domingo, 15 de febrero de 2015

Los instrumentos del Ego y su desarrollo


 
LOS INSTRUMENTOS DEL EGO Y SU DESARROLLO
 
 Es evidente que según evoluciona la humanidad va descubriendo el mundo en
el que vive y, a la vez, descubriéndose a sí mismo. Los físicos pasan de considerar al
átomo como el origen de la materia a decir que toda la materia es energía, y los
psicólogos pasan de decir que la mente es un producto del cerebro a decir que es
inmaterial e independiente. Pero las teorías relacionadas con la filosofía esotérica, el
budismo o la metafísica van más allá y dicen que la materia o energía son en realidad
“pensamiento divino manifestado” y que nuestra mente es un mero instrumento del
Ego para poder evolucionar en este mundo por medio de sus diferentes cuerpos y
experiencias. Por consiguiente, si queremos delinear lo que verdaderamente somos y
dejar claro lo que es el Ego y como puede desarrollar sus poderes, debemos
analizarnos profundamente y en todos los aspectos, pues el “Yo” o “Ego” es el centro
de acción consciente que puede cambiar su vida, destino, carácter y fisonomía.
 
 Todavía hay quien piensa que somos el cuerpo físico, otros dicen que somos
eso mismo más los deseos, sentimientos y pensamientos, y otros van más allá y
afirman que somos todo eso pero que por encima está la consciencia del Yo, es decir,
ser consciente de que somos un individuo. Así es que, de una forma generalizada, la
mayoría de las personas se consideran los creadores de sus pensamientos, los
creadores y percibidores de sus sentimientos y los actores de sus actos o hechos,
pero pocos pueden explicar lo que es el verdadero Ego o Yo superior. Somos
consciencia y nos sentimos consciencia en cada momento en que, como “Yoes”
pensamos, sentimos, deseamos, hablamos, actuamos y ponemos voluntad. Esto es lo
que somos para la mayoría de las personas, una consciencia que se reconoce a sí
misma como un “Yo soy” o “mi mismo” gracias a todos los aspectos o vehículos de
manifestación del Espíritu; sin embargo, son pocos los que actúan desde esa posición
en cada momento ya que están tan identificados con sus vehículos que creen que son
ellos mismos. El verdadero Yo es el conocedor, pensador y observador del mi mismo o
personalidad formada por los cuerpos físico, emocional y mental, es decir, es el ser
consciente de que él no es todo lo demás y de que todo lo demás son instrumentos a
su disposición para evolucionar y manifestar sus poderes como representante que es
del Espíritu.
 
 Los sentimientos, deseos, placeres, penas y hechos manifestados a través de
la mente, del instinto o del subconsciente forman el “mi” o yo personal, mientras que
los que se identifican conscientemente (actúan como consciencia) como Ego o Yo
superior, son pensadores voluntarios y observadores de esa personalidad. La
personalidad cambia según las experiencias pero lo hace (generalmente) involuntaria
e inconscientemente, sin embargo, la persona que gracias a su desarrollo está
identificada con el Ego cambia voluntaria y conscientemente sus aspectos personales
(gustos, aficiones, formas de pensar, etc.) La personalidad actúa pensando que es ella
misma quien lo hace (deseo, placer, egoísmo, malos pensamientos, etc.) mientras que
el Yo diferencia el hecho, (interno o externo) la respuesta que voluntaria y
conscientemente puede dar y a él mismo como observador diferenciado de todo lo
anterior. El Yo superior intenta cambiar a la personalidad para que no actúe por
instinto, como subconsciente o de forma automática en forma de deseo, sentimiento y
pensamiento.  Él observa en silencio y intenta imponer su buena voluntad para que los
deseos, sentimientos y forma de pensar estén de acuerdo con su naturaleza espiritual
pero para que esto suceda la personalidad debe silenciar la mente y utilizar a ésta
para discernir entre lo correcto e incorrecto y lo verdadero y lo falso. Un sentimiento o
deseo  suele venir de dentro pero no es lo mismo actuar o responder a un hecho como
si fuéramos ese sentimiento, deseo o incluso pensamiento, que responder consciente
y voluntariamente como observador (consciencia) quitando así la respuesta personal.
 
 Una cosa es la actividad mental (pensamientos automáticos e inclinados al
egoísmo y al materialismo) y otra actuar como conocedor del mecanismo de la mente
y controlador de la misma; no es lo mismo actuar como sentimiento o como mente que
como la consciencia que los observa, estudia y manifiesta conscientemente. Yendo un
poco más allá, reconocemos, por lo general, que tenemos el poder de cambiar
nuestros deseos, sentimientos y pensamientos pero ¿quién o qué es eso que es auto-
consciente de que tiene ese poder? Ese es el estado más puro o elevado de
conciencia en que nos encontramos pero, en el cual y por lo general, no nos situamos.
La personalidad son muchos pequeños estados de consciencia de los cuales el Ego
(pensador y conocedor) es consciente como entidad individual. La personalidad
cambia día tras día pero el Ego no; la personalidad puede ser examinada por el Ego
pero el Ego no se puede examinar a sí mismo; por tanto, la personalidad es no-ser y el
Yo superior es Ser. En consciencia, nadie puede decir “yo no soy” porque la
consciencia es el Yo. No podemos ni siquiera imaginarnos como fuera del Yo o como
que desaparezcamos como Yo; nos podemos imaginar a otros yoes como hermanos
pero no podemos pensar que nuestro Yo sea otro porque la consciencia del Yo está
por encima de la personalidad. La consciencia del Yo está en cada momento, en cada
ahora, pero solo la personalidad puede viajar por el pasado o el futuro.
 
