El Cristo Cósmico
y el plan de Redención
Lección mensual del estudiante de setiembre
de 1970
en you tube, desde aquí
https://www.youtube.com/watch?v=3MMSOJeOkeg&feature=youtu.be
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Cuando decimos que el Mundo del Espíritu de Vida es el Hogar del Cristo
Cósmico, no queremos decir que Su ministerio esté limitado a ese Mundo. Cristo pertenece a la oleada de vida de los
Arcángeles, la humanidad del Período Solar, y había alcanzado la unión con el
Segundo Aspecto (Sabiduría) del Logos Solar Original en dicho Período. En la aurora del Período Terrestre ya estaba
preparado, junto con Jehová y el Padre, para asumir el gobierno de la evolución
durante el mismo. Como arcángel, todavía
poseía el átomo simiente de un cuerpo de deseos, como los otros arcángeles, y
podía manifestarse en tal cuerpo cuando lo deseara, pero no podía crear un
cuerpo etérico ni un cuerpo físico denso.
Aunque el Logos Solar había creado el arquetipo de la evolución de
nuestro sistema solar, con sus siete Periodos mundiales, hasta el más pequeño
átomo, a la vida evolucionante se le concedió cierta dosis de libre albedrío o Epigénesis. A causa de ello surgió una situación en el Periodo
Lunar en la que los Luciferes se rebelaron contra el esquema evolutivo de
Jehová. Éste era un asunto que tenía que
ser resuelto, y en el tiempo en que alboreaba el Período Terrestre, ya había
sido formulado un plan de salvación, mediante el cual, el arcángel Cristo
descendería sobre el gran iniciado humano Jesús de Nazaret, tomando prestados,
para Su ministerio, los dos vehículos necesarios para una encarnación sobre el
planeta Tierra: los cuerpo etérico y físico, que Jesús había llevado a un
estado de casi perfección, en la medida en que tal cosa le era posible a un ser
humano de aquel tiempo. Él, Jesús,
voluntariamente, cedió esos cuerpos, como a la muerte, en el Bautismo que tuvo
lugar en el Jordán, para que el arcángel Cristo pudiese trabajar por nuestra
humanidad desde dentro de ella, y por nuestro planeta, desde dentro del globo
terráqueo.
Hay
dos aspectos del Plan de Redención de Cristo: uno por medio del cual el Mesías
Jesús y el arcángel Miguel, Espíritu de los judíos, deberían llevar al pueblo y
a la nación hebrea a un nuevo patrón mundial; el otro por medio el cual el
Cristo Cósmico redimiría a toda la Humanidad y al Planeta mismo, que había
llegado a cristalizarse más allá de lo previsto en el arquetipo del esquema
evolutivo creado por el Logos de nuestro sistema.
Antes de que comenzase el Período Terrestre, el Logos Solar Original se
retiró y dejó el trabajo evolutivo en manos de los tres grandes iniciados de
los Períodos anteriores de nuestro Gran Día de Manifestación: el Padre, Cristo
y el Espíritu Santo, Jehová. Estos eran
los vice regentes del Logos Solar para llevar a cabo Su voluntad y Su
plan. Con un proyecto tan vasto, que lo
incluía todo, era natural que los videntes de todas las naciones tuviesen
conocimiento de él y que, por tanto, se encontrasen profecías acerca del
advenimiento de un Salvador del Mundo en la literatura sagrada de todos los
pueblos. El Antiguo Testamento de los
hebreos conservó algunas de estas profecías, pero también se encuentran en las
Sagradas Escrituras de otros pueblos, tales como los egipcios que, más de dos
mil años antes de Cristo, habían profetizado ya la venida de un Rey Pastor.
Extraños y hermosos acontecimientos debían anunciar Su venida. La Cábala dice que, cuando llegase el Mesías,
el arco iris resplandecería con diversos esplendores, sobrepasando cualquier
cosa que la Tierra hubiese nunca visto.
Tal arco iris es, dice, más semejante a una aurora, que a un arco de
después de la lluvia: pero es el arco iris dado como señal promesa del Mesías,
con sus tres colores primarios, que son capaces de refractarse en muchos
más. Ésta es la Señal del Maestro, de la
que se habla en la literatura esotérica.
