LA SANTIDAD DE LA
PALABRA…
Max
Heindel escribió que “el uso de las palabras para expresar el pensamiento es el
más elevado privilegio humano”. La
laringe, instrumento del habla, fue originariamente parte del órgano creador. “La laringe fue construida cuando el cuerpo
denso se encontraba aún en posición fetal, semejante a la que hoy tiene el
embrión humano. Cuando el cuerpo denso
se enderezó y se tornó erecto, parte del órgano creador permaneció en la parte
superior de este vehículo, y de allí se formó luego la laringe”.
La
fuerza creadora dual se dividió. Una
mitad trabajando en la dirección de los órganos sexuales reproductores,
mientras que la otra fue dirigida hacia la parte superior para construir el
cerebro y la laringe.
El poder de la palabra es creador.
Se hizo posible por la fuerza vital creadora y por lo tanto es
sagrado. La Palabra, segundo aspecto del
Ser Supremo, trajo a la existencia a todo lo que es. Dios dijo: “Hágase la Luz” y se hizo la
luz. Estamos hechos a imagen y semejanza
de Dios, por lo tanto esta capacidad creadora está reflejada en nosotros. Somos dioses en potencia, así que cada vez
que hablamos, estamos ejercitando un poder que nos fue otorgado por Dios.
Aprendemos a tientas, por error, por causa y efecto, de aquello que
creamos. Dijo Cristo que “De cada
palabra inútil que el hombre habla, deberá dar cuenta el día del juicio. Pues por vuestras palabras seréis
justificados y por vuestras palabras seréis condenados”. Esto hace referencia al proceso por el cual
creamos nuestro propio Libro de Vida. Los
éteres, que inspiramos, llevan consigo una exacta cuenta de cada palabra,
pensamiento, sentimiento y actos nuestros.
Estos son transmitidos a partir de los pulmones a la sangre que circula
a través del corazón en cada momento de nuestra vida; estampa un registro
exacto sobre el átomo simiente del corazón que el Libro de la Vida, por el cual
somos juzgados. Estamos creando,
pues, a cada momento nuestro futuro.
La
Rosa Cruz simboliza la meta futura del
hombre. Cuando el hombre está parado con
los brazos extendidos, de manera que el cuerpo forma la figura de una cruz, nos
damos con que la posición de la laringe se corresponde con la rosa blanca y
pura del Emblema. La “sangre” sin
pasiones de la planta asciende por su tallo para estallar luego en el casto
órgano reproductor de la planta, la rosa.
De la misma forma cuando el hombre dirija toda su fuerza creadora,
inclusive aquella destinada a la generación, que más a menudo se usa para
gratificación, hacia arriba, la laringe se espiritualizará. Como el cáliz que corresponde al Grial,
guardando en su seno el órgano reproductor de la planta, la laringe será la
vasija que contenga la fuerza vital purificada, conservada y transmutada. La voz tendrá entonces el poder de bendecir,
de curar y de crear de manera dinámica.
Saltará a la vista entonces, que el aspirante espiritual deberá
resguardar la palabra del mal uso; así como la función creadora que se emplea
con mero sentido de gratificación disipará la fuerza vital. El tercer Mandamiento dice: “No tomarás el
Nombre del Señor Vuestro Dios en vano, pues el señor no dejará sin culpa a
aquél que Tome su Nombre en vano”.
El
“Nombre” referido, puede ser interpretado como el poder creador de la palabra
Sagrada, y al ser usado en vano es el uso equivocado o abuso de la función
creadora, o bien el abuso de la palabra hablada. Este uso en vano resultará en un pecado
imperdonable por el cual el Señor, o la Ley, no lo tendrán sin culpa, y que por
lo tanto deberá ser expiado mediante la mente y el cuerpo debilitados como
resultados de lo mismo hasta que se aprenda a respetar la fuerza vital.
Debería estar sobreentendido que el aspirante espiritual debería tener
respeto y reverencia por su fuerza creadora para emplearla con Santidad,
cuidando asimismo la palabra, ya que va camino hacia el día en que la laringe
se espiritualizará y cargada con el poder de la fuerza vital ascendente hablará
la Palabra Perdida. Las palabras dichas
con este poder tienen la virtud de bendecir y de curar como las de los
Discípulos, quienes lo hacían en el “Nombre” de Cristo. La copa que guardará en su seno este poder
deberá estar limpia y sin mácula. Por
los labios, que son los portadores que abren hacia este sagrado lugar, no
deberá pasar crítica alguna, que es como el ácido que corroe las relaciones,
así como el crecimiento del alma del que lo hace. Difícilmente puedan imaginarse imprecaciones
saliendo de la misma boca que expresa palabras de Luz, Amor y Curación. Por lo tanto, el aspirante espiritual deberá
refrenarse en forma persistente de expresar exageraciones, mentiras, y
cualquier otra clase de relatos inadecuados que puedan producir inarmonía entre
los vehículos superiores, así como de la conversación banal y sin propósito que
no hace más que disipar fuerza vital, el quejarse, que igual que la crítica,
encuentra y enfatiza “lo malo en todo”, en vez “de lo bueno” que lleva en sí el
poder de transmutar el mal, y cualquier otra forma de chisme o de cualquier
otra clase de conversación destructora.