 Teniendo claro ya que además de pensar, sentir, desear, etc., como yoes,
tenemos el poder de la voluntad para impedir que sean todos esos aspectos quienes
nos dominen, quiero insistir en que cada individuo debe liberarse de sus
pensamientos, sentimientos, deseos y acciones que instintiva, inconsciente o
automáticamente actúan mayormente en contra de nuestra voluntad. La mayor parte
del día estamos dominados por tendencias hereditarias, costumbres, sugestiones de
otros, auto-sugestiones, deseos, imaginación, etc. y no queremos verlo porque
preferimos ignorar que podemos ignorarlo, cambiarlo o eliminarlo de nuestra vida sólo
con un poco de voluntad. El común de las personas piensa y actúa como si fuera todo
eso a la vez que se queja porque quisiera ser mejor, pero no comprende que puede
transformar y controlar a la personalidad para no ser un mero juguete de ella y de las
circunstancias externas que le rodean. Actuamos como autómatas, nos dejamos
dominar por las corrientes emocionales y los deseos, somos esclavos de nuestros
propios estados de ánimo y no nos reconocemos y auto-observamos en cada ahora
para experimentar desde la posición que nos corresponde. El auto-reconocimiento
como un Yo superior o Ego nos presenta un nuevo mundo de posibilidades respecto a
pensar, desear, sentir, hablar y actuar porque desde ese nuevo punto de partida todo
eso se hace voluntaria y conscientemente.
 
 Es normal, y para muchos inevitable, actuar, pensar o sentir de acuerdo a los
pensamientos que alcanzan y dominan a la mente, procedan de quien procedan. Un
pensamiento externo negativo al cual escuchamos y le damos unas cuantas vueltas en
la cabeza nos puede causar preocupación, ansiedad o incluso no dejarnos dormir,
pero el hecho de ser ignorante del tema que estamos tratando puede hacer que le
demos más vueltas buscando una salida y resulte que sea peor aún. Cuando algo nos
molesta en la ropa que llevamos puesta averiguamos lo que es para quitarlo y eliminar
la molestia, pues así mismo podemos hacer con lo que llega a nuestro cerebro
procedente de los sentidos y lo mismo respecto a la manera de actuar y de responder
de la mente. Sí, ya sé que muchos opinarán que es muy difícil de conseguir esto, pero
yo aseguro que la auto-observación y el hecho de recordarse a sí mismo como Yo
superior en cada momento posibilita el poder de decidir qué pensar, sentir, hablar o
hacer. Podríamos considerar a este hecho como el verdadero sentido de la vida
porque este poder de decidir a voluntad hace que seamos dueños de nuestro karma y
creadores conscientes del destino. Eliminar cada día los pensamientos negativos
dominantes o controlar la mente a voluntad durante una hora diaria es un buen
comienzo y un gran paso que repercutirá como más poder sobre la mente y como paz
 
en vez de preocupaciones y ansiedades. Debemos considerar a la personalidad como
una entidad en nosotros que quiere imponer su forma de vida y de pensamiento
puesto que excepto el poco tiempo que utilizamos para discernir o concentrar la mente
en algo serio, la mayor parte de cada día nos lleva de un lado para otro entre deseos,
hábitos, impactos, temores, vicios, etc.  
 
 Es un hecho que la filosofía oculta occidental, así como la de hace varios
milenios oriental, hablan de planos mentales por encima y por debajo del consciente,
pero tuvo que ser Leibnitz en occidente quien de verdad diera públicamente
importancia a este hecho. Así es, además de la consciencia personal existen unos
niveles de los que somos inconscientes y otros llamados subconscientes de los cuales
solo somos conscientes gracias a sus efectos. Podríamos decir que la consciencia
actúa como tal solo en un 10 o un 15 % del día, preguntémonos ¿Cuántas veces al día
somos conscientes de lo que pensamos? La mente se ha estado modificando toda la
vida y lo sigue haciendo basándose en todo lo percibido y experimentado desde la
infancia, en lo guardado en la memoria, en los hábitos, en el subconsciente, en el
instinto y, en definitiva, en la personalidad de esta vida.  
 
El 90 % de la actividad mental es subconsciente, y como ejemplo de la
existencia de este subconsciente diremos que a veces queremos recordar o resolver
algún problema conscientemente y no podemos hasta que, después de dejar de
intentarlo, el subconsciente nos da la respuesta. Tenemos diferentes vehículos o
instrumentos de manifestación y desarrollo como Egos que somos, y todos ellos
deberían estar bajo el dominio de la mente como ésta debería estar bajo el dominio de
la voluntad del Ego, sin embargo, la mente y todo lo relacionado con ella
(subconsciente, imaginación, intuición, supraconsciencia…) solo forman la punta del
iceberg de lo que verdaderamente es el Espíritu. Por tanto y viendo que el ser humano
está compuesto de muchas partes, es importante que hagamos las correspondientes
distinciones entre las mismas hasta llegar a comprender que el verdadero Ser o Ego
está por encima de todas ellas y que tenemos el deber de trabajar a favor de dicho
Ego para que nuestra consciencia se identifique con la de su propio plano mental.
 
