COMIENCE SU TEJIDO
Cuán delicadamente fino es el tacto de la araña que siente en cada hilo y vive a lo largo de la línea. Pope.
¿Ha estado alguna vez, hechizado, mirando cuan diestra y enlazadamente una araña hila su tela? Sin duda habrá notado cuán magistralmente extrae de sí misma una sedosa substancia que se endurece cuando se pone en contacto con el aire. Y con este milagroso material, cual consumado arquitecto, este miembro aéreo de la familia de los arácnidos, construye su tejido de hilos entrelazados destinado a enmarañar a cualquier inesperada visita que sirva de alimento a su limitado e insectívoro apetito.
Desde lo interno de la mente infinitesimal de la araña es concebido un plan singular y, contra viento y marea, se mantiene firme hacia su objetivo; utiliza la velocidad del viento y su propio ímpetu de oscilación para lanzar su hilo a grandes distancias – de árbol a árbol o de un poste a otro – hasta completar su ordenado tejido. Del éxito de su trabajo depende su vida así como la vida de generaciones por venir. La araña es un invaluable auxiliar del jardinero, pues nunca se alimenta de la vida vegetal, pero quizás el más grande servicio que ésta estimada criatura rinde a la humanidad, es el supremo ejemplo que pone de manifiesto mediante su dedicación y persistencia.
Nosotros no somos muy distintos de la araña. Todos tratamos de utilizar la substancia de nuestra mente y esforzarnos en construir para nosotros mismos un tejido de la vida que nos atraiga esas cualidades físicas y espirituales que sirven para las necesidades externas y que al mismo tiempo alimentan al hombre interno permitiéndole la libre expresión de su energía creadora. De parecida manera a lo que hace la araña, existen dos requerimientos: un buen plan pensado y una firme determinación de llevar adelante ese plan.
Con frecuencia, un individuo puede tener un plan bien expuesto, pero cuando al empezar algún obstáculo se presenta, el plan es olvidado; un sentimiento de fracaso y derrota se establece y el interesado se pregunta en dónde estuvo el error. O bien otra persona tiene otro plan igualmente meritorio, pero en este caso – diferente de la araña – depende de otras personas o circunstancias, para poner en práctica sus ideas y cuando las personas o circunstancias cambian, e plan termina e intensamente se tiene un sentimiento de personal fracaso.
Poco importa que los planes antes mencionados correspondan a una feliz vida hogareña, actividades en un club, obras religiosas, promoción en los negocios o el desarrollo individual; la derrota es igualmente real y si es posible encontrar la respuesta para el éxito en una línea, se puede usar esta misma fórmula de igual modo en otra. Todos necesitamos un conocimiento interno de las leyes invisibles de la existencia que nos capaciten para realizar un esfuerzo constructivo.
Con nuestras manos físicas damos forma a la substancia de este mundo y así construimos cosas tangibles. Con nuestras mentes damos forma a la substancia mental desde el Mundo del Pensamiento el que interpenetra el Mundo Físico. Cada vez que pensamos algo estamos construyendo una estructura mental de acuerdo con la naturaleza de ese pensamiento. Por ejemplo, si se tiene un plan en el cual se pretenda ayudar a determinada organización, cada vez que se concentra en este proyecto o se hable de él, si sus pensamientos son constructivos y están acordes con su ideal básico, el pensamiento-forma crecerá en concordancia. Si se persevera, se verá recompensado con la manifestación de sus planes.
Sin embargo, si por el contrario no se ha pensado con claridad de cabo a rabo el objeto del plan y no se tiene por consiguiente un bosquejo claro, habiendo expresado dudas y temores relativos a la manifestación de ese plan, entonces el mismo está destinado a fracasar. Los pensamientos son cosas y la mente es creadora. De hecho y en verdad, por medio de los pensamientos se está construyendo, ladrillo sobre ladrillo, antes que nada en el Mundo del Pensamiento aquello que forja la mente. Los pensamientos creadores, amorosos e inegoístas construyen esa forma. Los pensamientos de duda, vacilantes y destructivos del mismo proyecto, destrozan esta estructura mental.
Podemos decir que es una ley de la mente – y de la vida – que antes que cualquier cosa pueda manifestarse en la existencia de este mundo, primero lo tiene que hacer en los mundos internos. Parece haber algo muy profundo en el dicho de que los sucesos por venir proyectan por delante sus sombras.
Estando conscientes de este hecho espiritual, deberíamos tomar conciencia de la gran responsabilidad que tenemos de ver el bien en todas las cosas, personas y situaciones. Pero muy especialmente deberíamos tener presente esta ley de la mente, siempre que tengamos un deseo inegoísta de formar un hogar feliz, de establecer armonía en nuestras relaciones humanas o en una organización que sea capaz de crecer y progresar.
De lo anterior podemos deducir en que hemos fracasado en ciertas ocasiones. En primer lugar, no hemos llegado a definir muy claramente dentro de nuestro propio pensamiento, lo que nos proponíamos hacer. Y en segundo lugar, tal vez esperamos, sin razón, a que otros se manifestaran y en cierto modo nos sentimos frustrados al no recibir lo que de ellos esperábamos. A menos que exista un alto grado de unanimidad en un propósito entres dos, tres o más personas, casi la mayor parte de los planes que se emprendan para su realización, no se manifestarán. Por esta razón, es siempre mucho mejor para cualquier persona sola, no depender de otros en la planificación y ejecución de un objeto particular. Si esa persona siente y es fiel a su ideal, manteniendo una actitud positiva hacia dicho ideal, se verá sorprendida al ver como los demás le prestarán un verdadero auxilio. Y en todos nuestros planes y acciones recordemos este adagio: “Comience su tejido, Dios provee el hilo”.
FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL
Ciudad de Córdoba – República Argentina
Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este aporte
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