¡Alleluia!
Christine Lindeman
en you tube, desde aquí
https://www.youtube.com/watch?v=wFWAHXS6op0&feature=youtu.be
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“Alleluia:
Por el Señor Dios omnipotente reinante”.
Cada Pascua Florida nos estremecemos con estas elocuentes palabras de la
“Revelación” (19:6), con la música y
coro del incomparable “Mesías” de Handel.
En
cada Pascua nos regocijamos con el renovado conocimiento de la incesante
regeneración y vida cósmica. En cada
Pascua una sensación de júbilo y admiración nos invade y es como si, observando
el milagro de la ascensión de Cristo, en pequeña medida, también nosotros
ascendemos más allá de las sombras de la encarnación material y gustamos de la
gloria eterna.
Al
agradecer la bendición del autosacrificio de Cristo, que nos otorga por otro
año, podemos por otra parte comenzar una nueva etapa en esta tarea de vida
terrenal. Así como el reino vegetal
empieza un nuevo ciclo de desarrollo de la primavera del año, así también la
humanidad siente el resurgimiento de vitalidad.
Una
vez más, Cristo ha imbuido la tierra con lo más grande de Su poder, con la emanación
espiritual que hace posible todo crecimiento y acción, y de la cual obtenemos
la fortaleza que nos capacitará para comenzar de nuevo. Aunque Cristo
asciende nuevamente, no obstante Él permanecerá con nosotros.
Aunque Él ascenderá en gloria al mismo trono del Padre, en el Solsticio
de verano, Su vida, Luz y Amor que todo lo abarca permanecerá dentro la tierra
como factor principal de nuestro progreso evolucionario, tanto físico como
espiritual. Entre las palabras de
consuelo que nos dejó Cristo Jesús apreciamos particularmente: “He aquí, yo
estaré siempre con vosotros, hasta el fin de la tierra”.
Aleluia, la palabra de regocijo que frecuentemente resuena para Pascua,
es una expresión de adoración, gratitud y alegría y seguramente no hay tiempo
más apropiado que el tiempo de Pascua para expresar estos sentimientos.
Le
debemos adoración a nuestro Creador de quien recibimos toda vida; y adoración a
Cristo, quien irradia las fuerzas de vida e intensifica sus vibraciones para
que nosotros podamos progresar más rápidamente.
Gratitud para ésta, la mejor de todas las bendiciones, y por supuesto,
como un permanente corolario de gratitud, siempre la alegría.
La
alegría es una emoción que algunas veces parece ser demasiado pequeña en este
afligido mundo.
Debemos estar seguros, sin embargo, que la miseria y el dolor nunca
fueron parte del plan de Dios. La
desobediencia de la Ley Natural es la única causa de la infelicidad del hombre. Cuanto mayor es la intuición espiritual,
discernimiento, y comprensión que él cultiva, mayor es la obediencia de la ley
natural, y mayor es la alegría innata que él manifiesta y siente.
Toda
expresión de la Creación de Dios es una fuente de alegría, y es más claramente
observada durante la primavera del año. Una persona que sea muy impresionable puede
sentir la regeneración que está abundantemente por todas partes. Hay un incentivo para renovado crecimiento,
progreso, ideas positivas y realización.
Hay un deseo de comenzar de nuevo, de superar los esfuerzos previos, de
hacer aquello que aún no ha sido hecho.
Todo esto, es debido a las influencias espirituales del gran Cristo
Radiante, quien ha dado a nuestro planeta y a toda la vida evolucionante que
existe sobre él, lo necesario para esforzarse nuevamente y progresar un poco
más. Todo ello no puede ayudar, pero
induciría alegría en los corazones de los hombres, si ellos solamente
respondieran. Hay alegría en la
contemplación quieta de la naturaleza en
esta estación, cuando el verde de los nuevos follajes y los delicados matices
de primavera florecidos son un deleite para los ojos. Hay alegría al observar los pequeños animales
jugueteando, y al escuchar las ansiosas voces de nuestros niños cuando salen
con nueva piel de las escuelas, en la calurosa primavera solar. Hay aún alegría al estar atados a los “pesados trabajos” de la
limpieza del hogar, si el ama de casa tiene una actitud correcta. Ahora, por fin, puede tener abiertas las
ventanas y literalmente barrerá afuera la tristeza del invierno, fregando,
puliendo, renovando y dejando el
interior de su casa tan brillante como los tulipanes del patio de
enfrente.