 Hemos mencionado dos aspectos mentales internos relacionados con la
mente, estos son el subconsciente y lo que algunos llaman el superconsciente, uno
está por debajo de la consciencia y el otro por encima. La mente subconsciente  es
donde están guardadas las impresiones del pasado de cada individuo hablando
incluso a nivel de raza, son impresiones del pasado reproducidas en forma de instinto,
prejuicios, simpatía o antipatía, tendencias, etc. Este aspecto mental es independiente
del carácter natural de cada vida e individuo, por tanto, la personalidad tiene su
asiento en el subconsciente y en el carácter que se forma en cada vida ya que éste
también pasa a ser parte del subconsciente. Es conveniente saber que cuanta mayor
atención se pone en lo que nos interesa más profunda será la impresión en el
subconsciente, del cual es parte la memoria. La persona que toca la acordeón, la
mecanógrafa o la cajera del supermercado van grabando en el subconsciente el
progreso que lentamente van haciendo hasta que aprenden a pulsar las
correspondientes teclas de manera automática, pero ese automatismo procede de esa
mente subconsciente como también ocurre con los hábitos y con los conocimientos
que guardamos como nuestros o como verdad. Como hemos dicho, el pasado
evolutivo se encuentra en el subconsciente y por eso hay personas que aún tienen
reminiscencias de ciertos “poderes” o sentidos del subconsciente pasado. Sin
embargo, estos poderes nada tienen que ver con los que se desarrollan por medio del
servicio amoroso y altruista al prójimo, los cuales tienen una relación más directa con
la supraconsciencia.  
 
 Si bien podríamos llamar “almacén de las inspiraciones del pasado” al
subconsciente, también podríamos llamar “almacén latente del futuro desarrollo de la
humanidad” al superconsciente; es decir, donde está latente el superhombre y de
donde procede la intuición, la inspiración o el genio. Esto quiere decir que lo mismo
que el estado actual de la mente estuvo latente alguna vez en el pasado (cuando no
éramos auto-conscientes como individuos) así mismo ocurre con la mente
superconsciente que algún día será el estado normal de la mente en toda la
humanidad. Este futuro estado evolutivo está latente en cada individuo, ya que todos
estamos en el “Plan de Dios” por medio del cual tenemos que llegar a ser perfectos
como Él; de hecho, algunos ya demuestran ciertos poderes de esta supermente
gracias a que se han esforzado más y se han adaptado mejor a dicho Plan Divino.
Nuestra mente es una pequeñísima porción del mundo mental y nuestro cuerpo mental
está engendrado para que en determinada etapa evolutiva de la humanidad ésta
desarrolle todos sus poderes. Así es que, lo mismo que un árbol frutal está latente en
una semilla, así mismo, el superhombre está latente en el hombre. Esto será fruto del
futuro desarrollo como lo es el hecho de que desde que nace un niño hasta su
pubertad pasa los diferentes grados mentales por los que ha pasado la humanidad.
 
 El hombre evoluciona vida tras vida gracias a sus experiencias, a su karma y a
su esfuerzo, y esto ocurre en base a las circunstancias e impactos externos, a las
sensaciones y experiencias internas y a esa “presión interna” a la que todos estamos
sometidos gracias a la cual la humanidad  no deja de inventar, crear, procrear, etc. Por
tanto, el desarrollo mental se debe también a todo esto puesto que la mente se siente
atraída hacia todo ello. Los sentidos son el resultado de millones de años de evolución
comenzando por el del tacto y terminando por la vista, y lo mismo que todos se han
desarrollado progresivamente, también la consciencia desarrollará progresivamente
otros sentidos relacionados con ella misma y más directamente con el Ego (telepatía,
clarividencia, clariaudiencia…) Esto, a su vez, desarrollará la intuición, la inspiración y
el genio que, al mismo tiempo, formará a un superhombre bondadoso, altruista,
fraternal, etc. Por consiguiente, estamos en camino de una nueva conciencia y
preparando el terreno que nos llevará a despertar los nuevos sentidos latentes. Dios
no solo creó el mundo visible, sino que creó todo lo visible, e invisible, y si nosotros,
sus hijos, tenemos que hacernos semejantes a Él, tendremos que conseguirlo a través
de las experiencias y el desarrollo de la conciencia en todos los mundos o planos,
físicos o etéricos.
 
 Cuando hace millones de años se comenzó a desarrollar el germen de la
mente fue gracias a las experiencias captadas por los sentidos, y al igual que el
cuerpo físico vive gracias a los nutrientes necesarios también la consciencia se
adquirió gracias a la mente, por eso mismo se podría afirmar que un hombre sin
sentidos no tiene consciencia. Conocemos gracias a los sentidos y cuanto más fiel y
profunda sea la percepción de lo que nos llega por esa vía más posibilidades
tendremos de imaginar, discernir o intuir con la mente para desarrollar la mente
superconsciente e incluso la espiritualidad. Podríamos ir un poco más allá y decir que
casi todo lo que somos es gracias a la luz y al movimiento puesto que es la luz la que
refleja el mundo externo en la retina para que pasen al cerebro y son las vibraciones
las que hacen lo mismo en otros sentidos. Estos conocimientos, sensaciones o
impresiones son los causantes de los sentimientos y éstos de los pensamientos
gracias a la intervención del Ego, así es que, sin cerebro y sin sistema nervioso no
evolucionaríamos porque el Ego no podría transformar las experiencias en
consciencia. Este y no otro es el medio de comunicación y manifestación del Ego en el
mundo físico, todo un sistema de comunicaciones que a través del cerebro llegan a la
mente para que el verdadero Ser pueda evolucionar. La naturaleza y las jerarquías
divinas facilitaron en el principio de nuestra evolución todos los medios necesarios
para que, en un momento dado, se desarrollarán dichos medio de comunicación y esa
 
