martes, 26 de abril de 2016

Si un creyente en las enseñanzas emitidas por los Rosacruces mantiene firmemente que son ciertas ¿no está en peligro de hacerse dogmático e intolerante en la opinión de los demás?



PREGUNTA Nº 181:  Si un creyente en las enseñanzas emitidas por los Rosacruces mantiene firmemente que son ciertas ¿no está en peligro de hacerse dogmático e intolerante en la opinión de los demás? ¿Y cuál debe ser su actitud respecto a aquellos que rehúsan aceptar esas enseñanzas?


Respuesta: Es de la mayor importancia que reconozcamos el hecho de que, por lo menos en nuestra limitada condición actual, no podemos llegar a la última verdad. Por lo tanto, lo que nos parece a nosotros “verdad y toda la verdad” es, muy probablemente, sólo parte de la verdad. Conforme evolucionamos, haciéndonos capaces de comprender más y más, nuestras concepciones sobre la vida, el mundo y Dios, cambian. Por consiguiente, debemos mantener en todo tiempo una mente imparcial y abierta para poder así recibir toda nueva verdad que se nos presente; y si bien no debemos permanecer indiferentes, sino animados, por todo lo que creemos es verdad, nunca deberíamos olvidar el hecho de que existen aún mayores verdades que todavía no conocemos. Conservando esta actitud, mantenemos la mente abierta, sin limitarla con prejuicios ni dogmas.
Algunas personas se entusiasman tan enormemente cuando han encontrado algo que les parece la verdad, que enseguida comienzan una verdadera cruzada para compeler a los demás a aceptarla. Es éste un grave error. Si vamos a una iglesia y comenzamos a hacer preguntas que levanten dudas concernientes a su fe en la mente de los fieles, podremos fácilmente producir un triste estado de confusión. Si lo que tenemos que dar armoniza con ellos y les sirve de áncora de salvación para que puedan descansar sobre una fe nueva y más elevada, tanto mejor.
Pero si lo que tenemos que dar está más allá de su alcance y es, para ellos, inaceptable, sólo conseguiremos atraerlos a un estado mental desagradable, y hasta podrán ir al materialismo, al ateismo o a cualquier otra actitud escéptica desastrosa. Su vida en este caso, estaría desecha y nosotros seríamos los culpables. Debemos hacer una regla inflexible en nuestra vida de la discreción sobre lo que creemos o dejamos de creer, si bien de decir alguna palabra si llega el caso, nunca debe descuidarse la oportunidad y si esa palabra provoca alguna pregunta no debe temerse el contestarla. De esta manera se puede ir conduciendo gradualmente al preguntante.
Por esta táctica no será conducido a menos que él lo busque realmente, y si vemos que desea mayores informaciones debemos darle todas las que necesite. Pero reiteramos una vez más que es una responsabilidad muy seria el emitir nuestras opiniones ante personas que no tienen deseos de escucharlas o que no están preparadas para ello.

Max Heindel
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