EL CRISTO CÓSMICO
Aunque Cristo nazca mil veces en Belén
Y no dentro de ti, tu alma estará acongojada
A la Cruz del Gólgota tú mirarás en vano
A menos que dentro de ti, se levante de nuevo.
Angelus Silesius
La canción popular del día que todos entonan con entusiasmo pero que es olvidada mañana,
la obra que traspone el escenario tal vez durante cien noches sucesivas, para ser relegada al
polvoriento estante para siempre, y todas las otras cosas que son envanecentes, demuestran
la realidad incontrovertible de que no tienen ningún valor intrínseco. El resplandor de la
estrella fugaz puede iluminar los cielos por un momento, pero aunque los demás sean mas
pálidas y atraen menos atención, su luz alegra al viajero noche tras noche a través de las
edades.
Solamente las canciones que valen la pena escuchar una y otra vez; la música que nunca nos
cansa, tiene un valor real en la vida. Así es también con los recurrentes siglos cósmicos,
marcados por las festividades del año. Vuelven vez tras vez y nos enseñan las mismas viejas
lecciones desde nuevos puntos de vista.
Estamos de nuevo en la época de Pascua. El impulso de Vida del Cristo Cósmico que
penetró en la Tierra, en el pasado otoño, retorno para el místico nacimiento de la Navidad,
realizó su maravillosa magia de la fecundación durante los meses entre el otoño y el actual
momento de Pascua y está ahora liberándose de la Cruz de la materia para ascender de
nuevo al Trono del Padre, dejando a la Tierra recubierta del glorioso verdor de la primavera,
lista para las actividades físicas de la estación de verano.
Tal como arriba, es abajo. Los procesos que tienen lugar en mayor escala en la Tierra son
reproducidos también en el hombre. Durante los últimos seis meses, hemos estado
absolutamente impregnados de las vibraciones que predominan en invierno mucho mas de lo
que podemos estar bajo las condiciones de mayor materialidad que prevalecen en verano.
Llegó en el otoño un nuevo impulso hacía una Vida superior, culminó en Nochebuena y
realizó su magia en nuestras naturalezas de acuerdo con la forma en que hemos
aprovechado nuestras oportunidades. De acuerdo con nuestro esmero o desidia en la
estación pasada, la progresión será acelerada o retrasada en la próxima, pues no hay palabra
mas cierta que aquella que nos enseña que somos tal como nos hemos hecho. El servicio
que hemos brindado o dejado de brindar, determina si es que una nueva oportunidad para un
servicio mayor nos dará mayor impulso hacía el cielo; no se puede dejar de repetir
suficientemente, que es inútil esperar la liberación de la Cruz de la materia hasta que
hayamos utilizado nuestras oportunidades aquí y por lo tanto haber ganado una esfera mas
amplia de utilidad. Los “clavos ” que sujetaban a Cristo a la Cruz del Calvario nos ataran
hasta que el impulso dinámico del Amor fluya de nosotros en olas y rítmicas marejadas como
la marea de Amor que penetra anualmente en la Tierra y la infunde de renovada vida.
Vosotros conocéis la analogía entre el hombre – que entra a sus vehículos durante el día,
vive en ellos y trabaja por medio de ellos, a la noche es un espíritu libre, libre de todos los grilletes del cuerpo denso – y el Espíritu Cristico que mora en nuestra Tierra parte del año.
Todos sabemos que grilletes y que prisión resulta el cuerpo; como estamos impedidos por la
enfermedad y el sufrimiento, pues no hay ni uno de nosotros en que esté siempre en perfecta
salud de modo tal que nunca sienta la aflicción de un dolor, por lo menos ninguno en el
Sendero Superior puede dejar de comprender e ignorar esto.
De parecida manera ocurre con el Cristo Cósmico que vuelve su atención hacía nuestra
insignificante Tierra, concentrando Su Consciencia en este planeta para que podamos tener
Vida. Ha de incorporarse a esta masa muerta (que nosotros hemos cristalizado del sol )
anualmente; y es un grillete, una traba y una prisión para El. Por consiguiente, es justo y
acertado que nos regocijemos al venir El por Navidad, un año y otro año a nacer de nuevo en
este mundo para ayudarnos a sobrellevar y librarnos de la pesada carga con que nos hemos
abrumado nosotros mismos. Nuestros corazones, en aquellos días, deberían volverse con
gratitud hacía El por Su Sacrificio durante los meses invernales en que, para nuestra causa,
imprime a este planeta Su Vida , despertándolo de su letargo invernal en que debería
permanecer si El no naciera aquí para darle Vida. Durante los meses de invierno soporta
agonías de tortura “sufriendo, afanándose y esperando el día de Su Liberación ” que llega en
los días LA INTERPRETACIÓN MISTICA DE PASCUA que la Iglesia Ortodoxa conoce como
la Semana Santa. Pero nos damos cuenta según las Enseñanzas Místicas que esa semana
no es mas que la culminación o la cumbre de Su Sufrimiento y que sale entonces de su
prisión; de modo que cuando el Sol cruza el Ecuador, El cuelga de la Cruz y exclama:
“¡Consummatum est ! ¡Todo se ha Consumado !” Es decir, Su Trabajo de aquel año se ha
cumplido .
No es un grito de agonía, sino uno de triunfo, una exclamación de gozo por la Hora de la
Liberación que ya ha llegado y que de nuevo Le permite elevarse a otro período, libre del
vestido aherrojador de nuestro planeta.
