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El 15 de julio de 1917 los Heindel se fueron de vacaciones por vez primera en siete años desde que fuera establecida la Sede Central.
Salieron un domingo de mañana luego del sencillo servicio en la Pro-Ecclesia. Iban sentados en “Carita”, un robusto Overland, desplazándose por los caminos que habían transitado antes tantas veces, a lo largo del hermoso Valle de San Luis Rey, pasaron la antigua misión Franciscana, y después sobre Red Mountain y de ahí a Lake Elsinore. Los caminos ya no eran los mismos. Había paz y alegría en el aire, calma y quietud, lo cual era un bálsamo para sus mentes y cuerpos exhaustos. Todo su ser cambio, se sentían rejuvenecidos; reían, sonreían y cantaban como niños pequeños. De Elsinore, por una autopista de recorrido muy suave, fueron hacia Colton, conocida como la fuente principal de cemento para California. De ahí fueron a Riverside donde pasaron por huertos de naranjas donde el aire estaba colmado de las fragancias de flores de los naranjos.
Este es un estado de belleza inigualada, porque esta vasta sección del Sur de California es en verdad un verdadero Jardín del Edén, con sus majestuosas palmeras, sus naranjas doradas, y su profusión de flores, que son una delicia contemplar. Cincuenta años antes no había ni un solo árbol en toda esta región. La región entre Los Ángeles y San Bernardino fue llamado “el desierto de las sesenta millas”, un lugar que felizmente usaban como caza algunos colonos.
Desde Riverside hay un corto camino hacia Redlands, el pueblo más pintoresco de esta parte. Allí se dirigieron al famoso “Smiley Heights” ubicado sobre un pequeño cerro de unos quince metros de alto que dividía la gran planicie donde estaba en dos enormes valles rodeados de montañas por todas partes. Al moverse a lo largo de esta colina encuentra varios parajes distantes no mas de seis metros que sin bajarse del carro podían desde estos lugares angostos observar la magnifica vista de los valles gemelos con sus arboledas de naranjas y los huertos expandiéndose hacia las distantes montañas.
También fueron a San Bernardino, el pueblo más antiguo de esta área, centro de minería pero quedaron desencantados así que se dieron vuelta nuevamente hacia la costa en busca de un clima más fresco.
Con respecto a la temperatura, California es única. Si uno sabe a donde ir, puede encontrar la temperatura deseada en un determinado día, verano o invierno, sin tener que ir muy lejos. Es por ejemplo muy inusualmente placentero y fresco el clima en Mount Ecclesia. Si uno quiere encontrar un bonito y tibio clima, el Lago Elsinore—a 44 millas —seria el lugar ideal. San Bernardino— a 90 millas de Mount Ecclesia—es verdaderamente caliente; o desde Los Ángeles, uno puede tomar un carro eléctrico e ir a dar un paseo de mañana de invierno hacia arriba a Mount Lowe, a mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, disfrutar de un juego en la nieve, y luego devolverse por Pasadena, donde se necesitan sombreros de paja y camisillas para estar confortable, a Venecia por el Mar y a Santa Mónica, donde el Océano Pacifico azul se despliega a lo largo de la playa blanca, invitando a zambullirse entre las refrescantes aguas.
Su ruta por la costa les condujo a Los Ángeles y a uno de sus más bellos suburbios. Hollywood. Después ascendieron hasta el Paso Cahuenga y pronto llegaron al fértil valle de San Fernando hacia las montañas que los alejaban de la costa. La ciudad de la Universal fue el primer lugar interesante donde pudieron ver como los lugareños hacían imitaciones de castillos antiguos, adornando las colinas circundantes dando un colorido de historias de caballeros. Los vaqueros con sus sombreros y el ganado en corrales creaban un vivo contraste entre el mundo Viejo y el nuevo.
Hacia delante, con los florecientes pueblos de Lankershim, Van Nuys and Owensmouth a su derecha calentándose al sol entre cultivos de frutales. El oro atrajo inicialmente la atención del mundo hacia California, y aunque hay una enorme riqueza mineral en este estado, palidece en comparación con la riqueza contenida en los dorados granos cultivados en los extensos campos; las doradas frutas, naranjas, limones, uvas o el petróleo, todos más valiosos que el oro.
Limitando con Santa Bárbara, se deslizaron hacia abajo —Canejo Grade—yendo hacia la costa, y con el tiempo llegaron a un importante pueblo viejo, Ventura. De ahí, por unas veinte millas, la autopista bordeaba el océano. En este tramo lo que mas les llamo la atención fue Summerland, un sitio llamado así por los espiritistas para referirse al cielo. Fue popular en cierta época y lugar de campamento para los espiritistas, pero, fue descubierto allí petróleo que en vez de subir al cielo hacia regiones etéreas y prístinas pobladas de ángeles lo que había eran hombre de rostros austeros con manos negras ahondando en los
reinos de Plutón, extrayendo con codicia la viscosa sustancia que mantiene las fábricas operando.
Contrataron alojamiento en Santa Bárbara para descansar un rato pues habían escuchado muchas cosas de las bellezas de los parajes circundantes.
Su sobrina Olga [Borsum Crellin], quien les acompañaba en el viaje, quería manejar y fue sencillo explicarle como hacerlo con Carita, cosa que hizo las cosas un poco más fáciles para Heindel. Haciendo viajes cortos y tomando largos descansos, regresaron con renovado vigor a Mount Ecclesia.
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MAX HEINDEL
y la Fraternidad Rosacruz
Por
Ger Westenberg
Traducción de Jorge Rey
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