viernes, 20 de febrero de 2015

La evolución de la religión


 
LA EVOLUCIÓN DE LA RELIGIÓN 
 
 
Las del prestigioso lingüista, filósofo y activista norteamericano, 
Noam Chomsky, son frases de impacto en las mentes que muchos 
reputan como lúcidas y por tanto desprejuiciadas y orgullosamente 
ateas seculares, como el mismo autor de ellas. Sin embargo, 
leamos algunos razonamientos, a la luz del entendimiento místico- 
esotérico: 
 
 
El hombre y sus religiones han evolucionado juntamente en igual 
grado. La más remota religión de cualquier raza ha sido siempre tan 
salvaje como el pueblo gobernado por ella, pero a medida que los 
pueblos se civilizaban, sus religiones se hacían más elevadas. La 
ley del cuerpo es posible que sea la supervivencia de los más 
aptos, pero la ley de la evolución del espíritu exige el sacrificio. Es 
evidente que todo lo que empuja al hombre hacia una más elevada 
norma de conducta respecto de los demás hombres, tiene que 
proceder de adentro. Nadie negará que semejante fuerza exista 
aunque no sea siempre comprendida. El egoísmo es reemplazado 
lenta, pero seguramente por el altruismo. En el pecho de todo ser 
humano la fuerza altruista de Cristo obra como un fermento. 
Gradualmente transformará al salvaje en un hombre civilizado, y 
con el tiempo, a este último en un dios.  
 
Los grados del ascenso del hombre a Dios son cuatro. 
Primeramente, sin darse cuenta, el hombre fue sometido a la 
influencia de los altos Seres quienes guiaban su primitiva evolución. 
Cuando despierta a la conciencia del Mundo Físico y está en estado 
salvaje, se encuentra rodeado por otros hombres, los que debido a 
las circunstancias, se ven obligados a luchar por la vida, entre los 
cuales el poder es un derecho; entonces aprende a confiar en su 
propia fuerza para salvarse de las asechanzas de los animales y de 
los demás hombres. Pero percibe en torno suyo los poderes de la 
Naturaleza, y los teme, porque sabe que pueden matarlo y que es 
impotente para luchar con ellos. Entonces empieza a adorarlos, 
tratando de propiciarse a Dios a quien teme, por medio de 
sacrificios sangrientos. Después fue colocado bajo el gobierno de 
mensajeros divinos o reyes a los que él podía ver y cuyas órdenes 
tuvo que acatar. Comienza a considerar a Dios como el dador de 
todas las cosas, quien lo recompensará aquí y ahora si obedece su 
ley y lo castigará instantáneamente si la desobedece. Será un 
poderoso aliado contra sus enemigos, pero puede ser también un 
enemigo poderoso y por consiguiente le teme también. Y así lo 
adora y le sacrifica animales por miedo y avaricia. (Nótese que esto 
era necesario, dada la condición conciencial evolutiva de tan 
primitivos seres). 
Luego se le enseñó que debía someterse a las leyes de un Dios al 
que no podía ver, se le enseña a adorar a un Dios de amor y a 
sacrificarse por el mismo diariamente, toda su vida, pues se le 
recompensará en un estado futuro en el que debe tener fe, y cuyo 
estado no se lo describen claramente. Y finalmente, tiene que 
aprender a ser superior a las órdenes, a ser su propia ley, y por 
medio de la conquista de su propio ser, vivir en armonía con las 
leyes de la naturaleza, que son las leyes de Dios. El filósofo 
prusiano Immanuel Kant sentenciaba, en su mandato a priori o 
imperativo categórico, muy adherido a la verdad, a “obrar siempre 
de tal manera que la máxima de nuestras acciones sea erigida por 
nuestra voluntad a la categoría de ley universal de la naturaleza, 
('Crítica de la Razón Pura') pero su cumplimiento demanda actos 
volitivos y libres “desde adentro” de poderoso sacrificio y disciplina 
personal para que nuestras acciones se eleven a dicha ontología 
ecuménica, deben estar desprovistas de egoísmo y violencia y solo 
deben perseguir el bien común en desmedro de los impulsos o la 
fuerza que nace del cuerpo de deseos y de la mente concreta y que 
conduce al hombre a su propia supervivencia pero a favor de la 
otra, la altruista del Cristo, en un lento proceso que se inicia desde 
el ser primitivo y evoluciona paulatinamente hasta el dios inmanente 
en nosotros, en concomitancia armónica y unívoca con las leyes de 
la naturaleza que son las de Señor. 
 
