martes, 13 de octubre de 2015

El asesinato de Hiram


EL ASESINATO DE HIRAM

Hiram había edificado el Templo de acuerdo con las medidas que Salomón había recibido de Jehová. Pero, siendo un creador nato, no se sentía satisfecho con elaborar una copia, y quiso añadir al Templo algo de su propia creación: Un receptáculo que contendría un “mar de metales en fusión”. A éste fin, mandó traer los más preciosos minerales de la Tierra, que sus obreros fundieron para ésta Obra Magna. Ese “mar” simbólico debía servir para la purificación de los sacerdotes del Templo.
Pero en el campo de Hiram, surgieron tres traidores. Eran tres compañeros que Hiram no pudo llevar al supremo conocimiento, y concibieron la idea de una venganza. Para ello contaron con la complicidad de Salomón. Su venganza consistía en mezclar “agua” en los conductos que debían llevar los metales en fusión. El día de la inauguración de la Obra, cuando los metales fluyeron hacia el recipiente, la mezcla de la magna ardiente con el “agua” produjo una explosión que a punto estuvo de destruir el Templo.
En medio de la catástrofe, Hiram oyó la voz de su antepasado Tubal-Caín, que le ordenaba que se sumergiese en el recipiente, ahora sin fondo, para ir a su encuentro. Obedeció y así Hiram se vio transportado al centro de la Tierra, donde el fundador de su estirpe, Caín, le reveló el secreto que permite reunir, en un combinado armónico, el agua y el fuego. Las dos tendencias, hasta entonces enemigas, iban por fin a poder conciliarse, pero Caín le anunció al mismo tiempo que moriría sin poder ver realizado este ideal.
En efecto, al volver a la superficie, los tres traidores le aguardaban, y cada uno descargó sobre él un golpe de martillo. El Maestro Hiram encontraría la muerte, pero antes de expirar pudo enterrar, al pié de una acacia, el disco que le entregara Caín, y que llevaba grabada la fórmula que permitía combinar el agua con el fuego, y el martillo que servía para llamar a los obreros del Templo.
Así termina ese primer intento de reconciliación entre las dos tendencias enemigas. Caín mató a Abel, y ahora eran los descendientes de Abel los que daban muerte a Caín-Hiram. La reconciliación plena y definitiva no tendría lugar hasta la llegada de Cristo, pero se trataría de una reconciliación en la cumbre, entre los cabecillas que representan las dos tendencias, puesto que en la base, aún hoy sigue reinando esa secular enemistad entre los de Caín y los de Abel.
Los de Caín se conocen actualmente bajo el nombre de francmasones, y los de Abel siguen siendo los hombres de la Iglesia. No queremos decir con ello que los representantes de la tendencia de Caín sean los afiliados a las sociedades masónicas. Estas sociedades están actualmente formadas por individuos que desconocen totalmente el significado y objetivo de su misión. Son realmente francmasones los que por su talante, por su espíritu, por su vocación, están empeñados en la obra de transformación del Mundo, bien sea a través de las artes, las ciencias o las técnicas, lo son igualmente, los que siguen la vía de la razón para alcanzar el Conocimiento. Los representantes de la tendencia de Abel son los que siguen el sendero de la Fe.
Pero la Fe, debe finalmente, desembocar en el Conocimiento, de igual modo que la razón conduce al descubrimiento de la transcendencia (de lo que está más allá de lo visible). Es por ello que esos hermanos enemigos están destinados a reencontrarse y trabajar juntos en la Gran Obra del Mundo.
J.L.
Nota: si deseais más información, así como profundizar en el tema, podeis mirar el libro Masoneria y Catolicismo el cual se encuentra en nuestra web: www.rosacruzmaxheindel.org

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Agradecemos a Asociación de Estudiantes de Filosofía Rosacruz de Max Heindel (Barcelona)

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