El punto al cual quisiera llamar vuestra atención, es que deberíamos regocijarnos con El en
esa grande, gloriosa y triunfal Hora, la Hora de la Liberación cuando El exclamó: “Consumado
está ”. Entonemos nuestros corazones con este gran Evento Cósmico; regocijémonos con el
Cristo, Nuestro Salvador, el término de Su Sacrificio ha sido completado nuevamente; y
sintámonos agradecidos desde el fondo de nuestros corazones pues El ahora está por
Liberarse de las ligaduras de la Tierra; la Vida con que El ha imbuido nuestro planeta es
suficiente para sobrellevarnos a través del tiempo hasta la próxima Navidad.
La naturaleza es la expresión simbólica de Dios. Por lo tanto, si queremos conocer a Dios
debemos estudiar a la naturaleza, siempre recordando que hay un propósito detrás de cada
manifestación.
La Vida es una escuela, y a través del aprendizaje de sus muchas lecciones, la humanidad
está evolucionando lentamente desde una Chispa Divina hasta la Divinidad. Si hubiéramos
aprendido las lecciones como nos fueron dadas, no hubiera habido necesidad del gran
sacrificio que fue hecho y es hecho anualmente por el Espíritu de Cristo, la Encarnación del
Amor. A través del egoísmo, la desobediencia a la ley de las prácticas malas, nosotros
habíamos cristalizado no solamente nuestros cuerpos, sino también la Tierra en que vivimos,
a tal grado que como medios de la evolución habían llegado a se completamente inútiles.
Cuando nada podía salvarnos de los resultados de nuestros propios errores, el Compasivo
Cristo se ofreció a Si Mismo, y Su gran poder de Amor para romper las cristalizadas
condiciones de los cuerpos humanos y de la Tierra, y El no abandonará la Tierra en la Pascua, hasta que haya dado de Si Mismo hasta lo sumo. Durante tres años El enseñó a la
humanidad por la palabra, por el precepto y por el ejemplo.
Cuando fue crucificado en el Golgota , Su gran Sacrificio por la humanidad recién había
comenzado. Cada año, desde entonces, para el 21 de setiembre cuando el Sol pasa por el
signo zodiacal de Virgo al signo de Libra, el Espíritu de Cristo, al retornar a la Tierra, toca
nuestra atmósfera, El inicia esta jornada descendente alrededor del 21 de junio, en el
Solsticio de verano, cuando el Sol entra en Cáncer, llega al centro de nuestra Tierra en la
medianoche del 24 de diciembre. Allí permanece por tres días y luego comienza a salir.
Esta salida se completa en la época de Pascua. Desde la Pascua hasta el Solsticio de
verano, El pasa a través de los mundos superiores, y llega al Mundo del Espíritu Divino, el
Trono del Padre, el 21 de junio. Durante julio y agosto, mientras el Sol está en Cáncer y Leo,
El está reconstruyendo Su Espíritu de Vida, vehículo que traerá de nuevo al mundo y con el
cual rejuvenecerá la Tierra y los Reinos vivientes que están evolucionado dentro y sobre ella.
De la Navidad hasta la Pascua, El da de Si Mismo sin límite o medida imbuyendo la Vida no
solo en las durmientes semillas sino en todo lo que está alrededor, sobre y dentro de la
Tierra.
Sin esta anual infusión de Vida y Energía Divinas, todas las cosas vivientes sobre nuestra
Tierra pronto perecerían, y todo progreso ordenado se frustraría por lo que respecta nuestros
presentes lineamientos de desarrollo, Esta actividad germinal de la Vida del Padre, traída a
nosotros por el Cristo y liberada completamente en la época de la Pascua, es la que inicia un
crecimiento renovado y una actividad aumentada en la planta, el animal y el hombre en esta
particular estación del año.
El Cristo no abandona la Tierra para la Pascua hasta que se haya dado de Si al máximo. Es
entonces que la infusión de su Vida juntamente con los casi verticales rayos del Sol, hace que
crezcan las semillas, que florezcan los árboles y los pájaros dirigidos por sus Espíritus
Grupos, que apareen y construyan sus nidos. La humanidad es fortalecida e imbuida con la
necesaria energía y coraje para enfrentar, sacar provecho y crecer por los embates con los
diversos y perplejos problemas de la vida.
Para aquellos que han elegido trabajar a sabiendas e inteligentemente con la Ley Cósmica, la
Pascua tiene un gran significado. Para ellos significa la liberación anual del Espíritu Crístico
de los confines estrechos de la Tierra y su gozosa ascensión hasta Su verdadero Mundo –
Hogar, para permanecer ahí toda la estación descansando en el Seno del Padre; y si ellos
tienen sus ojos abiertos realmente, percibirán las Huestes Angélicas esperando, listos para
acompañarlo en Su viaje al Cielo; si es que sus oídos están sintonizados a los sonidos
celestiales, ellos oirán coros celestiales cantando loas a El con alegres “Hosannas” al Señor
resucitado.
EL CRISTO CÓSMICO
A los iluminados la Pascua trae una profunda comprensión del hecho que todos los seres de
la humanidad son peregrinos sobre la Tierra, que el verdadero Hogar del espíritu está en el
Reino de los Cielos y que para alcanzar ese Reino todos deberíamos esforzamos en
aprender las lecciones en la “escuela de la vida”, tan pronto como sea posible para que
puedan buscar el amanecer de un día que los libere para siempre de las ligaduras de la
Tierra. Entonces, al igual que el Cristo Liberado, ellos llegarán a la comprensión de esa
gloriosa inmortalidad que es la recompensa del Espíritu perfecto.
Para los iluminados, la Pascua simboliza el amanecer de un grato día, cuando toda la
humanidad y también el Cristo sean liberados permanentemente del agobiador confinamiento
de la materialidad y ascenderán a los Reinos Celestiales para ser Pilares de Fuerza en la
Casa del Padre, de la cual nunca saldrán jamás.
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