 
Es claro entonces que la religión de la raza era aquella que fue 
preciso desarrollar en primer lugar; ella fue dada al hombre por el 
Dios o el Espíritu de la Raza. Esta religión inculcaba cierto grado de 
altruismo por medio de sacrificios, por lo cual, sin embargo, el 
Espíritu de la Raza se convertía en protector y conservador de su 
pueblo. El Judaísmo, el Taoísmo, el Confucionismo y otras 
semejantes son religiones de raza. Los Espíritus de raza son 
arcángeles que están elaborando así una fase de su evolución. Los 
judíos cuya historia sangrienta y guerrera se relata en el Antiguo 
Testamento habían alcanzado el segundo de esos estados y 
estaban bajo la ley. La religión cristiana se va elevando por el tercer 
estado, si bien no se ha librado del todo del segundo. Todos 
nosotros estamos aún bajo leyes hechas por Dios y por el hombre 
para subyugar nuestros cuerpos de deseos por el miedo, pero para 
desarrollarnos espiritualmente desde ahora debemos sensibilizar 
nuestro cuerpo vital, esa especie de ascesis íntima que es solo 
posible por el amor total, no reconociendo absolutamente la ley que 
gobierna la naturaleza emocional. Con objeto de preparar ese 
estado futuro, los sacerdotes, quienes estaban más desarrollados 
que la gente ordinaria, se mantuvieron separados y aparte. 
Sabemos que en el Oriente solo cierta casta, los brahmanes, 
podían entrar en los templos y realizar los servicios religiosos. Entre 
los judíos solo los levitas podían aproximarse al santuario, y en 
otras naciones sucedía lo mismo. Los sacerdotes eran siempre una 
clase distinta, que no podían casarse con el resto del pueblo. 
Estaban separados y aparte en todo respecto. La milicia era la otra 
casta respetadísima y privilegiada. 
 
Las religiones de raza son religiones de separación, y todas 
inculcan tendencias egoístas a cuenta de otras razas, porque en 
este grado de desarrollo la humanidad aprende mejor sus lecciones 
por medio de la separación. El patriotismo que tanta sangre ha 
hecho derramar, aunado a estas religiones nacionales o 
Jehovística, es el principio esencial del Espíritu de raza. Pero si la 
"unidad fundamental de cada uno con todos," y una era de amor se 
han de realizar alguna vez, las religiones de raza deben ser 
reemplazadas por una más universal, tal como la verdadera religión 
cristiana.  
Es notorio saber que 'los guías de la humanidad podían usar 
solamente la excitación cuando existía cierta lasitud entre el cuerpo 
vital y el denso. Así que eligieron a esos sacerdotes y los 
agrupaban en los templos, regulando toda su vida, su sexualidad, 
etc., en toda su extensión. Pero cuando Cristo se liberó del cuerpo 
de Jesús y difundió Su Ser por todo el mundo, el velo se rompió, 
simbolizando el hecho de que la necesidad de condiciones 
especiales había cesado de existir. Desde ese entonces el éter ha 
estado cambiando la tierra. Una creciente intensidad vibratoria 
permite la expresión de las cualidades altruistas. El comienzo de 
esa enorme vibración fue lo que produjo la oscuridad que siguió a la 
crucifixión. No era oscuridad en manera alguna, sino una luz intensa 
que cegó al pueblo hasta que las vibraciones fueron disminuyendo 
por la inmersión en el cuerpo denso, físico de la Tierra. Pocas horas 
después el radiante Espíritu Cristo había entrado en la Tierra 
suficientemente como para restablecer las condiciones normales. 
Pero gradualmente ese poder interno va elevándose, y las 
vibraciones etéricas están acelerándose, aumentando el altruismo y 
el crecimiento espiritual. Así que las condiciones actuales son tales 
que no hay necesidad alguna de una clase especial privilegiada, 
pero todos y cada uno deben aspirar a entrar en el sendero de la 
iniciación.  
Sin embargo, las antiguas condiciones mueren con dificultad; bajo 
el régimen de Jehová, el Espíritu de la Luna, la humanidad se 
separó en naciones, y con objeto de que él pudiera guiarlas se hizo 
necesario que algunas veces empleara una nación para castigar a 
otra, pues la humanidad no era entonces dirigible por el amor y solo 
obedecía al látigo del miedo. Antes de que la Gran Fraternidad 
Universal de Amor pueda formarse, será necesario deshacer esas 
naciones, pues si tenemos varios montones de ladrillos y queremos 
construir un gran edificio es necesario primero que separemos esos 
montones en ladrillos individuales, aprovechándolos así para formar 
el gran edificio. Por lo tanto, Cristo dijo: "yo no vengo a traer la paz, 
sino una espada."'  
 
