miércoles, 3 de abril de 2019

La Naturaleza de Dios Adaptada de los escritos de Max Heindel



La Naturaleza de Dios
Adaptada de los escritos de Max Heindel

   La designación “Dios”, adquiere distintos significados según las diferentes personas.  En las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental, Dios es Creador de nuestro sistema solar y se distingue del Ser Supremo del cual Él proviene.  El Ser Supremo es el Arquitecto de todo lo que existe en el Universo y también Él se diferencia del Absoluto, lo cual es la indefinible e incomprensible Fuente de todo lo que Es.

   Lejos de ser una deidad personal con atributos físicos, como lo piensa mucha gente, Dios es una Fuerza-Espiritual en la cual nosotros literalmente existimos.

   Dios es el Poder que impregna, mueve y sustenta cada cosa que existe en el sistema solar, y Su Vida cubre cada átomo de materia.

   El Poder de Dios es la sola Fuerza en el sistema solar, aunque este Poder primario, en la concepción humana, parece que se parte en muchas facetas y factores individuales.  Dios envió este Poder a través del espacio la forma de Palabra Creadora, la cual, por vibración sonora, ordenó los millones de átomos caóticos en miríadas de modelos y formas que se encuentran en el sistema solar.

   Dios es una expresión de la energía positiva del Espíritu Universal.  La Sustancia Raíz Cósmica observada por los científicos materialistas casi como “espacio vacío” es una expresión del polo negativo del Espíritu universal.  Todo lo que vemos a nuestro alrededor en el sistema solar ha resultado del trabajo de esas polaridades de la siguiente manera:

   Al edificar el sistema solar, Dios obtuvo su esfera inmediata de la Substancia Raíz Cósmica.  Esta substancia, entonces, se hizo más densa en el espacio universal entre los sistemas solares. Fue provista con la conciencia de Dios, y cada división se puso a diferente grado vibratorio.  De esta manera, los diferentes gérmenes de los Mundos de los sistemas solares vinieron a ser y están preparados para servir con diferentes propósitos en el esquema evolutivo.

   Dios también diferenció de Él Mismo una multitud de inteligencias espirituales en potencia, como chispas en el fuego.  Dotados con toda la conciencia de Dios, estas chispas, seres que ahora llamamos Espíritus Virginales, comprendían la oleada de vida humana, careciendo de conciencia propia. De allí que su potencial omnipotente estaba latente y había que desarrollarlo a través del intricado proceso de involución-evolución-epigénesis.  Durante la involución en la materia, cada Espíritu Virginal fue puesto en diferentes vehículos de suficiente densidad para cerrar eventualmente los mundos espirituales de su conciencia.  El Espíritu, incapaz de discernir lo externo, se vio interiormente entonces y se descubrió.  De esta manera, habiendo alcanzado y aún pasado el nadir de la materialidad, comenzó su lucha para liberarse de su prisión material.  Finalmente, sus vehículos serán espiritualizados en almas y, al final de la manifestación, el Espíritu habrá ganado conciencia propia y poder del alma.

   Entonces regresará a Dios, apaciblemente y más consciente que nunca de ser parte de Él, pero con sus propios derechos de ejercitar poderes divinos.  En suma, Dios diferenció otras oleadas de vida de Sí Mismo, las cuales están más allá atrás de nuestro estado evolutivo.  Los Ángeles y Arcángeles son fruto de Sus pasadas manifestaciones, y los animales, plantas y el reino mineral aparecieron en este Día de Manifestación cuando las condiciones necesarias para su periodo inicial se habían desarrollado.  De esta manera, en Dios hay seres de todos los grados de inteligencia y estados de conciencia, desde omnisciencia hasta la inconsciencia más profunda.

   Las Inteligencias espirituales conocidas como los Espíritus Planetarios son los Ministros de Dios, también diferenciados de El Mismo, los cuales guían la evolución de los seres de varios planetas del sistema solar. El Sol es el campo de evolución para los más exaltados seres en el sistema solar.  Es también lo más cercano que tenemos como símbolo visible de Dios, pero aún éste vela al invisible Sol Espiritual.

   Así vemos, en respuesta a aquéllos que niegan su existencia, que Dios es una necesidad lógica como causa primaria.  El sistema solar no podría haberse traído a existencia sin Su esfuerzo, y no podría continuar sin su eterna ayuda y cuidado.  De hecho, se ha dicho que si Dios por un segundo distrajera Su atención, el sistema solar completo se destruiría.

