jueves, 24 de diciembre de 2015

Jesús


JESÚS

Jesús pertenece a nuestra humanidad. Cuando el hombre, Jesús, se estudia en la Memoria de la Naturaleza, puede seguirse hacia atrás vida tras vida, en las que vivió, bajo varios nombres, en diferentes encarnaciones, lo mismo en ese respecto, que cualquier otro ser humano. Esto no puede. Hacerse con el Ser Cristo. 
En su caso, sólo puede encontrarse una sola encarnación. No debe suponerse, sin embargo, que Jesús fue un individuo corriente. Era un tipo singularmente puro de mente, muy superior a la mayoría de nuestra presente humanidad. A través de muchas vidas estuvo recorriendo el Sendero de Santidad, preparándose así para el mayor honor que haya podido tener un ser humano. 
Su madre, la "Virgen María", era también un tipo de la más elevada pureza humana, y debido a ello fue elegida para ser la madre de Jesús, Su padre era un elevado Iniciado, virgen, capaz de 'realizar el acto de la fecundación como un sacramento, sin ninguna clase de deseo o pasión personal. De esta manera el hermoso, puro y amante espíritu que conocemos bajo el nombre de Jesús de Nazareth, nació en un cuerpo puro y sin pasiones. 
Este cuerpo era el mejor que podía producirse en la Tierra, y la tarea de Jesús en esa encarnación, era la de cuidar y desarrollar hasta el mayor grado de eficiencia posible a su cuerpo, preparándolo para el gran propósito que debía servir. Jesús de Nazareth nació más o menos en el tiempo indicado por la Historia, y no en el año 105 antes de Cristo, según se indica en algunas obras ocultistas. 
El nombre de Jesús era común en el Oriente y un Iniciado llamado Jesús vivió en el año 105 a. C., pero obtuvo la Iniciación egipcia y no fue Jesús de Nazareth, con el que nosotros estamos relacionándonos. La misión de Jesús no fue simplemente la de un legislador moralista sin más autoridad que su palabra; vino a cumplir las profecías que anunciaron su venida. Recibía su autoridad de la naturaleza excepcional de su Espíritu y de su misión divina. Vino a enseñar a los hombres que la verdadera vida no está sobre la Tierra, sino en el Reino de los Cielos; a enseñarles el camino que conduce a ella, los medios para reconciliarse con Dios, y hacer presentir la marcha de las cosas futuras para el cumplimiento de los destinos humanos. 
Sin embargo, no lo dijo todo, y sobre muchos puntos se limitó a dejar el germen de verdades que él mismo declara que no podían ser comprendidas. Habló de todo, pero en términos más o menos explícitos, porque para entender el sentido oculto de aquellas palabras, era preciso que ideas nuevas y conocimientos nuevos vinieran a dar la clave, y estas ideas no podían venir antes de cierto grado de madurez del espíritu humano. 
La ciencia debía contribuir poderosamente al nacimiento y al desarrollo de estas ideas; luego era preciso dar a la ciencia el tiempo para progresar.


del libro "Diccionario Rosacruz", de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel


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