Capítulo II
LA ACTIVIDAD EN LOS MUNDOS CELESTIALES
Y LAS FUERZAS DE LA NATURALEZA
Estamos acostumbrados a hablar de Evolución, pero ¿acaso nos detenemos a analizar lo qué constituye le Evolución misma y por qué ésta no se detiene y paraliza?
Si lo hacemos, nos veremos obligados a reconocer que hay ciertas fuerzas tras todo lo visible que son las causantes de la alteración de la flora y de la fauna, de los cambios climáticos y topográficos que están produciéndose constantemente, y entonces es muy natural que nos preguntemos cuáles o quiénes son las fuerzas o agentes en evolución.
Por supuesto, sabemos muy bien que los científicos dan ciertas explicaciones mecánicas de todo ello. Son merecedores del mayor respeto y ha sido mucho lo realizado por ellos si tenemos en cuenta que la ciencia está en su infancia y sólo tiene a su disposición los cinco sentidos y los instrumentos que ha inventado para ayudarse.
Sus deducciones son maravillosamente verdaderas, lo cual no quiere decir que no existan ciertas causas básicas que todavía no puede percibir, pero que permiten obtener una plena comprensión del asunto, muchísimo mejor que la que suministra la pura explicación mecánica. Una ilustración aclarará este punto.
Dos hombres están conversando; cuando, súbitamente, uno de ellos golpea y hace caer al otro. Ahí tenemos una ocurrencia, un hecho, y podemos explicarlo mecánicamente diciendo: “He visto a un hombre contraer los músculos de su brazo, dirigiendo un golpe contra el otro, haciéndolo caer”. Esta versión es verdadera hasta donde alcanza, pero el ocultista vería también un pensamiento de ira, que fue el que inspiró el golpe, y podría dar una versión más completa al decir que el hombre fue derribado por un pensamiento, puesto que el puño cerrado no era más que el instrumento irresponsable de la agresión.
Si no hubiera existido la fuerza impulsiva del pensamiento de ira, la mano habría permanecido inerte y el golpe no se habría producido.
La Ciencia Oculta refiere todas las causas a la Región del Pensamiento Concreto y nos habla de cómo dichas causas son generadas allí por los espíritus humanos y suprahumanos.
Y si recordamos que los arquetipos creadores de todo cuanto vemos en el Mundo Sensible, se encuentran en el Mundo del Pensamiento, que es el Reino del Sonido, nos encontraremos en situación de comprender que las fuerzas arquetípicas están operando constantemente a través de estos arquetipos, los cuales emiten cierto sonido, o bien, cuando se agrupa un número de ellos para crear una especie de forma vegetal, animal o humana, los diferentes sonidos se unen en un gran acorde. El sonido simple o acorde, según sea el caso, es la clave de la forma así creada, y mientras resuena, sobrevive la forma de dicha especie; y cuando cesa de sonar, esa forma o especie muere.
Una masa de sonidos no es música, de la misma manera que un montón de palabras mezcladas al azar no forma una frase. Pero el sonido rítmico ordenado es el constructor de todo lo que es, como lo dice San Juan en los primeros versículos de su Evangelio: “En el Principio era el Verbo... y sin él nada fue hecho”, así como también que “el Verbo se hizo carne”.
Vemos, pues, así, que el sonido es el creador y el sustentador de todas las formas, y en el Segundo Cielo el Ego se convierte en uno con las fuerzas de la Naturaleza. Con ellas trabaja sobre los arquetipos de la tierra, del mar, de la flora y de la fauna, para producir los cambios que gradualmente alterarán la apariencia y las condiciones de la Tierra, suministrando así un nuevo medio circundante, hecho por sí mismo, en el cual pueda realizar nuevas experiencias.
En esta tarea es dirigido por los grandes constructores pertenecientes a las Jerarquías Creadoras, llamadas Ángeles, Arcángeles y demás nombres, todos los cuales son los ministros de Dios. Ellos lo instruyen conscientemente en el arte divino de la creación, tanto en lo que respecta al mundo como a los objetos que existen en él. Y le enseñan a construir una forma para sí mismo, dándole como auxiliares a los Espíritus dela Naturaleza, realizando de esta manera el ser humano un aprendizaje para convertirse en un Creador cada vez que va al Segundo Cielo. Allí es donde forma el arquetipo de la forma que más tarde exteriorizará o manifestará al nacer.
Existen cuatro éteres: químico, vital, luminoso y reflector. Hay fuerzas que operan sobre el polo positivo o negativo de los diferentes éteres. Los Egos que están en el Mundo Celestial son parte de esas fuerzas y de ahí resulta que justamente aquellos a quienes llamamos muertos son los que forman nuestros cuerpos y nos ayudan a vivir. Si alguno comete un error en su trabajo en el Mundo Celestial, pronto se dará cuenta de él al tener que emplear un cuerpo defectuoso en la Tierra, aprendiendo así a corregir el error la próxima vez que forme un nuevo arquetipo.
Todos los habitantes del Mundo Celestial trabajan sobre los modelos de la Tierra, los cuales se encuentran en la Región del Pensamiento Concreto. Alteran las características físicas de la Tierra y van produciendo los cambios graduales que varían en apariencia, de manera que cada vez que retornan a la vida física, se encuentran con un nuevo medio circundante en el cual pueden hacerse nuevas experiencias. El Clima, la Flora y la Fauna son así transformados por el hombre bajo la dirección de los Seres Superiores.
El mundo resulta así lo que nosotros mismos, individual o colectivamente, hemos hecho. El Ocultista científico ve en todo cuanto ocurre una causa de naturaleza espiritual manifestándose, sin omitir la prevalencia y la frecuencia alarmante y creciente de las perturbaciones sísmicas, que puede atribuir al pensamiento materialista de la Ciencia Moderna.
Es verdad que causas puramente físicas pueden provocar esas perturbaciones; pero ¿constituyen acaso la última palabra sobre el asunto? ¿Podemos siempre obtener una explicación plena y completa limitándonos a registrar lo que aparece en la superficie? ¡Claro que no! El Ocultista dice que si no fuera por el materialismo, no se presentarían esas perturbaciones sísmicas.
El trabajo del hombre en el Mundo Celestial no se reduce meramente a la transformación de la superficie de la Tierra que deberá convertirse en escenario de sus futuras luchas para subyugar el Mundo Físico. También está trabajando para aprender a modelar cuerpos que le permitan mejores medios de expresión. El destino del hombre es convertirse en una Inteligencia Creadora y actualmente está haciendo el aprendizaje.
Durante su vida celestial aprende a construir toda clase de cuerpos, incluso el cuerpo humano.
Vemos, pues, que así es como el hombre aprende a construir sus vehículos en el Mundo Celestial, para poderlos luego usar en el Mundo Físico. La Naturaleza provee todas las fases de experiencia posible de una manera maravillosa y con una sabiduría tan consumada que conforme vamos ahondando más y más profundamente en sus secretos, nos quedamos más y más impresionados con nuestra propia insignificancia, lo que da nacimiento a una reverencia cada vez mayor hacia Dios, cuyo símbolo visible es la Naturaleza.
del libro Temas Rosacruces UNO
publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel
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