lunes, 18 de abril de 2016

La Tierra es el cuerpo de un espíritu que da su vida a los moradores que viven en su superficie


PREGUNTA Nº 173: Usted ha dicho en otra oportunidad que la Tierra es el cuerpo de un espíritu que da su vida a los moradores que viven en su superficie. Y ¿por qué da flores y frutos a algunos y hambre y terremotos a otros?

Respuesta: Durante el intervalo entre la muerte y el nuevo nacimiento, los espíritus desencarnados que han llegado al Segundo Cielo, donde están los arquetipos de todo cuanto
existe, construyen su futuro alrededor ambiente, en el que recogerán lo que hayan sembrado.
Si han sido activos en sus vidas pasadas, si han trabajado el suelo y hecho crecer dos hierbas donde antes sólo crecía una, formarán, para sí mismos, una tierra aún más fértil, en la que podrán obtener mayores frutos con menos trabajo. Si han perdido su tiempo pensando en el Nirvana, un lugar celestial de reposo e indolencia, y han gustado más de entrar en discusiones metafísicas que en cuidar de las cosas materiales, continuarán haciéndolo así en el Segundo Cielo, y, en consecuencia, su tierra será árida y estéril cuando tornen a la vida terrestre.
Entonces tendrán que experimentar hambres y sufrir inundaciones y terremotos, hasta que comprendan la necesidad de proveer a sus necesidades materiales. De esta manera, a su tiempo, aprenderán la lección y lucharán por conquistar este mundo así como nosotros lo hemos hecho en el Occidente, porque, por supuesto, el preguntante hace referencia a los pueblos de Oriente, que sufren inundaciones y hambres. Esos pueblos son nuestros hermanos menores, que están tras de nosotros en la evolución, y deben seguir nuestros pasos. Deben aprender a olvidar, por un tiempo, los mundos espirituales, con objeto de alcanzar el desenvolvimiento que el mundo material únicamente puede darles. Existe un profundo propósito en las hambres que actualmente los azotan, así como también existe un propósito no menos profundo en nuestra prosperidad. Sus hambres los guiarán eventualmente a condiciones más materiales, pero nosotros, teniendo tierras rebosantes de todas las cosas buenas del mundo, con ingeniosos inventos que hacen la vida más fácil y llevadera, eventualmente nos diremos cuando nos hayamos hastiado con estas bendiciones materiales: “¿Y qué bien hay en ello? Dadnos mejor las cosas espirituales” y entonces entraremos en un desenvolvimiento espiritual mucho más elevado que el de Oriente.

Max Heindel
FILOSOFÍA ROSACRUZ EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS TOMO PRIMERO


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