“Antes que la voz pueda hablar en la presencia del Maestro, deberá
perder su poder de lastimar” (Mabel Collins) así como rezamos en nuestra
Oración para los Estudiantes: “Haz que las palabras de mis labios sean gratas a
Tus Ojos, Oh Señor, mi Fuerza y mi Redentor.
La
sangre que lleva el Registro de la Vida al corazón, tal como mencionáramos
antes, está simbolizada por las siete rosas rojas de la Rosa Cruz. Cuando el hombre se purifica y logra control
sobre sus deseos, la sangre se purifica y al pasar por el corazón, deja un
registro puro. Así pues, las “meditaciones
del corazón son también aceptables ante la vista del Señor”. Cuando se habla de tal corazón, las palabras
tienen el poder de curar y de bendecir.
Debemos observar nuestras palabras: ¿decimos lo que sentimos y sentimos
lo que decimos? ¿Impregnamos nuestras
palabras con el poder del alma. Inyectándolas con esta sinceridad viviente y
con amor? Está registrado que cuando
Cristo enseñaba a la gente, lo hacía en posesión de autoridad, no como los escribas,
porque el espíritu de la Ley, el Amor, la Luz y la Vida llegaba junto con sus
palabras. Max Heindel escribió que: “El
Espíritu Santo es el Dios de la raza, por tanto todas las lenguas son
expresiones de Él” Es por eso que los
apóstoles al estar plenos y unidos con el Espíritu Santo, hablaron lenguas
diferentes y convencían a aquellos que los escuchaban. Sus cuerpos de deseos habían sido
suficientemente purificados como para atraer la tan ansiada unión y es hacia
esta meta hacia donde dirigirá un día el discípulo sus esfuerzos: “El poder de
hablar en todas las lenguas”. Así como
Cristo les aconsejaba a Sus discípulos a no preocuparse acerca de lo que dirían
porque las palabras les serían dadas, así cuando hayamos logrado esta
comunicación del corazón, las palabras nos serán dadas, también, con el
espíritu de Dios en ellas. Pablo
escribió que: “Aunque yo hablara lenguas humanas y angélicas y no tengo amor,
soy como bronce que resuena o un címbalo que retiñe”. Podemos practicar observando nuestra conversación
diaria, diciendo lo que sentimos y poniendo sentimiento en nuestras
palabras. Las palabras se transformarán
en oraciones y podrán impartir esperanza, amor, coraje y elevación.
Escribió Max Heindel, refiriéndose al futuro Período de Júpiter, que una
reproducción exacta de lo que se va a hablar, se hará presente a nuestra visión
interna, la que también será visible a aquél que la escucha. Ya no habrá un concepto errado entre lo que
se quiere transmitir y lo que se dice.
El
hombre verá las cualidades internas; el cuadro de ensueños del Período Lunar,
combinado con las cualidades externas conscientemente desenvueltas durante el
Período Terrestre, resultará a una conciencia Pictórica Auto-consciente. Tendrá entonces el hombre una percepción y
comprensión profundas de lo que le rodea.
En el período de Venus podrá darle vida en sus cuadros y lanzados a
partir de sí hacia el espacio como objetos independientes. No obstante que estas cosas puedan parecernos
lejanas en la actualidad, es sin embargo, ésa la dirección hacia la cual nos
estamos dirigiendo y como el aspirante espiritual se está esforzando en
adelantar terreno en una forma más directa que las masas, le resultará de ayuda
mantener estas ideas firmes en su conciencia.
Es útil también el tener presente que los Hermanos Mayores han logrado
ya la conciencia pictórica de Júpiter y que son miembros de nuestra oleada de
vida. Son ejemplos que brillan cual
faros para señalarnos que nosotros también tenemos la posibilidad y la
capacidad de realizarnos al igual que ellos.
Es
interesante notar algunas frases de uso corriente que nos llegan tales como
“sobre mi palabra” y “Te doy mi palabra” en conexión con la santidad de la
palabra hablada y su importancia futura.
Otro
aspecto acerca de la palabra y el habla es EL SILENCIO. Se dice que el silencio es oro. El silencio es ciertamente una ayuda para
conservar las fuerzas vitales así como para crear un lugar silencioso por
dentro donde la vocecita queda, de nuestro interior se haga oír. En los “Preceptos para el Estudiante
Rosacruz” se nos advierte que busquemos siempre esforzarnos por lograr paz,
equilibrio y silencio para nuestro crecimiento anímico. Hagamos todo el esfuerzo para ser guiados por
el Cristo interno, hablando sólo lo bueno, y adiestrándonos en el ejercicio de
nuestra capacidad creadora para la gloria de Dios.
Trascripto de
Artículos de RAYOS de la Rosa Cruz
-De Enero de 1983-
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario