanece para siempre.
Pero el Templo viviente fue concebido con un propósito fundamental: el poder vivir y crecer en Él y con Él. Nuestra vida no puede ser separada de la vida del Templo. Si algo no debiera ingresar al cuerpo, porque podría dañarlo o destruir parte de él, pero tú lo ingresas igual, tú mismo estás dañándolo o incluso destruyéndolo. Si en cambio el Templo se desarrolla, nosotros también crecemos con él. Si muere, tú también morirás. Si es fuerte, tú también lo eres. Si él está enfermo y débil, asimismo tú lo estás.
Entonces puedes ver cuánta influencia tienen en tu estado de salud y perfección los procesos que ocurren en tu interior, ya que por ellos a través del tiempo evolucionas. De hecho, no permaneces como niño, pues creces y llegas a adulto. Los sentidos te fueron suministrados para ser utilizados en la realización de convertirte en hombre o mujer. Los animales también poseen los cinco sentidos. Aunque algunos tienen el sentido de la vista o del oído más desarrollado que los del hombre, sin embargo, no tienen la capacidad del ser humano de usar los cinco sentidos, ya que no fueron elegidos por Dios como sus templos, como sus moradas sagradas. Dios usa sus cuerpos de manera diferente, con un propósito diferente.
El halcón volando sobre una pradera puede ver un ratón corriendo en el campo; el hombre no posee una vista tan aguda, pero inventó el telescopio, con el cual observar incluso los planetas de nuestro sistema solar. Su mente, inteligente, ayudó al sentido de la vista. Los animales son capaces de atrapar sonidos u olores desconocidos para nosotros, pero no pueden seleccionar los diversos aromas y apreciar las diferentes melodías.
Los sentidos, estos cinco caminos hacia el cerebro, representan las herramientas por las cuáles las impresiones, información, noticias, alarmas y todo tipo de mensajes relacionados con el trabajo y las condiciones del Templo, así como del mundo exterior, se transportan constantemente al cerebro. Todo lo que sabes, lo has aprendido gracias a los sentidos. Puedes ver más allá de lo que puedes oír y puedes sentir más lejos de lo que puedes oler.
El camino del tacto está atravesado por señales de peligro, información sobre todo lo que toca la piel, mensajes provenientes del aire y del sol. La información y las señales relacionadas con la comida y la bebida pasan por la ruta del gusto. En la primera parte de este camino, pasa el material necesario para la construcción de las partes sólidas del Templo. En el camino del sentido del olfato, hay signos de peligro e información sobre todo tipo de olores, buenos o malos. En la primera parte de este camino también pasa una gran cantidad de aire, necesaria para la vida de cada ser humano.
El camino de la audición es atravesado por sonidos, al servicio de la mente. Los sonidos son mensajeros que llevan instrucciones, señales, advertencias, noticias, información, aliento, inspiración. Si no puedes escuchar, tu cuerpo será privado del placer de las notas musicales. A lo largo de la ruta de la vista, pasan los materiales más raros y refinados que ingresan al Templo. Se utilizan para realizar los pensamientos más íntimos, para formar la memoria, para hacer retratos, para colorear panoramas, para embellecer las paredes de la maravillosa galería de la mente.
Cuando piensas en todo esto, cuando entiendes todo lo que los sentidos pueden hacer para ayudarte a construir el Templo del cuerpo, entonces te das cuenta cuán importante es que todas las rutas funcionen de manera óptima. La piel debe mantenerse limpia, los poros se deben poder abrir y cerrar libremente. Tienes que bañarte todos los días y vestirte de tal manera que ayudes y protejas la piel en lugar de bloquear sus poros.
Las papilas gustativas no deben estar sobrecargadas con comida, estimuladas o acostumbradas a comidas no naturales. Las fosas nasales deben mantenerse limpias no sólo para obtener el aroma de frutas o flores en el cerebro, sino también para permitir que el aire ingrese al cuerpo, porque sin él todo el trabajo del Templo se detendría inmediatamente.
El camino del sonido debe ser monitoreado cuidadosamente para que las señales de peligro no puedan pasar desapercibidas y sólo puedan ingresar al Templo y llegar al cerebro las palabras de vida, evitando así dañar ese maravilloso instrumento que constituye el oído. Debemos hacer todo lo posible para mantener alejado cualquier sonido que pueda profanar el Templo. En este lugar sagrado, uno sólo debe escuchar buena música.
Y finalmente la ruta de la vista. ¿Quién se atrevería a ver cosas diabólicas si supiera con certeza que esas imágenes siempre formarán manchas en las paredes de la memoria, alterando la belleza del sector más hermoso del Templo?
del libro
La Historia de Un Templo Viviente
UN ESTUDIO DEL CUERPO HUMANO
FREDERICK M. ROSSITER, B S., M.D. Y MARY HENRY ROSSITER, A.M.
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