Representa la aureola que rodea a
todo adepto humano, así como a los ángeles y dioses. Todos los seres elevados, en la evolución de
nuestro sistema solar, desarrollan esta triple aureola. Simboliza la triple cubierta del Espíritu
Virginal y su reflejo en el Dorado Vestido de Bodas en los planos
inferiores. Cósmicamente significa el
Triple Sol o Trinidad Solar.
Los libros del
Salvador
Durante el siglo dieciocho aparecieron en
Inglaterra ciertos textos antiguos que parecían ser las enseñanzas desconocidas
o “perdidas” de Cristo. Estaban escritas
en copto, la más reciente forma de la lengua egipcia, que se escribía en
caracteres griegos. Dichos textos habían
sido, aparentemente, traducidos al copto de un texto griego original, ya que en
ellos hay muchas frases y modismos que reflejan la influencia griega. Estos documentos forman el libro conocido
popularmente como Pistis Sophia (la Fe-Sabiduría), más apropiadamente llamado,
según los eruditos, El Libro del Salvador.
No hubo realmente ninguna traducción adecuada del Pistis Sophia al inglés
ni a ninguna otra lengua europea hasta 1.896 en que G.R.S. Mead publicó su gran
obra cuando los eruditos creían que los documentos permanecían desconocidos,
excepto por algunas pocas citas publicadas por el museo que los había
adquirido. Sin embargo, este período de
la historia se caracteriza por un súbito despertar del interés por el
Cristianismo Gnóstico o esotérico, y parecía haber buenas razones para suponer
que tanto el Libro de Enoc como el Pistis Sophia podían haber sido traducidos a
las lenguas europeas antes de lo que creen los eruditos.
Documentos descubiertos en el siglo veinte en el Mar Muerto en Palestina
y en el Nag Hammadi en Egipto, contienen
doctrinas similares a las que se hallan en el Pistis Sophia y ofrecen una
evidencia de que verdaderamente existió un cristianismo esotérico entre los
primeros cristianos. El Libro de Enoc se
conocía en los siglos anteriores pero, repudiado por las iglesias y sinagogas,
se depositó u oculto en criptas y cavernas.
Como Pistis Sophia, el Libro de Enoc fue redescubierto en el siglo
dieciocho y traducido a las lenguas modernas en el curso del siglo diecinueve
o, incluso antes.
Las
doctrinas del Pistis Sophia son menos conocidas que las de Enoc, pero son
particularmente interesantes para el estudiante rosacruz. Allí leemos que Jesús vivió en Palestina y
enseñó a sus discípulos por espacio de once años después de la Resurrección,
pero durante ese tiempo enseñó sólo los “Misterios más bajos”, es decir, los
Misterios Menores. Luego, en el decimoquinto
día del mes de Tybi, el día de la Luna
Llena, él y sus discípulos se reunieron al amanecer en el Monte de los Olivos
y, cuando el sol salió, “surgió tras él una Potestad de gran luz, brillando
intensamente… Salió de la Luz de las Luces (el Sol Interior) y salió del Último
Misterio (el Padre), desde adentro, sin… y esa Potestad de Luz descendió sobre
Jesús y le rodeó enteramente… y él brilló muy intensamente”. Cegados, los discípulos le pidieron que
atrajese hacia sí la Luz, de modo que pudieran verlo de nuevo. La Luz que ellos vieron cubriéndolo “emitió
muchos rayos de Luz… no como otros, sino… de diversas clases, y era de diversos
tipos, desde abajo hacia arriba, un rayo más excelente que otro… en una grande
e inconmensurable aureola de luz; se extendía desde debajo de la tierra hasta
el cielo… Cuando esa Potestad de Luz
hubo descendido exactamente sobre Jesús, gradualmente lo rodeó… luego ascendió
o se remontó a lo alto, resplandeciendo muy intensamente en una luz
inconmensurable. Después de tres horas,
las potestades de los cielos se agitaron y todas fueron puestas en movimiento
una contra otra… toda la tierra se agitó la tercera hora de ese día hasta la
novena hora de la mañana… (pero) todos los ángeles y sus arcángeles
(gobernantes) y todas las Potestades de lo alto, todas cantaron alabanzas al
Interior de los Interiores, de modo que el mundo entero oyó sus voces, sin
cesar en ellas hasta la novena hora de la mañana”.
