viernes, 29 de abril de 2016

¿Cree usted en la pena capital? ¿No es ella mucho más humanitaria que la prisión perpetua?

PREGUNTA Nº 184:  ¿Cree usted en la pena capital? ¿No es ella mucho más humanitaria que la prisión perpetua?

Respuesta: Entre los salvajes podrá ser justo: el fuerte siempre sobrepasa al débil. Nos enorgullecemos de que nuestra civilización haya llegado a un elevado estadio y de que practicamos el altruismo en todos los departamentos de la vida. Sin embargo, aunque no salgamos a la calle armados con un garrote y matemos indistintamente a cuantos se nos pongan por delante, matamos de una manera muchísimo más refinada con lo que llamamos ley. Antiguamente la ley ordenaba que se colgara a los ladrones. Ahora decimos que ese castigo era bárbaro, pero la pena capital sigue siendo una mancha de nuestra civilización.
Además, nuestra crueldad es mucho más refinada que la de los pueblos antiguos, porque éstos colgaban al ladrón o le cortaban la cabeza sin más trámite, en tanto que nosotros lo mantenemos encarcelado durante largos años, fijamos el día de su ejecución mucho tiempo antes y permitimos que en el ínterin vaya sufriendo anticipadas muertes.
Sostenemos que el objeto no es la venganza, sino solamente la necesidad de salvaguardar a la sociedad, impidiendo que se cometan crímenes, pero la pena capital sólo consigue aumentarlos. Cuando un hombre tiene tendencias homicidas, debería ser aislado de manera que no pudiera volver a herir a sus semejantes. Pero matarlo no es, absolutamente, impedírselo. La muerte lo liberta en el Mundo del Deseo y lo deja en plena libertad para ir de un lado a otro entre los demás, sugiriéndoles pensamientos de odio y de venganza contra la sociedad. De ahí que se multipliquen los asesinatos. Además, la prensa ayuda enormemente a esta manía homicida. Los títulos llamativos y los textos que relatan hasta los más insignificantes detalles de los crímenes incitan a otros a obrar similarmente. Si la prensa se contentara con guardar el mayor silencio sobre los crímenes y suicidios solamente, muy pronto se notaría una disminución enorme, y es muy satisfactorio poder decir que por lo menos existe una publicación cristiana que rehúsa publicar cualquier cosa que no sea buena.
En cuanto a la segunda parte de la pregunta, podría contestarse quizás que, bajo el régimen actual de las prisiones, es preferible la muerte. Pero esa rama de nuestras instituciones también necesita una urgente reforma y es mucha la tarea que tenemos aún que hacer en lo que respecta al trato que debe darse a los titulados criminales. Estos son nuestros hermanos, en la misma medida que los llamados miembros respetables de la sociedad, y que aún no han cometido el imperdonable delito de salirse de ella. Es cierto que la vida de la prisión no es hoy tan bárbara como antes. Es también cierto que, en los Estados Unidos, tenemos la probación y la suspensión de la sentencia, pero estamos todavía muy lejos de lo que debe hacerse realmente.
Si pudiéramos comprender verdaderamente que los llamados criminales son hermanos nuestros los trataríamos como si fueran hermanos menores, hijos de nuestra propia madre, y entonces estaríamos muy cerca de obrar debidamente; porque ¿quién de entre nosotros, si un hermano menor hubiera cometido una falta, lo enviaría a presidio con desprecio, o le daría calificativos denigrantes cuando hubiera cumplido su sentencia, manteniéndolo en el ostracismo el resto de su vida? Cuando una persona se enferma de fiebre tifoidea no nos enojamos contra ella y la enviamos al hospital por un mes; la enviamos allí hasta que se cure, cuidamos de ella y tratamos de que recupere su salud y nos regocijamos cuando se pone bien. Un criminal no es más que un ser mentalmente enfermo y débil. No debería enviársele a la prisión por un tiempo determinado, sino a una institución donde se le enseñara y ayudara a recuperar su sanidad mental. Hasta que procedamos en esa forma no podremos decir que hemos sobrepasado la máxima bárbara de pedir ojo por ojo. ¿Cómo podemos rogar “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores si empleamos tales procedimientos?

Max Heindel
FILOSOFÍA ROSACRUZ EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS TOMO PRIMERO


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