La
alegría que nosotros obtenemos de la belleza de la primavera sobre la tierra es
solamente una pequeña parte de la grandiosa e infinita alegría de la
Creación. Este tiempo de belleza es
debido al trabajo de Él, quien nos da todo de sí, quien nos dará toda la
belleza del universo si fuéramos capaces de recibirla.
El
canto de la alegría brota fuertemente de los pájaros, animales, plantas, y del
hombre, según como este responda al amor inferido por Cristo.
La
alegría Pascual y la alegría de primavera no deben estar limitadas a una
estación.
El
aspirante sincero dedicado a la práctica de las verdades espirituales que él
conoce, conserva continuamente en su corazón la alegría de renovación. Siempre trata de mejorarse, buscando la
belleza y la bondad en la gente y cosas que lo rodean, y siempre encuentra
oportunidades para servir desinteresadamente.
No puede ayudar sin hacer el desarrollo del alma, gradual y
constantemente y cuando lo hace, aumenta
su capacidad para la alegría.
La
alegría, en el contexto espiritual, es una parte integral y permanente de la
creación, y en la medida que nos damos cuenta de que hay algo más de lo físico
comenzamos a percibirla con toda su fuerza y penetración.
La
verdadera alegría espiritual, llega a ser
exultación, una suprema manifestación de la cual no dudamos está en el triunfante
Coro Angelical Pascual que saluda al Cristo, cuando emerge de su prisión
terrenal.
La
Gran Música de las esferas, sobre la cual está basada la creación, es una
monumental expresión de exultación.
Seguramente los Maestros compositores que están capacitados para oír o
sentir alguna de estas gloriosas armonías pueden dar fe del gozoso triunfo que
ello produce.
El
crecimiento físico que se produce en primavera hace posible la adquisición de
necesidades corporales para otro año.
Sin embargo, es bueno que recordemos que el Espíritu, como el cuerpo,
también necesita alimento para su crecimiento y evolución. El alimento del Espíritu consiste, en gran
parte, de actos de bondad, llevados a cabo en un contexto de consideración para
otros y el olvido de uno mismo.
La
canción de la alegría en nuestros corazones por aquello que hacemos, debe tener
una segunda estrofa, celebrando la alegría de hacer por los otros. Como sabemos, el crecimiento del alma depende
de nuestras acciones rectas, y la más elevada forma de crecimiento depende de
las acciones rectas realizadas con “alegría”.
Es
conveniente, además, que cuando nos deleitamos con esplendor de esta estación,
que nos es posible debido a la magnificencia de Dios, hagamos nuestra
contribución a través de lo que pensamos.
¿Cuál es nuestra donación para el próximo año?
¿Aprovecharemos
nuestras oportunidades de servir, agregando nuestra pequeña contribución al
mejoramiento del mundo?
¿Tomaremos
estas oportunidades alegremente, agradecidas porque se nos hayan dado y por el privilegio
de realizarlas, o serviremos re-sentidamente, obligados porque nuestra
conciencia o intelecto nos dicta que es lo mejor?
Esforcémonos
para cumplir nuestros deberemos, aún los mas mundanos, con el mismo sentimiento
de alegría que surge de nosotros en respuesta a las manifestaciones de grandeza
de las fuerzas cósmicas en el trabajo.
De
esta manera, ayudaremos a elevar en una pequeña pero positiva forma, la fuerza
regenerativa que subyace en toda evolución universal.
Trascrito de Artículos de RAYOS de la Rosa
Cruz
De Abril de 1983
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