Puesto que este acontecimiento tuvo lugar once años después de la
Resurrección de Cristo, parece relacionarse con las Iniciaciones del hombre
Jesús quien, como dice El Concepto Rosacruz del Cosmos, recibió en devolución,
del Espíritu del Sol, los átomos simientes de sus cuerpos denso y vital y
construyó un cuerpo vital temporal para funcionar en él durante algunos años,
mientras enseñaba el núcleo de la nueva fe.
Pistis
Sophia nos dice que cuando, en esta ocasión, Jesús ascendió a lo alto, estaba
revestido únicamente de la aureola inferior pero, cuando descendió de lo alto
estaba rodeado de una triple aureola, una por encima de la otra y cada una de
ellas, más hermosa que la anterior. Esta
triple aureola era, por tanto, triple halo, no simplemente tres colores, sino
tres arcos iris, con rayos de brillante luz blanca irradiando a través de
ellos. Fue entonces cuando Jesús enseñó
a sus discípulos los Grandes Misterios, que nunca antes habían sido conocidos
sobre la Tierra.
De
nuevo Max Heindel dice que, en los tiempos que siguieron, los Caballeros del
Grial y los de la Tabla Redonda, los santos Druidas y los Trottes del norte de
Rusia estuvieron entre las órdenes a través de las cuales trabajó el Maestro
Jesús diseminando los nuevos Misterios del Cristo, que son los Misterios
Mayores a que se refiere la Filosofía Rosacruz.
En estas Iniciaciones, Jesús fue elevado a lo
alto por el Espíritu del Sol. Porque, de
acuerdo con las enseñanzas de la sabiduría Occidental, el Espíritu del Sol no
fue el mismo ser que el hombre Jesús.
Fue el arcángel Cristo, quien tomó los cuerpos denso y etérico de Jesús
en el Bautismo; fue a Él a quien se crucificó; y fue Él quien resucitó de la
tumba, saturó la Tierra con su aura y luego ascendió al Sol. Allí, atravesó espiritualmente el Mundo del
Espíritu de Vida y, en el Mundo del Espíritu Divino, se reunió con el Padre,
después de los cual, descendió una vez más a la Tierra, y ha continuado
haciéndolo así desde la primera Ascensión de Pascua.
Jesús y sus discípulos participaron de los Misterios de Cristo en sus
principios: contemplando la Ascensión del arcángel Cristo al Sol y su retorno
en el cielo anual, y recibiendo de Sus manos las varias Iniciaciones; entrando
por las “puertas” para las cuales tenían las necesarias “vestiduras”; y
llevando a cabo el “Matrimonio” o “Unión” con el correspondiente Principio
Cósmico en las Grandes Iniciaciones.
Tocante a estas Iniciaciones de Cristo, leemos en el apócrifo Evangelio
de Felipe (de Nag Hammadi): “Y no es posible que nadie vea a los que están
establecidos, a menos que se haga como ellos.
No como con el hombre cuando está en el mundo; él ve el Sol, pero no es
un sol; y ve los cielos y la tierra y todas las otras cosas, pero él no es
estas cosas; sí sucede con la verdad.
Pero… tú ves el Espíritu (Santo) y te conviertes en el propio Espíritu
(Santo). Tú ves a Cristo y te conviertes
en Cristo. Tú ves al Padre y te
conviertes en el Padre… Porque tú te conviertes en lo que ves”.
Trascrito de BOLETIN INTERNO Nº 32
AÑO 1999 – TERCER TRIMESTRE (Julio-Setiembre)
Fraternidad Rosacruz Max Heindel
(Madrid)
*
Gracias Amigo Edgardo por subir estas excelentes lecciones que se impartían desde la Fraternidad!
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