La Aceptación del Dolor
El dolor es una experiencia que asociamos
frecuentemente con la enfermedad humana.
Mucho de nuestro temor de caer enfermos está relacionado con la
anticipación de un estado doloroso.
Imaginemos que sufrimos un ataque al corazón o una úlcera duodenal o una
artritis, en estos tres casos el dolor es una sensación prominente.
Cuando irrumpe el temor al dolor dentro de
nosotros mismos, nos condicionamos actuar en ciertas maneras cuando nos
enfermamos. Primero podemos tratar de
“ignorar” el dolor. Ha experimentado Ud.
Alguna vez disconformidad estomacal mientras estaba comiendo? ¿Qué hizo entonces? ¿Se figuró que era “Nada”
y continuó comiendo de todas maneras?
¿Qué sucedió entonces? Sí,
seguramente desarrolló-se entonces un dolor estomacal mucho más severo. Este ejemplo ilustra como a veces comemos de
más porque ignoramos la sintomatología de señal del cuerpo de que ya hemos
comido demasiado. En este caso el dolor
es una advertencia temprana a la cual debemos prestar atención.
En segundo lugar podemos experimentar dolor
pero “negar” su significado. Una persona
con angina de pecho puede desarrollar un dolor en el pecho cuando se sobre
fatiga o se sujeta a stress. El dolor es
causado porque el corazón recibe insuficiente oxígeno para el trabajo que se le
requiere. Cuando a una persona se le
manifiesta este dolor en el tórax, puede encontrar difícil aceptar la verdad
acerca de sí misma. Cuando el dolor
llega, se dice a sí mismo que está sufriendo un “acaloramiento de corazón”,
“indigestión”, o “desgarramiento y fatiga muscular”. Niega que algo ande mal con su corazón. “¡No puede sucederme a mí!”. Puede continuar por semanas y aún meses
evitando ver al doctor a causa que no puede aceptar el hecho de que podría
estar mal con su corazón.
Tercero, podemos creer que el dolor es una
enfermedad misma. Cuando el dolor es
reconocido como el enemigo, estamos listos para buscar maneras de
“correrlo”. Estamos entonces tentados de
usar analgésicos, píldoras varias y otros tratamientos que nos permitirán
“hacer lo que queremos hacer pero por favor con el dolor aplacado”. Comúnmente se enfrenta a la artritis de este
modo.
Cuando ignoramos el dolor, lo negamos o
llegamos a considerarlo como un enemigo nos estamos privando de una gran
oportunidad de mejorarnos. Algunas
personas carecen de la capacidad de aceptar consejos y críticas de otros; de
igual modo cuando ignoramos el dolor, lo negamos o tratamos de evitarlo y
pasarlo rápido, nos aislamos de la crítica interna.
¿Qué podríamos hacer para desarrollar una
mejor tolerancia y una mejor apreciación del significado del dolor? Primero deberíamos desarrollar respeto por
nuestros cuerpos y una creencia en la sabiduría del cuerpo humano. Cuando nos duela prestemos atención. El cuerpo puede estar dándonos un mensaje de
importancia. En nuestras actividades
cotidianas sentimos molestias y dolores pequeños cuyos significados son
autoevidentes, sobre fatigar un músculo, exposición al agua caliente y la irritación
del polvo en el ojo. Pensad como éstas
molestias menores y disconformes son realmente parte de los medios de que dispone el cuerpo para protegerse a sí mismo. Deberíamos ser capaces de distinguir dolores
menores de dolores serios. No es poco
común para algunas personas expresar temores de enfermedad interpretando
dolores menores como cardiopatías o cáncer.
En segundo lugar deberíamos figurarnos lo
que nuestros cuerpos están tratando de expresar a través del dolor. Para hacer esto debemos reconocer la relación
entre causa y efecto. Uno puede realizar
este análisis haciéndose las siguientes preguntas: 1) ¿Qué estaba haciendo
cuando comenzó el dolor? 2) ¿Existían antes dolores de advertencia que yo
ignoré? 3) ¿Sobre trabajé la parte del
cuerpo dolorida? (Por ejemplo, dolor de espaldas por levantar peso, dolor de
cabeza por cansancio ocular, dolor de estómago por gula). 4) ¿Me han conducido
mis deseos más allá de mis límites corpóreos razonables? 5) ¿He estado emocionalmente tenso? 6) Han
sido desagradables mis relaciones con ciertas personas? 7) ¿He estado haciendo
cosas que sentía eran urgentes, cuando sabía que no debía hacerlas? 8) ¿He dormido lo suficiente? 9) ¿Estoy
sintiendo los efectos de temor, depresión, preocupación o ira? 10) He estado quebrantando otras leyes de la
naturaleza de una u otra forma?
Aún cuando no comprendemos inmediatamente lo
que nuestros cuerpos están tratando de decirnos y expresar por medio del dolor
si comenzamos a analizar el mensaje tendremos un marco mental más receptivo
para ulteriores advertencia e indicios.
En tercer lugar, deberíamos aprender a
aceptar las críticas de nuestro interior y hacer esfuerzos para corregir las
falencias que descubrimos. Requiere
coraje enfrentarnos a nosotros mismos.
Requiere fuerza reconocer nuestros errores. Requiere fe laborar para un logro sin
resultados instantáneos. Requiere a su
vez paciencia para descubrir la verdad en el interior a través de un largo
proceso de juicio y error. Se requiere
amor y compasión para auto personarnos por la estupidez, ignorancia y quizá aún
graves errores.
“¿Pero por qué debería yo tomarme la
molestia de realizar todo esto y aquello?”, se puede Ud. Preguntar. Tarde o temprano uno descubre que el
autodominio es su única recompensa.
Pero, más importante aún, desarrollaremos por medio de este esfuerzo una
más engrandecida capacidad de amar y servir a otros.
Trabajemos entonces para la interna redituable quietud
una interior calma y reposo e interior salud
aquel silencio perfecto donde los labios y el corazón están quietos
Y no más nos entremezclamos en
nuestros propios pensamientos imperfectos
ni nos distraemos con lamentos u opiniones de lo vano
Mas solamente Dios en nosotros nos habla
y en la soledad y unidad del corazón esperamos
que su Voluntad y Propósito así podamos conocer
Y en el silencio de nuestro espíritu podamos en esa calma
Su Voluntad realizar, concretar
y realizarla, únicamente eso amamos.
Long-fellow
Trascripto de Artículos de RAYOS de la Rosa Cruz
De Enero de 1983
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