mente sin la cual no hubiéramos llegado donde estamos. Pero fue en ese momento
dado cuando el Ego se hizo cargo de su propio desarrollo y karma para hacer frente a
su destino. Es el Ego quien percibe lo que llega por los sentidos y en nosotros está
hacer que lo que llegue sea lo mejor y hacer el mejor uso de la mente para acelerar el
proceso de perfección
 
 Como podemos ver, la herramienta o vehículo físico que el Ego tiene para
desarrollar sus poderes gracias al mundo físico trata de:
 
1º.- La percepción por parte de los sentidos.
2º.- La transmisión por parte del sistema nervioso.
3º.- El registro por parte del cerebro.
 
Pero también hay que decir que ni todo llega con la misma claridad ni todo
llega al Ego si no hay interés y voluntad en la percepción de los hechos. Todos
sabemos que una persona puede estar tan concentrada en lo que está haciendo que
no se entere de otras cosas importantes a su alrededor, o que, a veces estamos
mirando algo pero pensando tan profundamente en otra cosa que es como si no
miráramos. Por tal motivo es conveniente poner interés en lo que se hace o nos
atraiga porque esto desarrolla la voluntad y la voluntad es la base del progreso.
Cuanta más atención haya más claras las percepciones y cuanto más claras sean
éstas, más impresiones se grabarán y con más profundidad lo harán. Una fuerte
voluntad demuestra que hay una fuerte individualidad que educa y gobierna la mente,
lo contrario puede llevar a la idiotez. Todos los días hablamos con personas pero la
mayoría de las veces no nos fijamos ni siquiera en la ropa que llevan puesta. Si, como
sabemos, el subconsciente se abastece de impresiones gracias al interés y a la
atención, deberíamos prestar atención a todo lo que hacemos, sobre todo para poder
interesarnos en los hechos, ideas y sentimientos que sirvan de desarrollo espiritual,
moral e intelectual. A una mente poco educada le será difícil concentrarse y practicará
poco la atención voluntaria, al contrario, se sentirá interesada por cosas sin
importancia, será distraída y estará influenciada por pensamientos ajenos a la
voluntad. Por tanto, para desarrollar la atención se deberían llevar a cabo  prácticas
como por ejemplo:
 
1ª.- El hecho de observar los pequeños detalles nos lleva a desarrollar el interés y este
interés hará que haya atención ocurriendo entonces que hay más interés.
2ª.- Hay que procurar que la atención no se debilite y para ello es conveniente buscar
o crear nuevos puntos de interés o cualidades; estos cambios y nuevos detalles hacen
más cómoda la atención y evitan que se canse.
 
 Como vemos y podremos analizar más adelante, la voluntad es de gran utilidad
para el trabajo a realizar respecto a las impresiones externas, pero no lo es menos
respecto a lo interno (emociones, hábitos, deseos y ciertos aspectos mentales) El
dominio de unas cosas u otras dependerá mucho del gobierno y la educación mental
que cada individuo tiene, ya que la mente suele andar por lo fácil y conocido; es decir
el camino de menor resistencia. Precisamente este andar siempre en las mismas
cosas es lo que crea el hábito, el cual, por lo general, suele ser más malo que bueno,
lo que no quita que lo positivo del hábito sea que podemos hacer que todos ellos sean
buenos. Cuando un hábito se ha hecho fuerte y se afianza firmemente en el
subconsciente es un nuevo aspecto del carácter y si éste es negativo, se necesitará
una gran voluntad para erradicarlo, es más, por lo general, con la voluntad solamente
no es suficiente. Fue San Pablo quien dijo que aun teniendo voluntad no podía hacer
el bien que quería y que el mal que no quería sí lo hacía. El hábito tiene una relación
directa con el subconsciente y por eso tan importante o más es saber  la naturaleza
 
del hábito como la manera de eliminarlo del carácter. De aquí que, además de
voluntad, sea necesario combatir los malos hábitos con otros de naturaleza opuesta, o
sea, dirigir la mente por nuevos senderos para que deje de recorrer los de menor
resistencia. Por tanto, utilizando la imaginación, programemos y visualicemos cada
mañana el nuevo carácter y la nueva imagen (contraria al mal hábito) en nosotros tan
firme y claramente que el subconsciente nos lo recuerde a lo largo del día. A
continuación póngase en práctica los nuevos hábitos o ideales para que,
progresivamente, se repitan automáticamente; esto es, llevar a cabo o manifestar los
deseos, sentimientos y pensamientos correspondientes para que los malos hábitos
mueran de inanición. Por último, hágase cada noche una retrospección mental de los
hechos del día para ver dónde, cómo y cuándo se ha vuelto a caer en el mal hábito y
propóngase vencer la tentación al siguiente día. No olvidemos que cada victoria sobre
un hábito representa más fortaleza y poder para eliminar otros, pero sobre todo, nunca
se debe retroceder.
 