'Debemos sobrepasar el patriotismo y aprender a decir con esa 
gran alma, Tomás Paine: "El mundo es mi patria y hacer el bien mi 
religión." Hasta ese entonces habrá guerras, y cuantas más mejor, 
porque entonces veremos más pronto su horror, lo que nos obligará 
a hacer la paz. En la Santa Noche, cuando nació Cristo, los ángeles 
cantaron una canción: "Paz en la Tierra y buena voluntad a los 
hombres." Más tarde el niño creció y dijo: "Yo no vengo a traer paz, 
sino una espada," y la religión cristiana ha sido la más sangrienta 
de todas las religiones humanas. Ha llevado la desolación y el dolor 
a todas partes donde ha ido; pero, aparte de todo eso, llegará un 
tiempo en el que la canción de los Ángeles se convertirá en una 
realidad y entonces se vivirán las palabras de Cristo sobre el amor 
al prójimo. Cuando la espada haya hecho su obra se transformará 
en un arado, y entonces ya no habrá más guerras, porque tampoco 
habrá más naciones.'  
Ref 1: Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas 
 
 
Por otro lado, hay otros factores importantes y de mucha 
gravitación que amerita considerar y que provienen de los Guías 
Luminosos de la humanidad que son los Ministros de Dios, lo que 
contradice la liviandad de las dos frases de Chomsky sobre la 
sabiduría divina:  
 
 
Hubo varias religiones anteriores al cristianismo que enseñaban la 
reencarnación y la Ley de Consecuencia, pero con el advenimiento 
de Cristo ya no fue necesario para el progreso humano el que el 
hombre conociera la doctrina de la reencarnación. Por esta razón 
vemos que la religión cristiana, tal como es enseñada públicamente, 
no incluye esta doctrina, a pesar de que Cristo la enseñó a sus 
discípulos. El hombre estaba destinado a dominar el mundo 
material, y por este motivo debía olvidar durante algún tiempo el 
conocimiento de la reencarnación, el cual prevalece en el Oriente, y 
pensar más bien en la vida actual como UNICA vida terrestre, con el 
fin de que pueda concentrar todos sus esfuerzos sobre el progreso 
material.  
 
 
' Por ello, desde un punto de vista oculto, el esfuerzo de 
proselitismo misionero, sea de Oriente a Occidente o viceversa, 
generalmente no es deseable, por ser contrario al paso de la 
evolución. El trabajo de los misioneros fomenta los intereses de 
civilización y cultura hasta cierto punto por el intercambio de ideas y 
métodos entre distintas razas, pero desde el punto de vista religioso 
solo, no da grandes resultados. Generalmente cuando un ego (un 
espíritu humano) está preparado para una religión avanzada, 
reencarna en un país donde esta religión prevalece. Los grandes 
conductores de la humanidad que están encargados de nuestro 
desarrollo, nos prestan toda la ayuda necesaria. Existen razones 
excelentes por las cuales la Biblia, conteniendo las doctrinas 
cristiana y judía, ha sido dada a los pueblos de occidente. Era la 
Suprema Sabiduría la que nos dio esta religión doble, y ningún otro 
sistema es actualmente acomodado a nuestras necesidades 
especiales.  
 
