Respuesta: La historia del Santo Grial es uno de los mitos empleados por los grandes guías
de la humanidad para sugerir las verdades espirituales bajo la forma de símbolos que, en ese entonces, hubieran sido incomprensibles para nuestro intelecto infante.
La historia del Grial se encuentra, bajo las formas más diversas, en todas las razas, en lo que podamos seguir las huellas de las enseñanzas religiosas, y se han escrito bibliotecas enteras acerca de esta maravillosa panacea mística para todas las enfermedades.
En los tiempos medievales los trovadores recitaban muchas versiones de esta leyenda.
Quizás la más hermosa era la de Wólfram von Eschenbach, de quien la tomó el primer artista del siglo XIX, Ricardo Wagner, en su famosísimo drama musical “Parsifal” - La leyenda dice que en la noche en que nuestro Salvador tomó su última cena con sus discípulos, bebió en cierta copa o cáliz, y, más tarde, cuando la sangre vital fluyó de su costado herido, José de Arimatea recogió la sangre del Salvador agonizante en ese cáliz y también tomó la lanza con la que le habían herido. Estas reliquias las llevó consigo muchos años, y tal era el maravilloso poder vitalizante de la sangre del Salvador que lo sostuvo a través de todas las privaciones, en la prisión y en sus viajes. Por último, esas reliquias fueron llevadas al cielo durante un tiempo, al cuidado de los Ángeles, pero una noche un mensajero místico, enviado por Dios al santo Titurel, con la orden de que construyera un castillo elevado en el aire, sobre la cima de una montaña, y que agrupara en torno suyo a un número de caballeros, que debían ser puros y castos. A estos caballeros del Grial se les permitía contemplar las sagradas reliquias determinadas veces, y de esta manera se inspiraban con el deseo y con el poder de ir al mundo a realizar poderosas obras espirituales. A su debido tiempo, Titurel traspasó la custodia del Grial a su hijo Amfortas, y durante su reinado como Rey del Grial ocurrió una desgracia muy lamentable a los caballeros.
En un valle ardiente, bajo el castillo, vivía un caballero negro, cuyo nombre era Klíngsor, que deseaba ser Caballero del Grial. Pero no era casto, de manera que, para poderse poner en las condiciones requeridas, se mutiló a si mismo, haciéndose imposible la gratificación de sus deseos. Pero, cuando se dirigió al santo Titurel, éste vio su corazón y rehusó admitirlo.
Entonces Klingsor juró que si el no podía servir al Grial, el Grial debería servirlo. Y pobló el jardín de su mágico castillo con fantásticas flores-doncellas ilusorias, que tentaban a los Caballeros del Grial cuando iban o salían del castillo, seduciéndolos y descalificándolos así para prestar sus servicios como Caballeros del Grial.
Temiendo que todos los caballeros fueran hechos prisioneros por Klingsor, Amfortas decidió luchar con él. Y se llevó consigo la sagrada lanza, para realizar su objeto. Pero Klingsor evocó a Kundry, que es una criatura de dos existencias. Unas veces es la servidora fiel y activa del Grial, y otras el instrumento inconsciente de Klingsor. Cuando sirve al Grial es humilde, obediente y va sencillamente vestida. Bajo el dominio de KIingsor, se convierte en una joven de extremada hermosura, llena de encantos seductores, los que se ve obligada a emplear cuando Klingsor se lo manda, pues él tiene poder sobre ella por no ser susceptible a sus encantos, porque está mutilado.
Kundry encuentra a Amfortas, quien queda preso de sus encantos. Mientras está en sus brazos, la lanza se le cae de la mano y entonces la toma el ansioso Klingsor, quién con ella le produce una herida que no puede curarse, y durante muchos años el Rey sufre torturas, especialmente cuando expone el Santo Grial para beneficio de sus caballeros. Entonces la herida comienza a sangrar de nuevo, produciéndole los más atroces dolores.