 Cuando, como en este caso, se intenta explicar todo el mecanismo que utiliza
el Ego o Yo superior para evolucionar y expresarse, nos podemos dar cuenta de que
el cuerpo físico es el de menor importancia dentro de que también sea imprescindible
para ello. El cuerpo físico es el vehículo que actúa en el mundo físico pero que
expresa lo que se produce en lo interno (deseos, sentimientos, pensamientos
memoria, imaginación, etc.) es decir, el carácter, de aquí que tengamos que analizar
más profundamente los mecanismos internos para ver cómo funcionamos realmente.
Esto nos lleva a poner en duda ese famoso proverbio que dice:”Según piensa el
hombre, así es él”. El carácter y comportamiento de una persona no se basa
solamente en su forma de pensar o en la clase de pensamiento puesto que el
pensamiento se origina de acuerdo a las impresiones y sensaciones externas y
internas que nos llegan por diferentes medios y que originan sentimientos, emociones,
deseos subconsciente, memoria, etc. Un matemático o persona que trabaje con lo que
comúnmente llamamos enseñanzas abstractas no puede hacer que su carácter sea
abstracto, pero una persona normal que se interese por algo que estimule sus deseos
o emociones sí puede moldear su carácter en ese sentido porque lo está creando en el
subconsciente.  
 
El ser humano tiende a parecerse a sus ideales, tiende a amar lo opuesto a lo
que odia pero todo esto está unido a sus deseos, emociones y sentimientos. La mente
o inteligencia es fría y aunque encontremos cierta satisfacción en pensar no deja de
ser un trabajo relacionado con deseos, necesidad, curiosidad y otros sentimientos. Así
es que, los ideales sobre los que se forma el carácter dependen de sus gustos
repulsiones, sensaciones, emociones, etc. Por consiguiente, podríamos decir que el
hombre actúa y es de acuerdo a sus ideales y a lo que ama porque: Primero, las
acciones se producen según el molde de los sentimientos y deseos; y Segundo por lo
general actuamos inconscientemente de acuerdo a nuestros deseos, placeres, odios y
otros sentimientos y emociones. Otro carácter tendríamos si actuáramos siempre
como cuando tenemos un problema serio que resolver que es cuando actuamos en
consciencia y con discernimiento.
 
La emoción, de la cual se derivan los  sentimientos, suele surgir de la toma de
conciencia de algún hecho u objeto fuera de nosotros, de algún hecho guardado en la
memoria, o de algo que traemos a la mente y que puede pertenecer al subconsciente,
pero de cualquier forma produce sentimientos, impulsos de acción o actividad mental.
De una forma u otra la emoción, el sentimiento y la acción reaccionan mutuamente
sobre el Yo, por ejemplo: placer, dolor, amor, odio egoísmo, altruismo, etc., todos nos
afectan y pueden llegar a manifestarse incluso en el rostro. Es un hecho que las
emociones (miedo, ira, desconfianza…) nos afectan pero también lo es que nosotros
podemos cambiarlas por medio de la voluntad y si no haga la prueba. Cuando por

algún motivo perciba que se está enfadando sonría persistentemente y verá que el
enfado desaparece, por este motivo podríamos decir también que el hombre es lo que
su falta de voluntad ha permitido que sean sus emociones guardadas en su
subconsciente.
 
 
La auto-observación y el recuerdo de sí mismo deben ser una constante en el
control y uso de los vehículos del Ego si queremos que las emociones positivas
(evitando las negativas) formen parte del carácter. Recuerden lo dicho sobre los
hábitos y tendremos la clave para la solución, la repetición del aspecto contrario y la
expresión física contraria al sentimiento negativo que queremos erradicar serán
suficiente. Como ya he dicho, la voluntad es la base del desarrollo siempre que se
sepa utilizar para el beneficio del Ego. La persona que piense en tristezas y se sienta
en un sillón con una posición de decaimiento y abatimiento creará melancolía; la
persona que se proponga y persista en no manifestar la pasión o el deseo que le
domine conseguirá que éste muera; y la que, antes de enfadarse espere unos
segundos y analice el motivo comprenderá que es absurdo. Recuerde lo dicho sobre la
auto-programación e imagínese optimista, con fuerza para vencer un hábito o
emoción, hinche el pecho y hable y piense con la autoridad del Ego para salir airoso
de la lucha; imagine todo esto una y otra vez y formará el carácter que desee con las
emociones y sentimientos que desee.
 
Tenemos otra facultad (por lo general mal o poco utilizada voluntaria y
conscientemente) que también podría considerarse un instrumento del Ego y que, bien
utilizada nos puede servir de ayuda para el desarrollo, esta es la imaginación. Cuando
se limita y se adapta a nuestras necesidades de una forma razonada podemos utilizar
la imaginación de forma creadora y constructora respecto a arquetipos o diseños que
se desarrollarán físicamente en un futuro más pronto que tarde; como ejemplo
podríamos decir ciertas invenciones o descubrimientos. La imaginación es algo así
como el arquitecto de hechos o acciones futuras, pero por eso mismo una mente
malévola o mal educada puede verse arrastrada lleno de surrealismo, tinieblas y
confusión. Lo cierto es que la imaginación se usa más, comúnmente, en su aspecto
ocioso, fantasioso y de ensoñación que en su aspecto creador, o de prevención futura,
y este uso de su aspecto negativo es similar a lo que comúnmente llamamos “soñar
despierto” ¿De qué sirve imaginarnos que somos muy importante en determinado
sentido o que hemos conseguido tal o cual cosa de inmenso valor? Es preferible no
caer en ese aspecto fantasioso de la imaginación y ser realista para utilizarla
consciente y voluntariamente a favor de la creatividad y la espiritualidad.
 