   Dios geometriza, al construir, mantener y desarrollar el sistema solar, el cual es un sistema de proceso continuo, que seguirá así hasta el final de este Día de Manifestación.  Esto significa: El ha encontrado todo el proceso que envuelve el cálculo sistemático.  Ninguna desviación de Su “fórmula prescrita” es permitida, y el hombre está aprendiendo, a menudo  con dolor a no violar la Ley Natural.

   Los tres mayores atributos de Dios son: Voluntad, Sabiduría y Actividad es decir el poder de crear la sabiduría, de planear sabiamente, y la actividad para poner todo en marcha.

   Las tres mayores funciones de Dios son: creación, preservación y disolución.  Cuando ejercita el atributo de creación,  Dios aparece como Jehová, el Espíritu Santo, el Señor de la Ley y generación.  El proyecta el principio fertilizante solar, indirectamente, a través de los satélites lunares donde es necesario el dotar de cuerpos a los seres evolucionantes. Cuando ejercita el principio de preservación para el propósito de sostener la forma, Dios aparece como el redentor,  Cristo, el Hijo, e irradia el principio de amor y regeneración directamente a cualquier planeta donde las criaturas de Jehová necesitan esta ayuda para superar la mortalidad y el egotismo y obtener la inmortalidad.  Cuando ejercita el atributo de disolución, Dios aparece como el Padre llamado a Sus hijos a su morada celestial para asimilar los frutos del periodo precedente de manifestación.

   Al final del Día de Manifestación, Dios emerge en el Absoluto durante la Noche Universal de asimilación y preparación para otro gran Día.

   La naturaleza triuna de Dios se hace evidente cuando consideramos el escrito de Juan: “Dios es Luz”.  La luz blanca, la esencia de todos los colores, Dios, se refracta en la atmósfera de la Tierra, en los tres colores primarios.  De éstos, el rayo azul es el del Padre, el más fuerte y más espiritual de los tres; sólo este rayo puede el lugar de conciencia del reino mineral.  Esto se acredita al halo azul que se ve en las montañas.  El rayo amarillo del Hijo combinado con el azul del Padre, vitaliza a las plantas, las cuales son incapaces de mantener el rayo y en el hombre, el rayo amarillo y azul y también el rojo del Espíritu Santo, son absorbidos.  Esto explica el color rojo de la sangre.  La mezcla del rojo y azul es evidente en la sangre morada del hombre pecador; el rayo amarillo aparece en el hombre solamente cuando ha construido su cuerpo alma.

   Ahora reconocemos a Dios como el Padre, como el Hijo y como el Espíritu Santo, porque es así como Él se manifiesta en los Mundos en que la humanidad es conocida.  Sin embargo, el Dios Triuno como una completa y sola entidad, aparece sólo en el Mundo de Dios, y no será manifiesto al hombre en ese estado total hasta que él concluye su jornada evolutiva y entre en el Mundo de Dios.

   Todo en el Universo es un “hacia arriba y adelante”, la senda de Desarrollo; Dios también está evolucionando en el Universo tal como nosotros estamos evolucionado en Él.  Nuestra evolución ayuda a Su propia evolución; de este modo estamos en obligación con Él, como con nosotros mismos, progresando tan bien y rápidamente como seamos capaces de hacerlo.  En su evolución, como en la nuestra, tienen lugar tanto la discordia, como la armonía.  La nota discordante de los Espíritus Luciferes es el reconocimiento de sus propias Divinas imperfecciones en Su creación, las cuales deben ser transmutadas.

   El hombre, por supuesto, se acerca a Dios a través de diferentes estados y sendas.  Muchos de nosotros hemos comenzado a reconocer  el Amor de Dios, como el sucesor del Miedo, y del Dios del Sacrificio que antes adorábamos.

   Ambas concepciones fueron necesarias a nuestra evolución, pero ha llegado el tiempo de verlo en una perspectiva más amplia.  Su completa totalidad, será aún incomprensible para nosotros, pero nuestro reconocimiento de Sus atributos aumentará a medida que progresamos.  Debemos aprender a adorarlo en Espíritu y en Verdad lo que significa, entre otras cosas que nosotros no debemos por más tiempo separar nuestras vidas, ofreciéndoselo y reteniéndolo para nosotros.  Ahora debemos dedicarnos, en el trabajo, en nuestras metas, en todos nuestros pensamientos, y nuestras vidas a Él, en Quién literalmente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.

Trascrito de Artículo de RAYOS de la Rosa Cruz
De Mayo de 1983

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