 
A medida que una clase de espíritus evoluciona, está progresando 
de una raza a otra. La evolución marcha de Oriente a Occidente. 
Nosotros, de las naciones occidentales, ocupábamos en cierta 
época cuerpos de hindúes. Más tarde abandonamos aquellos 
cuerpos y nos pusimos a construir los cuerpos de las razas 
posteriores. Durante este proceso hemos sensibilizados nuestros 
vehículos en alto grado, y el cuerpo de las razas occidentales está 
vibrando en un grado más elevado que el cuerpo del hindú. Por esta 
razón los ejercicios respiratorios que el hindú emplea para elevar el 
grado de sus vibraciones, son desastrosos para el aspirante 
occidental porque provocan una separación prematura de los 
éteres, lo que ocasiona a menudo tisis o locura.  
 
 
La ciencia moderna ha sido una gran ayuda para dominar el mundo 
material... pero cuando se divorcia de la religión y se hace 
enteramente materialista, resulta temporalmente una amenaza para 
la humanidad. Hubo un tiempo cuando la religión, el arte y la ciencia 
estaban unidos y se enseñaban en los templos de los Misterios, 
hasta en los tiempos de la antigua Grecia. Pero como el nuestro es 
el plano de la separación y especialización, han sido separados 
intencionalmente durante cierto tiempo. A su debido tiempo serán 
unidas de nuevo, y entonces obtendremos perfecta satisfacción por 
medio del corazón, de la inteligencia y de los sentidos. El corazón 
gozará del aspecto devocional y ceremonial de la religión; la 
inteligencia hallará satisfacción en su aspecto científico y la parte 
estética de nuestra naturaleza quedará satisfecha por el empleo del 
arte variado en el servicio de los templos del porvenir.  
 
 
Cuando el hombre haya espiritualizado su ser bajo la influencia de 
la futura religión científica y artísticamente, habrá también aprendido 
el dominio sobre sí mismo y se habrá convertido en servidor 
altruista para todos los demás mortales. Entonces será un guardián 
seguro del PODER DEL PENSAMIENTO. Será capaz de formar 
ideas correctas, las cuales podrá cristalizar inmediatamente en 
cosas útiles. Esto se realizará por medio de la laringe, que 
pronunciará la PALABRA CREADORA. Todas las cosas de la 
naturaleza fueron al principio precipitadas en la existencia por esta 
PALABRA. (Juan 1:1-3). El sonido, o el pensamiento hablado, será 
nuestra próxima fuerza de manifestación, una fuerza que nos 
convertirá en hombres-dioses, cuando gracias a la enseñanza que 
actualmente recibimos, nos hayamos puesto en condiciones para 
emplear tan grande poder para el bien de todos, sin mirar a nuestro 
propio interés. La futura religión volverá a realizar en un grado 
superior, la conjunción maravillosa enseñada por los Hierofantes de 
los Templos de los Misterios de la antigua Grecia, es decir, la 
religión científica y artística a la vez. 
 
Creemos, con mucho optimismo que, a pesar de que la ciencia 
materialista moderna ha olvidado momentáneamente esta triada 
perfecta en beneficio del progreso material y desarrollo de las 
potencialidades del ser humano utilitario, ya hay signos evidentes 
de que la nueva religión científica y artística se está gestando 
lentamente a través de ciertos pioneros del saber, para beneficio del 
corazón anhelante y la verdadera ciencia está por entender que ya 
no puede estar divorciada de la Sabiduría Universal y por tanto, 
deberá producirse el matrimonio holista y estético entre el arte, la 
ciencia y la religión.  
 
Ref. 2: Curso Suplementario de la Filosofía Rosacruz 
 
 
José Mejía 
 
14-05-2014 
 

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