El uso positivo de la imaginación trae progreso, propósito y realización.
Haríamos muy bien en imaginar a diario toda una serie de hechos provechosos para
que queden grabados en el subconsciente porque la voluntad hará uso de ello en su
momento. En casi todos los trabajos y acciones se puede usar la imaginación
visualizando los hechos por adelantado de una manera perfecta y positiva y intentando
llevarlos a cabo en su momento; esto se convertirá en hábitos y traerá sus frutos. Es
mejor imaginar propósitos y hechos constructivos y cambiarlos o reformarlos mil veces
que soñar despierto; y tan útil como es eliminar imágenes mentales que detestamos o
que nos perjudican porque no entran en nuestros planes de progreso ni concuerdan
con los planes de Dios. Un uso de la imaginación que podríamos practicar a menudo
por sus buenos resultados es el hecho de vernos tal y como deseamos ser porque
cuando se persiste llegan a realizarse las visualizaciones. Por tanto, sabiendo que la
imaginación es la que crea el molde o diseño de lo que se crea en el futuro, no sólo
deberíamos estar más pendiente de lo que imaginamos y programamos, sino que
deberíamos preguntarnos ¿mis imaginaciones son positivas o negativas, me hacen
bien o me perjudican?
 
 La memoria, por otro lado, no es propiamente una facultad sino que es más
bien uno de los poderes de la mente porque el desarrollo y la educación de las
personas dependen en gran parte de este poder. Tengamos en cuenta que sin la
memoria (que comunica a la mente) donde está el recuerdo de las experiencias, cada
acto que se haga sería nuevo; o sea, seríamos como el niño pequeño que está
aprendiendo pero que nunca terminaría de aprender. La memoria está formada de
impresiones, ideas y pensamientos guardados en “registros” que, según se repitan las
impresiones se pueden elevar a la consciencia para uso del Ego. Cuando se
rememora algo puede ocurrir que  se guarden nuevas ideas que alteren los originales,
incluso la imaginación puede alterar estos registros; de ahí que, en estos casos, sea
conveniente ser fiel a lo guardado o intentar que la reforma sea para mejor desde el
punto de vista moral, intelectual o espiritual. Las grabaciones en la memoria se hacen
en mayor o menor profundidad dependiendo del interés y la atención que se ponga; es
conveniente tener presente que si las impresiones originales de la memoria no son
profundas y claras, las reproducciones tampoco lo serán. La educación de la mente
tiene una directa relación con el cultivo de la memoria porque toda actividad de la
mente depende de la memoria. El cultivo de la memoria perfecciona el poder de la
percepción y desarrolla la voluntad pero una persona sin memoria roza la imbecilidad.
 
 Antes de pasar a explicar ciertos aspectos creadores de la mente y de la propia
mente quiero analizar más detalladamente otro aspecto interno que he mencionado
mucho a lo largo de estos párrafos, este es el deseo. Se dice en filosofía oculta que
los deseos (cuerpo de deseos o emocional) son el incentivo para la acción pero que, si
no nos queremos ver arrastrados por ellos debemos gobernarlos con la mente y
analizarlos a la luz del discernimiento. Un hombre tiene determinado carácter y
comportamiento de acuerdo a la calidad y grado de sus deseos. ¿De qué sirve tener
una gran percepción, juicio o imaginación si no tenemos un fuerte deseo para
controlarlas y llevarlas a la práctica? El deseo impulsa a la acción (sea física o mental)
de acuerdo a la voluntad. Para hacer o manifestar cualquier cosa o hecho es
necesario que lo deseemos consciente o inconscientemente. Podríamos asegurar que
nuestra vida depende del deseo y que ésta puede ser de una forma u otra
dependiendo de su calidad y grado de desarrollo moral y espiritual. Los hechos y la
consumación de nuestros ideales dependen del deseo porque las aspiraciones o
ansias por conseguir algo dependen también de él. La diferencias entre alcanzar los
objetivos deseados o no dependen del grado porque, como todos sabemos, muchos
confunden el “quisiera” (deseo de menor grado) con el verdadero deseo que incita a la
voluntad. Es cierto que la voluntad es el poder que gobierna la mente pero la voluntad
sin deseo que impulse se queda en poca cosa, es más, la voluntad es como el timón
que dirige la fuerza del deseo hacia el objetivo deseado o incluso lo neutraliza. Esto es
tan simple como decir que una persona puede utilizar su voluntad si tiene voluntad
para ello porque, por muy claras que tenga las ideas del subconsciente, memoria,
imaginación, etc., si no hay deseo que impulse y voluntad de acción nada conseguirá.
 
