domingo, 8 de julio de 2018

El exterior del templo - Capítulo 3 - vídeo en facebook -


CAPÍTULO 3 
EL EXTERIOR DEL TEMPLO 

Lo primero que ves cuando miras a la gente que te rodea, es el color de su Templo viviente. La gran mayoría de las personas que conocemos tienen el mismo color de piel, así que no prestas atención a este detalle. Pero si te encuentras alguien con un color de piel diferente al tuyo, lo primero que notas es su color particular. 
El color de cada cuerpo, sea negro o blanco, oscuro o claro, depende de la piel. Las paredes de los templos, están hechas de piedra o de mármol, mientras que las paredes del cuerpo viviente, están hechas de piel. En verdad, la historia de la piel es más extraña y fascinante que un cuento mágico. 
Hay que tener en cuenta que la piel cubre el cuerpo tal como un vestido o aún mucho mejor que un vestido. No se es cortés con la naturaleza al decir que la piel cubre nuestro cuerpo como un vestido. Ningún sastre ha vivido haciendo prendas que pueden utilizarse empleando pura y exclusivamente el cuero. ¿Hay algún punto en el que la piel no se adhiera perfectamente a nuestro cuerpo? ¿O tal vez la piel esté bien sellada en un lugar, mientras que tal vez calce mal en otro? 
¿Realmente se puede comparar a nuestra piel con un vestido? ¡Ciertamente que no! Esto se debe a que es la naturaleza la que ha hecho nuestra piel y no un sastre y, al principio de los tiempos, la naturaleza quería que la piel reemplazara a la ropa. 
Los hombres primitivos no usaban ropa, su piel era la única prenda. Hoy los indígenas de muchos países sólo usan un pedazo de tela o abrigos de paja alrededor de la cintura. Casi siempre estas personas tienen una piel bella y saludable. De hecho, todos disfrutaríamos de una mejor salud si no cubriéramos nuestra piel y la dejáramos que brillara al sol en forma directa, manteniéndola en contacto con el aire fresco y puro. 
La piel de nuestra cara siempre se ve mejor y tiene más resistencia a la exposición que cualquier otra parte del cuerpo, esto es así ya que no está cubierta con ningún tipo de ropa. La piel no es sólo un hermoso vestido hecho por el hombre, sino que también es el más resistente. 
¿Alguna vez te has preguntado por qué la piel de tus pies no se había desgastado luego de que estuvieras descalzo durante todo el verano? ¿Y por qué en cambio al quitar los zapatos en primavera parecía espesa y dura? Al mismo tiempo los zapatos que fueron utilizados durante todo el invierno se descartaron. La ropa puede estar gastada, pero la piel no. Esto es así ya que está viva, crece continuamente y es remplazada cuando se deteriora. Si una parte de la piel se usa más que otra, se vuelve gruesa y dura.
Se ha considerado muy significativo que mientras se deambulaba por el desierto durante muchos años, ni la ropa ni los zapatos de los niños hijos de Israel se consumían durante aquel período. Moisés hizo reflexionar a la gente sobre este hecho diciendo: “La ropa que llevas no se ha gastado ni tampoco tus zapatos”. Sin embargo, nadie nos hace pensar porque la piel no se consume. 
A pesar de vivir hasta setenta, ochenta o incluso hasta cien años, usamos la misma piel que Dios nos ha dado antes de nuestro nacimiento. En cierto sentido es la misma piel, pero en otro sentido se trata de una piel nueva de un color similar y que, en general, tiene la misma apariencia y nunca cambiamos, tal como se cambia un vestido. 
Pero la naturaleza ha continuado modificándola a través de los años mientras dormimos e incluso, mientras estamos despiertos y trabajando, la naturaleza restaura las partes gastadas. 
Al frotar nuestra mano sobre una mejilla o un brazo, se siente lo suave que es la piel, algo parecido al terciopelo. Tomando un pedazo de piel entre los dedos, se notará que se estira como el caucho, es elástica, y tan pronto como se deja de hacer presión volverá al lugar o forma original. Cuando se doblan los dedos, se aplaude o doblan los brazos, la piel no se arruina ni se rompe. 
Cuando se estiran los dedos o se abre la mano, la piel no se contrae ni se dobla. La piel en nuestras manos, es un verdadero guante. No se arruina ni rompe, aunque sí forma arrugas porque es un guante vivo, no un guante hecho con la piel muerta proveniente de algún animal. 
Si se observa la piel con una lente de aumento, se notará que está cubierta con escamas muy secas o aceitosas que se cuentan por millones y que han terminado su trabajo por lo que están muertas y listas para ser eliminadas. 
Una vez vimos una niña que padecía una enfermedad epidémica que afectaba todo su cuerpo. Su piel se descascaraba tan rápidamente que en el curso de veinticuatro horas, ella podía juntar un gran puñado de tejidos muertos. Una de las razones por lo que es necesario bañarse todos los días, es por la importancia de estimular la eliminación de estos residuos. 
Generalmente la piel tiene un espesor de cerca de cuatro milímetros. La palma y el dorso de nuestras manos tienen la piel más gruesa. Como la mayoría de la ropa, está hecha de dos capas, la interna y la externa. La capa externa es muy delgada y se puede separar de la capa interna. 
Cuando uno se cae y dice que se ha hecho trizas, simplemente ha rozado la capa más superficial. No es tan simple quitar la piel. Todos saben cómo es una ampolla, en ella la piel se encuentra hinchada y dura. Si se la pincha, la piel se colapsa y se convierte en una costra externa e insensible. Su vida ha terminado. Pero si se quita la corteza, se descubre que hay un enrojecimiento ardiente en ella. Esa es la segunda capa. La ampolla estaba compuesta de agua acumulada entre la dermis y la epidermis. 
Ahora, observando la dermis con la lente de aumento, es posible apreciar innumerables pequeños montes o colinas. Son las papilas; en algunas partes del cuerpo se las puede ver incluso a simple vista. Examina la palma de tu mano, allí se notará un gran número de líneas sutiles que forman un bello diseño; están hechas de las mismas pequeñas sinuosidades observadas primero con la lente. 
Cada montaña o montículo contiene una artería, una vena y nervios. También pueden contener células de contacto. Las arterias y las venas constituyen una fina red de vasos sanguíneos. Los nervios forman un sistema telegráfico en el cual incluso el nervio y conductor más pequeño es el que da la vida. Más adelante contaré más sobre los vasos sanguíneos y su tarea de alimentar el cuerpo y los nervios, que son los que llevan los mensajes hacia y desde el cerebro. 
Hay tantas cosas maravillosas para explicar que es necesario considerarlo en forma individual, comenzando por lo más simple, más no menos importante. Por ello, antes de continuar, es necesario entender perfectamente a qué me refiero cuando hablo de células.

del libro
La Historia de Un Templo Viviente 
UN ESTUDIO DEL CUERPO HUMANO 
FREDERICK M. ROSSITER, B S., M.D. Y MARY HENRY ROSSITER, A.M.

en facebook aquí

*

No hay comentarios:

Publicar un comentario