Generalmente hablando, y dando una de las diversas interpretaciones que pertenecen al Misterio de Grial, así como a los otros símbolos, Kundry es el cuerpo denso negativo, que unas veces está bajo el dominio de la naturaleza superior, simbolizada por los Caballeros del Grial, y otras bajo el impulso de la naturaleza pasional, simbolizada por Klingsor, que tienta al espíritu para que olvide sus elevados ideales, y causa sufrimientos cuando se cede a la tentación. En Parsifal, el puro e inofensivo, vemos al hombre que se domina a si mismo y que, por lo tanto, conserva victoriosamente al Grial.
En la mañana del Viernes Santo de 1857 Ricardo Wagner estaba sentado en Villa Wesendonck, cerca de Zurich, y al mirar en torno suyo, bajo los brillantes rayos del Sol, toda la Naturaleza sonreía y de los millones de simientes plantadas en el suelo brotaban plantas y flores innumerables. Y una idea pasó relampagueante por la mente de Wagner:
¿Cuál será la relación entre la muerte del Salvador en esta época y este múltiple brotar de vidas?” Ese pensamiento lo llevó muy cerca de la clave del misterio del Grial, porque el Grial era una Escuela de Misterios, una de las muchas que existieron en la Edad Media. La historia del rey Arturo y de los caballeros de la mesa redonda no son fábulas, son hechos.
En los tiempos de la reina Elizabeth existía en Gales una de dichas escuelas. Y estas Escuelas de Misterios, existen hoy en día, si bien no se las conoce tan públicamente como en los más espirituales tiempos del medioevo. El Misterio del Rey Arturo trata más del aspecto material y temporal de la vida que el Misterio del Grial, que era completamente puro y espiritual. En ésta se enseñaba al discípulo, no con palabras, sino inculcándole sentimientos, una doctrina que podemos resumir así: “En torno vuestro veis los diversos reinos del mundo: el humano, animal, vegetal y mineral.
La vida que reside en cada uno de esos reinos es la vida universal de Dios, quien se manifiesta a través de todas esas varias formas. Cuando la forma se marchita, es necesario proveer otras formas en su lugar, y de ahí la actividad generadora que llena ese objeto. En el reino vegetal, que está debajo de vos, esa actividad es pura, casta e inmaculada No hay la menor pasión en ese reino.
“En los reinos de los Dioses, que están más allá de vos, también se lleva a cabo como proceso de regeneración, puro y santo. Pero en los reinos que existen entre el vegetal y el de los Dioses, la situación es inversa. El hombre y el animal tienen pasión. El hombre es, en realidad, una planta invertida. La planta es inocente, no se avergüenza, y dirige sus órganos creadores, la flor, hacia el Sol y esa flor es una delicia de belleza: es pura, es casta y sin pasión. El hombre dirige sus órganos creadores hacia la Tierra, y se avergüenza de ellos porque están llenos de pasión. A su debido tiempo el hombre se convertirá en un Dios, y entonces empleará su capacidad generadora en beneficio de los demás y no para gratificar
sus sentidos. Así que, a su tiempo, el hombre se hará similar a la planta, pero en grado superior.
Por consiguiente, contempla este símbolo: el cáliz de la planta, que contiene la simiente, es el cáliz del Grial, y la lanza que hace brotar la simiente de la flor es el rayo del Sol. Vos también debéis aprender a absorber la fuerza solar, que es la constructora de todas las formas, debéis aprender a emplear el poder creador sin pasión, de tal manera que lo que creéis esté inmaculadamente concebido y no como ahora, generado en pecado.
La savia de la planta fluye por su verde tallito y sus hojas, incoloro, puro y casto. Vuestra sangre es roja y está llena de pasión, pero en la regeneración esa sangre debe ser purificada
por la fuerza espiritual que os vendrá del Sol espiritual, así como las fuerzas del Sol físico producen la savia de la planta. Y habiéndoos regenerado así, moriréis como hombre para resucitar como dioses”.
Max Heindel
FILOSOFÍA ROSACRUZ EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS TOMO PRIMERO
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