 Generalmente se dice que el deseo surge del subconsciente, bien como una
reproducción de alguna emoción experimentada conscientemente (a modo de
memoria) o como respuesta a otras impresiones guardadas pero puestas en actividad
por algún hecho externo; de una forma u otra tienen siempre una relación con la mente
y con la voluntad. Como perteneciente al subconsciente tiene relación con la mente del
pasado (además de con las emociones y los sentimientos) pero respecto al futuro está
más unido a la voluntad por medio de la cual se transformará y espiritualizará. No se
suele desear nada que no esté en el subconsciente como sentimiento o emoción
(conocimiento deseado) ni tampoco si no ha sido una experiencia consciente; o sea, lo
 
lógico es que ante lo desconocido no tengamos ni atracción ni repulsión. Las
experiencias de cada vida más la quintaesencia de las mismas que obtenemos
después de la muerte son las que transforman y purifican los deseos para que
elevemos cada vez más la conciencia. Pero, mientras tanto, la mayoría de los
humanos se dejan dominar por los deseos más bajos, ya que no hemos desarrollado
el poder suficiente como para dominarlos con la razón y con la voluntad. Quien ha
desarrollado estos poderes lo suficiente avanzará mucho en el camino de perfección y
los deseos serán sus buenos colaboradores para alcanzar sus ideales y elevados
objetivos.
 
 Si analizáramos nuestros pensamientos, nuestras “ideas” y lo que decimos, nos
daríamos rápidamente cuenta de que pensamos muchísimo menos por nuestra cuenta
de lo que pensamos; que nos expresamos mayormente según lo guardado y
escuchado de otros; que nos expresamos como si todo fuera nuestro y verdad
dándonos cuenta después de que no todo es así; y de que creemos y nos guiamos por
todo lo que oímos (personas, medios de comunicación, noticias, etc.) repitiéndolo
personalmente. La verdad es que estamos sugestionados por todo lo que nos rodea
en mayor o menor grado y de acuerdo a la voluntad y al discernimiento de cada uno.
La sugestión tiene su lugar en la mente y ese lugar comienza a llenarse desde que nos
educan en nuestros primeros años de vida. Cuanto menos poder de la individualidad
más débil se es ante las sugestiones de los demás; así, se acepta los pensamientos,
ideas y palabras de otros y se guardan en el subconsciente para luego expresarlo
como pensamientos o ideas nuestras. Al igual que el débil receptor es más
sugestionado, también el de más autoridad y más carácter es el que más poder tiene
de sugestionar, pero lo cierto es que somos sugestionados por esas personas o
porque imitamos o repetimos lo de otros. Los comerciales, vendedores o
conferenciantes que hablan con firmeza, autoridad y poder de convicción son, entre
otros, unos de los que más sugestionan. Qué decir tiene de los políticos, de los
hombres poderosos o de muchos religiosos y predicadores que hablan por ellos
mismos y dicen hablar por las enseñanzas de sus religiones o de Dios. La música, los
símbolos, determinados objetos, los colores, etc. son motivo de sugestión en nosotros
porque despiertan sentimientos o deseos. Como resultado de todas estas sugestiones
externas podemos ver que la mayoría de las veces no somos nosotros los que nos
expresamos sino que repetimos e imitamos lo de otros con poder de sugestión. Para
rechazar tanta sugestión externa lo primero que hay que hacer es fortalecernos como
individualidad y utilizar el discernimiento para distinguir y clasificar lo que nos llega de
otros y del mundo que nos rodea para así admitirla o rechazarla; evidentemente
conviene apartarse de estas fuentes de sugestión.
 
 Hablando de sugestión y puesto que estamos analizando la verdadera
constitución del hombre y sus instrumentos, no podemos continuar sin mencionar algo
sobre la sugestión que nos hacemos nosotros mismos. La auto-sugestión tiene su
poder cuando repetimos ciertos pensamientos dirigidos a nosotros mismos llevándolas
a cabo a continuación. Es la expresión la que hace que un pensamiento normal se
convierta en sugestión, qué decir tiene que la repetición  y  las afirmaciones aumentan
dicho poder, prueba de ello son los mantrams tan de moda hoy día o el simple hecho
de repetirse uno mismo “yo soy….” Porque tarde o temprano actuará en esa línea de
conducta. Lo mismo que una persona que se sugestione afirmándose a  sí misma que
es despistada puede actuar en ese sentido. También puede hacerlo para decir “no” a
cualquier deseo que le domine, solo tiene que repetirlo con afirmación y autoridad,
sobre todo si lo complementa imaginándose la situación, puesto que esta repetición
crearía el hábito. La auto-sugestión voluntaria es la manera que tiene el Ego de
proponerse alcanzar un nuevo estado mental positivo que cambie el carácter o
naturaleza de la personalidad. Al igual que ocurre con los deseos, emociones y
 
pensamientos, también aquí podríamos decir que somos el resultado de lo que hemos
dicho y pensado de nosotros mismos y de lo que sabemos que otros dicen, ya que
esto queda grabado en el subconsciente para luego pasar a la consciencia y a la
acción. Como consecuencia de todo esto no deberíamos pensar nada negativo de
nosotros (y si lo hay habrá que superarlo) y, al contrario sugestionarnos con que
nuestra voluntad y nuestra mente son poderosas y las podemos utilizara para nuestro
desarrollo espiritual. La auto-sugestión nos ayudará en gran medida a conseguir esto,
sólo tenemos que darnos a nosotros mismos las correspondientes órdenes y visualizar
la situación que deseamos conseguir.
 
