martes, 29 de diciembre de 2015

Purgatorio



PURGATORIO

Cuando el espíritu sale del cuerpo al morir, el panorama de su vida pasada se descorre ante él durante los tres días y medio siguientes a su desprendimiento del cuerpo. Esas imágenes se graban en el cuerpo de deseos, y forman la base de la vida en el Purgatorio y en el Primer Cielo, que están situados en el Mundo del Deseo. 
En el Purgatorio sólo se reviven las escenas en las que el hombre hizo mal, y el alma se ve a sí misma como si fuera aquel a quien perjudicó, y sufre como aquellos a quienes hizo sufrir en su vida terrestre. 
El objeto del Purgatorio es borrar los malos hábitos haciendo imposible su gratificación. El individuo sufre exactamente lo que ha hecho sufrir a otros con su deshonestidad, crueldad, intolerancia o lo que fuere. Por este sufrimiento aprende a obrar cariñosa, honesta y benévolamente y con toda paciencia para los demás en el futuro. Y como, consecuencia de este beneficioso estado, el hombre aprende el valor de la virtud y de la acción justa y recta. 
Cuando renace está libre de malos hábitos, o por lo menos, las malas acciones que cometa son producto de su libre voluntad. La tendencia a repetir el mal de sus pasadas vidas subsiste, porque debemos aprender a obrar con rectitud, conscientemente y por propia voluntad. 
Ocasionalmente las tendencias nos tientan, proporcionándonos así oportunidades de dominarnos a nosotros mismos e inclinarnos hacia la virtud y la compasión y oponernos a la crueldad y al vicio. 
Si nos abstenemos del mal, la tentación cesa; nos libramos de ella para siempre. Si caemos de nuevo, experimentaremos un sufrimiento aún mucho más agudo que antes, hasta que aprendamos a vivir la Regla de Oro, porque el destino de los transgresores es muy duro.


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