Carta a los
Estudiantes
Estimado
amigo:
El mensaje
de la Pascua es el mensaje de la victoria.
El Espíritu de Cristo ha vencido las fuerzas de las tinieblas,
resucitando triunfalmente de las mismas profundidades de la Tierra donde,
después de eones de preparación, había obtenido entrada como Espíritu Interno
Planetario. Debido a que literalmente ha
dado Su vida para que nosotros podamos vivir, el renacimiento de la primavera
puede ahora vencer a la muerte del invierno.
La resurrección y el crecimiento son posibles porque los poderes o
fuerzas destructivas que se oponían a ellos han sido vencidos.
El
mensaje de la Pascua tiene que ver no sólo con los hechos de un sublime Ser
cósmico y con el triunfo de Dios en la Naturaleza, sino que también se
relaciona con cada uno de nosotros como individuos. Nosotros también debemos vencer nuestras
tinieblas individuales: sentir el renacimiento vernal del Espíritu interno,
venciendo la invernal muerte de la carne, y resucitar triunfalmente de la
inercia misma de nuestra condición mundana, liberándonos nosotros mismos de la
servidumbre para andar en la Luz, el Amor y la Verdad de Dios.
A
medida que la iluminación alborea dentro de nosotros, llegamos a comprender que
el reino espiritual y no el reino físico, es nuestro verdadero hogar, y que la
escuela de la vida terrena no es sino un escalón en la siempre ascendente
escala de la evolución. Cuanto más
rápidamente aprendamos las lecciones requeridas en la escuela terrena, más
rápidamente nos graduaremos y seremos emancipados de sus confines. Sólo cuando hacemos esto seremos capaces de
unirnos con el Cristo en esa alegre exclamación: “¡Consummatum est!”.
¡Consumado está!
De
este modo, la lección principal de la escuela terrena, la lección hacia la cual
todas las otras convergen, es la de la victoria. A medida que vencemos las tinieblas, es
decir, los deseos egoístas, las pasiones, las ambiciones, los odios y las
actitudes indignas que constituyen nuestras naturalezas inferiores, triunfaremos
para unirnos con la Luz, el Amor y la Verdad, es decir, nuestros Yoes
Superiores. Cuando finalmente venzamos
al egoísmo y compasivamente dediquemos todo lo que tenemos, aún nuestras
personas mismas, a la causa de la elevación humana, comprenderemos el verdadero
significado del auto-sacrificio cósmico anualmente ofrecido, y la empírea
victoria anualmente alcanzada, por Aquel que nos indica el Camino, el Cristo.
De usted fraternalmente,
LA FRATERNIDAD
ROSACRUZ
Trascrito de Boletín Nº92 del Centro Fraternal
ROSACRUZ Santiago de Chile
Marzo-Abril 1993
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