CAPÍTULO 1
EL CUERPO ES UN TEMPLO VIVIENTE
Todos debemos considerar a nuestro cuerpo como la casa en la que habitamos. Este libro cuenta la historia de esta casa, la más hermosa que se puede haber construido. Cada palabra de esta historia es científicamente verdadera y la casa de la que se habla vive en un constante cambio.
Quizás hayas visto como transportan una casa prefabricada de un lugar a otro por medio de rodillos. La casa de la que estoy a punto de hablar, en cambio, no necesita rodillos o ruedas para moverse, porque se traslada donde quiera que la persona que vive en ella desee ir y pueda hacerlo, ya que se trata de una casa viviente.
¿Te gustaría ver una casa como ésta? Intenta mirarte en el espejo o mira a tu madre o padre, hermanas o hermanos. Bueno, cada ser humano vive en una de estas casas, una casa que puede caminar, moverse y hablar, una casa llena de lugares extraños y misteriosos.
El cuerpo humano, para ser precisos, es mucho más que una casa e inclusive más impresionante que una Iglesia. Lo podemos definir como el Templo Viviente. Un Templo es un lugar especial donde se adora a Dios, siendo el más famoso el Templo de Salomón, que fue construido con oro, plata, piedras preciosas, cedro, abeto y otras maderas finas. Un ejército de hombres tardó siete años en hacerlo realidad y todavía se lo considera como la más bella estructura creada por el hombre.
Pero mucho más hermoso, más refinado y más interesante para el hombre, son las paredes, las puertas, las ventanas, las columnas, así como todas las maravillosas partes que componen el Templo donde reside el alma humana. Aunque se requieren varios años para que este Templo esté terminado, aún se puede llamar perfecto y completo en cualquier período de su existencia.
El Templo de Salomón fue considerado como una maravilla porque “para su construcción no se utilizaron martillos, hachas o herramientas de hierro”. Pero tu Templo viviente es, sin embargo, mucho más fascinante que el de Salomón.
Piensa en cómo crece: como niño es incapaz de caminar, hablar o ser autosuficiente, pasa más tarde a la etapa juvenil, luego, cuando se es fuerte y activo, se convierte en un hombre, tal como vuestro padre y vuestra madre. También, para construir tu Templo, no es necesario utilizar un martillo; se autoconstruye mientras crece. Dios es el Arquitecto-Constructor, que lo transforma de un niño pequeño a todo un hombre bajo vuestra asistencia.
Si deseas ser saludable, fuerte, ágil y hermoso, debes ayudar al Arquitecto Divino y colaborar con Él. Ya hace mucho tiempo, el Apóstol Pablo le dijo a los habitantes de Corinto, que su cuerpo era como un Templo al afirmar: “Usted sabe que es el Templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en Él”. Cualquiera que profane el
Templo de Dios, tendrá que rendir cuentas ante El, ya que el Templo de Dios es sagrado.
Cuando de pie miras en la puerta de un Templo o de una Iglesia: ¿Piensas con reverencia que Dios lo habita en silencio? Cuando entras de hecho, sintiendo que estás en la presencia de Dios, debes caminar en punta de pie y hablar como en un susurro. Bien, sabes que Dios está en la Iglesia, puesto que lo has traído con tu presencia y lo llevarás contigo cuando te vayas. Él te ha elegido como Su Templo y permanecerás en él mientras vivas. Quien blasfema o fuma dentro de una Iglesia, profana el propio cuerpo, no la Iglesia. Así es como es profanado el Templo que Dios te ha proporcionado y no un conjunto frío de piedras como es un Templo material: es el acto de fumar una profanación que no está relacionada con el lugar donde se realiza.
Pero: ¿qué significa profanar el Templo viviente? Profanar significa ensuciar, mancillar o manchar. Tú profanas la apariencia de tu cuerpo cuando lo manchas con barro y suciedad. Y profanas el interior cuando ingieres alimentos o bebidas que no son naturales o haces algo que puede dañar tu salud e integridad. Uno de los Reyes de Israel, que fue sucesor del Rey Salomón, fue muy malvado y profanó el Templo de su antepasado. Por esta razón, una terrible enfermedad lo acompañó a lo largo de toda su vida. En forma análoga, siempre que profanamos el sagrado Templo que es nuestro cuerpo, con seguridad que nos sobrevendrán enfermedades y debilidad e incluso, la muerte.
Sin embargo, si siempre recordamos que nuestro cuerpo es un Templo viviente y hacemos todo lo posible para tratarlo como tal, el resultado lógico será que seremos recompensados con abundante salud y energía, gozando también de un cuerpo mucho más ágil y hermoso.
del libro
La Historia de Un Templo Viviente
UN ESTUDIO DEL CUERPO HUMANO
FREDERICK M. ROSSITER, B S., M.D. Y MARY HENRY ROSSITER, A.M.
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