LA VISIÓN DEL
OCULTISMO ACERCA DEL ABORTO
Fraternidad
Rosacruz de Max Heindel
en you tube, desde aquí
https://www.youtube.com/watch?v=gwzDy9WcEY0&t=8s
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¿Cuál es la posición Rosacruz acerca del aborto? ¿Encuentran ciertos egos este destino por
razones kármicas? ¿Qué les sucede luego
de que sus vidas han sido truncadas en el seno materno? Y, qué hay con respecto a los posibles karmas
que pudieran ser arrastrados por quienes apelan al aborto o por quienes lo
practican?
Desde el punto de vista del ocultismo, el aborto es un crimen. Es un notable ejemplo del abuso que la
humanidad hace de su libre albedrío.
Las
enseñanzas rosacruces sostienen que la vida es santa y sagrada, y que nadie
tiene el derecho de destruir la forma en que el espíritu vive. El espíritu que habita un embrión o un feto
tiene tanto derecho a la forma densa como lo tiene la criatura ya nacida a su
completado cuerpo. Quien ejecuta un
aborto es tan culpable por disponer de otra vida como puede serlo el más vulgar
asesino.
El
aborto en las naciones civilizadas es tan reprochable como la costumbre, en
algunas tribus o comunidades primitivas, de dejar morir recién nacidos del sexo
femenino por contemplarlos como una carga pesada e inservible. La moderna tendencia hacia el aborto,
particularmente en el contexto de las razones alegadas en su defensa, resulta
muchísimo más censurable. Los pueblos
bárbaros tienen un absoluto desconocimiento acerca de la inmoralidad que radica
en el acto de apoderarse de otras vidas, poniéndoles fin, y su comportamiento
puede ser, si no disculpado, al menos comprendido, atribuyéndolo a la
ignorancia. Aquellas personas llamadas
“ilustradas” que de viva voz defienden el aborto, lo hacen a favor de sus
conveniencias personales, pretendiendo tener los placeres de una vida pasional
sin ser perturbados por sus consecuencias.
Se adueñan deliberadamente de la vida ajena con el objeto de que esto
sirva a sus fines. Tales actitudes y
prácticas les harán contraer severas deudas kármicas que deberán ser saldadas
en vidas futuras.
Hay,
naturalmente, personas que vindican el aborto sólo por razones médicas; anhelan
salvar la vida en peligro de la madre, o proteger su salud al suprimir al niño
aún no nacido, o prevenir la llegada de un ser amenazado por un posible retraso
o cualquier otro padecimiento. Si bien
estas motivaciones son más loables, el aborto efectuado por ellas tampoco puede
ser condonado a la luz de un criterio espiritual. El estado de salud de cada persona depende de
su adhesión a las leyes naturales en ésta y en anteriores vidas y, si es
necesario que el individuo aprenda las lecciones relacionadas con una mala
salud, afecciones físicas, o retrasos, él deberá sobrellevar tales experiencias
hasta que dichas lecciones hayan sido asimiladas.
La
familia en cuyo seno ha nacido un niño enfermo también ha sido escogida para
cuidar de él, a fin de que sus miembros puedan recoger las experiencias
necesarias que deriven de ese vínculo.
El interferir, al disponer de esa criatura aún no nacida, no elimina la
necesidad de aquellas experiencias, las cuales tendrán que ser enfrentadas por
los egos implicados. En circunstancias
semejantes, el aborto sólo sirve para aumentar el peso del karma de los
individuos responsables.
Si
la gente comprendiera el intrincado proceso previo al nacimiento que se
desenvuelve en los mundos invisibles al hacer retornar a un ego dentro de un
cuerpo físico, y todas las causas y efectos del pasado que participan en este
acontecimiento, seguramente vacilarían antes de destruir esa forma infantil,
aún cuando hubiera estado en gestación por muy breve lapso.
Nosotros no sabemos realmente si el aborto es presentado o no como un
hecho inevitable a un espíritu determinado que está a punto de hacer la
tentativa de reencarnar. Sin duda, de
cualquier modo, hay ciertas influencias kármicas elaborando sobre aquel ego
cuya vida posteriormente necesitan una temprana finalización de la vida terrena
hacia la cual él está próximo a iniciar el viaje.
Las
enseñanzas ocultas nos dicen que es, con frecuencia, necesario para aquellos
seres que han sufrido muertes violentas y, consecuentemente, no han sido
capaces de conocer el panorama sobre el cual está basada la esencia de las
experiencias postmortem, el renacer con prontitud y dejar atrás esta encarnación
cuando todavía son niños; ellos penetran
inmediatamente en el Primer Cielo, donde les son enseñadas las lecciones que
les faltaran cuando ellos eran incapaces de asimilar la esencia de las
experiencias purgatoriales y del primer cielo, resultantes de las vidas
precedentes sobre la Tierra.
Nosotros sabemos, también, que los elevados poderes que asisten a
nuestra evolución están procurando continuamente transmutar el mal en bien para
nuestro beneficio. Es posible, entonces,
que estos sabios seres, enfrentados a la aceptación que en la actualidad ha
conquistado el aborto entre la obstinada y egoísta humanidad, los estén utilizando
para permitir que los egos de quienes deben morir en la infancia puedan
abandonar así su encarnación física.
Millones de seres humanos murieron de manera cruenta en la segunda
Guerra Mundial y en sucesivas catástrofes y cataclismos acaecidos en todo el
orbe: indudablemente, muchos de estos egos están aguardando la oportunidad de
renacer y de morir en la niñez. Nosotros
sólo podemos hacer conjeturas al respecto, más es posible que a algunos de
ellos se les brinde una oportunidad en esta forma; les será permitido ingresar
directamente al Primer Cielo después de que su etapa embrionaria o fetal de
desarrollo físico haya concluido.
También es posible que los egos de aquéllos que, en vidas pasadas, fueron responsables de haber
causado la muerte de otros seres, sean ahora obligados a pagar las deudas, así
acumuladas, del destino, viendo que sus actuales encarnaciones físicas terminan
su ciclo cuando aún se hallan en la etapa de gestación.
Nada
de esto, de todas maneras, puede absolver a quienes recuren al aborto o a
quienes lo ejecutan. Podemos estar
seguros de que tendrán que pagar un precio terrible, por estas acciones, en sus
vidas futuras.
Trascrito de Artículos de RAYOS de la Rosa Cruz
Enero de 1983
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