LOS CIEGOS
El mal de la ceguera:
La vida siempre tiene espinas para todos, siempre es dura para los desafortunados; pero para los ciegos es particularmente triste y difícil, no solo porque no ven, sino porque les resulta muy difícil ocupar un empleo como cualquier otra persona.
¿Qué es lo que ha dado origen a este triste mal de la ceguera? No se nace ciego, pobre, rico, enfermo, sano, perfecto, defectuoso, esclavo o libre, para mandar o dirigir, por casualidad, como aquellas hierbas que nadie siembra y siempre nacen. El hecho es que a lo largo de vidas pasadas nos comportamos en tal forma, que tenemos que renacer tantas veces como sean necesarias, para poder cambiar la naturaleza de los males que hicimos y así lograr el bien que tenemos que aprender para poder sentir amorosamente. Por eso mismo, el Destino es el que nos compele a renacer bajo las condiciones presentes, para que obtengamos las enseñanzas que nos ayuden a enmendar nuestros errores y volvernos cada vez más perfectos.
Y ¿Qué es el Destino?
Es la suma de todo cuanto hicimos en vidas pasadas, de bien y de mal, una especie de cuenta corriente del pasado para orientar el porvenir. Todo cuanto hacemos en una vida quedará esperándonos para las siguientes. Lo que sembramos en el pasado dará sus frutos en el futuro.
No estamos en este mundo para gozar, como la gran mayoría realmente deseamos, sino para evolucionar, para perfeccionarnos, para ascender a condiciones más dignas, a estados más elevados que el presente y esta ascensión consume vidas, cuesta mucho sufrimiento y se realiza azarosamente, siendo necesario nacer y morir muchas veces, antes de alcanzar la perfección que nos liberará de las condiciones terrenas por las que atravesamos. Todo lo que hacemos en una vida, prepara el programa de la siguiente.
Los que tienen mucho dinero y no han sabido emplear bien sus bienes, usándolos en su propio provecho, solo para su satisfacción personal, indiferentes a todas las penas y sufrimientos de sus semejantes, serán los pobres del mañana, los mendigos y los sin trabajo, los infelices que siempre lucharán por la falta de medios de subsistencia, para que sepan encontrar el equilibrio en todo, sean justos y aprendan la sublime lección del amor que nos debemos los unos a los otros, ya que la finalidad de nuestras vidas es llegar a la perfección y ésta no existe en tanto que nos miremos con orgullo, con vanidad, egoísmo y nos centremos en nosotros mismos y los de nuestra propia sangre.
Cuantas veces sorprendemos en los mendigos resquicios de orgullo que no pueden tener otro origen sino en sus vidas pasadas. Ellos conservan una vaga e imprecisa memoria de lo que fueron y no se conforman enteramente con su destino. Por eso no llevan resignadamente su cruz. Pero así sus penas se les tornan más agudas y el horizonte se muestra cada vez más oscuro… hasta que los pobres puedan aprender su dura lección.
La voz de Dios
Debemos ser prudentes al hacer uso de nuestra vista: nunca la empleemos para fines delictuosos. No miremos lo que no debemos, si queremos poseerla todo lo más eficiente posible cuando regresemos a este mundo.
¿Cuál será la pena para aquel que seduce y toma a una flor inocente y pura y luego de apreciar su belleza y su perfume la abandona indiferente a la vera del camino a su propia suerte? ¿En qué forma dará este cuenta de sus culpas? ¿No tendrá él que beber gota a gota, más tarde o en próximas vidas, la hiel que derramó en el alma pura de la doncella engañada?
Sin duda alguna. Pagará sufriendo en la misma medida, es para que acontezca lo que dice el pueblo, “Es para saber el gusto que el Fado tiene.” Fado es el Destino, el registro de todo lo que sembramos, bueno o malo en vidas pasadas.
“Quien mal anda mal acaba”, dice también la voz popular. Y es la voz del pueblo que se dice ser la voz de Dios, hay muchas verdades, aunque su verdadero sentido quede a veces a oscuras, para la mayoría de la humanidad.
Los ciegos siempre nos han impresionado, no solo por ser ciegos, sino por su encadenamiento a tan cruel destino. Ellos parecen comprender que su falta de vista es una pena que tendrá su fin y algún día llegará en que se vean redimidos. Y en esta esperanza vagamente impresa en su memoria, van recorriendo su valle de lágrimas por el tiempo que les fue marcado.
FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL
Calle Colombres Nº 2113 – Bº Lomas de San Martín
5.008 – Ciudad de Córdoba – República Argentina
E-mail: cristianosmisticos@gmail.com
Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este aporte
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario