Lo
racional detrás del ejercicio de Retrospección no es nuevo y no se originó con
las enseñanzas de la Fraternidad Rosacruz.
Individuos de pensamiento, a través de la historia han entendido el
valor de esta forma de auto examinación.
Su utilidad como un instrumento con el cual engrandecer la humana
evolución, ha sido obvia para muchos, quienes han obtenido así, sumo beneficio.
En
las palabras de Pitágoras: “No os dejéis caer en el sueño hasta que hayáis
revisado las acciones del día que ha pasado.
¿En dónde he faltado a la rectitud?
¿Qué he estado haciendo? ¿Qué he
dejado de hacer, y qué he debido hacer? Empezar así desde el primer acto y proceded
en conclusión, por el mal que habéis hecho, sufrid, y regocijaos por el bien”.
Séneca decía: “Deberíamos cada noche llamar nuestra atención así: ¿Qué
error he cometido hoy? ¿Qué pasión he
puesto? ¿Qué tentación he resistido? ¿Qué tentación he resistido? ¿Qué virtud
he adquirido? Nuestros vicios se
abatirán a sí mismos si ellos son traídos cada día a la superficie.”
La
naturaleza específica de cuestiones tales como aquellas sugeridas por los
filósofos -¿Qué he dejado sin hacer? ¿Qué pasión he opuesto?- es esencial para
valiosa auto-examinación. Debemos pensar
en términos de virtudes si deseamos elevarlas, y reconocer las tentaciones y
pasiones si queremos superarlas.
El
auto-examen es necesario para progresar una vez que hemos asentado nuestros
pies en el Camino espiritual. Lo
aventurado y la respuesta a las lecciones y experiencias terrenas, las cuales
están bien caracterizadas en nuestra pasada existencia, no deberán ser
toleradas si estamos tratando de hacer un apreciable adelanto en la pesquisa
espiritual a la cual nos estamos dedicando.
El
movimiento de propósito y firme adelanto, esto es, crecimiento espiritual
continuo, es por ahora nuestro objetivo.
Este será adquirido solamente si estamos completamente despiertos y
conscientes de lo que estamos haciendo, y como lo estamos haciendo, y si estamos
deliberada y conscientemente tomando los pasos necesarios para hacer lo que
sabemos que es correcto en todas las situaciones. Esto, a su tiempo, será posible solamente si
mantenemos un programa regular a través del auto-examen.
Cualquier persona, no importa cuán ilustrada o progresiva pueda parecer,
se engaña a sí misma si cree que la necesidad de auto-estudio no es aplicable a
él. Nuestras pruebas y juicios se
multiplican mientras luchamos por progreso espiritual y cuando más grande sea
la altura, más grande será el peligro de una caída. Nuestros actos, palabras actitudes, deberán
convertirse en algo más y más refinado mientras procedemos. Si hemos hecho algún progreso, las cualidades
y características que fueron suficientes para nosotros hace algunos años, no
son suficientemente apropiadas en el presente.
Para poder hacer los cambios necesarios dentro de nosotros mismos,
deberemos aprender a valorarnos aún más precisamente.
“CONOCETE A TI MISMO” ¡qué profunda y simple admonición! Hay muchos que no se han comprometido en la
valiosa auto-examinación, pues piensan que se conocen a sí mismos
definitivamente, y negarán indignados que mucho de su “interior” aún descansa
oculto dentro de ellos. Pero esto es
sólo cuando sinceramente nos comprometemos en el doloroso análisis de nuestros
motivos, reacciones, herramientas, hábitos, fuerzas, debilidades, y sobre toda
perspectiva empezamos a realizar qué poco conocemos de lo que hacemos, por qué
lo hacemos, y qué características, hábitos y actitudes deberán ser reforzadas o
cambiadas para asegurar continuo auto mejoramiento.
Con
frecuencia, el “ser” que ha funcionado durante largo tiempo en forma
satisfactoria en un nivel predominantemente material, debe ser drásticamente
alterado a fin de que pueda encontrar las demandas de avance espiritual. Sólo cuando nos veamos actuar, con vista
objetiva abarcante como nos sea posible, entenderemos el extenso contenido de
los cambios que son necesarios.
El
auto centramiento toma muchas y sutiles formas.
Serios estudiantes de las Enseñanzas de la Fraternidad saben por
experiencia que una persona puede creer sinceramente que está motivada por
consideraciones inegoístas, para encontrar luego en un más cercano examen que
esto es un resultado de impulsos que son, después de todo, de auto interés. No se descubre esto como resultado de una
observación superficial. Solamente un
escrutinio intensivo revela todo lo inesperado, flaquezas mentales y
emocionales encubiertas, a las cuales están sujetas.
En
II de Corintios 13:5, Pablo hace una admonición a sus lectores: “Examinaos a
vosotros mismos, aunque estéis en la fe;…
Probaos a vosotros mismos. Porque ¿cómo conoceréis que Cristo está
dentro de vosotros?”. Si estamos
verdaderamente “en la fe” –esto es, conformados por los principios del
Cristianismo esotérico al que profesamos adherencia- el auto examen ciertamente
lo revelará. Si estamos únicamente dando
servicio de boca hacia afuera, a los altos ideales, mientras seguimos
esencialmente los dictados de la naturaleza inferior, el auto examen se hará
también perfectamente claro.
El
primero sobre todos los preceptos dados a cada nuevo estudiante de la
Fraternidad Rosacruz, es la simple pero abarcante exposición que dice “Cristo
será vuestro ideal”. Si hacemos continua
comparación entre nuestra conducta y la que sabemos ha sido exhibida por el
Cristo Jesús, y actuamos en esa comparación, podemos esperar hacer
progresos. Esto es verdad, aún si el
resultado de la comparación, al principio es descorazonante en extremo.
“¿No
sabéis que Cristo está en vosotros?” preguntó Pablo. Preguntas que debemos hacernos cada noche
pueden incluir “En qué extensión el
Cristo interior mío ha podido funcionar hoy? ¿He tratado de encontrar solución
a esta o aquella situación como Cristo la hubiera encontrado? ¿He tratado de irradiar la LUZ DE CRISTO o el
AMOR DE CRISTO que hay dentro de mí, hacia otros? ¿Fue mi interés egoísta o altruista? ¿Prediqué el Evangelio con el ejemplo?
Un
programa bien planeado de auto examen será, a su tiempo, de mucha ayuda para
adquirir los otros elementos, alumbramiento que deberá ser obtenido por la
humanidad evolucionante. El auto
Control, la sujeción de la naturaleza inferior a la naturaleza superior, y el
reemplazo de deseos personales por motivaciones humanitarias, gradualmente
evoluciona, en parte, como resultado de intensa valoración de las razones por
las que lo hacemos. Si entendemos
completamente nuestros motivos, podemos hacer los cambios necesarios para
alinear nuestro comportamiento, lo que espera un aspirante espiritual. El auto sacrificio –el darse a sí mismo en
tiempo, pensamiento y actos, para el beneficio de la humanidad- es así también
intensificado.
El
auto examen, fomenta también el crecimiento de la confianza propia. Mientras más nos estudiamos y nos entendemos,
más seguros de nosotros mismos seremos y menos inclinados a depender de otras
personas. Es verdad que no daña, y
muchas veces ayuda, el escuchar las diferentes opiniones y consejos, pero
debemos cultivar suficiente juicio, discriminación y conocimiento, para ser
capaces de tomar nuestras propias decisiones en todas las cosas.
Finalmente alcanzaremos la última meta de nuestras vidas terrestres, la
meta llamada de Maestría. En este punto,
el Ser Superior tiene completa autoridad; la naturaleza inferior es
permanentemente vencida. Aquellos que
adquieran este estado superior de ser guiarán vidas de servicio sin culpa,
impecables, virtuosas y completamente inegoístas.
Ellos saben cómo conducirse espiritualmente en cada circunstancia
concebible, y lo hacen automáticamente, no teniendo que depender más de esfuerzos
intensificados de voluntad para mantenernos en línea. Ellos han alcanzado este nivel superior de
adquisición terrenal, debido a que han aprendido en su totalidad a conocerse a
sí mismos y usar inteligentemente su conocimiento.
Transcrito de
“Artículos de RAYOS de la Rosa Cruz”
Diciembre de 1982.
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