 La voluntad está íntimamente relacionada con el deseo como podemos ver al
decir que se puede desear todo lo que se quiera sin tener que poner la voluntad en
acción pero que es muy difícil poner en actividad la voluntad si no hay un deseo. Son
muchas las veces a lo largo del día que nuestros deseos nos dominan y obligan a
utilizar la voluntad pero son pocas las que utilizamos la voluntad conscientemente para
anular la expresión de un deseo. Pero la voluntad tiene un aspecto que nos puede
ayudar a dominar el deseo y este es la libertad de elegir (seleccionar) a la luz del
discernimiento, el problema surge cuando la voluntad tiene que luchar contra un hábito
formado por la repetición de determinado deseo. Entonces es cuando se suele
demostrar la fuerza y la educación que cada uno ha hecho de su mente pero, de una
forma u otra, lo mejor es analizar el deseo separado del hábito y del propio Ego y
proponerse con una fuerte voluntad actuar de alguna de las siguientes formas (entre
otras posibles)
 
1ª.- Juzgar razonablemente, como si de un juicio se tratara, al deseo.
2ª.- Proponerse, a partir del primer punto, que cuando surja ese deseo no se le va a
prestar atención ni se va a pensar en él.
3ª.- Proponerse que, aun en momentos de debilidad, la firmeza de la voluntad será tal
que siempre se dirá que no al deseo.
 
 Aún así no hay que olvidar que el Ego es el que tiene el poder de dirigir la
mente, el cuerpo de deseos y el cuerpo físico respecto a hacer o no hacer algo que se
desea, por eso mismo y como suelo decir, es conveniente auto-observarse para ver
cómo y qué pensamos y sentimos momento a momento. Por otro lado, también está
claro que se debería formar una idea clara o ideal de lo que queremos conseguir y
fortalecer la voluntad con afirmaciones positivas pensando en el futuro.
 
 Hoy cada día se afirma y se demuestra más que según se piensa y se siente
(clase de pensamiento,  sugestiones propias, imaginación, hábitos de pensar, etc.) así
repercute sobre el cuerpo físico. Los especialistas confirman los malos efectos del
miedo o de la ira sobre el carácter y también sobre el organismo mientras que la
esperanza o el optimismo hacen lo mismo en sentido positivo para la salud. Lo mismo
podemos decir sobre la imaginación, las pasiones o la auto-sugestión, etc.,
confirmando la experiencia entonces que cuanto más elevada e intensa sea la fe, la
esperanza o  la positividad de pensamientos, mejores resultados  se alcanzarán para
el organismo. El cultivo de positivas emociones, deseos y pensamientos a la vez que
vivimos con confianza en lo divino, con esperanza de alcanzar nuestros ideales y con
buena voluntad, nos situará en un nivel de consciencia y en un estado de salud
envidiable.
 
 El hombre no debe tener el concepto de sí mismo de que es un mero
instrumento del destino dominado por las influencias y las probabilidades, el verdadero
Ser o Ego está por encima de todos los conceptos o partes que componen sus
vehículos y tiene el poder de la voluntad y de la mente para dirigir su destino desde
dentro. El hombre puede hacer de sí mismo, de su mente y de su vida lo que quiera; él

es el creador de su propio destino. Ya hemos podido comprobar a lo largo de estos
párrafos que en la personalidad hay muchos factores y que normalmente los
utilizamos en sentido negativo pero también hemos podido comprobar que la
individualidad o Yo superior tiene los medios suficientes a su alcance como para
transformarla. Es el Ego (cochero) quien a través de las riendas (voluntad) debe
dominar y dirigir a los caballos (mente pensante, imaginación, deseos,  emociones,
etc.) Por consiguiente, hay que tener unas riendas fuertes y ser un conductor hábil y
observador cuyos ideales de destino deberían ser los más elevados. El dominio de la
mente es la clave para que nos expresemos con la mejor voluntad y para que
utilicemos todos los instrumentos a favor de nuestro propio desarrollo y el del resto del
mundo.  
 
La doble polaridad existe en todo el universo pero es el uso de la mente (desde
el punto de vista positivo o negativo) bajo la voluntad el Ego la que puede hacer bien o
mal, tener fuerza  o impotencia, equilibrio o desarmonía, etc. Todos somos libres de
dirigir nuestra vida y nuestro destino hacia el lado del bienestar y del éxito o al de los
problemas y el fracaso; todos podemos ejercitar el libre albedrío sobre nuestros
aspectos  o instrumentos internos para tener una vida llena de paz y felicidad interna o
lo contrario. Poco se ha debido enterar el lector de todo lo explicado si no pone en
práctica lo dicho en estas líneas con tal de transformar su carácter que, en definitiva es
crear un nuevo destino. Cada persona interesada en progresar espiritualmente por
cualquier medio a su alcance, debería poner en práctica estas y otras muchas
enseñanzas similares como “medios para acelerar su desarrollo en el Sendero de
Perfección. Pregúntese el lector ¿Me ayudan estas enseñanzas a ser mejor, a ser más
fuerte, a ser más eficiente y espiritual? Si es así, como debería ser ¿Por qué esperar
más tiempo para poner manos a la obra?
 
    Francisco Nieto


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