CAPÍTULO 8
LA RUTA DEL OLFATO
La nariz representa la parte olfativa del cuerpo físico. En realidad, es más que un departamento y una maravillosa casa pequeña de tres pisos, compuesta de muchas extrañas y tortuosas escaleras. Dos puertas, las fosas nasales, introducen el aire, junto con los olores, en la sala de espera o vestíbulo. La mayor parte del aire pasa de la sala de espera al primer piso, una parte sube al segundo piso ingresando a las distintas habitaciones, pero todos los olores presionan para acceder a las distintas salas en el tercer piso. En las paredes de estas habitaciones hay miles de finos pelos similares a protuberancias que están listas para ser tocadas.
Estas protuberancias son como algunos botones de electricidad que están en una casa u hotel. En un hotel, cuando tienes sed, presionas una llave de la habitación y luego de algunos minutos, un camarero trae una jarra de agua. El toque más delicado de un olor en uno de estos pelos o cuerpos odorantes en la nariz, hace sonar una campana en el cerebro, avisando que una rosa está esperando que se huela su perfume, o que estás respirando aire desagradable y malsano. Y así como en el hotel, llamas una sola vez para pedir agua potable y dos veces para pedir agua caliente, así también los pequeños cuerpos odoríferos, llamados células olfativas, envían diferentes mensajes al cerebro, según los olores que perciben.
La próxima vez que te encuentres afuera de la casa, intenta contar cuantas cosas puedes oler. Entonces piensa en los aromas de las cosas que te gustan. Lo que hace que la primavera sea tan hermosa para todos, es debido a la maravillosa delicadeza de tales aromas. La hierba que crece, las hojas de los árboles e incluso la tierra tienen un perfume agradable. ¡Cómo te refresca ir a un campo sembrado de tréboles o un huerto en flor y respirar, respirar, respirar!
Cada fragancia está plena de salud y te hace respirar muy profundamente, permitiendo que la vida entre en la sangre y vigorice el cerebro. Los malos olores tienen el efecto opuesto; advierten la presencia del peligro en el aire y evitan respirarlo para que no te envenene. Pasando cerca de una fábrica u otro lugar donde haya mal olor, te debes tapar la nariz para no percibirlo: así evitas siempre el respirar el aire impuro.
No puedes percibir un olor durante demasiado tiempo. Si no le prestas atención al aviso de un mal olor de inmediato, la alarma ya no será dada. Si sumerges tu nariz en un bouquet fragante o la acercas a una botella de perfume, ya no podrás percibir ningún otro olor; si continúas aspirando mucho la fragancia de una flor dulce, tu deseo destruye el placer.
Un olor no puede ser percibido por más de tres minutos, porque el poder de las células olfativas es muy limitado; intentarás que funcionen mucho, pero su poder para actuar es demasiado temporal. Si les permites descansar, comenzarán a trabajar de nuevo y así podrás volver a percibir los aromas o un eventual hedor.
En esto las células olfativas son iguales a las papilas gustativas. Después que una persona ha comido por un cierto período de tiempo, el alimento no tiene el mismo sabor que tenía al principio. Las papilas gustativas, así como las células olfativas, necesitan descansar, el primer bocado tiene un sabor más intenso, de la misma manera la primera inhalación tiene un olor más fuerte.
Las papilas gustativas se encuentran en la boca actuando como centinelas y al comienzo del paso de la comida, verificando que nada dañino entre en el cuerpo, de la misma manera que las células olfativas hacen la guardia al inicio del proceso de la respiración, por lo que están muy atentas acerca de la calidad del aire que respiramos.
El aire a menudo transporta enemigos mucho más peligrosos que los malos olores. Detrás de las puertas de la nariz, en las fosas nasales, hay muchos pequeños pelos duros (cilios) que han sido diseñados para mantener alejados a estos enemigos. Deben mantener siempre alejados a las moscas y a los insectos, así como al polvo. Cuando el polvo, la suciedad o los insectos pasan esta barrera, son capturados por las paredes húmedas de la nariz.
En muchos lugares, sobre todo en las grandes ciudades, el aire está lleno de polvo, lo que da como resultado que pueda evadir a los centinelas, por lo que pasa directamente a la garganta y pulmones y a menudo ello es causa de enfermedades.
Si el aire está muy caliente o muy frío, la nariz se cierra parcialmente por la obra de pequeños músculos, cuyo trabajo es mantenerse alertas para no dejar entrar aire frío o caliente, en mayor medida de lo que sea higiénico para respirar. Como estos pequeños músculos mantienen la puerta cerrada, nuestra nariz se ve pequeña y apretada. Sobre todo esto es posible en una mañana de invierno. No es la escarcha la que cierra la nariz, sino los músculos pequeños en la punta de ella, que es lo que mantiene la puerta cerrada para repeler el aire frío.
La cantidad limitada de aire que estos músculos permiten ingresar, penetra en los diversos compartimientos del aparato olfativo, por lo tanto, se calienta gradualmente por contacto con las paredes calientes de la nariz hasta que esté lista para llegar a los pulmones.
Tanto el olor como el sabor son buenos amigos y trabajan juntos, pero el olor ayuda al sabor más de lo que el gusto ayuda al olor.
Puede suceder que al despertar por la mañana, descubras que tienes un resfriado, por lo que al intentar respirar por la nariz, no puedes hacerlo ni tampoco puedes oler nada. Te sientas a desayunar pero no puedes oler, no te gusta la comida, esquivas el plato y te rindes al tratar de alimentarte. El olor y el sabor han estado trabajando para obtener exactamente ese resultado: el resfriado se cura más rápido mediante una alimentación ligera y, para lograr esto, el olor y el sabor hicieron el desayuno desagradable y poco apetitoso. Cada parte del organismo ayuda en forma constante a todo el Templo viviente para que crezca saludable, fuerte y bello.
Cuando era pequeño, vivía en el campo y a menudo tenía que ir a la ciudad regresando a veces muy tarde. En verano, cuando las uvas comenzaban a madurar, había en el aire tal olor proveniente del viñedo que era capaz de decir donde estaba ubicado.
En estos años he conocido a personas cuya vida está plena de salud, felicidad y gentileza, por lo que quienes se acercan a ellas, pueden percibir la dulce influencia restauradora que de ellos emana.
El Arquitecto Divino que ha creado viñedos y huertos fragantes, así como los Templos vivientes de los cuerpos que habitamos, ha previsto que cada ser viviente, ya sea una flor, un fruto o un ser humano, deban emitir un olor o aroma particular.
Si colaboramos con Él en la construcción de nuestros cuerpos y de nuestras vidas, así como Él lo ha previsto, entonces los frutos del trabajo realizado, tendrán el perfume del amor y de la felicidad.
del libro
La Historia de Un Templo Viviente
UN ESTUDIO DEL CUERPO HUMANO
FREDERICK M. ROSSITER, B S., M.D. Y MARY HENRY ROSSITER, A.M.
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